Messi-Barcelona: qué hay detrás de la crisis

La relación entre Leo y Bartomeu está rota. El Barsa, en reconstrucción, no tiene dinero y deja partir a Suárez, Rakitic y Vidal para ahorrarse esos sueldos. Y Koeman busca soluciones de bajo costo. Més que una crisis...

Olé
Un epidemiólogo haría el siguiente análisis de lo que está sucediendo entre Messi, Bartomeu y el Barcelona. Recién pasamos el pico, da la sensación de que lo más complejo pasó, pero no hay que descuidarse. Y atención con el rebrote.


Ahora se ve la cáscara, no lo que está adentro. El show finalizó con la entrevista de Leo, con sus fuertísimas declaraciones contra el presidente y con su confirmación de que se queda una temporada más (y después se verá qué pasa en junio 2021, cuando vence el contrato). Pero el problema de fondo no está solucionado en el Barsa, y no estamos hablando de la relación Messi-Bartomeu, que ya no tiene retorno. Estamos hablando de los motivos que llevaron al mejor del mundo a mandar el burofax y buscar romper un idilio de 20 años. Finalmente, ese divorcio no se consumó porque una parte (Bartomeu) amenazó a la otra (Messi) con dirimir el pleito en la Justicia, y todo quedó en una aparente calma chicha...

Después de las balas (que no fueron de fogueo), Josep María Bartomeu no apareció. Tampoco sus influencias para gestar movidas mediáticas. Muchos ven en el presidente del Barsa al ganador de la pelea, pero da la sensación de que es apenas un round (uno importante, porque no quedó marcado como el presidente que dejó escapar al máximo ídolo), pero el combate sigue. Y, si bien la contienda con Leo parece detenida, los inconvenientes más grandes están ahí, en la caja del club.

Bartomeu tiene muchos frentes abiertos. Económicos y también judiciales: hace unos días, y en el medio del caso Messi, fue acusado por irregularidades al frente del club catalán y ahora la Justicia debe determinar si él y sus compañeros de directiva se enriquecieron ilícitamente, en la investigación denominada Barsa-gate. Pero mientras los jueces siguen recabando pruebas, el presidente debe continuar gobernando hasta marzo, cuando serán las elecciones a las que no podrá presentarse. En general, para gestionar se necesita dinero, algo que viene faltando en la tesorería blaugrana. Los números no son oficiales, pero en la última temporada las pérdidas fueron cercanas a los 100.000.000 de euros, ya venía con números en rojo con los ejercicios anteriores y, por la pandemia, al club le dejaron de ingresar casi 150 millones...

Ahí anda Bartomeu, intentando armar nuevamente una Ferrari pero con los repuestos de un usado, y viendo cómo hace para cumplir los deseos de Ronald Koeman, que debe pensar reiteradamente por qué no se quedó en la selección de Países Bajos. El DT quiere hacer historia, como cuando fue el héroe de la Champions 1992 (la primera del club y la única hasta que llegó Messi), pero se encuentra en medio de una reconstrucción y con el capataz muy enojado.

La primera movida del holandés fue seguir instrucciones de la directiva, pero que van de la mano de su idea de juego: limpiar a los más grandes del plantel, salvo a los españoles y a Messi. Les avisó a Rakitic (se fue a Sevilla), a Luis Suárez (a punto de ir a la Juventus) y a Arturo Vidal (cerca de firmar con Inter) que no serían prioridad. Así, se empezaban a abaratar los costos de un plantel que tiene demasiados sueldos top que el Barsa no puede afrontar. La siguiente movida de la CD y el DT fue hablar con los capangas locales: Piqué, Jordi Alba, Busquets y Sergi Roberto. A todos les pidieron reducir sus contratos y, salvo al histórico cinco que le avisó que corre de atrás, a los otros tres les dijeron que son parte del futuro.

“Siempre dije que quería un proyecto ganador y ganar títulos con el club para seguir agrandando la leyenda del Barcelona. Y la verdad que hace tiempo que no hay proyecto ni hay nada, se van haciendo malabares y van tapando agujeros a medida que van pasando las cosas”, declaró en caliente Messi, pero también desde la sobreabundancia de información. Leo sabe que no hay dinero para grandes refuerzos, que el plantel será el del papelón del 2-8 contra el Bayern Munich, con algunos retoques: Coutinho, Pjanic y las apuestas Trincao y Pedri- y, quizás, le den el gusto al blondo entrenador con las llegadas del volante Georginio Wijnaldum (Liverpool) y del delantero Memphis Depay (Lyon), pero no mucho más. Parece que ni el sueño de Lautaro Martínez será posible...

El anhelo de conquistar una nueva Champions, lo que llevó -entre varias cosas más- a Leo a querer partir, parece una utopía, salvo que Koeman sea la reencarnación de Guardiola. Da la sensación de un Barsa de transición, en medio de la pandemia y del Bardomeu...

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