Un Barça mediocre da la puntilla al Espanyol
Un gol de Suárez deja a su equipo a un punto del Madrid, que tiene un partido menos, y manda a su rival a Segunda. Ansu y Pol Lozano vieron la roja directa.
Santi Giménez
As
Apuntaba a final triste y así fue. Con un Barcelona impotente pidiendo la hora ante un Espanyol que demostró más orgullo que fútbol el día que certificó su descenso a Segunda perdiendo en el Camp Nou por 1-0. El Espanyol pierde la categoría por lo mal que se han hecho las cosas, no por lo que hizo ayer en el estadio del eterno rival. Pero la foto del descenso llevará la foto dell Camp Nou y los fuegos artificiales, metáfora del discurso blaugrana. Muy poco fútbol y mucha propaganda que le permite seguir soñando con el campeonato.
Parecía que el partido tenía que ser un akelarre de sacrificio del Espanyol en el altar blaugrana, porque tras escuchar a Setién en la previa hablar con esa suficiencia de que el Barça era ya una máquina imbatible tras desarbolar al Villarreal, uno tenía la sensación que se había perdido algo en el Barça que sólo era capaz de ver el técnico.
Ante el Barcelona, el Espanyol puso lo que se le exigía en los tiempos tan trágicos que vive y que le aguardan: orgullo. Rufete, consciente de que el Barça tiene problemas gravísimos en cuanto le cierran los espacios por el centro y juega sin Ansu ni Riqui, dispuso una defensa de tres centrales que paralizó el juego blaugrana a lo largo de la primera parte.
Pero el Espanyol no se limitó a defenderse, tras concederle la pelota al equipo blaugrana, supo salir con peligrosidad a la contra. A los diez minutos, Ter Stegen tuvo que conjurar una llegada de Embarba, a los 16, Marc Roca disparaba desde lejos y al filo del final de la primera parte, Ter Stegen salvaba el autogol de Lenglet tras una contra de Dídac Vilà, cuyo rechace envió el propio lateral perico a la base del poste.
En el lado local , la pelota iba a tres por hora, nadie rompía por fuera, Suárez fallaba más pases de los habituales, Messi empezó espeso y sólo Griezmann se movía con algo de sentido.
De entrada, Rufete le había ganado la partida a Setién de la misma forma que la vergüenza del Espanyol podía i más que las ganas del Barça de ir a por LaLiga. La cosa estaba en ver si la gasolina le duraba a los pericos y si el Barça cambiaba el dibujo del encuentro.
El movimiento en el banquillo blaugrana no se hizo esperar y Ansu entró en el campo en el lugar de Semedo, pasando Sergi Roberto al lateral derecho con un cambio de sistema que duró cinco minutos. El tiempo que el VAR llamó al colegiado para que cambiara la amarilla por roja y expulsara a Ansu tras darle con la plancha a Calero tras tocar el balón.
El Espanyol se puso en una superioridad que le duró dos minutos. El tiempo en el que se repitió la misma jugada pero al revés. Pol Lozano le entró con los tacos a Piqué y el VAR volvió a llamar capítulo al colegiado para que cambiara la amarilla por la roja.
Con el partido loco en un duelo de diez contra diez, la picardía de Griezmann fue la que se impuso. Taconazo para asistir a Messi, rechace de la defensa y el balón muerto en el área fue pescado por Suárez para abrir el marcador y, de paso, la fosa del Espanyol.
El tanto fue una losa para el Espanyol y un respiro para el Barcelona, que trató de dormir el partido buscando picotazos puntuales como un disparo de volea de Messi que le sirvió a Diego López para hacer un paradón impresionante mientras desde fuera del estadio se montaba un castillo de fuegos artificiales que iluminaban la portería del Gol Norte. Y no, no había verbena en Barcelona.
Santi Giménez
As
Apuntaba a final triste y así fue. Con un Barcelona impotente pidiendo la hora ante un Espanyol que demostró más orgullo que fútbol el día que certificó su descenso a Segunda perdiendo en el Camp Nou por 1-0. El Espanyol pierde la categoría por lo mal que se han hecho las cosas, no por lo que hizo ayer en el estadio del eterno rival. Pero la foto del descenso llevará la foto dell Camp Nou y los fuegos artificiales, metáfora del discurso blaugrana. Muy poco fútbol y mucha propaganda que le permite seguir soñando con el campeonato.
Parecía que el partido tenía que ser un akelarre de sacrificio del Espanyol en el altar blaugrana, porque tras escuchar a Setién en la previa hablar con esa suficiencia de que el Barça era ya una máquina imbatible tras desarbolar al Villarreal, uno tenía la sensación que se había perdido algo en el Barça que sólo era capaz de ver el técnico.
Ante el Barcelona, el Espanyol puso lo que se le exigía en los tiempos tan trágicos que vive y que le aguardan: orgullo. Rufete, consciente de que el Barça tiene problemas gravísimos en cuanto le cierran los espacios por el centro y juega sin Ansu ni Riqui, dispuso una defensa de tres centrales que paralizó el juego blaugrana a lo largo de la primera parte.
Pero el Espanyol no se limitó a defenderse, tras concederle la pelota al equipo blaugrana, supo salir con peligrosidad a la contra. A los diez minutos, Ter Stegen tuvo que conjurar una llegada de Embarba, a los 16, Marc Roca disparaba desde lejos y al filo del final de la primera parte, Ter Stegen salvaba el autogol de Lenglet tras una contra de Dídac Vilà, cuyo rechace envió el propio lateral perico a la base del poste.
En el lado local , la pelota iba a tres por hora, nadie rompía por fuera, Suárez fallaba más pases de los habituales, Messi empezó espeso y sólo Griezmann se movía con algo de sentido.
De entrada, Rufete le había ganado la partida a Setién de la misma forma que la vergüenza del Espanyol podía i más que las ganas del Barça de ir a por LaLiga. La cosa estaba en ver si la gasolina le duraba a los pericos y si el Barça cambiaba el dibujo del encuentro.
El movimiento en el banquillo blaugrana no se hizo esperar y Ansu entró en el campo en el lugar de Semedo, pasando Sergi Roberto al lateral derecho con un cambio de sistema que duró cinco minutos. El tiempo que el VAR llamó al colegiado para que cambiara la amarilla por roja y expulsara a Ansu tras darle con la plancha a Calero tras tocar el balón.
El Espanyol se puso en una superioridad que le duró dos minutos. El tiempo en el que se repitió la misma jugada pero al revés. Pol Lozano le entró con los tacos a Piqué y el VAR volvió a llamar capítulo al colegiado para que cambiara la amarilla por la roja.
Con el partido loco en un duelo de diez contra diez, la picardía de Griezmann fue la que se impuso. Taconazo para asistir a Messi, rechace de la defensa y el balón muerto en el área fue pescado por Suárez para abrir el marcador y, de paso, la fosa del Espanyol.
El tanto fue una losa para el Espanyol y un respiro para el Barcelona, que trató de dormir el partido buscando picotazos puntuales como un disparo de volea de Messi que le sirvió a Diego López para hacer un paradón impresionante mientras desde fuera del estadio se montaba un castillo de fuegos artificiales que iluminaban la portería del Gol Norte. Y no, no había verbena en Barcelona.