Adiós a Setién, pero se tienen que ir muchos más
FC Barcelona vs Bayern Otra debacle del Barça con un resultado humilante
Marca
Se consumó la debacle del Barça de la peor manera, goleado y vapuleado por el Bayern, incapaz ante el fútbol y la exuberancia alemanas, superado desde el minuto 2 al 90', un retrato de un equipo menor, en las antípodas de su grandeza. Tuvo sus momentos en aquel inicio loco de partido, y sus ocasiones, pero el intercambio de golpes pasó a ser un K.O. a la media hora con cuatro goles de un Bayern que es una apisonadora. El 2-8 es un resultado humillante, a la altura del 4-0 de Atenas, seguramente más doloroso que Roma y Anfield, porque la herida se va haciendo más profunda en un conjunto sin alma.
La realidad en Can Barça no puede ser peor. Primer año en blanco desde el año del Tata Martino, a Setién le espera lo mismo que al argentino. Raro será que el cántabro continúe. Cogió al equipo líder y cierra el curso habiendo perdido la Liga con el Madrid, eliminado en cuartos de Copa por el Athletic y machacado por el Bayern también en cuartos. Sin el apoyo del núcleo duro del vestuario, se pueda dar por finiquitada su etapa en el Camp Nou. Ni dio con la tecla ni se escucharon los violines prometidos. Todo lo contrario.
Pero la temporada arroja más culpables, desde el despacho presidencial a la plantilla. Bartomeu se ha agarrado al mandato, beneficiándose de que el soci no ha podido ir al Camp Nou a hacerse escuchar sobre su gestión. Sus errores y huidas hacia delante ahí están. La situación económica es asfixiante. Y el equipo ya no da más. El núcleo duro sobrepasa la treintena y sus mejores años pasaron y no volverán. La crisis del Covid dificulta aún más una renovación de plantilla más que necesaria. Porque Setién, claro está, no ha sido el único causante de una temporada que abre una profunda crisis en club y equipo. Profundísima como no se recuerda. Piqué, en caliente, no lo ha podido explicar mejor.
Las notas del equipo son de suspenso casi general. Muy pocos se salvan, vista la temporada y contando con la debacle de Lisboa. Cuatro años consecutivos en Champions cayendo goleados. Juventus, Roma, Liverpool y Bayern, cuatro capítulos de terror consecutivos. El futuro del equipo ya no pasa por un papel protagonista de Suárez, Busquets, Rakitic o Vidal. Jugadores que dieron mucho (sobre todo los tres primeros) pero cuyo nivel ya no es el necesario para ser dominantes en Europa. Pero la noche de Lisboa deja jugadores muy tocados, desde Sergi Roberto a Semedo o Lenglet, futbolistas de esa clase media que deben elevar el nivel y cuyos errores ante el Bayern fueron fatales. Los fichajes tampoco han respondido, engullidos por una deriva imparable.
Leo Messi dijo que con lo que había no daba para la Champions. Y tenía tanta razón que ya no es que no le diera para ganarla, sino ni siquiera para hacer frente a los favoritos. Tenían razón los alemanes que calentaron el partido. El argentino ofreció muy poco, salvo el poste y un par de arrancadas. Que Messi solo no puede contra un equipo del nivel del Bayern es una evidencia. Y que Messi no ha estado a su nivel esta temporada también es difícil de discutirlo.
El Bayern de Flick es ahora mismo el gran favorito para ser campeón de Europa. No solo por su exhibición contra el Barça, sino porque ya pasó por encima del Chelsea, dominó de manera absoluta en Alemania con doblete y el momento de forma de sus jugadores es óptimo. Nada que ver con el equipo de Kovac, a los alemanes sí que les funcionó el cambio de entrenador.
Gnabry fue un ciclón imparable para la defensa azulgrana. Su velocidad y verticalidad tuvieron un impacto brutal sobre el partido. Asistente, goleador, driblador... El catálogo del alemán fue indefendible e indetectable para defensas y centrocampistas. Uno de los hombres de partido.
El inicio de partido fue una locura. Arrancó con una ocasión clarísima del Barça, marcó Müller , Alaba empató en propia puerta, Suárez se quedo solo delante de Neuer, Messi se encontró con el poste, la tuvo después el argentino en una buena arrancada mal resuelta, golpeó otra vez Perisic, salvó Ter Stegen, marcó Gnabry, perdonó Leeandowski y marcó Müller. Todo en media hora de fútbol sin control en la que el Barça besó la lona.
Marca
Se consumó la debacle del Barça de la peor manera, goleado y vapuleado por el Bayern, incapaz ante el fútbol y la exuberancia alemanas, superado desde el minuto 2 al 90', un retrato de un equipo menor, en las antípodas de su grandeza. Tuvo sus momentos en aquel inicio loco de partido, y sus ocasiones, pero el intercambio de golpes pasó a ser un K.O. a la media hora con cuatro goles de un Bayern que es una apisonadora. El 2-8 es un resultado humillante, a la altura del 4-0 de Atenas, seguramente más doloroso que Roma y Anfield, porque la herida se va haciendo más profunda en un conjunto sin alma.
La realidad en Can Barça no puede ser peor. Primer año en blanco desde el año del Tata Martino, a Setién le espera lo mismo que al argentino. Raro será que el cántabro continúe. Cogió al equipo líder y cierra el curso habiendo perdido la Liga con el Madrid, eliminado en cuartos de Copa por el Athletic y machacado por el Bayern también en cuartos. Sin el apoyo del núcleo duro del vestuario, se pueda dar por finiquitada su etapa en el Camp Nou. Ni dio con la tecla ni se escucharon los violines prometidos. Todo lo contrario.
Pero la temporada arroja más culpables, desde el despacho presidencial a la plantilla. Bartomeu se ha agarrado al mandato, beneficiándose de que el soci no ha podido ir al Camp Nou a hacerse escuchar sobre su gestión. Sus errores y huidas hacia delante ahí están. La situación económica es asfixiante. Y el equipo ya no da más. El núcleo duro sobrepasa la treintena y sus mejores años pasaron y no volverán. La crisis del Covid dificulta aún más una renovación de plantilla más que necesaria. Porque Setién, claro está, no ha sido el único causante de una temporada que abre una profunda crisis en club y equipo. Profundísima como no se recuerda. Piqué, en caliente, no lo ha podido explicar mejor.
Las notas del equipo son de suspenso casi general. Muy pocos se salvan, vista la temporada y contando con la debacle de Lisboa. Cuatro años consecutivos en Champions cayendo goleados. Juventus, Roma, Liverpool y Bayern, cuatro capítulos de terror consecutivos. El futuro del equipo ya no pasa por un papel protagonista de Suárez, Busquets, Rakitic o Vidal. Jugadores que dieron mucho (sobre todo los tres primeros) pero cuyo nivel ya no es el necesario para ser dominantes en Europa. Pero la noche de Lisboa deja jugadores muy tocados, desde Sergi Roberto a Semedo o Lenglet, futbolistas de esa clase media que deben elevar el nivel y cuyos errores ante el Bayern fueron fatales. Los fichajes tampoco han respondido, engullidos por una deriva imparable.
Leo Messi dijo que con lo que había no daba para la Champions. Y tenía tanta razón que ya no es que no le diera para ganarla, sino ni siquiera para hacer frente a los favoritos. Tenían razón los alemanes que calentaron el partido. El argentino ofreció muy poco, salvo el poste y un par de arrancadas. Que Messi solo no puede contra un equipo del nivel del Bayern es una evidencia. Y que Messi no ha estado a su nivel esta temporada también es difícil de discutirlo.
El Bayern de Flick es ahora mismo el gran favorito para ser campeón de Europa. No solo por su exhibición contra el Barça, sino porque ya pasó por encima del Chelsea, dominó de manera absoluta en Alemania con doblete y el momento de forma de sus jugadores es óptimo. Nada que ver con el equipo de Kovac, a los alemanes sí que les funcionó el cambio de entrenador.
Gnabry fue un ciclón imparable para la defensa azulgrana. Su velocidad y verticalidad tuvieron un impacto brutal sobre el partido. Asistente, goleador, driblador... El catálogo del alemán fue indefendible e indetectable para defensas y centrocampistas. Uno de los hombres de partido.
El inicio de partido fue una locura. Arrancó con una ocasión clarísima del Barça, marcó Müller , Alaba empató en propia puerta, Suárez se quedo solo delante de Neuer, Messi se encontró con el poste, la tuvo después el argentino en una buena arrancada mal resuelta, golpeó otra vez Perisic, salvó Ter Stegen, marcó Gnabry, perdonó Leeandowski y marcó Müller. Todo en media hora de fútbol sin control en la que el Barça besó la lona.