Luis Suárez, símbolo de un equipo fundido

El delantero uruguayo, suplente de inicio y reemplazo del lesionado Griezmann en el segundo tiempo, representa a una plantilla agotada físicamente

Juan I. Irigoyen
El País
Sentado en el banquillo, Luis Suárez se bajó la mascarilla y enseñó la sonrisa. Entonces, ya nadie podía dudar de que el delantero uruguayo estaba feliz después de que su amigo Arturo Vidal abriera el marcador en Pucela. Ya no sorprende la capacidad goleadora del volante chileno (cuarto máximo artillero azulgrana en la campaña, ocho), sí, en cambio, la buena actitud del 9, sentado en la grada del estadio del Valladolid. Luis Suárez no lleva bien comenzar de suplente, tampoco cuando lo sustituyen antes de tiempo. Desde que llegó al Barcelona, el exdelantero del Liverpool solo había comenzado desde el banquillo en 10 oportunidades. Este sábado, sumó la undécima. Tenía que descansar el 9.


El parón por la pandemia de la Covid-19, le dio una segunda oportunidad a Luis Suárez en la temporada. Operado de la rodilla derecha en enero, después de que el Barça cayera eliminado de la Supercopa de España, el uruguayo volvió a jugar tras el regreso a la competición. No se apuró, un poco más de media hora ante el Mallorca, misma receta ante el Leganés. Después ya se instaló en el once. “Es bueno darle frescura al equipo. Luis Suárez llevaba tiempo sin jugar y venía participando en prácticamente todos los partidos. Es normal que tuviera que descansar”, explicó Setién. Antes del duelo ante el Valladolid, Luis Suárez figuraba cuarto en la lista con más minutos acumulados (557). Después del duelo en Pucela, quedó en la sexta posición con 602.

En algunos partidos, el uruguayo se le veía sensiblemente cansado. Como ante el Celta, que después de marcar un doblete, Setién optó por reemplazarlo. El 9, como no podía ser de otra manera, no se lo tomó bien. Apuntó contra el técnico a pie de campo en Balaídos. Participó activamente en la bronca con Setién en el vestuario del campo del Celta. Al día siguiente, en la Ciudad Deportiva, el entrenador cántabro y la plantilla tuvieron una larga conversación. “Fue muy positiva”, reconocían los pesos pesados del grupo. “Habrá rotaciones”, había anticipado Setién, aunque reconocía que el equipo no sufría ningún desgaste. “El equipo está bien, los registros físicos que manejamos así lo indican”, advirtió Setién antes de viajar al José Zorrilla.

Setién intervino en el cuidado físico de sus muchachos y también en un nuevo sistema. Cuando parecía que el técnico había encontrado el encaje del tridente formado por Griezmann, Messi y Luis Suárez, en el duelo ante el Villarreal (1-4), la idea se atascó en la victoria en el derbi (1-0). Fue Luis Suárez el que salvó al Barça ante el Espanyol. La noche en la que Suárez se instaló en el podio de los máximos anotadores en la historia del Barcelona con 195 dianas. Solo lo superan su amigo, Lionel Messi, (630) y César Rodríguez (232). Entonces, después de probar con el 4-3-3, el 3-5-2, el 4-4-2 y el 4-3-1-2, este sábado Setién volvió a buscar una solución en la pizarra. De nuevo, la mirada en el ataque. Y, si en otros intentos en la búsqueda del mejor funcionamiento el perjudicado fue Griezmann, ante el Valladolid le tocó a Luis Suárez. El francés había elevado la moral y el uruguayo andaba agotado. Pero no conviene dejar mucho tiempo al 9 en la grada. Tras el paso por los vestuarios, el uruguayo reemplazó a Griezmann, sin puntería frente al duro Valladolid, el séptimo equipo que menos goles ha recibido en LaLiga (40). “Griezmann ha salido porque tenía molestias. Él pidió el cambio”, explicó el técnico azulgrana.
“Seguramente Messi tenga que descansar”

Hay pocos jugadores en el Barça que lleven peor ser suplente que Luis Suárez. Y Messi juega seguro. De hecho, desde que el Barcelona el regreso a la competición, el 10 ha participado en todos los minutos del Barcelona. Una marca que solo comparten el argentino y el portero Ter Stegen, 810 cada uno. “Seguramente Messi tenga que descansar. Se lo había comentado pero el marcador estaba ajustado”, contó Setién.

La presencia de Luis Suárez no activó al Barça, como si de nada le hubiese servido el descanso. Tampoco brindaron aire fresco Rakitic, Araújo y Junior. Los azulgrana se fundieron en el campo del Valladolid. Y quedaron a merced de las manos de Ter Stegen. “Se nos complicó un poco. El clima estaba fuerte. En el segundo tiempo, no costó tomar el ritmo. Tenemos que mejorar si queremos seguir peleando en LaLiga y en la Champions. Marc está ahí para dar una mano siempre”, analizó Arturo Vidal. “Sufrimos al final. El equipo estaba bastante cansado y ellos sacaron jugadores que nos comprometieron en defensa. Nos crearon problemas y no podíamos cubrir todo el campo”, se sumó Setién. Y completó: “No fue un apagón futbolístico. Hacía mucho calor. El campo se ha secado mucho. Había unos cuantos jugadores a los que les faltaba frescura. Llevamos muchos partidos, mucho desgaste. Cuando están cansados les cuesta más tomar buenas decisiones. Es normal, llevan mucha tralla.
Sergio González, molesto con el técnico azulgrana

Sergio González se mostró contrariado al ser preguntado por las declaraciones de Setién. “Siempre nos intenta minimizar, ya lo hizo cuando estaba en el Betis”, dijo el entrenador del Valladolid. ”La respuesta ha estado en el campo. Si ha habido un equipo que ha generado situaciones de peligro hemos sido nosotros. El calor y el campo era el mismo para todos”.

De hecho, el Barça reculó y los muchachos de Sergio González contaron hasta 11 remates por los nueve de los de Setién. Luis Suárez, ni siquiera apuntó a la portería de Masip. El uruguayo, símbolo de una plantilla envejecida a la que se agota la batería.

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