Gallardo les da pelota
El DT de River prevé intensificar los ejercicios tácticos, lo único que no pudo trabajar por el desenlace inesperado de la burbuja sanitaria. Una tarea a contrarreloj para llegar bien a San Pablo.
Olé
El peor rival de Marcelo Gallardo es el almanaque. Porque juega de contragolpe, no deja espacios y es tan traicionero que puede presentarte un obstáculo en cualquier momento. Ya lo ha vivido, River: el tiempo que pensó ganar, de alguna manera lo perdió. Y ahora está obligado a explotar cada segundo para que el reestreno en la Libertadores se dé en las mejores condiciones posibles. Sobre todo en lo que respecta a lo futbolístico, lo único que no se ha podido trabajar con intensidad desde el reinicio de los trabajos post cuarentena.
Es imprescindible comprender los contextos para entender la preocupación de Gallardo. El entrenador había proyectado la burbuja sanitaria del 24 al 29 de agosto contemplando que le sería útil para exprimir el tiempo -y el volumen- de trabajo, incluso con jornadas a doble turno. En esos días de confinamiento masivo tenía previsto comenzar a moldear a su nuevo River. Al equipo post cuarentena. Incluso, hubo tres jornadas de trabajos físico-técnicos en espacios reducidos en pos de que los futbolistas fueran agarrando ritmo y timing con la pelota luego de 150 días de entrenamiento remoto. Pero el coronavirus se coló en la agenda: el caso positivo de Adrián Olivieri privó al entrenador de hacer trabajos en el River Camp durante cuatro días (sí hubo ejercicios físicos en el hotel). Jornadas perdidas que resultaban tan necesarias como valiosas ante un calendario que inicialmente -y en condiciones normales- ya forzaba a una preparación ciertamente exprés.
Por eso, al recalcular luego de la segunda ronda de testeos negativos, Gallardo y su equipo de colaboradores comprendieron que los próximos 13 días serán fundamentales para conseguir que River funcione de la mejor manera en los siguientes 15, cuando deba enfrentar dos veces a San Pablo (el 17, en el Morumbí; el 30, en Avellaneda) y una a Binacional (el 22, en Lima).
La preparación física, dado que nunca hubo una interrupción de los ejercicios -todos monitoreados por Pablo Dolce y Diego Gamalero; César Zinelli mutó a entrenador de arqueros ante la baja de Olivieri- no preocupa tanto al cuerpo técnico de River como la cuestión táctica. Es ahí adonde hará hincapié el Muñeco en los entrenamientos hasta el reinicio de la Copa Libertadores en Brasil. El deté ya ha comenzado a analizar distintos escenarios potenciales a nivel estratégico y en lo que respecta a los esquemas, contemplando a su vez alternativas de apellidos para remodelar la alineación: la aparición de Julián Álvarez, de extensión de contrato confirmada durante la cuarentena, como cuarto volante o delantero, el corrimiento de Nacho Fernández a una posición más cercana a la de Enzo Pérez, la vuelta a una línea de cuatro… Diferentes variables que están en la cabeza de Gallardo pero requieren de tiempo de trabajo para poder desarrollarlas dentro del campo de juego.
Es ahí adonde aparece otro problema para Gallardo: la modalidad de entrenamientos será en dos grupos en un mismo turno. Un obstáculo más para River, que desarticuló la burbuja para que los futbolistas pudieran reencontrarse con sus familias y, así, tuvieran la posibilidad de dejar atrás la carga tensional que vivieron hasta la confirmación de los testeos negativos. La jornada libre de mañana les permitirá a los jugadores -y a todos los integrantes del staff- recargar baterías antes de reiniciar los trabajos que estarán apuntados a la puesta a punto táctica. A que la número cinco esté presente siempre en cada uno de los trabajos. Hay que darle pelota para que no se sufran las inclemencias del parate. Y para que River vuelva a ser River en esta nueva anormalidad.
Olé
El peor rival de Marcelo Gallardo es el almanaque. Porque juega de contragolpe, no deja espacios y es tan traicionero que puede presentarte un obstáculo en cualquier momento. Ya lo ha vivido, River: el tiempo que pensó ganar, de alguna manera lo perdió. Y ahora está obligado a explotar cada segundo para que el reestreno en la Libertadores se dé en las mejores condiciones posibles. Sobre todo en lo que respecta a lo futbolístico, lo único que no se ha podido trabajar con intensidad desde el reinicio de los trabajos post cuarentena.
Es imprescindible comprender los contextos para entender la preocupación de Gallardo. El entrenador había proyectado la burbuja sanitaria del 24 al 29 de agosto contemplando que le sería útil para exprimir el tiempo -y el volumen- de trabajo, incluso con jornadas a doble turno. En esos días de confinamiento masivo tenía previsto comenzar a moldear a su nuevo River. Al equipo post cuarentena. Incluso, hubo tres jornadas de trabajos físico-técnicos en espacios reducidos en pos de que los futbolistas fueran agarrando ritmo y timing con la pelota luego de 150 días de entrenamiento remoto. Pero el coronavirus se coló en la agenda: el caso positivo de Adrián Olivieri privó al entrenador de hacer trabajos en el River Camp durante cuatro días (sí hubo ejercicios físicos en el hotel). Jornadas perdidas que resultaban tan necesarias como valiosas ante un calendario que inicialmente -y en condiciones normales- ya forzaba a una preparación ciertamente exprés.
Por eso, al recalcular luego de la segunda ronda de testeos negativos, Gallardo y su equipo de colaboradores comprendieron que los próximos 13 días serán fundamentales para conseguir que River funcione de la mejor manera en los siguientes 15, cuando deba enfrentar dos veces a San Pablo (el 17, en el Morumbí; el 30, en Avellaneda) y una a Binacional (el 22, en Lima).
La preparación física, dado que nunca hubo una interrupción de los ejercicios -todos monitoreados por Pablo Dolce y Diego Gamalero; César Zinelli mutó a entrenador de arqueros ante la baja de Olivieri- no preocupa tanto al cuerpo técnico de River como la cuestión táctica. Es ahí adonde hará hincapié el Muñeco en los entrenamientos hasta el reinicio de la Copa Libertadores en Brasil. El deté ya ha comenzado a analizar distintos escenarios potenciales a nivel estratégico y en lo que respecta a los esquemas, contemplando a su vez alternativas de apellidos para remodelar la alineación: la aparición de Julián Álvarez, de extensión de contrato confirmada durante la cuarentena, como cuarto volante o delantero, el corrimiento de Nacho Fernández a una posición más cercana a la de Enzo Pérez, la vuelta a una línea de cuatro… Diferentes variables que están en la cabeza de Gallardo pero requieren de tiempo de trabajo para poder desarrollarlas dentro del campo de juego.
Es ahí adonde aparece otro problema para Gallardo: la modalidad de entrenamientos será en dos grupos en un mismo turno. Un obstáculo más para River, que desarticuló la burbuja para que los futbolistas pudieran reencontrarse con sus familias y, así, tuvieran la posibilidad de dejar atrás la carga tensional que vivieron hasta la confirmación de los testeos negativos. La jornada libre de mañana les permitirá a los jugadores -y a todos los integrantes del staff- recargar baterías antes de reiniciar los trabajos que estarán apuntados a la puesta a punto táctica. A que la número cinco esté presente siempre en cada uno de los trabajos. Hay que darle pelota para que no se sufran las inclemencias del parate. Y para que River vuelva a ser River en esta nueva anormalidad.