A seis años de la Libertadores del Ciclón
Varios integrantes del campeón de América recordaron aquella Copa de 2014 y repasamos el archivo de Olé de aquellos días.
Olé
Ningún hincha de San Lorenzo olvidará ese día. Todos y cada uno de ellos puede trasladarle al momento exacto de aquella fría noche del 2014. Dónde estaba, con quién, qué hizo en el penal del Gordo Ortigoza, a quién abrazó primero. Es solo pensar segundos para que la catarata de imágenes se venga encima, y no importa que hayan pasado seis años.
El 13/8 fue el día en que se cortó el maleficio y el Ciclón levantó por primera vez en la historia la histérica Copa Libertadores, aquella a la que le dio la espalda en su primera edición y le respondió con indiferencia por décadas...
Como marca la historia azulgrana, tuvo que sufrir primero para disfrutar de la felicidad plena después. La crónica podría arrancar con un inesperado cambio de entrenador. Pizzi, luego de ganar el Torneo Inicial, decidió irse al Valencia y los dirigentes se jugaron un pleno por Edgardo Bauza, quien llegaba al club tras varios años fuera del país, pero con la chapa de ya haber ganado la Libertadores con Liga de Quito.
“Fue un momento hermoso, algo que deseaba toda la gente, La verdad es que yo estuve muy mal porque por la operación de corazón me perdí la semi y la final, pero terminé muy feliz porque los muchachos me habían prometido que la iban a ganar. Hicimos un esfuerzo enorme para ganarla y cuando lo lograron fue un alivio enorme”, recordó Ángel Correa en charla con Olé.
Es cierto que el comienzo fue difícil, con derrota en Brasil (0-2 ante Botafogo) y que de los primeros nueve puntos apenas cosechó tres . Incluso, el pase a octavos se consiguió con muchísima agonía, gracias a un gol de Nacho Piatti en el Pedro Bidegain sobre la hora, mientras que en Chile, Unión Española e Independiente del Valle se mataban a goles. Pero a partir de la etapa de playoff, San Lorenzo se transformó en un equipo muy serio.
“La copa era el sueño del hincha desde hacía muchísimos años y sentíamos esa presión, pero a medida que avanzamos nos dimos cuenta de que se nos alineaban todos los planetas. No sé si fuimos un equipo muy vistoso pero sí que era muy difícil ganarnos. Guardo imágenes hermosas... Y cada año que pasa se recuerda y se valora un poco más”, señaló Mauro Cetto, quien no fue titular en todos los partidos, pero sin dudas era una pieza importante del plantel y un referente del vestuario por su extensa trayectoria.
Luego de superar a dos equipos siempre candidatos en octavos y cuartos, como fueron Gremio y Cruzeiro, el CASLA tuvo que detener su envión por el Mundial de Brasil. Pero justamente en ese país fue donde Torrico siguió escribiendo su historia azulgrana, cuando fue figura en la definición por penales en Porto Alegre. “Pensé que ya no iba a tener la chance de ganar un título así, por eso lo disfruté mucho y para mí fue emocionante, un sueño cumplido. La mayor virtud fue que formamos un gran grupo, en el que todos tirábamos para el mismo lado”, comentó el Cóndor, luego del tercer entrenamiento en el predio de la AFA en Ezeiza.
Pasado el mal trago de aquel gol de Gotze y el penal que no le cobraron al Pipa Higuaín, el equipo del Patón desfiló en las semis. Goleó 5-0 al Bolívar y después fue a la altura de La Paz con la clasificación en el bolsillo. El último ida y vuelta sí sería para masticarse las uñas: era una fiesta para los más de diez mil hinchas que fueron Asunción, hasta que Nacional empató en el final. Y en el Bidegain fue el penal del Gordo Ortigoza el que entregó un poco de alivio, aunque hubo tensión hasta el final…
En aquel partido, se lució Leandro Romagnoli, jugador histórico del cuervo, que terminó siendo elegido como la figura de la final. “Siempre que ganas un torneo se disfruta de manera espectacular, pero obviamente que si me tengo que quedar con uno es con la Libertadores por lo que significa para San Lorenzo... Era la Copa a ganar y pudimos hacerlo en nuestra cancha y con nuestra gente. La mejor imagen de mi carrera es el momento en el que estoy levantando la copa y veo que estaba ahí la chapita de San Lorenzo campeón. Haber quedado en la historia del club es algo grandioso”, expresó el Pipi, quien tiempo después se convertiría en el futbolista más ganador de la historia profesional azulgrana.
Hoy, a seis años, todavía quedan en la retina de los cuervos todos esos momentos. La firmeza de Gentiletti, las trepadas de Mas y Buffarini por los laterales, le orden en el medio del Pichi Mercier, el desequilibrio de Tito Villalba, la potencia ofensiva de Matos, Cauteruccio y Blandi o aquel cambio que era casi una fija de Bauza para cerrar los partidos: Kannemann por Piatti. Seis años después, se sigue levantando la copa… ¡Que dure el brindis!
Olé
Ningún hincha de San Lorenzo olvidará ese día. Todos y cada uno de ellos puede trasladarle al momento exacto de aquella fría noche del 2014. Dónde estaba, con quién, qué hizo en el penal del Gordo Ortigoza, a quién abrazó primero. Es solo pensar segundos para que la catarata de imágenes se venga encima, y no importa que hayan pasado seis años.
El 13/8 fue el día en que se cortó el maleficio y el Ciclón levantó por primera vez en la historia la histérica Copa Libertadores, aquella a la que le dio la espalda en su primera edición y le respondió con indiferencia por décadas...
Como marca la historia azulgrana, tuvo que sufrir primero para disfrutar de la felicidad plena después. La crónica podría arrancar con un inesperado cambio de entrenador. Pizzi, luego de ganar el Torneo Inicial, decidió irse al Valencia y los dirigentes se jugaron un pleno por Edgardo Bauza, quien llegaba al club tras varios años fuera del país, pero con la chapa de ya haber ganado la Libertadores con Liga de Quito.
“Fue un momento hermoso, algo que deseaba toda la gente, La verdad es que yo estuve muy mal porque por la operación de corazón me perdí la semi y la final, pero terminé muy feliz porque los muchachos me habían prometido que la iban a ganar. Hicimos un esfuerzo enorme para ganarla y cuando lo lograron fue un alivio enorme”, recordó Ángel Correa en charla con Olé.
Es cierto que el comienzo fue difícil, con derrota en Brasil (0-2 ante Botafogo) y que de los primeros nueve puntos apenas cosechó tres . Incluso, el pase a octavos se consiguió con muchísima agonía, gracias a un gol de Nacho Piatti en el Pedro Bidegain sobre la hora, mientras que en Chile, Unión Española e Independiente del Valle se mataban a goles. Pero a partir de la etapa de playoff, San Lorenzo se transformó en un equipo muy serio.
“La copa era el sueño del hincha desde hacía muchísimos años y sentíamos esa presión, pero a medida que avanzamos nos dimos cuenta de que se nos alineaban todos los planetas. No sé si fuimos un equipo muy vistoso pero sí que era muy difícil ganarnos. Guardo imágenes hermosas... Y cada año que pasa se recuerda y se valora un poco más”, señaló Mauro Cetto, quien no fue titular en todos los partidos, pero sin dudas era una pieza importante del plantel y un referente del vestuario por su extensa trayectoria.
Luego de superar a dos equipos siempre candidatos en octavos y cuartos, como fueron Gremio y Cruzeiro, el CASLA tuvo que detener su envión por el Mundial de Brasil. Pero justamente en ese país fue donde Torrico siguió escribiendo su historia azulgrana, cuando fue figura en la definición por penales en Porto Alegre. “Pensé que ya no iba a tener la chance de ganar un título así, por eso lo disfruté mucho y para mí fue emocionante, un sueño cumplido. La mayor virtud fue que formamos un gran grupo, en el que todos tirábamos para el mismo lado”, comentó el Cóndor, luego del tercer entrenamiento en el predio de la AFA en Ezeiza.
Pasado el mal trago de aquel gol de Gotze y el penal que no le cobraron al Pipa Higuaín, el equipo del Patón desfiló en las semis. Goleó 5-0 al Bolívar y después fue a la altura de La Paz con la clasificación en el bolsillo. El último ida y vuelta sí sería para masticarse las uñas: era una fiesta para los más de diez mil hinchas que fueron Asunción, hasta que Nacional empató en el final. Y en el Bidegain fue el penal del Gordo Ortigoza el que entregó un poco de alivio, aunque hubo tensión hasta el final…
En aquel partido, se lució Leandro Romagnoli, jugador histórico del cuervo, que terminó siendo elegido como la figura de la final. “Siempre que ganas un torneo se disfruta de manera espectacular, pero obviamente que si me tengo que quedar con uno es con la Libertadores por lo que significa para San Lorenzo... Era la Copa a ganar y pudimos hacerlo en nuestra cancha y con nuestra gente. La mejor imagen de mi carrera es el momento en el que estoy levantando la copa y veo que estaba ahí la chapita de San Lorenzo campeón. Haber quedado en la historia del club es algo grandioso”, expresó el Pipi, quien tiempo después se convertiría en el futbolista más ganador de la historia profesional azulgrana.
Hoy, a seis años, todavía quedan en la retina de los cuervos todos esos momentos. La firmeza de Gentiletti, las trepadas de Mas y Buffarini por los laterales, le orden en el medio del Pichi Mercier, el desequilibrio de Tito Villalba, la potencia ofensiva de Matos, Cauteruccio y Blandi o aquel cambio que era casi una fija de Bauza para cerrar los partidos: Kannemann por Piatti. Seis años después, se sigue levantando la copa… ¡Que dure el brindis!