El milagro de los Benitles
Estambul 2005. La remontada jamás vista: el Liverpool pasó de perder 0-3 ante el Milan a ganar en los penaltis
Enrique Ortego
El País
”Daos la oportunidad de ser héroes”. Así, con esta épico-lírica frase, cuentan que acabó la charla de Rafa Benítez en el descanso de la final de Estambul el 25 de mayo de 2005. En ese momento el Liverpool perdía 3-0 ante el Milan y ni el más eufórico aficionado del conjunto inglés podía día pensar en la remontada. Nunca en la historia se había dado el caso hasta entonces. Tampoco después de aquel 3-3 final que llevó a los penaltis (2-3 para los reds).
Sobre la arenga del técnico madrileño en el vestuario visitante del Atatürk Stadium en el intermedio se hicieron hasta pósters y camisetas que, con el tiempo, 15 años después, se han convertido en pieza de coleccionistas. Este es su texto. “No bajen la cabeza. Todos los que volváis al terreno de juego debéis mantener la cabeza alta. Somos el Liverpool. Estáis jugando para el Liverpool. No olviden eso. Tienen que mantener la cabeza alta por los aficionados. Tienen que hacerlo por ellos. No se podrán llamar a ustedes mismos jugadores del Liverpool si tienen las cabezas bajas. Si creamos algunas oportunidades tenemos la posibilidad de volver a entrar en el partido. Crean que pueden hacerlo y lo harán. Daos la oportunidad de ser héroes”.
Rafa Benítez asume que el relato que se ha hecho leyenda se asemeja bastante a lo que dijo a sus jugadores pero no está seguro de que acabara así. “No soy tan poético como para decir esa última frase por mucho que el momento fuera evidentemente emotivo. Mi gran preocupación cuando caminaba hacia el vestuario al terminar el primer tiempo era encontrar las palabras exactas que tenía que decir a mis jugadores. Y además en inglés. También el tono en el que les tenía que hablar. Era importante levantarles el ánimo para mantener la tensión”.
Esa misma noche, en el hotel Crown Plaza, después de cenar y con la Orejona a dos metros de distancia, vestido todo de negro, Rafa ejercía de Benítez. Ya entonces todos los presentes queríamos saber los secretos de la charla del descanso. Él recordaba que les había hablado de cómo se escuchaban los cánticos de la afición, el You’ll never walk alone, a pesar del 3-0. Que intentó tocar el terreno emocional, pero dejó bien claro que también influyó el replanteamiento táctico.
“Decidimos jugar con defensa de tres y dar entrada a Hamann en el centro para que estuviera atento a Kaká, liberar a Gerrard y que se acercase más al área contraria. Así llegó el primer gol. Smicer, Steve [Gerrard] y Luis García debían explotar los huecos cercanos a Pirlo. Nos salió bien. Cuando empatamos no tenía ningún lateral derecho específico y se lo dije a Gerrard. Ese día Steve jugó en tres posiciones distintas”.
Sobre lo sucedido en ese vestuario han surgido varias versiones. Una desvelaba que al anunciar el once, Benítez mete 12 jugadores. Incluye a Hamann pero no quita a ninguno. El malentendido se soluciona cuando uno de los fisioterapeutas le anuncia que Finnan no está para jugar y entonces Traoré, que iba a ser el sustituido y ya estaba en la ducha, se tuvo que volver a vestir. Ya eran 11.
Otra versión, la del delantero francés Cissé, revelaba que en ese descanso quien llevó la voz cantante fue Gerrard y que incluso pidió al cuerpo técnico y a todos los ayudantes que abandonaran el vestuario para dirigirse él a sus compañeros. Esas declaraciones fueron medio desactivadas por el propio Gerrard. “Había mucho ruido en el vestuario, pero entró Rafa, nos calmó y nos dio la charla inspiracional que el equipo necesitaba para salir adelante”.
Aquel Liverpool era ya el spanish Liverpool. Los Benitles. Era la primera temporada de Rafa en Anfield y en su cuadro técnico estaban Paco Herrera, Pako Ayestarán y José Manuel Ochotorena. En la plantilla, Josemi, Xabi Alonso, Luis García y Núñez. En el mercado de invierno llegó Morientes, que no pudo jugar la Champions por haberlo hecho ya con el Madrid.
Paco Herrera sí recuerda que Gerrard se dirigió a sus compañeros. “Primero habló Rafa. No fue una charla muy emotiva. Él no lo es. Él es muy frío. Se mostró como es. Calmado, reposado. Les explicó los cambios. Cuando nosotros salíamos, Gerrard se quedó con sus compañeros. No es que nos echara. Les soltó un pequeño mítin. Luego siguió sobre el terreno de juego. No paraba de decirles cosas. Era el líder indiscutible a pesar de que no era el más veterano. De ese segundo tiempo recuerdo estar sentado en el banquillo al lado de Ochotorena y comentar que estábamos seguros de que iba a pasar algo grande. Era una intuición…”. Ayestarán recuerda: “Cuando acabó el partido, Gerrard vino corriendo a buscarme y me dijo al oído que tenía que ayudarle a ser el mejor centrocampista de Europa el año siguiente… Estuvo a punto de irse al Madrid, pero se quedó”.
Ochotorena era un ser feliz. Para el entrenador de porteros que su discípulo detenga dos penaltis en la tanda y antes realizara esa doble parada a Shevchenko, era un honor. “Teníamos estudiados a todos los lanzadores del Milan. Creo que solo cambiaron uno. Lo que no estaba trabajado es que Dudek comenzara a moverse como Grobbelaar en la final de Roma \[1984\]. Fue cosa suya. Y de Carragher, que le gritaba. Yo le dije que recordara lo que habíamos estudiado, pero que se dejase llevar por su intuición, que no se bloquease. Lo pasó muy mal esa temporada. Sabía que el Liverpool estaba buscando portero. Luego llegó Reina…”.
El árbitro también era español, Mejuto González. Quince años después desempolva recuerdos. “Guardo la foto con los dos capitanes. Los españoles no me dieron excesivamente la lata. Para evitar susceptibilidades hablaba con ellos en inglés. Yo intentaba mantener las distancias. Había pitado mucho al Milan, conocía a sus jugadores. Antes del partido me encontré a Michael Robinson en el aeropuerto y me dijo que era un final para disfrutar hasta del olor del césped. Sí, puede que fuese el partido de mi vida”.
Enrique Ortego
El País
”Daos la oportunidad de ser héroes”. Así, con esta épico-lírica frase, cuentan que acabó la charla de Rafa Benítez en el descanso de la final de Estambul el 25 de mayo de 2005. En ese momento el Liverpool perdía 3-0 ante el Milan y ni el más eufórico aficionado del conjunto inglés podía día pensar en la remontada. Nunca en la historia se había dado el caso hasta entonces. Tampoco después de aquel 3-3 final que llevó a los penaltis (2-3 para los reds).
Sobre la arenga del técnico madrileño en el vestuario visitante del Atatürk Stadium en el intermedio se hicieron hasta pósters y camisetas que, con el tiempo, 15 años después, se han convertido en pieza de coleccionistas. Este es su texto. “No bajen la cabeza. Todos los que volváis al terreno de juego debéis mantener la cabeza alta. Somos el Liverpool. Estáis jugando para el Liverpool. No olviden eso. Tienen que mantener la cabeza alta por los aficionados. Tienen que hacerlo por ellos. No se podrán llamar a ustedes mismos jugadores del Liverpool si tienen las cabezas bajas. Si creamos algunas oportunidades tenemos la posibilidad de volver a entrar en el partido. Crean que pueden hacerlo y lo harán. Daos la oportunidad de ser héroes”.
Rafa Benítez asume que el relato que se ha hecho leyenda se asemeja bastante a lo que dijo a sus jugadores pero no está seguro de que acabara así. “No soy tan poético como para decir esa última frase por mucho que el momento fuera evidentemente emotivo. Mi gran preocupación cuando caminaba hacia el vestuario al terminar el primer tiempo era encontrar las palabras exactas que tenía que decir a mis jugadores. Y además en inglés. También el tono en el que les tenía que hablar. Era importante levantarles el ánimo para mantener la tensión”.
Esa misma noche, en el hotel Crown Plaza, después de cenar y con la Orejona a dos metros de distancia, vestido todo de negro, Rafa ejercía de Benítez. Ya entonces todos los presentes queríamos saber los secretos de la charla del descanso. Él recordaba que les había hablado de cómo se escuchaban los cánticos de la afición, el You’ll never walk alone, a pesar del 3-0. Que intentó tocar el terreno emocional, pero dejó bien claro que también influyó el replanteamiento táctico.
“Decidimos jugar con defensa de tres y dar entrada a Hamann en el centro para que estuviera atento a Kaká, liberar a Gerrard y que se acercase más al área contraria. Así llegó el primer gol. Smicer, Steve [Gerrard] y Luis García debían explotar los huecos cercanos a Pirlo. Nos salió bien. Cuando empatamos no tenía ningún lateral derecho específico y se lo dije a Gerrard. Ese día Steve jugó en tres posiciones distintas”.
Sobre lo sucedido en ese vestuario han surgido varias versiones. Una desvelaba que al anunciar el once, Benítez mete 12 jugadores. Incluye a Hamann pero no quita a ninguno. El malentendido se soluciona cuando uno de los fisioterapeutas le anuncia que Finnan no está para jugar y entonces Traoré, que iba a ser el sustituido y ya estaba en la ducha, se tuvo que volver a vestir. Ya eran 11.
Otra versión, la del delantero francés Cissé, revelaba que en ese descanso quien llevó la voz cantante fue Gerrard y que incluso pidió al cuerpo técnico y a todos los ayudantes que abandonaran el vestuario para dirigirse él a sus compañeros. Esas declaraciones fueron medio desactivadas por el propio Gerrard. “Había mucho ruido en el vestuario, pero entró Rafa, nos calmó y nos dio la charla inspiracional que el equipo necesitaba para salir adelante”.
Aquel Liverpool era ya el spanish Liverpool. Los Benitles. Era la primera temporada de Rafa en Anfield y en su cuadro técnico estaban Paco Herrera, Pako Ayestarán y José Manuel Ochotorena. En la plantilla, Josemi, Xabi Alonso, Luis García y Núñez. En el mercado de invierno llegó Morientes, que no pudo jugar la Champions por haberlo hecho ya con el Madrid.
Paco Herrera sí recuerda que Gerrard se dirigió a sus compañeros. “Primero habló Rafa. No fue una charla muy emotiva. Él no lo es. Él es muy frío. Se mostró como es. Calmado, reposado. Les explicó los cambios. Cuando nosotros salíamos, Gerrard se quedó con sus compañeros. No es que nos echara. Les soltó un pequeño mítin. Luego siguió sobre el terreno de juego. No paraba de decirles cosas. Era el líder indiscutible a pesar de que no era el más veterano. De ese segundo tiempo recuerdo estar sentado en el banquillo al lado de Ochotorena y comentar que estábamos seguros de que iba a pasar algo grande. Era una intuición…”. Ayestarán recuerda: “Cuando acabó el partido, Gerrard vino corriendo a buscarme y me dijo al oído que tenía que ayudarle a ser el mejor centrocampista de Europa el año siguiente… Estuvo a punto de irse al Madrid, pero se quedó”.
Ochotorena era un ser feliz. Para el entrenador de porteros que su discípulo detenga dos penaltis en la tanda y antes realizara esa doble parada a Shevchenko, era un honor. “Teníamos estudiados a todos los lanzadores del Milan. Creo que solo cambiaron uno. Lo que no estaba trabajado es que Dudek comenzara a moverse como Grobbelaar en la final de Roma \[1984\]. Fue cosa suya. Y de Carragher, que le gritaba. Yo le dije que recordara lo que habíamos estudiado, pero que se dejase llevar por su intuición, que no se bloquease. Lo pasó muy mal esa temporada. Sabía que el Liverpool estaba buscando portero. Luego llegó Reina…”.
El árbitro también era español, Mejuto González. Quince años después desempolva recuerdos. “Guardo la foto con los dos capitanes. Los españoles no me dieron excesivamente la lata. Para evitar susceptibilidades hablaba con ellos en inglés. Yo intentaba mantener las distancias. Había pitado mucho al Milan, conocía a sus jugadores. Antes del partido me encontré a Michael Robinson en el aeropuerto y me dijo que era un final para disfrutar hasta del olor del césped. Sí, puede que fuese el partido de mi vida”.