La frase de Bartomeu que hizo cambiar la decisión de Messi
¿Qué cambió en 10 días? ¿Qué pasó de mandar la carta documento a quedarse un año más en Barcelona? ¿Cómo será su convivencia con Bartomeu? Entrá y enterate la trama secreta del caso Messi.
Olé
El martes 25 a las 14 horas, Olé hacía famosa la palabra burofax. Ese día, hace ya 10 jornadas, Lionel Messi pateaba las puertas y le mandaba una carta documento al Barcelona para avisarle que cortaba de manera unilateral el contrato, que se iba, que la historia se había terminado. Pero hoy, decide dar un paso atrás. ¿Por qué este cambio tan abrupto? ¿Qué pasó? Acá arranca la trama secreta de una pensada decisión que se tomó en familia.
Cuando Leo mandó el burofax, no dudó. La habló en la mesa familiar, lo charló con Antonella, analizó con sus abogados y su padre tuvo mucha injerencia, como siempre. No fue una decisión en caliente, como cuando renunció a la Selección tras perder la final de la Copa América 2016. Acá se meditó y se llegó a la conclusión de que el "ciclo estaba terminado". Si hasta antes de mandar el argumento legal le había dicho a Koeman, en un cara a cara, que "me siento más afuera que adentro del club".
Messi se había cansado. De Bartomeu y sus desprolijidades. No se olvida de las eliminaciones catastróficas de las últimas tres Champions ante Roma, Liverpool y el 2-8 con Bayern Munich. De todos los problemas de este año: la salida de Valverde, los cruces con Abidal y Setien, el desgaste en redes con una empresa que contrató el club… y de que el presidente le dijo que no había plata para traer a Neymar, pero después gastó más dinero en Griezmann. Entonces, ¿por qué se queda?
Messi, como indica el burofax, había decidido partir. Pero siempre le dijo a su entorno que quería irse por las buenas, más allá de que la carta documento marcaba un antes y un después. Entre el martes 25 y el miércoles 2, pasaron ocho días de filtraciones mediáticas, varias reuniones de abogados, el comunicado de la Liga, las presiones de todos los actores -empresas, el fisco español, la gobernación de Cataluña-. Los abogados de Messi están seguros de que el contrato es claro -lo marcaron en el comunicado a la Liga de hace un rato-, que Leo se puede ir sin pagar un duro, pero esa no era la voluntad del jugador.
Entonces, llegó la famosa reunión de Jorge Messi con Josep María Bartomeu. Basta de decir las cosas en off. Fue un cara a cara amable, pero esa charla cambió la historia y la determinación. En el comienzo fue lo esperado: el presidente ofreciendo renovar o diciendo que al menos se quede un año a cumplir el contrato. El papá de Leo contestó que Barcelona era una etapa cerrada, que se iban. Y ahí empezó la discusión más técnica y más jugosa.
El abogado Jorge Pecourt, que lidera el equipo que asiste a Messi, fue a cuestiones puntuales. Mostró el contrato (que es confidencial y por eso por ahora no salió a la luz) y explicó que no debían pagar la cláusula. Que los Messi, para encontrar una salida elegante, querían que se pusiera un valor de mercado (un precio lógico, entre 100 y 120 millones de euros) y así todos contentos. Pero Bartomeu, sin inmutarse, fue claro: "Si Leo se va, todo acabará en un juicio". Y esa frase cambió la historia.
A Bartomeu no le importaba ganar un juicio. Como Leo rompió de manera unilateral el contrato, eso ya le permitía al club la posibilidad de ir a la Justicia. Ni por la cláusula de 700.000.000 de euros, ni por las fechas de cuándo debía mandar el burofax. Sólo por el hecho de romper un contrato. Bartomeu fue claro: si va, todo terminará en un juicio. Y por más que los abogados de Messi le aseguraron a la familia que tenían las de ganar en la Justicia, el temor a ver a Leo sentado en un estrado, justo en la ciudad que lo cobijo durante 20 años y en la que sueña con vivir después de retirado, pudo más.
Entre el miércoles post reunión y en el asado del jueves en la casa de Casteldefels se terminó de cocinar esta resolución. Bartomeu cerró la posibilidad de irse por las buenas, amenazó con un juicio y no aceptó el valor de mercado. El castillo de naipes se derrumbó. Y ahí se apagaron los sueños de jugar esta temporada en el Manchester City de Guardiola o de compartir delantera con Neymar en el PSG. Claro, los clubes que de entrada se tiraron a la pileta, cuando vieron el lío legal empezaron a esconder las billeteras.
Ahora comienza una nueva historia: seguir en Barcelona post burofax. Nadie sabe cómo será la convivencia con Bartomeu, un presidente al que no le cree. Nadie sabe cómo será el ida y vuelta con Koeman, si en algún momento la temporada no entrega resultados positivos. Nadie sabe cómo será la relación en un vestuario que se está reconstruyendo y que tendrá varias caras nuevas, y unos cuantos apellidos pesados menos. Messi se queda hasta junio de 2021. Nadie sabe qué pasará después. Quizás cumple el sueño de jugar sólo con esta camiseta, quizás parte en un año hacia otro lugar, sin hablar de cláusulas, millones ni traiciones. Leo se queda y en el medio tendrá por delante una Liga que arranca en breve, una Champions que querrá ganar, una Copa del Rey para no despreciar y las elecciones en el club en marzo, con la salida segura de Bartomeu, que no puede ir por la reelección.
La historia de Messi y Barcelona no podía terminar con la foto de Leo en los Tribunales de Cataluña. Y por eso, cambió del burofax a quedarse. El amor de la gente nunca estuvo en duda y el cariño de Leo al club tampoco.
Olé
El martes 25 a las 14 horas, Olé hacía famosa la palabra burofax. Ese día, hace ya 10 jornadas, Lionel Messi pateaba las puertas y le mandaba una carta documento al Barcelona para avisarle que cortaba de manera unilateral el contrato, que se iba, que la historia se había terminado. Pero hoy, decide dar un paso atrás. ¿Por qué este cambio tan abrupto? ¿Qué pasó? Acá arranca la trama secreta de una pensada decisión que se tomó en familia.
Cuando Leo mandó el burofax, no dudó. La habló en la mesa familiar, lo charló con Antonella, analizó con sus abogados y su padre tuvo mucha injerencia, como siempre. No fue una decisión en caliente, como cuando renunció a la Selección tras perder la final de la Copa América 2016. Acá se meditó y se llegó a la conclusión de que el "ciclo estaba terminado". Si hasta antes de mandar el argumento legal le había dicho a Koeman, en un cara a cara, que "me siento más afuera que adentro del club".
Messi se había cansado. De Bartomeu y sus desprolijidades. No se olvida de las eliminaciones catastróficas de las últimas tres Champions ante Roma, Liverpool y el 2-8 con Bayern Munich. De todos los problemas de este año: la salida de Valverde, los cruces con Abidal y Setien, el desgaste en redes con una empresa que contrató el club… y de que el presidente le dijo que no había plata para traer a Neymar, pero después gastó más dinero en Griezmann. Entonces, ¿por qué se queda?
Messi, como indica el burofax, había decidido partir. Pero siempre le dijo a su entorno que quería irse por las buenas, más allá de que la carta documento marcaba un antes y un después. Entre el martes 25 y el miércoles 2, pasaron ocho días de filtraciones mediáticas, varias reuniones de abogados, el comunicado de la Liga, las presiones de todos los actores -empresas, el fisco español, la gobernación de Cataluña-. Los abogados de Messi están seguros de que el contrato es claro -lo marcaron en el comunicado a la Liga de hace un rato-, que Leo se puede ir sin pagar un duro, pero esa no era la voluntad del jugador.
Entonces, llegó la famosa reunión de Jorge Messi con Josep María Bartomeu. Basta de decir las cosas en off. Fue un cara a cara amable, pero esa charla cambió la historia y la determinación. En el comienzo fue lo esperado: el presidente ofreciendo renovar o diciendo que al menos se quede un año a cumplir el contrato. El papá de Leo contestó que Barcelona era una etapa cerrada, que se iban. Y ahí empezó la discusión más técnica y más jugosa.
El abogado Jorge Pecourt, que lidera el equipo que asiste a Messi, fue a cuestiones puntuales. Mostró el contrato (que es confidencial y por eso por ahora no salió a la luz) y explicó que no debían pagar la cláusula. Que los Messi, para encontrar una salida elegante, querían que se pusiera un valor de mercado (un precio lógico, entre 100 y 120 millones de euros) y así todos contentos. Pero Bartomeu, sin inmutarse, fue claro: "Si Leo se va, todo acabará en un juicio". Y esa frase cambió la historia.
A Bartomeu no le importaba ganar un juicio. Como Leo rompió de manera unilateral el contrato, eso ya le permitía al club la posibilidad de ir a la Justicia. Ni por la cláusula de 700.000.000 de euros, ni por las fechas de cuándo debía mandar el burofax. Sólo por el hecho de romper un contrato. Bartomeu fue claro: si va, todo terminará en un juicio. Y por más que los abogados de Messi le aseguraron a la familia que tenían las de ganar en la Justicia, el temor a ver a Leo sentado en un estrado, justo en la ciudad que lo cobijo durante 20 años y en la que sueña con vivir después de retirado, pudo más.
Entre el miércoles post reunión y en el asado del jueves en la casa de Casteldefels se terminó de cocinar esta resolución. Bartomeu cerró la posibilidad de irse por las buenas, amenazó con un juicio y no aceptó el valor de mercado. El castillo de naipes se derrumbó. Y ahí se apagaron los sueños de jugar esta temporada en el Manchester City de Guardiola o de compartir delantera con Neymar en el PSG. Claro, los clubes que de entrada se tiraron a la pileta, cuando vieron el lío legal empezaron a esconder las billeteras.
Ahora comienza una nueva historia: seguir en Barcelona post burofax. Nadie sabe cómo será la convivencia con Bartomeu, un presidente al que no le cree. Nadie sabe cómo será el ida y vuelta con Koeman, si en algún momento la temporada no entrega resultados positivos. Nadie sabe cómo será la relación en un vestuario que se está reconstruyendo y que tendrá varias caras nuevas, y unos cuantos apellidos pesados menos. Messi se queda hasta junio de 2021. Nadie sabe qué pasará después. Quizás cumple el sueño de jugar sólo con esta camiseta, quizás parte en un año hacia otro lugar, sin hablar de cláusulas, millones ni traiciones. Leo se queda y en el medio tendrá por delante una Liga que arranca en breve, una Champions que querrá ganar, una Copa del Rey para no despreciar y las elecciones en el club en marzo, con la salida segura de Bartomeu, que no puede ir por la reelección.
La historia de Messi y Barcelona no podía terminar con la foto de Leo en los Tribunales de Cataluña. Y por eso, cambió del burofax a quedarse. El amor de la gente nunca estuvo en duda y el cariño de Leo al club tampoco.