Jovic empieza a ver la luz
La llamada de su selección, con la que no había sido convocado desde hacía un año, da aire al delantero del Madrid. Una buena noticia entre tanto ruido.
Mario Cortegana
As
Luka Jovic (22 años) vuelve a sonreír, al menos por dentro porque por fuera es complicado que abandone su habitual gesto, entre la seriedad y la concentración. La llamada de Serbia, con la que no era convocado desde septiembre de 2019, abre las ventanas para que un nuevo aire ventile a un futbolista que no ha tenido muchas buenas noticias últimamente.
Porque el serbio, desde su llegada al Real Madrid, que le fichó por 60 millones tras destaparse como uno de los delanteros más prometedores del continente (27 goles y 7 asistencias en 48 encuentros con el Eintracht), ha vivido más en una pesadilla que en un sueño. Aquel niño que dormía con la camiseta blanca, como desveló Florentino en su presentación, se ha encontrado con más problemas a sortear que oportunidades para demostrar.
Para empezar, Zidane, pese a haber dado el visto bueno a su compra, le negó continuidad durante toda la temporada. Le puso 806 minutos en 27 partidos, un tiempo que le permitía pocos fuegos artificiales y que el jugador tampoco consiguió exprimir, con sólo 2 goles y 2 asistencias. En esas, con polémicas en torno al coronavirus y a una lesión que le impidió estar disponible en junio, también perdió el favor de su seleccionador, un Ljubisa Tumbakovic que el pasado enero le señaló en público: "El problema de Luka Jovic es Luka Jovic. De repente abandonó los entrenamientos, no contestaba".
Ahora parece haberlo recuperado. En Belgrado desde el lunes, aunque eso implique su ausencia en el inicio de la pretemporada con el Madrid, tras no jugar en la derrota con Rusia (3-1) en la primera jornada de la Liga B de la Liga de Naciones confía en hacerlo frente a Turquía (6-S). Mientras, observa cómo el club sólo concibe dar salida a un Mariano que le llegó a comer algo de terreno en la 2019-20. Se pretender que el gol en la 2020-21 sea, pues, cosa suya y de Benzema.
Y es lógico pensar que le va a ayudar a sentirse mejor su vida personal. Se ha comprometido con su actual pareja, con la que espera el nacimiento del que será su segundo hijo. Le queda mucho camino por recorrer, sometido a una enorme presión, pero a Jovic le aparecen motivos para ilusionarse con una realidad más llevadera.
Mario Cortegana
As
Luka Jovic (22 años) vuelve a sonreír, al menos por dentro porque por fuera es complicado que abandone su habitual gesto, entre la seriedad y la concentración. La llamada de Serbia, con la que no era convocado desde septiembre de 2019, abre las ventanas para que un nuevo aire ventile a un futbolista que no ha tenido muchas buenas noticias últimamente.
Porque el serbio, desde su llegada al Real Madrid, que le fichó por 60 millones tras destaparse como uno de los delanteros más prometedores del continente (27 goles y 7 asistencias en 48 encuentros con el Eintracht), ha vivido más en una pesadilla que en un sueño. Aquel niño que dormía con la camiseta blanca, como desveló Florentino en su presentación, se ha encontrado con más problemas a sortear que oportunidades para demostrar.
Para empezar, Zidane, pese a haber dado el visto bueno a su compra, le negó continuidad durante toda la temporada. Le puso 806 minutos en 27 partidos, un tiempo que le permitía pocos fuegos artificiales y que el jugador tampoco consiguió exprimir, con sólo 2 goles y 2 asistencias. En esas, con polémicas en torno al coronavirus y a una lesión que le impidió estar disponible en junio, también perdió el favor de su seleccionador, un Ljubisa Tumbakovic que el pasado enero le señaló en público: "El problema de Luka Jovic es Luka Jovic. De repente abandonó los entrenamientos, no contestaba".
Ahora parece haberlo recuperado. En Belgrado desde el lunes, aunque eso implique su ausencia en el inicio de la pretemporada con el Madrid, tras no jugar en la derrota con Rusia (3-1) en la primera jornada de la Liga B de la Liga de Naciones confía en hacerlo frente a Turquía (6-S). Mientras, observa cómo el club sólo concibe dar salida a un Mariano que le llegó a comer algo de terreno en la 2019-20. Se pretender que el gol en la 2020-21 sea, pues, cosa suya y de Benzema.
Y es lógico pensar que le va a ayudar a sentirse mejor su vida personal. Se ha comprometido con su actual pareja, con la que espera el nacimiento del que será su segundo hijo. Le queda mucho camino por recorrer, sometido a una enorme presión, pero a Jovic le aparecen motivos para ilusionarse con una realidad más llevadera.