Morata y su eterna búsqueda de la felicidad

Atlético de Madrid El delantero regresa a la Juventus, el equipo en el que mejor ha rendido de su carrera

Marca

Ya es oficial, Álvaro Morata vuelve a vestir la elástica de la 'Vecchia Signora'. Su cesión express al conjunto turinés no es cuestión de un calentón, sino que es algo que lleva rondando la cabeza del madrileño desde hace un tiempo. Su eterna búsqueda de la felicidad.


Álvaro llegó al Atlético con la ilusión de un niño, volvía a casa, 'su casa', tras una etapa en Inglaterra donde por diversos motivos no encontró la satisfacción que siempre persigue. En el Wanda creía haber encontrado su lugar en el mundo. Cayó de pie, pese a su 'imperdonable' pasado madridista, con la siempre difícil afición colchonera a la que se ganó con sus continuas demostraciones y declaraciones de amor al escudo del oso y el madroño, pero todo se torció.

Pese a ser el máximo artillero del conjunto de Diego Pablo Simeone esta temporada (16 goles y cuatro asistencias), tras el parón por el Covid-19 perdió la titularidad en favor de Diego Costa. Este hecho hizo nacer en Morata la posibilidad de salir del club rojiblanco, que creció hasta su punto más álgido cuando no fue parte del once inicial del partido crucial ante el Leipzig.

La necesidad de liquidez económica del Atlético para acometer fichajes, sumado a la oferta irrechazable de la Juventus (cesión de 10 millones), tanto al jugador como a la entidad, han empujado al 9 a abandonar la que considera 'su casa' en pos de la búsqueda de esa tan ansiada felicidad. Regresando así, al único lugar donde la consiguió, el Juventus Stadium.

Su etapa como 'bianconeri' fue la más afortunada de toda su carrera. En las dos temporadas que residió en Italia, Álvaro gozó de plenitud en todos los factores que son claves para él. Titularidad, confianza, títulos y rendimiento.

Llegó a la 'Vecchia' en la temporada 2014-15, traspasado por el Real Madrid (con opción de recompra). En esta primera campaña formó pareja con Carlos Tévez, y Morata se salió. Disputó 46 partidos, gozando de la confianza de Allegri, y respondió con 15 goles y siete asistencias que ayudaron a la Juve a rozar el triplete. Conquistaron el 'Scudetto', la Copa y se quedaron a las puertas de levantar la Champions de Berlín. En dicha Copa de Europa, el 9 fue clave, siendo el verdugo del Real Madrid en Semifinales y anotando un gol en la Final.

La siguiente temporada se marchó el 'Apache' pero llegó Dybala, con quien formó una gran sociedad. Pese a jugar caído a banda izquierda debido a la incorporación de Mandzukic, el español promedió 12 goles y 11 asistencias en 47 partidos, que sirvieron para conquistar su segunda Serie A, otra Copa y una Supercopa.

Durante su estancia en Turín fue el jugador que más tantos generó, con un total de 45 (27+18). Estas buenas cifras, acompañadas de la confianza en sí mismo, que rebosaba, hicieron a su exequipo ejercer la opción de recompra, hecho que Álvaro aceptó pero a regañadientes: "Nunca debí irme de la Juve. Volví porque había acuerdos contractuales que tenían que ser respetados. Pero la desilusión fue enorme, volví al punto de partida. Me trataron como el niño que era antes de mis dos temporadas en Italia", reconoció tiempo después a la 'Gazzetta delo Sport'.

Tuvo que empezar de nuevo, y desde entonces no para de buscar ese bienestar que no ha encontrado ni en el Bernabéu, ni en Stamford Bridge, ni en el Metropolitano, pese a que en el último estuvo muy cerca. Ahora, por designios del destino, regresa al lugar donde realmente lo encontró, con la intención de recuperar esa pequeña parte de su vida a la que llamó felicidad.


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