Gesta histórica de Luka Doncic ante el favorito al Anillo NBA
Los Mavericks saltaron a la cancha sin Porzingis y con un Doncic medio lesionado, pero lo que ocurrió en Disney World fue pura magia.
Mike Maestre
As
Antológico. Espectacular. Soñado. Sensacional. Prodigioso. Y más y más y más. Siempre hay más con Luka Doncic. Se le puede elevar a los altares que él buscará la manera de salir por encima del techo. Otra vez ha dejado atónita a la NBA. En horario de máxima audiencia en Estados Unidos y en España, ante el equipo que se supone que tiene más opciones de llevarse el campeonato este año, una más. Se acaban los adjetivos del diccionario para definir al genio de Liubliana.
Este encuentro entra de lleno en la categoría en la que no existe categoría. Fuera de serie, fuera de catálogo. Que venga alguien e iguale esto, bastaría con decir. Y es que las circunstancias le han dado un aroma histórico a este 135-133 que los Clippers, esta burbuja de la NBA y la historia de los Playoffs no se van a poder quitar.
Luka Doncic se retiró del pasado partido, el segundo de esta serie, con una torcedura de tobillo por la que era duda para este encuentro. Ha forzado y, viendo el resultado, en qué hora pudimos pensar que no le íbamos a ver. Entro cojeando y se fue volando. Pero no era el único problema con el que contaban los Mavericks: Kristaps Porzingis, genial también durante esta eliminatoria, sí era baja por unas molestias de rodilla. ¿Doncic contra el mundo? Pues, al menos hoy, ha ganado Doncic.
43 puntos, 17 rebotes y 13 asistencias. En 46 minutos. Con el tobillo como lo tenía. Cojeaba visiblemente en los momentos en los que el juego paraba. Se le tuvo que aplicar un tratamiento en los descansos, cuando estaba en el banquillo, e incluso se puso en la bicicleta estática. Todo para poder dar el máximo, lo que le quedara, y que su equipo no perdiera y se quedara al borde de la eliminación. Ya puede estar tranquilo: pase lo que pase a partir de ahora tiene el corazón de los aficionados ganado por lo conseguido en esta tarde-noche de domingo.
Y el desarrollo del partido le pone todavía más épica a lo comentado. Paul George, criticado por su enorme desacierto en los últimos partidos, metió dos al principio y parecía con otra cara. Ahí se acabó todo para él, fue un espejismo. Se marcharon rápido los Clippers, a sabiendas de que podían sentenciar en un tris. Doncic estaba todavía muy frío, sin acertar mucho, y el peso recaía en el aquí titular Trey Burke (25) o en lo que pudiera hacer el gigantón Boban Marjanovic (10+7) para contener a Zubac y Harrell en la pintura. Carlisle metió a Kidd-Gilchrist y no a Wright en la rotación y el equipo fue perdiendo pie en lo que avanzaban los minutos. Poco a poco Shamet, Jackson o Green fueron poniendo más y más presión sobre el entrenador, que veía como se le venía abajo la segunda unidad. La distancia se iba a ir hasta los 21 puntos (31-52, minuto 17) y todo hacía presagiar un final rápido e indoloro para Dallas. Nadie podía estar de su parte salvo ellos mismos. Y menos mal. La aparición de Seth Curry, autor de 15 tantos, fue vital para que los Mavericks aguantaran el tirón en lo que Doncic se tomaba el primer gran descanso en el banco.
A partir del tercer periodo la temperatura subió gracias a que Doncic el que conectó el microondas. Bueno, directamente el horno. No sólo con puntos, que también, sino dirigiendo el cotarro y poniendo en muchos problemas a una defensa que no medía bien ni al ex del Real Madrid ni a sus compañeros. Quizás un exceso de confianza, quién sabe, pero las esquinas funcionaban, los cerebros estaban activos y Luka Doncic se ponía a cocinar una remontada que terminaría en fiesta nacional.
Lou Williams (36 puntos) fue el verdadero sustento de los Clippers. Él opuso la resistencia necesaria tras el parcial del tercer cuarto, donde a los Clippers se les fue de la mano completamente el partido, y cogió la batuta. Le acompañó Kawhi Leonard (32 puntos) ya en el último periodo, en los momentos decisivos, como mandan los cánones a los que parece que no se va a ajustar PG. A la diferencia que habían sacado los Mavs tras el descanso, fulgurante ascenso, se unió otro problema: ya no eran sólo los números, también la confianza... Tim Hardaway, calidad exquisita si controla sus instintos, se iba hacia el aro como si fuera LeBron James; Trey Burke, al que sólo han aceptado los Mavericks, cometió un par de errores entrer tanto acierto en los dos lados de la cancha; Seth Curry, sobrio; Maxi Kleber, peleón pese a la falta de acierto. Se habían venido arriba.
La aparición de Marcus Morris fue lo que desencadenó que el partido se fuera a la prórroga. Allí anotó el triple que, a 9,6 segundos del final, dejaba la victoria en el regazo de los Clippers. Pero Luka Doncic ha ido a la NBA a hacer historia, por lo que se la tuvo que arrebatar de la manera más educada posible: triple sobre la bocina y a dormir. 2-2 en una serie en la que van a hacer sudar a uno de los principales favoritos a la victoria final y que ahora amplía exponencialmente su interés.
Mike Maestre
As
Antológico. Espectacular. Soñado. Sensacional. Prodigioso. Y más y más y más. Siempre hay más con Luka Doncic. Se le puede elevar a los altares que él buscará la manera de salir por encima del techo. Otra vez ha dejado atónita a la NBA. En horario de máxima audiencia en Estados Unidos y en España, ante el equipo que se supone que tiene más opciones de llevarse el campeonato este año, una más. Se acaban los adjetivos del diccionario para definir al genio de Liubliana.
Este encuentro entra de lleno en la categoría en la que no existe categoría. Fuera de serie, fuera de catálogo. Que venga alguien e iguale esto, bastaría con decir. Y es que las circunstancias le han dado un aroma histórico a este 135-133 que los Clippers, esta burbuja de la NBA y la historia de los Playoffs no se van a poder quitar.
Luka Doncic se retiró del pasado partido, el segundo de esta serie, con una torcedura de tobillo por la que era duda para este encuentro. Ha forzado y, viendo el resultado, en qué hora pudimos pensar que no le íbamos a ver. Entro cojeando y se fue volando. Pero no era el único problema con el que contaban los Mavericks: Kristaps Porzingis, genial también durante esta eliminatoria, sí era baja por unas molestias de rodilla. ¿Doncic contra el mundo? Pues, al menos hoy, ha ganado Doncic.
43 puntos, 17 rebotes y 13 asistencias. En 46 minutos. Con el tobillo como lo tenía. Cojeaba visiblemente en los momentos en los que el juego paraba. Se le tuvo que aplicar un tratamiento en los descansos, cuando estaba en el banquillo, e incluso se puso en la bicicleta estática. Todo para poder dar el máximo, lo que le quedara, y que su equipo no perdiera y se quedara al borde de la eliminación. Ya puede estar tranquilo: pase lo que pase a partir de ahora tiene el corazón de los aficionados ganado por lo conseguido en esta tarde-noche de domingo.
Y el desarrollo del partido le pone todavía más épica a lo comentado. Paul George, criticado por su enorme desacierto en los últimos partidos, metió dos al principio y parecía con otra cara. Ahí se acabó todo para él, fue un espejismo. Se marcharon rápido los Clippers, a sabiendas de que podían sentenciar en un tris. Doncic estaba todavía muy frío, sin acertar mucho, y el peso recaía en el aquí titular Trey Burke (25) o en lo que pudiera hacer el gigantón Boban Marjanovic (10+7) para contener a Zubac y Harrell en la pintura. Carlisle metió a Kidd-Gilchrist y no a Wright en la rotación y el equipo fue perdiendo pie en lo que avanzaban los minutos. Poco a poco Shamet, Jackson o Green fueron poniendo más y más presión sobre el entrenador, que veía como se le venía abajo la segunda unidad. La distancia se iba a ir hasta los 21 puntos (31-52, minuto 17) y todo hacía presagiar un final rápido e indoloro para Dallas. Nadie podía estar de su parte salvo ellos mismos. Y menos mal. La aparición de Seth Curry, autor de 15 tantos, fue vital para que los Mavericks aguantaran el tirón en lo que Doncic se tomaba el primer gran descanso en el banco.
A partir del tercer periodo la temperatura subió gracias a que Doncic el que conectó el microondas. Bueno, directamente el horno. No sólo con puntos, que también, sino dirigiendo el cotarro y poniendo en muchos problemas a una defensa que no medía bien ni al ex del Real Madrid ni a sus compañeros. Quizás un exceso de confianza, quién sabe, pero las esquinas funcionaban, los cerebros estaban activos y Luka Doncic se ponía a cocinar una remontada que terminaría en fiesta nacional.
Lou Williams (36 puntos) fue el verdadero sustento de los Clippers. Él opuso la resistencia necesaria tras el parcial del tercer cuarto, donde a los Clippers se les fue de la mano completamente el partido, y cogió la batuta. Le acompañó Kawhi Leonard (32 puntos) ya en el último periodo, en los momentos decisivos, como mandan los cánones a los que parece que no se va a ajustar PG. A la diferencia que habían sacado los Mavs tras el descanso, fulgurante ascenso, se unió otro problema: ya no eran sólo los números, también la confianza... Tim Hardaway, calidad exquisita si controla sus instintos, se iba hacia el aro como si fuera LeBron James; Trey Burke, al que sólo han aceptado los Mavericks, cometió un par de errores entrer tanto acierto en los dos lados de la cancha; Seth Curry, sobrio; Maxi Kleber, peleón pese a la falta de acierto. Se habían venido arriba.
La aparición de Marcus Morris fue lo que desencadenó que el partido se fuera a la prórroga. Allí anotó el triple que, a 9,6 segundos del final, dejaba la victoria en el regazo de los Clippers. Pero Luka Doncic ha ido a la NBA a hacer historia, por lo que se la tuvo que arrebatar de la manera más educada posible: triple sobre la bocina y a dormir. 2-2 en una serie en la que van a hacer sudar a uno de los principales favoritos a la victoria final y que ahora amplía exponencialmente su interés.