El boom de los coleccionistas: ¿cuánto pagarías por una camiseta?
Germán Bellizzi
TyC
Todos tenemos objetos muy preciados, caros a nuestros sentimientos. La nostalgia y la memoria que estos activan nos permiten retroceder en el tiempo. El fútbol es el deporte más popular y como tal, la mayoría guarda algunas camisetas que considera muy queridas. Hay personas que se dedican a coleccionar remeras de diferentes equipos. Gracias a las redes sociales este universo creció mucho. En la actualidad existe un mercado internacional destinado a la compra y venta orientado a los coleccionistas.
Erico Naccarati arrancó con su colección en 1996 después de que su abuela materna le regalara la remera de Independiente de ese año. "El mercado es grandísimo. Están los que coleccionan camisetas de jugadores, de clubes, de selecciones. Lo máximo que pagué fueron 8 mil pesos. Y el valor tiene muchas variables pero a grandes rasgos, es cuánto vale para el vendedor y cuánto está dispuesto a pagar un comprador. No hay un precio fijo. La antigüedad es un valor pero también es importante la relevancia de la camiseta, es decir quién la uso y en qué circunstancias. Si a eso le sumamos el componente sentimental, los precios pueden ser astronómicos", explica Erico.
Ariel González es puertorriqueño y comenzó a coleccionar en 2002. Vivió algunos años en Buenos Aires y en aquel tiempo en que no existían las redes, publicaba los artículos deportivos en la revista Segundamano. Así fue como se contactó con ex jugadores, árbitros, periodistas y dirigentes para adquirir algunas de las 6 mil prendas que posee. "El mercado en los últimos cinco años tuvo una explosión y se va orientando según distintos aspectos. Una figura de calibre internacional tiene más valor que una local. Otro elemento está vinculado a las personalidades llamativas. Por ejemplo Balotelli cuando en 2013 irrumpió fuerte en el City, sus artículos se vendían al mismo valor que los de Messi. Por eso muchas veces el precio está dado por lo que representan esos personajes icónicos, como puede ser un Riquelme, Ortega o Houseman, que fue una especie de George Best latinoamericano. Así que el valor y el mercado se ajustan a esas personalidades llamativas y también a las grandes figuras”, asegura.
El boom de los coleccionistas: ¿cuánto pagarías por una camiseta?
Los coleccionistas establecen diferencias entre las camisetas que un jugador usó en un partido y las que son de utilería o fabricadas para un encuentro. Las dos son coleccionables y se diferencian de las compradas en tiendas. De todos modos, las más buscadas y de mayor cotización son las que fueron utilizadas por el protagonista.
A partir del crecimiento de este universo, Ariel González creó en 2016 una plataforma que se llama Futbolasta. Este sitio se dedica a subastas de objetos exclusivamente de fútbol. Se realizan dos por año con más de 70 artículos y tienen una cronología. Se empieza por la década del ‘20 y se culmina con productos de las estrellas actuales. A esta plataforma acceden personas de diferentes países.
Por la camiseta que más se pagó en estas subastas fue una de Maradona de Boca del ’81: 34 mil dólares. "Esa venta fue un récord pero yo también he invertido. Mi adquisición más cara fue una camiseta de José Nasazzi de la selección uruguaya que ganó el mundial del ‘30. Por esa aboné 15 mil dólares. La negociación se inició en el 2009 y la cerré en el 2013. Es un verdadero tesoro", recuerda Ariel.
Quienes se dedican a esto tienen los conocimientos y el ojo entrenado para corroborar la autenticidad de las prendas y evitar así las réplicas o falsificaciones. En relación a este tema, Erico Naccarati argumenta: "La originalidad te das cuenta de diferentes maneras. Puede ser por las etiquetas internas, por el tramado de la tela. Hay mucha réplica premium que resulta difícil de verificar por las fotos. Por eso hay que comprar en fuentes confiables".
Por su parte, Ariel González realiza un trabajo minucioso que garantiza la fiabilidad para quienes compran. "Combatir lo trucho es todo un tema. Desde 2002 le tomo fotos a todas las camisetas que he visto y que he tenido en mis manos. Construí una base de datos con alrededor de 700 mil imágenes con todos los detalles de la vestimenta, clasificadas por equipo, por año. Esto da la garantía que cuando se presente una prenda esta sea totalmente auténtica. Además mi empresa en los últimos 4 años, sólo trabaja con los protagonistas para llevar una procedencia directa del artículo. Por eso hago dos subastas al año, porque todo lo que se ofrece requiere de un debido proceso de corroboración".
La variable afectiva también está presente en este tipo de transacciones. Y lo sentimental es difícil de mensurar en los términos que estipula el mercado. Con respecto a esta dimensión emocional, Erico Naccarati cuenta una anécdota: " Uno de mis jugadores favoritos es Eric Cantona y hacía mucho que buscaba una camiseta de su etapa en el Manchester United. Surgió que la tenía un chico que coleccionaba remeras de Newell’s, y como a él le faltaba la Topper que usó el equipo en el 2014, las cambiamos mano a mano". Los dos terminaron felices, sin importar la relevancia de los protagonistas.
TyC
Todos tenemos objetos muy preciados, caros a nuestros sentimientos. La nostalgia y la memoria que estos activan nos permiten retroceder en el tiempo. El fútbol es el deporte más popular y como tal, la mayoría guarda algunas camisetas que considera muy queridas. Hay personas que se dedican a coleccionar remeras de diferentes equipos. Gracias a las redes sociales este universo creció mucho. En la actualidad existe un mercado internacional destinado a la compra y venta orientado a los coleccionistas.
Erico Naccarati arrancó con su colección en 1996 después de que su abuela materna le regalara la remera de Independiente de ese año. "El mercado es grandísimo. Están los que coleccionan camisetas de jugadores, de clubes, de selecciones. Lo máximo que pagué fueron 8 mil pesos. Y el valor tiene muchas variables pero a grandes rasgos, es cuánto vale para el vendedor y cuánto está dispuesto a pagar un comprador. No hay un precio fijo. La antigüedad es un valor pero también es importante la relevancia de la camiseta, es decir quién la uso y en qué circunstancias. Si a eso le sumamos el componente sentimental, los precios pueden ser astronómicos", explica Erico.
Ariel González es puertorriqueño y comenzó a coleccionar en 2002. Vivió algunos años en Buenos Aires y en aquel tiempo en que no existían las redes, publicaba los artículos deportivos en la revista Segundamano. Así fue como se contactó con ex jugadores, árbitros, periodistas y dirigentes para adquirir algunas de las 6 mil prendas que posee. "El mercado en los últimos cinco años tuvo una explosión y se va orientando según distintos aspectos. Una figura de calibre internacional tiene más valor que una local. Otro elemento está vinculado a las personalidades llamativas. Por ejemplo Balotelli cuando en 2013 irrumpió fuerte en el City, sus artículos se vendían al mismo valor que los de Messi. Por eso muchas veces el precio está dado por lo que representan esos personajes icónicos, como puede ser un Riquelme, Ortega o Houseman, que fue una especie de George Best latinoamericano. Así que el valor y el mercado se ajustan a esas personalidades llamativas y también a las grandes figuras”, asegura.
El boom de los coleccionistas: ¿cuánto pagarías por una camiseta?
Los coleccionistas establecen diferencias entre las camisetas que un jugador usó en un partido y las que son de utilería o fabricadas para un encuentro. Las dos son coleccionables y se diferencian de las compradas en tiendas. De todos modos, las más buscadas y de mayor cotización son las que fueron utilizadas por el protagonista.
A partir del crecimiento de este universo, Ariel González creó en 2016 una plataforma que se llama Futbolasta. Este sitio se dedica a subastas de objetos exclusivamente de fútbol. Se realizan dos por año con más de 70 artículos y tienen una cronología. Se empieza por la década del ‘20 y se culmina con productos de las estrellas actuales. A esta plataforma acceden personas de diferentes países.
Por la camiseta que más se pagó en estas subastas fue una de Maradona de Boca del ’81: 34 mil dólares. "Esa venta fue un récord pero yo también he invertido. Mi adquisición más cara fue una camiseta de José Nasazzi de la selección uruguaya que ganó el mundial del ‘30. Por esa aboné 15 mil dólares. La negociación se inició en el 2009 y la cerré en el 2013. Es un verdadero tesoro", recuerda Ariel.
Quienes se dedican a esto tienen los conocimientos y el ojo entrenado para corroborar la autenticidad de las prendas y evitar así las réplicas o falsificaciones. En relación a este tema, Erico Naccarati argumenta: "La originalidad te das cuenta de diferentes maneras. Puede ser por las etiquetas internas, por el tramado de la tela. Hay mucha réplica premium que resulta difícil de verificar por las fotos. Por eso hay que comprar en fuentes confiables".
Por su parte, Ariel González realiza un trabajo minucioso que garantiza la fiabilidad para quienes compran. "Combatir lo trucho es todo un tema. Desde 2002 le tomo fotos a todas las camisetas que he visto y que he tenido en mis manos. Construí una base de datos con alrededor de 700 mil imágenes con todos los detalles de la vestimenta, clasificadas por equipo, por año. Esto da la garantía que cuando se presente una prenda esta sea totalmente auténtica. Además mi empresa en los últimos 4 años, sólo trabaja con los protagonistas para llevar una procedencia directa del artículo. Por eso hago dos subastas al año, porque todo lo que se ofrece requiere de un debido proceso de corroboración".
La variable afectiva también está presente en este tipo de transacciones. Y lo sentimental es difícil de mensurar en los términos que estipula el mercado. Con respecto a esta dimensión emocional, Erico Naccarati cuenta una anécdota: " Uno de mis jugadores favoritos es Eric Cantona y hacía mucho que buscaba una camiseta de su etapa en el Manchester United. Surgió que la tenía un chico que coleccionaba remeras de Newell’s, y como a él le faltaba la Topper que usó el equipo en el 2014, las cambiamos mano a mano". Los dos terminaron felices, sin importar la relevancia de los protagonistas.