Así se juega en LaLiga

Javier Sillés
As
La evolución de las últimas temporadas, refrendada en las pasadas Champions y Europa League, anuncia la imposición definitiva de un paradigma distinto. Es época de equipos de ritmo alto, valientes en la presión y constantes en los esfuerzos. Esta realidad no impide la variedad de estilos que se aprecian en la Liga. No se trata de una cuestión de sistema táctico —el 1-4-4-2 fue el más utilizado el curso anterior, casi el 45% del tiempo—, sino de modelos de juego que dan un toque de distinción a la competición y son representantes de las diferentes formas de entender el fútbol.



La estabilidad de Zidane

A contracorriente con lo que era hasta hace bien poco, el Madrid alzó el último campeonato a partir de su solidez defensiva y compromiso general. El giro ordenado por Zidane juntó el bloque, elevó la presión, mejoró el repliegue y custodió su área. El título vino más por lo que hizo sin balón que lo que hizo con balón. La columna vertebral formada por Courtois, Varane, Ramos, Casemiro y Benzema resultó determinante. Aunque en la Champions no le alcanza, lejos ahora de la nobleza europea, se presupone que el Madrid persistirá en esta idea.

Se aguarda el despertar de Hazard tras la decepción de su primera temporada. El belga ha de aportar mayor creatividad en los ataques posicionales, un déficit recurrente en este Madrid al que solo un Benzema superlativo pone solución. No solo puede vivir de la finura del galo, de la agitación de Vinicius y de su poder en las transiciones, donde Asensio tiene mucho que decir. El regreso de Odegaard puede provocar un nuevo orden en la medular, junto al despliegue de Valverde, aunque Modric y Kroos siempre serán necesarios en un equipo que quiera ser campeón. Zidane dispone de alternativas en el dibujo, desde el 1-4-3-3 más clásico al 1-4-4-2 en rombo, pero su mayor ambición es que el Madrid mantenga su fiabilidad defensiva como sinónimo de éxito.

La reconstrucción de Koeman

La estruendosa derrota en la Champions contra el Bayern, el intento de renovación de la plantilla y el motín ya abortado de Messi dejan al Barcelona en una situación desconocida. A Koeman le toca asumir una reestructuración de un equipo que ya no puede vivir del pasado. El técnico holandés aspira a recuperar síntomas que un día definieron al Barça como una salida de balón bien depurada y una presión altísima que acongojaba a los rivales. Es tiempo de cambios y el conjunto azulgrana no se puede quedar atrás.

Una vez se ha quedado, el primer objetivo de Koeman se centra en la integración de Messi. El nuevo entrenador azulgrana venía empleando un 1-4-2-3-1 en Holanda, con un doble pivote dinámico, extremos abiertos y un mediapunta de despliegue. Messi encontrará su espacio como '10' o como falso nueve complementándose con Griezmann o el delantero que está por venir. A Koeman le gusta que haya futbolistas que abran el campo. Dembélé y Ansu Fati son jugadores idóneos para su idea táctica, independientemente de si apuesta por ese 1-4-2-3-1 o un 1-4-3-3 más clásico. De Jong y Pjanic tienen el caché suficiente para gobernar la medular y jugadores como Coutinho, Trinçao o el fichaje que llegue ofrecerán alternativas de gran riqueza. El trío de seguridad Ter Stegen-Piqué-Lenglet también ha de marcar la diferencia. La resurrección del Barça pasa por volver a mirar al juego, adelantar su bloque, jugar en campo contrario y dar cobertura a los laterales. Desde la versatilidad y dinamismo como fuentes principales. Con Messi en el frente.

El crédito del Atlético

La palabra transición mediatizó el discurso de Simeone durante la pasada campaña. El cambio de la vieja guardia y la renovación de la plantilla excusaron una actuación irregular de principio a fin, aunque siempre competitiva. Se esperaba un conjunto de corte más atrevido, que preservara su consistencia, pero le faltó algo. Nunca fue un equipo redondo. Se achacó a su escasa pegada, pero en muchos partidos su producción ofensiva no fue suficiente. A la espera de la llegada de un mediocentro y un delantero, Simeone debe reforzar la disposición y explotar el talento de su plantilla.

Los focos apuntan a João Félix. El paso al frente que protagonizó ante el Leipzig da pie a pensar que está preparado ya para liderar una pequeña revolución en el Atlético. Tan cierto es que no se ganó la titularidad durante todo el año como que es un jugador de porte mayor. La posición de Llorente tras su reveladora aparición como segundo delantero, la contribución de Koke y Saúl y el rendimiento de los laterales son otros asuntos decisivos en el futuro próximo rojiblanco. Las dudas también se asientan en su defensa del balón parado y en saber si Simeone está dispuesto a abrirse a nuevos matices tácticos. No se trata del mantra del 1-4-4-2, sino en si apuesta en adelantar el bloque y ser más propositivo en algunos contextos.

El ritmo del Sevilla

La vigencia española en Europa se reivindicó a través del Sevilla. Fue el único equipo capaz de imponerse en este nuevo fútbol a toda prisa. El olfato imperecedero de Monchi y el liderazgo en el banquillo de Lopetegui han moldeado un proyecto cautivador al que no se le ve techo este curso si mantiene el camino seguido. El Sevilla compite, juega y no perdona. Con el 1-4-3-3 como esquema básico, su propuesta de juego transmite verticalidad, empuje y orden.
Lopetegui enfoca a las bandas con laterales de amplio recorrido, posibilita la llegada masiva de jugadores a zona de remate y aprisiona al rival con un posicionamiento alto.

La activación tras pérdida y rápida recuperación son axiomas inflexibles para el entrenador vasco. El adiós de Banega, al que parece imposible encontrarle sustituto, incluso para Monchi, supone un contratiempo a solucionar. Ni el ilusionante regreso de Rakitic camuflará su ausencia en un Sevilla que se construye desde atrás y rompe hacia delante. Koundé y Diego Carlos —irreconocible en la fase final de la Europa League— aseguran la zaga y Fernando será el cortafuegos en las contras rivales. La eterna juventud de Navas, el poder de Ocampos, la zurda de Suso y la importancia, más allá del gol, de De Jong son el mejor síntoma ofensivo de un equipo con vocación de triunfar.

Los viejos y los nuevos

La Liga que llega es una clara apuesta por la continuidad a nivel táctico. La sugerente hoja de ruta de Imanol en la Real Sociedad, la solidez del Athletic de Garitano, el juego directo y coral del Granada de Diego Martínez o la estrategia abrasiva y animosa del Getafe y el Eibar despuntan de distinta forma, pero todas eficaces. Las mudanzas se vivirán en los banquillos con nuevos técnicos. Emery (Villarreal), Gracia (Valencia), Pellegrini (Betis) y Machín (Alavés) son las únicas nuevas caras en los clubes que ya militaban el pasado curso en la competición.

Será interesante comprobar cómo puede mejorar Emery al Villarreal, con el 1-4-4-2 que está luciendo en pretemporada, sin desvincularse del plan de Calleja. En el Betis parece que Pellegrini pretende tener más equilibrio con un doble pivote en 1-4-2-3-1 y en el Alavés ya se ve el sello que aspira a implantar Machín con sus tres centrales y dos carrileros. Menos certezas se advierten en un Valencia que sufre enormes transformaciones y al que Javi Gracia deberá reconstruir durante la propia competición. De los ascendidos, a la espera de cómo estructure Almirón al Elche, se espera que el Huesca sea fiel al sistema táctico de cabecera de Míchel (1-4-3-3) y a su personalidad osada, mientras que el Cádiz de Cervera saque resultados de su bloque bajo, las transiciones y el balón parado.

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