Leo Messi se queda: una crisis con tres derrotados
El editorial de MARCA
Lejos de poner el punto final a la crisis con su intervención, Messi abre aún más las costuras de un club que lleva demasiados meses a la deriva. El propio Leo es uno de los derrotados porque, aunque hable siempre del equipo de su vida, es una evidencia que ha querido abandonarlo y que ni siquiera ha aclarado que no vaya a hacerlo en cuanto su situación contractual sea propicia, a finales de la próxima temporada. Son muchos los aficionados del Barça que se han sentido abandonados por el gran mito.
También Bartomeu sale como uno de los grandes perdedores. Puede que aguantar el pulso a Messi, jugársela con acabar en los tribunales y no pasar a la historia como el presidente que dejó marchar a la gran estrella le proporcionen un alivio personal y una calma momentánea. Pero es precisamente Messi quien le ha puesto al pie de los caballos con unas acusaciones gravísimas. No olvidemos que capitán y presidente van a tener que convivir en un clima casi bélico los próximos meses. Si Bartomeu ya tenía difícil justificar su gestión antes de la gran crisis, las paletadas de tierra que ha echado Messi sobre él le condenan a ser recordado como un presidente nocivo.
Por último, la institución, el Barcelona, no puede estar en lenguas de todo el mundo por una vergüenza deportiva como la del 8-2 ante el Bayern ni tampoco por un asunto de calado mundial que abarca muchos frentes. Uno de ellos, el financiero. Pero, sobre todo, el sentimental. El desgarro emocional que ha supuesto todo el episodio en el aficionado culé es enorme. El escudo del Barça debe prevalecer por encima de todo y de todos.
Lejos de poner el punto final a la crisis con su intervención, Messi abre aún más las costuras de un club que lleva demasiados meses a la deriva. El propio Leo es uno de los derrotados porque, aunque hable siempre del equipo de su vida, es una evidencia que ha querido abandonarlo y que ni siquiera ha aclarado que no vaya a hacerlo en cuanto su situación contractual sea propicia, a finales de la próxima temporada. Son muchos los aficionados del Barça que se han sentido abandonados por el gran mito.
También Bartomeu sale como uno de los grandes perdedores. Puede que aguantar el pulso a Messi, jugársela con acabar en los tribunales y no pasar a la historia como el presidente que dejó marchar a la gran estrella le proporcionen un alivio personal y una calma momentánea. Pero es precisamente Messi quien le ha puesto al pie de los caballos con unas acusaciones gravísimas. No olvidemos que capitán y presidente van a tener que convivir en un clima casi bélico los próximos meses. Si Bartomeu ya tenía difícil justificar su gestión antes de la gran crisis, las paletadas de tierra que ha echado Messi sobre él le condenan a ser recordado como un presidente nocivo.
Por último, la institución, el Barcelona, no puede estar en lenguas de todo el mundo por una vergüenza deportiva como la del 8-2 ante el Bayern ni tampoco por un asunto de calado mundial que abarca muchos frentes. Uno de ellos, el financiero. Pero, sobre todo, el sentimental. El desgarro emocional que ha supuesto todo el episodio en el aficionado culé es enorme. El escudo del Barça debe prevalecer por encima de todo y de todos.