Sigue la huelga de VAR en Bilbao

Remontada de un Sevilla que continúa imparable, liderado por un gran Banega. Gol tras una falta inexistente y penalti claro que nadie revisó ni advirtió al árbitro. Más polémica tras lo del Madrid.

Alfonso Herrán
As
El Sevilla se puso en manos de Banega para dejar claro que es de Champions. Rompió el maleficio de San Mamés y sigue engordando su récord de imbatibilidad en Liga. En Bilbao, eso sí, parece que el VAR continúa en huelga. Sin apagarse los ecos de la polémica unos días atrás con la visita del Madrid, los leones se encontraron con un gol en contra tras una falta por piscinazo de Munir y sin un penalti claro a Iñigo Martínez del propio hispano-marroquí, que le agarró un rato largo y a dos manos en un córner. En esa sala que supuestamente todo lo ve estaba Iglesias Villanueva, el que pitaba en ese fatídico día con los merengues. Alguien tenía que haberle recomendado una jornada de descanso en el rincón de pensar. No se rearbitra la falta, porque es fuera del área, pero lo de la pena máxima clama al cielo. En todo caso, los hispalenses pusieron más ingredientes para llevarse el pastel de los tres puntos, aunque el empate también habría sido justo.


Los primeros 25 minutos ya hacían presagiar que aquello acabaría de semejante manera. Porque el Sevilla amaneció decidido, con una pirotecnia muy colorista en campo contrario. Había que ver si seguiría la línea de este año: mucho arroz pero poco pollo. Le falla el estoque. Durante la primera parte, el Athletic fue más contundente en las áreas en un pulso táctico, aunque al final se ahogó en una travesía larga, sin que su técnico le auxiliara con los cambios. Lopetegui puso su triángulo de pilotos a gobernar la nave: Jordán, Gudelj y Banega. El rosarino empezó a tirar amagos, tacones, a pisar la bola, e iba dejando sentados a Sancet, Yuri… Una locura de noche para un jugador especial, diferente.

Los hispalenses no tenían resquicios, daban ritmo al juego, estaban juntitos cuando el Athletic tenía el balón y sabían abrir a las bandas cuando robaban. Los leones trataban de no perder el sitio, sabían sufrir en un momento muy peliagudo. Había actividad, pero nadie lograba encontrar la llave del cofre visitante. Pese a ser dominados, lograron evitar que el rival generase ocasiones claras. El rumbo parecía variar a la media hora, antes de la pausa de hidratación. Los culebreos desde fuera hacia dentro de Muniain sacaron de zona a Reguilón y liberaron a Capa, que estuvo muy listo para marcar. Córdoba tuvo la puntilla, con un disparo que se fue a las nubes. Era un mal presagio, el principio del fin.

Tras el descanso volvieron las aguas al cauce sevillano. Con fluidez, el equipo de Lopetegui esperó paciente a que la fruta madurase. Unai Simón emergió de nuevo como héroe de San Mamés. El técnico de Asteasu movió el arbolillo y puso en liza a De Jong y Munir. Las sustituciones fueron un factor diferencial, por virtudes de unos y defectos de otros. Ocampos pasó a la derecha, con Suso creando incertidumbre por dentro. Un teatro del hispano-marroquí ante Dani García en la frontal del área permitió el gol magistral de Banega de falta. La barrera estaba superpoblada (con Munian tumbado para proteger un posible tiro raso) y el meta, demasiado escondido a la sombra de los tres palos. El empate dejó sonado al Athletic. Y dio alas a los andaluces. Un centro de Banega, quién si no, permitió cabecear solo a Munir para culminar la remontada, aunque arrollaron a Capa previamente.

Garitano tardó demasiado tiempo en atisbar la tormenta. El equipo se le cayó y una vez más estuvo lento en la reacción. Su enemigo había refrescado las piernas con siete cambios con respecto a la anterior jornada y en su caso sólo mudó dos piezas y media (la de Núñez no puede casi ni considerarse porque jugó gran parte de la cita ante el Madrid por la lesión de Yeray). Y una de ellas era por fuerza mayor: Raúl García estaba sancionado. Al menos, quiso revolucionar el cotarro metiendo a tres hombres del banquillo a la vez: Villalibre, Ibai y Kodro, para empezar a jugar muy directos y buscar segundas opciones. La tuvo Muniain, pero no acertó. Al Sevilla si le metes en su área o cerca de su portería, sufre. Koundé, por ejemplo, despejaba siempre a posiciones peligrosas para sus intereses. Los rechaces y el balón parado fueron como un sacamuelas para los pupilos de Lopetegui, que supieron sufrir para apuntalar la Champions.
Lopetegui: "El equipo mostró su carácter"

Victoria: "Los puntos adquieren cada vez más relevancia y era un partido muy complejo que además se nos complicó cuando mejor estábamos. No era fácil anímicamente pero el equipo mostró el carácter que tiene. Ya estamos matemáticamente en Europa League y ahora queremos más. En la segunda parte fuimos superiores y pudimos hacer incluso más goles".

Portería: "Bono ha estado bien y tranquilo y ha hecho buenas paradas. Tuvo su oportunidad y me alegro de que le haya salido bien. Tiene que seguir ayudando".

Próxima jornada: "El Mallorca será peligroso porque vendrá con todo para salvarse. Tenemos que prepararnos bien".

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