La Real a Europa en una de las últimas tardes con Germán

Lograron los txuri-urdin el pase con un gol de Januzaj en el 87'. Se adelantó el Atlético con gol de Koke en la primera parte. Adiós del segundo del Cholo en Liga.

Patricia Cazón
As
Camina lentamente sobre el lecho verde de hierba, en esta casi noche estrellada de julio, a lo largo del Metropolitano desierto con su techo de cúpula: última noche de Liga. Se termina la competición para Atlético y Real, en ésta, una de las últimas tardes con él. Es inevitable no mirarle, perseguirle con los ojos. Al Sancho Panza del Cholo, su rock and roll, al Mono Burgos y su carpeta, que antes de que todo comience se agacha y besa con los dedos el escudo en la hierba, mirando esa grada vacía con la que tantas veces rugió, tanto sentimiento por dentro. Un tipo estupendo, mucho más que un segundo. Ocho de los mejores años de la historia del Atleti son su foto.


Se le arrancó al campo el silencio de liturgia una vez se apagaron los Stones en los altavoces, en cuanto el balón comenzó a rodar. Lo llenaba todo, como en otras tantas tardes, la voz del Cholo. Siete cambios su Atleti. En la Real, quien más se jugaba, estar o no estar en Europa, ser sexto o séptimo-carne-de-previas, eran cuatro: salió dibujado con tres centrales. El plan podía palparse. Empatar al menos. Pero empezó más fuerte el Atlético. Un Atlético que miraba al futuro, con la equipación de la 2020-21 para despedir esta larga y a ratos oscura 2019-20. Cuello azul con botoncitos (bien), rayas como pintadas por un niño (regu). Su primer gol lo hubiera celebrado Costa si hubiese embocado un centro de Lodi a los seis minutos.

Los rojiblancos tenían el balón y trataban de desmontar a la Real insistiendo por dentro. Al rato Zubeldia abandonaba la zaga y avanzaba al pivote: la kryptonita del Cholo esta vez no funcionaba, a la Real le faltaban ideas, uñas y centro del campo. Sus puntales, Odegaard, Isak y Oyarzabal se embarullaban siempre en todo ante Oblak. Poco después de que la radio contara un gol del Granada, la camiseta del Atlético 2020-21 sumaba su primera muesca. Tenía que ser Koke, el capitán, en la enésima que los rojiblancos se plantaban en el área de Moyá y no para saludarle.

Fue coral. Thomas que empieza, Trippier que sirve, Herrera que baja, Costa que, en su tratar de darle de volea, le sale un pase a Morata, Morata que controla y cede de tacón, Koke que fusila. 1-0. La Real, octava, abría la mano y se le había escapado Europa. La cara de Imanol en la pausa de hidratación era un poema. Y no de amor precisamente. Con la misma se iría al descanso.

Su Real regresó ya con dos cambios (Barrenetxea y Elustondo). O marcaba o la nada. Así era. Tocaba morder. Enseguida tuvo resultados. Oblak se vio obligado a sacar la manopla para rechazar como pudo un latigazo de Odegaard cargado de dientes. Terminó pateando Savic la bomba para sacarla del área: impecable en las coberturas, insuperable atrás, tremendo su partido. Barrenetxea sumaría su gota al intento de lluvia, pero su volea se marchó arriba. Los ataques de la Real eran como disparar aviones de papel a un acorazado.

A la hora regresaba João, tres partidos después, que éste era un duelo con mira a Lisboa. Seguía Imanol inventando, ajustando la táctica, regresando a los tres centrales, ajustando los hombres, salían Isak y Odegaard preocupadamente cansados, dentro Willian José y Portu. Se le acababan los minutos, necesitaba ese gol, uno solo, con uno valía, pero nadie en el campo se ofrecía, nadie se desmarcaba. Todo su peligro eran sólo centros al área buscando cabeza al remate. Pero no encontraba ninguna. O sí. Pero la de Savic. Y eso que el Atleti había levantado el pie.

Por eso Imanol no pudo contener las lágrimas, puños al aire, cuando esa falta lateral de Januzaj acabó en la red. Llegaba tras otro serio aviso de Portu. Era el gol, 87’. Europa sin previas. Sexto. Y sin mover al Atleti del podio. Un punto que valía a los dos en este final de uñas mordidas. El sacar la cabeza de la alcantarilla y gritar: “Ya estamos aquííí”. En ésta, una de las últimas tardes del Mono, Germán. Y también Zurutuza.

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