El conjunto muniqués superó por la mínima a un
Dortmund que llegó a empatar un partido que empezó perdiendo 2-0.
Kimmich marcó el gol que vale un título.
Las bajas obligaron a ambos técnicos a atreverse con algún que otro experimento en el once. Javi Martínez y Tolisso partieron de inicio en el Bayern ante las ausencias de Goretzka y Alaba,
en la esquina negriamarilla fue Brandt el encargado de suplir al
acatarrado Sancho arriba. Las dudas en ambos conjuntos, sobre todo
debido a los resultados recientes (el Dortmund venía de perder 2-0 en
Augsburgo), se notaron hasta que el campeón subió una marcha y encontró espacios ante la pasividad del BVB en las marcas.
Davies entraba por la izquierda, Müller se sentía a gusto entre líneas.
Era cuestión de tiempo hasta que fusilara el Bayern. Y así fue.
Precisamente una contra, principal arma del Dortmund, sirvió a los de Flick para adelantarse en el marcador. Pavard
despejó un córner rival, Müller encontró a Lewandowski en banda y el
polaco se la sirvió en bandeja a Tolisso para que pusiera por delante a
los locales. El tanto dio alas al Bayern e intimidó al Borussia. Los de Favre eran un mar de dudas. Y los bávaros supieron aprovecharlo. El imperial Davies colgó un gran centro en el corazón del área, donde esperaba el eterno Müller para superar a Hitz por medio de un cabezazo ajustado al palo derecho. Se gustaba el Bayern.
Tanto que, una vez más, descuidó la labor defensiva e invitó a las abejas a recortar distancias. Un
gravísimo error de Pavard en la entrega terminó en las botas de
Haaland, el noruego vio a Brandt entre líneas y el alemán superó a Neuer.
Meunier pudo hacer lo mismo al comienzo de la segunda mitad, pero se
puso nervioso al encarar al meta alemán y mandó el cuero a la grada del
Allianz. El Bayern era un nervio. Y Haaland olió el miedo. El primer balón al área de Delaney lo mandó al fondo de la red.
El segundo se chocó con la manopla del colosal Neuer. Mantuvo vivo a un
Bayern que, con cada partido que pasa, parece más humano. Aunque Kimmich, de rebote en el último suspiro, terminara colocando la quinta copa del año en las vitrinas bávaras.