La crisis económica y un Camp Nou vacío, aliados de Bartomeu
Barcelona, AS
Ante la gravedad de la frase “me veo más fuera que dentro del Barça” que Messi le dijo a Koeman en la reunión que mantuvieron el jueves, hubo otra que pasó más desapercibida y que tiene una gran importancia, especialmente para el presidente Josep Maria Bartomeu y que es en la que el astro argentino reconocía que era consciente de las dificultades que tendrá para salir por sus condiciones contractuales.
Por tanto, de esta manera Josep Maria Bartomeu puede mantener la esperanza de no pasar a la historia como el presidente del Barça bajo el mandato del cual se marcharon dos estrellas mundiales como Neymar, que se fue al París Saint-Germain hace algo más de tres años y Messi, que actualmente tiene muchas dudas de continuar de blaugrana.
Y es que en el contexto de pandemia, con los grandes clubes de todo el mundo sufriendo las consecuencias económicas del cese de actividades con público, es muy complicado que ningún equipo acuda a Messi ahora asumiendo su ficha y pagando un traspaso al Barcelona.
La cláusula de rescisión de Messi es de 700 millones de euros, una cifra que nadie pagaría ni en un contexto normal, pero si el jugador aprieta para irse, lo normal sería que se pagara una tercera parte de esta cantidad además de igualar, como mínimo, los aproximadamente 50 millones netos que cobra de ficha el argentino.
En cualquier caso, un esfuerzo económico que a día de hoy es inasumible para los poquísimos equipos que podrían tratar de afrontar una operación de este calibre. Especialmente, porque no hay que olvidar que a Messi le quedan cuatro meses para poder negociar libremente con cualquier equipo si sigue convencido de que quiere irse. Como acaba contrato en el 30 de junio de 2021, a partir del 1 de enero del año que viene Messi será libre para negociar con quien quiera para irse con la carta de libertad. Es decir, que el equipo que le fiche sólo tendría que afrontar la ficha del argentino.
La coyuntura económica de a crisis, más el exagerado coste de Messi sumado a la oportunidad de contratarle a un precio más bajo, que no razonable, a final de la próxima temporada suponen para Josep Maria Bartomeu una salida. De confirmarse este panorama, él ya no sería el presidente del Barcelona y en las crónicas y los libros de historia quedaría el nombre de su sucesor como el que afrontó la primera temporada post Messi.
Eso no quita que según lo que le dijo el argentino a su entrenador el jueves cuando se vieron cara a cara si ahora existiera un equipo con el músculo económico suficiente para afrontar esta gigantesca operación, Leo estaría haciendo las maletas.
A Bartomeu, que está entre la espada y la pared por multitud de aspectos en su gestión tales como el Barçagate, la dimisión de sus directivos, la campaña electoral, la asamblea de socios para aprobrar unas cuentas que se preven desastrosas o la difícil financiación del Espai Barça, el COVID ha llegado para echarle una mano. La misma que hace que el campo esté vacío y no aguante una pañolada cada día.
Ante la gravedad de la frase “me veo más fuera que dentro del Barça” que Messi le dijo a Koeman en la reunión que mantuvieron el jueves, hubo otra que pasó más desapercibida y que tiene una gran importancia, especialmente para el presidente Josep Maria Bartomeu y que es en la que el astro argentino reconocía que era consciente de las dificultades que tendrá para salir por sus condiciones contractuales.
Por tanto, de esta manera Josep Maria Bartomeu puede mantener la esperanza de no pasar a la historia como el presidente del Barça bajo el mandato del cual se marcharon dos estrellas mundiales como Neymar, que se fue al París Saint-Germain hace algo más de tres años y Messi, que actualmente tiene muchas dudas de continuar de blaugrana.
Y es que en el contexto de pandemia, con los grandes clubes de todo el mundo sufriendo las consecuencias económicas del cese de actividades con público, es muy complicado que ningún equipo acuda a Messi ahora asumiendo su ficha y pagando un traspaso al Barcelona.
La cláusula de rescisión de Messi es de 700 millones de euros, una cifra que nadie pagaría ni en un contexto normal, pero si el jugador aprieta para irse, lo normal sería que se pagara una tercera parte de esta cantidad además de igualar, como mínimo, los aproximadamente 50 millones netos que cobra de ficha el argentino.
En cualquier caso, un esfuerzo económico que a día de hoy es inasumible para los poquísimos equipos que podrían tratar de afrontar una operación de este calibre. Especialmente, porque no hay que olvidar que a Messi le quedan cuatro meses para poder negociar libremente con cualquier equipo si sigue convencido de que quiere irse. Como acaba contrato en el 30 de junio de 2021, a partir del 1 de enero del año que viene Messi será libre para negociar con quien quiera para irse con la carta de libertad. Es decir, que el equipo que le fiche sólo tendría que afrontar la ficha del argentino.
La coyuntura económica de a crisis, más el exagerado coste de Messi sumado a la oportunidad de contratarle a un precio más bajo, que no razonable, a final de la próxima temporada suponen para Josep Maria Bartomeu una salida. De confirmarse este panorama, él ya no sería el presidente del Barcelona y en las crónicas y los libros de historia quedaría el nombre de su sucesor como el que afrontó la primera temporada post Messi.
Eso no quita que según lo que le dijo el argentino a su entrenador el jueves cuando se vieron cara a cara si ahora existiera un equipo con el músculo económico suficiente para afrontar esta gigantesca operación, Leo estaría haciendo las maletas.
A Bartomeu, que está entre la espada y la pared por multitud de aspectos en su gestión tales como el Barçagate, la dimisión de sus directivos, la campaña electoral, la asamblea de socios para aprobrar unas cuentas que se preven desastrosas o la difícil financiación del Espai Barça, el COVID ha llegado para echarle una mano. La misma que hace que el campo esté vacío y no aguante una pañolada cada día.