Las claves del caso Marcone
Marcone hace su parte para que el trueque se haga: estaría dispuesto a una baja salarial para jugar en el Rojo. Pero no será fácil: Russo se opone con fuerza.
Olé
Por algo los Frankenstein no abundan por ahí. El trueque, el canje o la permuta son operaciones complejas, porque se trata de armar una estructura (en este caso, una operación comercial) con una parte de acá y otra de allá, que lo más probable es que tiendan a no encajar. Por eso son difíciles de ver, porque hay que trabajar mucho para hacerlas realidad y porque simplemente aparece antes el desgaste y el cansancio que la solución. Así y todo, suele ser mucho más complejo en el ambiente del fútbol, por eso hay tan pocos antecedentes en la historia. Es más fácil cambiar un R-12 del 74 por un Dodge 1500 de la época que intentar un puzzle entre jugadores. Simplemente, porque hay múltiples intereses que lo atraviesan: el de los futbolistas, de sus representantes, de los clubes y de los entrenadores. Demasiados ingredientes para esta ensalada...
De todas maneras, en este trueque potencial en marcha entre Boca e Independiente, la figura angular desde donde gira todo, Iván Marcone, le está poniendo onda al asunto. En las conversaciones informales con la dirigencia de Independiente, el volante central de Boca aceptó una sensible baja de su sueldo, como para adecuarse a la realidad económica del Rojo. “Hablamos de alrededor de un 40% menos”, contó una fuente cercana a esas charlas. Claro, el mediocampista tiene dos razones para hacer su aporte al acuerdo. La primera es sentimental: es un conocido fanático del Rojo y siempre contó su sueño de jugar en el club de sus amores. La otra es práctica: necesita ir a un equipo donde se sienta y sea titular, algo que en sus conversaciones con Lucas Pusineri, el entrenador de Independiente, quedó más que claro.
Pero claro, no todos los actores del Plan Canje operan en la misma dirección. En el caso de Miguel Russo, claramente juega en contra de que Marcone se vaya del club. Los argumentos del DT de Boca son igual de contundentes: entiende que, en tiempos de pandemia, encierro y muy irregular preparación, hay que tocar lo menos posible el plantel. Menos en una posición tan sensible como la del volante central, vital en el funcionamiento del equipo. Y si bien es cierto que Marcone no jugó mucho con Russo (cuatro partidos, dos de titular) y fue suplente de Campuzano, el veterano entrenador sabe que, con triple competencia y un calendario apretado, Iván va a jugar minutos importantes. Además, es un jugador con experiencia, con roce de Libertadores. Y en un plantel sin otro mediocampista central natural (Capaldo puede cumplir la función, pero necesita tiempo de adaptación), se va a ver obligado a, quizá, salir al mercado para buscar un reemplazante. Todo, para recibir a cambio un jugador, o dos, que no pidió y que no le cambia mayormente la ecuación. Por todo eso, para Miguel es todo pérdida...
Ahora bien. Ayer siguieron los contactos -virtuales- entre la dirigencia de Boca y de Independiente. Lejos aún de la definición, el revoleo de nombres que entran y salen del canasto de ofertas es incesante.
El Consejo de fútbol de Riquelme escucha más de lo que habla. Paciente, espera porque el tiempo le juega a favor, y porque en definitiva fue Independiente el que motorizó el acuerdo y es el que está más apremiado por los números. Si de entrada el Rojo estaba dispuesto a entregar a Juan Sánchez Miño (un nombre que en Boca interesa, más a Riquelme que a Russo) más Cecilio Domínguez o Silvio Romero por Marcone, ahora ya retiró al goleador de la última Superliga de la mesa de negociación. No se sabe si porque tiene una oferta del exterior por Romero (algo que Independiente persigue con interés) o porque quiere contar con él para el próximo torneo, si alguna vez se juega. O como parte de una estrategia de ajedrez. De todos modos, en Boca jugaron sus cartas: al menos de manera informal, deslizaron que Cecilio gusta, pero les preocupa cierto perfil problemático del mediocampista, que llegó a Independiente como figura pero que nunca rindió, y para colmo entró en conflicto con el club.
En tal caso, el as en la manga que guarda Independiente es aceptar ceder a Romero, siempre y cuando Boca incluya la cesión de Jan Hurtado o Walter Bou. Pero otra vez: cada nombre nuevo, cada modificación obliga a un replanteo de todo el escenario. Por algo no abundan los Frankenstein...
Olé
Por algo los Frankenstein no abundan por ahí. El trueque, el canje o la permuta son operaciones complejas, porque se trata de armar una estructura (en este caso, una operación comercial) con una parte de acá y otra de allá, que lo más probable es que tiendan a no encajar. Por eso son difíciles de ver, porque hay que trabajar mucho para hacerlas realidad y porque simplemente aparece antes el desgaste y el cansancio que la solución. Así y todo, suele ser mucho más complejo en el ambiente del fútbol, por eso hay tan pocos antecedentes en la historia. Es más fácil cambiar un R-12 del 74 por un Dodge 1500 de la época que intentar un puzzle entre jugadores. Simplemente, porque hay múltiples intereses que lo atraviesan: el de los futbolistas, de sus representantes, de los clubes y de los entrenadores. Demasiados ingredientes para esta ensalada...
De todas maneras, en este trueque potencial en marcha entre Boca e Independiente, la figura angular desde donde gira todo, Iván Marcone, le está poniendo onda al asunto. En las conversaciones informales con la dirigencia de Independiente, el volante central de Boca aceptó una sensible baja de su sueldo, como para adecuarse a la realidad económica del Rojo. “Hablamos de alrededor de un 40% menos”, contó una fuente cercana a esas charlas. Claro, el mediocampista tiene dos razones para hacer su aporte al acuerdo. La primera es sentimental: es un conocido fanático del Rojo y siempre contó su sueño de jugar en el club de sus amores. La otra es práctica: necesita ir a un equipo donde se sienta y sea titular, algo que en sus conversaciones con Lucas Pusineri, el entrenador de Independiente, quedó más que claro.
Pero claro, no todos los actores del Plan Canje operan en la misma dirección. En el caso de Miguel Russo, claramente juega en contra de que Marcone se vaya del club. Los argumentos del DT de Boca son igual de contundentes: entiende que, en tiempos de pandemia, encierro y muy irregular preparación, hay que tocar lo menos posible el plantel. Menos en una posición tan sensible como la del volante central, vital en el funcionamiento del equipo. Y si bien es cierto que Marcone no jugó mucho con Russo (cuatro partidos, dos de titular) y fue suplente de Campuzano, el veterano entrenador sabe que, con triple competencia y un calendario apretado, Iván va a jugar minutos importantes. Además, es un jugador con experiencia, con roce de Libertadores. Y en un plantel sin otro mediocampista central natural (Capaldo puede cumplir la función, pero necesita tiempo de adaptación), se va a ver obligado a, quizá, salir al mercado para buscar un reemplazante. Todo, para recibir a cambio un jugador, o dos, que no pidió y que no le cambia mayormente la ecuación. Por todo eso, para Miguel es todo pérdida...
Ahora bien. Ayer siguieron los contactos -virtuales- entre la dirigencia de Boca y de Independiente. Lejos aún de la definición, el revoleo de nombres que entran y salen del canasto de ofertas es incesante.
El Consejo de fútbol de Riquelme escucha más de lo que habla. Paciente, espera porque el tiempo le juega a favor, y porque en definitiva fue Independiente el que motorizó el acuerdo y es el que está más apremiado por los números. Si de entrada el Rojo estaba dispuesto a entregar a Juan Sánchez Miño (un nombre que en Boca interesa, más a Riquelme que a Russo) más Cecilio Domínguez o Silvio Romero por Marcone, ahora ya retiró al goleador de la última Superliga de la mesa de negociación. No se sabe si porque tiene una oferta del exterior por Romero (algo que Independiente persigue con interés) o porque quiere contar con él para el próximo torneo, si alguna vez se juega. O como parte de una estrategia de ajedrez. De todos modos, en Boca jugaron sus cartas: al menos de manera informal, deslizaron que Cecilio gusta, pero les preocupa cierto perfil problemático del mediocampista, que llegó a Independiente como figura pero que nunca rindió, y para colmo entró en conflicto con el club.
En tal caso, el as en la manga que guarda Independiente es aceptar ceder a Romero, siempre y cuando Boca incluya la cesión de Jan Hurtado o Walter Bou. Pero otra vez: cada nombre nuevo, cada modificación obliga a un replanteo de todo el escenario. Por algo no abundan los Frankenstein...