Repóker de un Bayern cada vez más humano

El conjunto muniqués superó por la mínima a un Dortmund que llegó a empatar un partido que empezó perdiendo 2-0. Kimmich marcó el gol que vale un título.

José Carlos Menzel
As
Se sacudió el Bayern tras el varapalo sufrido ante el Hoffenheim (4–1) y alzó la Supercopa de Alemania tras imponerse, in extremis, a un bipolar Dortmund por 3-2. Un gol de Kimmich a diez minutos para el final castigó la falta de eficacia de las abejas en un partido que, tras una primera parte inexistente por parte de los de Favre, se le puso a tiro en la segunda en más de una ocasión. Para el campeón de la Bundesliga, Pokal, Champions y Supercopa de Europa, por tanto, es el quinto título de una temporada redonda. Eso sí, deberá corregir su arriesgada puesta en escena si quiere seguir triunfando. Queda claro que sus rivales, poco a poco, le están cogiendo la medida.

Las bajas obligaron a ambos técnicos a atreverse con algún que otro experimento en el once. Javi Martínez y Tolisso partieron de inicio en el Bayern ante las ausencias de Goretzka y Alaba, en la esquina negriamarilla fue Brandt el encargado de suplir al acatarrado Sancho arriba. Las dudas en ambos conjuntos, sobre todo debido a los resultados recientes (el Dortmund venía de perder 2-0 en Augsburgo), se notaron hasta que el campeón subió una marcha y encontró espacios ante la pasividad del BVB en las marcas. Davies entraba por la izquierda, Müller se sentía a gusto entre líneas. Era cuestión de tiempo hasta que fusilara el Bayern. Y así fue.

Precisamente una contra, principal arma del Dortmund, sirvió a los de Flick para adelantarse en el marcador. Pavard despejó un córner rival, Müller encontró a Lewandowski en banda y el polaco se la sirvió en bandeja a Tolisso para que pusiera por delante a los locales. El tanto dio alas al Bayern e intimidó al Borussia. Los de Favre eran un mar de dudas. Y los bávaros supieron aprovecharlo. El imperial Davies colgó un gran centro en el corazón del área, donde esperaba el eterno Müller para superar a Hitz por medio de un cabezazo ajustado al palo derecho. Se gustaba el Bayern.

Tanto que, una vez más, descuidó la labor defensiva e invitó a las abejas a recortar distancias. Un gravísimo error de Pavard en la entrega terminó en las botas de Haaland, el noruego vio a Brandt entre líneas y el alemán superó a Neuer. Meunier pudo hacer lo mismo al comienzo de la segunda mitad, pero se puso nervioso al encarar al meta alemán y mandó el cuero a la grada del Allianz. El Bayern era un nervio. Y Haaland olió el miedo. El primer balón al área de Delaney lo mandó al fondo de la red. El segundo se chocó con la manopla del colosal Neuer. Mantuvo vivo a un Bayern que, con cada partido que pasa, parece más humano. Aunque Kimmich, de rebote en el último suspiro, terminara colocando la quinta copa del año en las vitrinas bávaras.

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