Gayà, sobre la bocina
Un gol del valencianista en el minuto 95 permite empatar a España ante Alemania en el primer partido de la Liga de Naciones.
Héctor Martínez
As
Gayà de mi vida o la revolución es Gayà. Valen esos titulares o cualquier otro que refleje el sufrimiento con el que España arañó un empate en Stuttgart en el inicio de la Nations League. Porque el gol del valencianista llegó en el minuto 95, cuando Luis Enrique y sus internacionales podían estar pensando ya en el partido que aguarda el próximo domingo ante Ucrania. Pero no. Creyeron, la fe es ciega incluso en Waden-Würtemberg, la fe se mantiene en pie hasta más allá de lo que dicta el minuto 93 de Ramos. Y sólo así se empató. Ya habrá tiempo de limar todo aquello que salió al revés de como esperábamos.
Hasta ese minuto, todo apuntaba a que el gol de Timo Werner iba a dibujar los tres puntos en el casillero de Alemania y a abrir el debate sobre lo que había funcionado o no en el reencuentro de Luis Enrique con la Selección. Con el técnico asturiano sucede una cosa: casi nunca deja indiferente. Y creo que no sólo me pasa a mí. Cuando algo parece obvio, previsible, esperado…, el técnico suele decir o hacer algo que coge a casi todo el mundo con el paso cambiado. Se esperaba una alineación sorprendente, sí, pero el asturiano nos regaló dos cucharaditas más, como la de Navas de extremo derecho y Ferran Torres por la banda izquierda. En el caso del sevillano, ese es su puesto natural, aunque en los últimos tiempos lo hayamos visto como lateral. Los 34 años que figuran en su carné de identidad, eso sí que son fake news… En realidad, con Navas ganábamos un segundo lateral, un pulmón extra en el centro del campo con el que cerrar las incorporaciones alemanas por esa zona. En el caso del valenciano, nueva perla del City, llamaba la atención no sólo por su debut con la Selección sino por hacerlo por la banda izquierda, que no es la que más frecuenta.
El 4-3-3, eso sí, se mantenía en La Roja. Un asunto que parece innegociable en el caso de Luis Enrique. Alemania, mientras, lucía tres centrales y a Sané como segunda punta en apoyo de Werner. A España le costó atacar la zaga germana. Rodrigo no recibía balones y el clic necesario, ese que consistía en que los extremos accedieran al ataque, tardaba en llegar. En el minuto 10, lo que sí llegó fue el primer remate, en este caso alemán, con un cabezazo de Kehrer que despejó a córner De Gea, de nuevo apuesta de Luis Enrique en detrimento de Kepa, el elegido por Robert Moreno. El del United fue el mejor.
La Roja no creaba peligro, pero apenas se lo creaban a ella, al menos ese era el consuelo. Werner insistía en querer ganar la espalda a nuestros centrales. Uno de ellos, Ramos, cambió ayer de orilla; jugó de central derecho, puesto que habitualmente cede a Varane en el Real Madrid, aunque eso no supuso problema alguno para quien disputaba su partido 171 con la Selección. Es tal su desparpajo que en el saludo inicial de capitanes saludó a Toni Kroos con un campechano “¡hombre, Antonio!”. Pau, mientras, ocupaba su zona natural en el Villarreal, la de central izquierdo.
Ambos estuvieron bien, aunque con el paso de los minutos Alemania encontró la vía para hacer daño. Ya fuera con algún pase de Kroos que rompía las líneas, los cambios de posición de Werner o una rosca de Sané a lo Robben que De Gea despejó a córner. España no convencía y Luis Enrique era consiente de ello. En el fútbol, como en la vida, suele ganar quien mueve primero. Es lo que debió pensar el asturiano, que en el minuto 39 intercambió a Navas y Ferran en las bandas. El experimento no convenció en esos seis minutos que conducían al descanso o quizá es que Lucho ya tenía la decisión tomada. Así que lo primero que vimos en imagen antes de iniciarse la segunda parte fue a Ansu Fati ajustándose la camiseta y pisando el césped del Mercedes-Benza Arena. Pero apenas tuvo tiempo de realizar cabriola alguna, porque en el 50' era Werner el que obligaba a repartir de nuevo las cartas. Un pase en largo, una cesión perfecta de Gosens y el buen hacer del nuevo delantero del Chelsea: recepción, giro y remate.
En el 56', Busquets cedía su puesto a Mikel Merino, otro de los debutantes. También se estrenó Óscar Rodríguez, quien se sumaba a un centro del campo en el que Thiago llevaba la manija. El reciente campeón de la Champions era el faro, también la única solución para resquebrajar una defensa rival aún más poblada, como cuando en el 70' acarició el gol con un disparo que se fue ligeramente desviado de la portería de Trapp. Apretaba España, que marcó gracias a Ansu Fati, aunque su testarazo fue invalidado por carga de Ramos. Y siguió haciéndolo hasta el mencionado minuto 95 en que apareció Gayà, que remató a la red tras un cabezazo de Rodrigo. Un gol de esos con la firma del desgaste, el apuro, la garra… en definitiva de esos que de haber ocurrido en un Mundial estaríamos gritando un par de días.
Héctor Martínez
As
Gayà de mi vida o la revolución es Gayà. Valen esos titulares o cualquier otro que refleje el sufrimiento con el que España arañó un empate en Stuttgart en el inicio de la Nations League. Porque el gol del valencianista llegó en el minuto 95, cuando Luis Enrique y sus internacionales podían estar pensando ya en el partido que aguarda el próximo domingo ante Ucrania. Pero no. Creyeron, la fe es ciega incluso en Waden-Würtemberg, la fe se mantiene en pie hasta más allá de lo que dicta el minuto 93 de Ramos. Y sólo así se empató. Ya habrá tiempo de limar todo aquello que salió al revés de como esperábamos.
Hasta ese minuto, todo apuntaba a que el gol de Timo Werner iba a dibujar los tres puntos en el casillero de Alemania y a abrir el debate sobre lo que había funcionado o no en el reencuentro de Luis Enrique con la Selección. Con el técnico asturiano sucede una cosa: casi nunca deja indiferente. Y creo que no sólo me pasa a mí. Cuando algo parece obvio, previsible, esperado…, el técnico suele decir o hacer algo que coge a casi todo el mundo con el paso cambiado. Se esperaba una alineación sorprendente, sí, pero el asturiano nos regaló dos cucharaditas más, como la de Navas de extremo derecho y Ferran Torres por la banda izquierda. En el caso del sevillano, ese es su puesto natural, aunque en los últimos tiempos lo hayamos visto como lateral. Los 34 años que figuran en su carné de identidad, eso sí que son fake news… En realidad, con Navas ganábamos un segundo lateral, un pulmón extra en el centro del campo con el que cerrar las incorporaciones alemanas por esa zona. En el caso del valenciano, nueva perla del City, llamaba la atención no sólo por su debut con la Selección sino por hacerlo por la banda izquierda, que no es la que más frecuenta.
El 4-3-3, eso sí, se mantenía en La Roja. Un asunto que parece innegociable en el caso de Luis Enrique. Alemania, mientras, lucía tres centrales y a Sané como segunda punta en apoyo de Werner. A España le costó atacar la zaga germana. Rodrigo no recibía balones y el clic necesario, ese que consistía en que los extremos accedieran al ataque, tardaba en llegar. En el minuto 10, lo que sí llegó fue el primer remate, en este caso alemán, con un cabezazo de Kehrer que despejó a córner De Gea, de nuevo apuesta de Luis Enrique en detrimento de Kepa, el elegido por Robert Moreno. El del United fue el mejor.
La Roja no creaba peligro, pero apenas se lo creaban a ella, al menos ese era el consuelo. Werner insistía en querer ganar la espalda a nuestros centrales. Uno de ellos, Ramos, cambió ayer de orilla; jugó de central derecho, puesto que habitualmente cede a Varane en el Real Madrid, aunque eso no supuso problema alguno para quien disputaba su partido 171 con la Selección. Es tal su desparpajo que en el saludo inicial de capitanes saludó a Toni Kroos con un campechano “¡hombre, Antonio!”. Pau, mientras, ocupaba su zona natural en el Villarreal, la de central izquierdo.
Ambos estuvieron bien, aunque con el paso de los minutos Alemania encontró la vía para hacer daño. Ya fuera con algún pase de Kroos que rompía las líneas, los cambios de posición de Werner o una rosca de Sané a lo Robben que De Gea despejó a córner. España no convencía y Luis Enrique era consiente de ello. En el fútbol, como en la vida, suele ganar quien mueve primero. Es lo que debió pensar el asturiano, que en el minuto 39 intercambió a Navas y Ferran en las bandas. El experimento no convenció en esos seis minutos que conducían al descanso o quizá es que Lucho ya tenía la decisión tomada. Así que lo primero que vimos en imagen antes de iniciarse la segunda parte fue a Ansu Fati ajustándose la camiseta y pisando el césped del Mercedes-Benza Arena. Pero apenas tuvo tiempo de realizar cabriola alguna, porque en el 50' era Werner el que obligaba a repartir de nuevo las cartas. Un pase en largo, una cesión perfecta de Gosens y el buen hacer del nuevo delantero del Chelsea: recepción, giro y remate.
En el 56', Busquets cedía su puesto a Mikel Merino, otro de los debutantes. También se estrenó Óscar Rodríguez, quien se sumaba a un centro del campo en el que Thiago llevaba la manija. El reciente campeón de la Champions era el faro, también la única solución para resquebrajar una defensa rival aún más poblada, como cuando en el 70' acarició el gol con un disparo que se fue ligeramente desviado de la portería de Trapp. Apretaba España, que marcó gracias a Ansu Fati, aunque su testarazo fue invalidado por carga de Ramos. Y siguió haciéndolo hasta el mencionado minuto 95 en que apareció Gayà, que remató a la red tras un cabezazo de Rodrigo. Un gol de esos con la firma del desgaste, el apuro, la garra… en definitiva de esos que de haber ocurrido en un Mundial estaríamos gritando un par de días.