Ramos y Ansu tienen estrella

La Selección, que ya es líder, tumba a Ucrania en Valdebebas con dos goles del capitán, uno del brillante extremo del Barça y otro de Ferran Torres.

Héctor Martínez
As
Si Luis Enrique se saluda con Mauro Tassotti en un gesto que engrandece el fútbol y Ansu Fati sale de titular, es que la tarde/noche promete. Era buen presagio y se cumplió, porque lo que llegó después no fue más que la mejor manera de cerrar un domingo que ya nos había alegrado hasta las agujetas Carlos Sainz. España goleó, Ramos sumó nuevas muescas en su brillante historial y Ansu Fati nos recordó que el fútbol es de los que se divierten jugando a él. Era su primer partido como titular y marcó un gol con el que batió un récord vigente en la Selección española desde hacía 95 años. "Viviendo deprisa", cantaba Alejandro Sanz. Pues eso.


Lo cierto es que Ansu Fati casi no nos dejó ni sentarnos en el sillón. Al minuto y veinte segundos, el azulgrana recibe junto a la cal, dribla a Tymchyk y emprende carrera hacia portería, encara con dos fintas a Kryvtsov y en la última, tocándosela de tacón, deja compuesto y sin novia al rival. Penalti. Inapelable. En un minuto y veinte segundos el precio de la entrada ya estaba amortizado… si es que hubiera habido ocasión de comprar entrada. También ahí, el COVID nos pega patadas.

El penalti lo transformó Sergio Ramos, quién si no, en una suerte de semi Panenka que a punto estuvo de parar Pyatov. Era el penalti más tempranero en los 704 partidos que ha disputado la Selección española a lo largo de la historia, lo que da ocasión al defensa (o lo que sea) de Camas de figurar en un nuevo capítulo en el libro de los récords de La Roja.

El gol no intimidó a Ucrania, salvo quizá a Tymchyk y Kryvtsov, que es lógico que aún le estuvieran dando vueltas a esa cometa que un par de minutos antes había zigzagueado entre sus piernas en forma de Ansu Fati. Kharatin, que formaba en la media en lugar de Stepanenko (titular ante Suiza), escoltaba a Zinchenko, llamado a ser la llave con la que abrir la defensa española. Pero La Roja abortaba ese flujo de juego. Sin balones para Yaremchuk y Yarmolenko, gran parte del peligro ucraniano quedaba desactivado. En realidad, la presión española comenzaba mucho más arriba, con Olmo, Gerard Moreno y Ansu ahogando la salida con balón de los centrales.

Poco a poco las piezas de Luis Enrique encajaban. Y no era fácil. Es de aplaudir la decisión del asturiano de probar hasta dar con la tecla. Si ha diseñado una convocatoria como esta, rompedora, con tanta cara nueva y hambre por hacer buen fútbol, es lógico que mueva jugadores de un partido a otro. Ayer alineó hasta seis novedades respecto al equipo que empató el jueves en Alemania. Si hay tanto fondo de armario, habrá que lucirlo… Hay una segunda lectura a esa remodelación, la que dice que el seleccionador se ve obligado a tantos cambios por la altura de temporada en la que nos encontramos y lo atípico de combinar el fútbol con ese COVID que desde hace unos meses es el peor rival al que enfrentarnos.

Reguilón debutaba con La Roja en detrimento del goleador Gayà. Merino y Rodri se incorporaban al centro del campo y arriba, el domingo nos había regalado una delantera inédita: Dani Olmo, Gerard Moreno y Ansu Fati. Funcionaron bien los tres, asociados en la presión y combinativos con la segunda línea ofensiva del equipo. De ese modo el partido iba teniendo una sola voz, la de España. Y también una sola cabeza. Justo cuando Shevchenko gesticulaba en señal inequívoca de descontento, Ramos cabeceó a gol un centro de Olmo. Suponía su doblete y para mayor alegría de Luis Enrique y todos los que forman parte de su proyecto, el fruto de la estrategia y de todas esas reuniones ante la pizarra y el vídeo. Deparaba, además, otra pincelada de esas con las que Ramos te deja boquiabierto: se convertía en el octavo máximo goleador (23) de la historia de la Selección igualando a un tal... Alfredo Di Stéfano. Lo dicho, va a récord por tatuaje.

El 2-0 hizo daño a Ucrania. Shevchenko negaba con la cabeza y más aún cuatro minutos después, cuando Ansu Fati batía de nuevo a Pyatov con un derechazo desde la frontal del área. Gol y mucho más que eso. Un mordisco a la historia, pues con ese tanto el barcelonista se convertía en el jugador más joven en marcar con España. A sus 17 años y 311 días batía un récord que se remontaba a hace 95 años: desde que Juan Errazquin marcara en 1925 ante Suiza con 18 años y 344 días.

El resultado ya estaba cantado y tuvimos que esperar al minuto 40 para asistir al primer disparo a puerta de Ucrania. Mykhaylichenko fue su autor, un zurdazo que paró en dos tiempos De Gea, de nuevo titular. Era un modo de salvar el honor, pero poco más. El resultado estaba cantado y la segunda parte fue un mero trámite finalizado con una noticia buena y otra mala: el golazo de Ferran Torres, que había entrado en sustitución de Gerard Moreno. La noche se cerraba con el liderato de España en la Nations League y un chaval de 17 años abandonando el césped de Valdebebas con cara de habérselo pasado en grande. Como todos.

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