¿Por qué el retraso perjudica especialmente a River?
El laberinto en el que está inmerso Gallardo de cara a la Copa: jugadores grandes, un estilo que necesita más entrenamientos, rivales que ya se entrenan y más obstáculos.
Olé
Cuando el 17 de junio Marcelo Gallardo señaló que "me gustaría que el ministro de Salud de la Nación explique cómo puede funcionar una industria con 500 empleados con protocolos pero no puede entrenarse un grupo reducido de futbolistas", reclamando así que se retomaran las prácticas, fue porque a largo plazo el entrenador ya comenzaba a observar un panorama desfavorable. Para el fútbol y, específicamente, para River. Porque cada día que pasa sin trabajos en conjunto va conspirando contra la preparación de un equipo acostumbrado a una vorágine táctica y física que sin dudas se habrá resentido debido al impasse sin actividades grupales.
Para comprender porqué una reanudación exprés es incompatible con los planes de Gallardo es necesario analizar cómo funciona su River. Un equipo que se caracteriza por una tipología de juego destacada por su intensidad física, algo que sólo se adquiere con tiempo de trabajo conjunto y que necesita de una puesta a punto específica.
Una que fue perdiéndose en los ya 135 días de cuarentena. Aunque la forma física del grupo no es lo que más inquieta al cuerpo técnico puesto que los jugadores respetaron en modo remoto las rutinas que enviaron los profes, con Pablo Dolce a la cabeza, para lograr un equilibrio entre todos los integrantes del plantel en el club calculaban que se necesitarían entre 45 y 60 días. Y si como se prevé extraoficialmente el reinicio se da el 10 de agosto, tendrán apenas 38 días para lograr la mejor forma posible de sus futbolistas para el partido de Copa Libertadores ante San Pablo, pero con el obstáculo que presenta tener que ir haciéndolo de manera escalonada.
Porque de aprobarse el protocolo que la AFA presentó para ser analizado por Salud, los entrenamientos comenzarán por turnos y en grupos de no más de seis jugadores. El número de futbolistas que podrán participar de una misma sesión se incrementará a partir de la segunda semana, contemplándose que las prácticas del plantel completo recién se darían entre la tercera y la cuarta. Con el 17 de septiembre en el horizonte, apenas habría diez sesiones - de máxima, si se hacen en días corridos y sin contar las eventuales jornadas de descanso- antes del reinicio en el torneo continental. Esto implicará no sólo un desfasaje respecto de los rivales, que ya están moviéndose en grupo: Liga de Quito comenzó hace 19 días; Binacional, hace 23; y San Pablo, hace 31, con tres partidos oficiales: también existe el riesgo de llegar al partido en Brasil con una preparación heterogénea.
La vuelta no será igual para los futbolistas que iniciaron la cuarentena arrastrando una sensible falta de ritmo (Pratto, Quintero) que para un titular indiscutido (Borré, Casco). Tampoco será similar la readaptación de quienes no pasaron la barrera de los 25 años (Julián Álvarez, Montiel, Martínez Quarta), que a de quienes están en o superaron los 30 y que actualmente conforman la columna vertebral del equipo: Armani, Pinola, Enzo Pérez, Nacho Fernández, Matías Suárez. El engranaje, antes aceitado, requerirá de horas de campo para moverse como antes. Se necesitan horas de campo en conjunto: no hay otra forma de aceitar los cambios de ritmo, los giros, los arranques en velocidad y los tiempos. Ajustes que deben acompañarse con la pelota.
Por lo pronto, la dirigencia no contempla otra opción que el River Camp para el retorno y ya les avisó a los empleados del predio que deberán presentarse a partir del lunes 3 para ir acondicionando todo enfocándose en el regreso, aun cuando todavía desde Viamonte no hubo ningún anuncio oficial -ni siquiera, cuándo los jugadores y empleados deberán ir a hacerse el test PCR, previsto para 72 horas antes del reinicio.
Que las reuniones entre Claudio Tapia y Ginés González García sigan postergándose genera preocupación: la agenda no es de plastilina y cada día perdido de entrenamiento no se recupera, debiéndose respetar algunos factores biológicos como los tiempos de descanso.
Se entiende, en River, que existirá el riesgo latente de lesiones por lo apretada de la agenda y del posterior apelmazado cronograma de partidos. El Muñeco prepara su vuelta más difícil.
Olé
Cuando el 17 de junio Marcelo Gallardo señaló que "me gustaría que el ministro de Salud de la Nación explique cómo puede funcionar una industria con 500 empleados con protocolos pero no puede entrenarse un grupo reducido de futbolistas", reclamando así que se retomaran las prácticas, fue porque a largo plazo el entrenador ya comenzaba a observar un panorama desfavorable. Para el fútbol y, específicamente, para River. Porque cada día que pasa sin trabajos en conjunto va conspirando contra la preparación de un equipo acostumbrado a una vorágine táctica y física que sin dudas se habrá resentido debido al impasse sin actividades grupales.
Para comprender porqué una reanudación exprés es incompatible con los planes de Gallardo es necesario analizar cómo funciona su River. Un equipo que se caracteriza por una tipología de juego destacada por su intensidad física, algo que sólo se adquiere con tiempo de trabajo conjunto y que necesita de una puesta a punto específica.
Una que fue perdiéndose en los ya 135 días de cuarentena. Aunque la forma física del grupo no es lo que más inquieta al cuerpo técnico puesto que los jugadores respetaron en modo remoto las rutinas que enviaron los profes, con Pablo Dolce a la cabeza, para lograr un equilibrio entre todos los integrantes del plantel en el club calculaban que se necesitarían entre 45 y 60 días. Y si como se prevé extraoficialmente el reinicio se da el 10 de agosto, tendrán apenas 38 días para lograr la mejor forma posible de sus futbolistas para el partido de Copa Libertadores ante San Pablo, pero con el obstáculo que presenta tener que ir haciéndolo de manera escalonada.
Porque de aprobarse el protocolo que la AFA presentó para ser analizado por Salud, los entrenamientos comenzarán por turnos y en grupos de no más de seis jugadores. El número de futbolistas que podrán participar de una misma sesión se incrementará a partir de la segunda semana, contemplándose que las prácticas del plantel completo recién se darían entre la tercera y la cuarta. Con el 17 de septiembre en el horizonte, apenas habría diez sesiones - de máxima, si se hacen en días corridos y sin contar las eventuales jornadas de descanso- antes del reinicio en el torneo continental. Esto implicará no sólo un desfasaje respecto de los rivales, que ya están moviéndose en grupo: Liga de Quito comenzó hace 19 días; Binacional, hace 23; y San Pablo, hace 31, con tres partidos oficiales: también existe el riesgo de llegar al partido en Brasil con una preparación heterogénea.
La vuelta no será igual para los futbolistas que iniciaron la cuarentena arrastrando una sensible falta de ritmo (Pratto, Quintero) que para un titular indiscutido (Borré, Casco). Tampoco será similar la readaptación de quienes no pasaron la barrera de los 25 años (Julián Álvarez, Montiel, Martínez Quarta), que a de quienes están en o superaron los 30 y que actualmente conforman la columna vertebral del equipo: Armani, Pinola, Enzo Pérez, Nacho Fernández, Matías Suárez. El engranaje, antes aceitado, requerirá de horas de campo para moverse como antes. Se necesitan horas de campo en conjunto: no hay otra forma de aceitar los cambios de ritmo, los giros, los arranques en velocidad y los tiempos. Ajustes que deben acompañarse con la pelota.
Por lo pronto, la dirigencia no contempla otra opción que el River Camp para el retorno y ya les avisó a los empleados del predio que deberán presentarse a partir del lunes 3 para ir acondicionando todo enfocándose en el regreso, aun cuando todavía desde Viamonte no hubo ningún anuncio oficial -ni siquiera, cuándo los jugadores y empleados deberán ir a hacerse el test PCR, previsto para 72 horas antes del reinicio.
Que las reuniones entre Claudio Tapia y Ginés González García sigan postergándose genera preocupación: la agenda no es de plastilina y cada día perdido de entrenamiento no se recupera, debiéndose respetar algunos factores biológicos como los tiempos de descanso.
Se entiende, en River, que existirá el riesgo latente de lesiones por lo apretada de la agenda y del posterior apelmazado cronograma de partidos. El Muñeco prepara su vuelta más difícil.