Pogacar es la bomba del Tour
El esloveno de 21 años remontó a su compatriota Roglic con una brutal actuación en la contrarreloj y este domingo se coronará en París como campeón.
Pogacar ha sido el más fuerte de este Tour. Y no es oportunismo. El líder del UAE había perdido 1:21 en el abanico de Lavaur. Todo su ahínco ha sido remontar, como la hormiguita, con un ataque aquí y otro allá. Parecía insuficiente para doblegar a Roglic, siempre escoltado por el robótico Jumbo. Pero cuando el duelo fue cara a cara, sin compañeros alrededor, sólo con un reloj de testigo, el joven de aún 21 años arrasó en los 36 kilómetros de la crono de los Vosgos. Pogacar logró la victoria con 1:56 sobre Roglic, le ha sobrado casi un minuto para auparse en París. Sin contar aquella pérdida del viento.
Richie Porte, otro damnificado en el abanico, completará el podio a sus 35 años. Un ciclista que siempre aparecía más en las apuestas que en las clasificaciones, al fin ha rematado un brillante papel con su primer cajón en una grande, cuando menos se lo esperaba, cuando se ha liberado y ha soltado la presión. Detrás del australiano aparece en la general Mikel Landa, cuarto por segunda vez en su vida, primer español en la batalla francesa, justo un puesto por delante de Enric Mas. Landa también cayó en la trampa de Lavaur. Curiosamente, tres de los cuatro primeros fueron víctimas del viento, todos se han visto obligados a remontar. Entre ellos el campeón, el glorioso Pogacar.
La historia de la contrarreloj fue la historia de un rodillo. A falta de 17 kilómetros ya le quitó las pegatinas a Miguel Ángel López, que ni siquiera tuvo opción de seguir la rueda del cohete que le acababa de adelantar. El colombiano seguramente se acordó en alguna fase de por qué apenas dio relevos tras al sterrato de Glières cuando Porte se quedó rezagado. El australiano le ha levantado el podio. Y también le han superado Mikel Landa y Enric Mas. Pero volvamos al verdadero Superman de la jornada, que llegó a pie de puerto con más de medio minuto recortado a Roglic. El cambio de bicicleta ya mostró la moral de uno y la agonía que comenzaba a invadir al otro, una ansiedad que creció durante la ascensión. Pogacar volaba, fácil. Mientras que Roglic iba cruzado, con la cara desencajada, el casco torcido, sin un ritmo regular. Se sabía perdedor. En la meta abrazó a Pogacar, deportivo... y hundido.
Hace un año y cuatro días, Roglic redondeó su victoria en la Vuelta a España y le dijo a su equipo: "Quiero el Tour". Toda su preparación ha ido encaminada a la conquista, todas las carreras anteriores las convirtió en exhibiciones. Quizá la clave de su derrota ha estado ahí: llegó demasiado fuerte, el final se le ha atragantado. En el podio de aquella Vuelta ya aparecía su amenaza: Tadej Pogacar acabó tercero, con tres triunfos de etapa. Tenía 20 años. Dos meses antes, Egan Bernal había seducido al mundo con su victoria en el Tour a los 22. Aquello se interpretó como el inicio de una era. Nadie contaba, todavía, con el Ferrari que venía por detrás, capaz de llevarse el Tour al estilo Merckx, con tres victorias parciales, la Montaña y el maillot de Joven, justo por delante de Enric Mas. Mal enemigo de generación para el balear.