La personalidad de Setién
El problema del Barça no son los recién llegados sino los que llevan tiempo en el equipo y aspiran a jubilarse en el Camp Nou
Ramon Besa
El País
A Quique Setién le silban los oídos desde que en enero llegó al Camp Nou. No es una excepción porque se le ha criticado incluso con más saña que al presidente, Josep Maria Bartomeu. La diferencia es que el entrenador no se ha dado por vencido ni siquiera cuando se le ha calificado de un nostálgico cruyffista que veía pasar la vida al lado de las vacas de Liencres. Aquella sinceridad con la que se presentó le ha pasado factura hasta el punto de que se ha frivolizado tanto sobre su trabajo que en algunos ambientes se le ha comparado con Bobby Robson. No por nada; simplemente se le trataba como un abuelo de 61 años superado por las circunstancias, víctima de un vestuario con mucho poder y liderado por Messi, el mejor futbolista del mundo que ha decidido parar las negociaciones para la renovación de su contrato que acaba en junio de 2021.
Hubo un manifiesto distanciamiento entre el técnico y los futbolistas, especialmente con el capitán, que también se las ha tenido tiesas con el segundo entrenador, un personaje muy expresivo como es Éder Sarabia. Nunca fue fácil descifrar al argentino y menos intentar aleccionar a los jugadores que se saben enseñados después de que por el banquillo del Camp Nou hayan desfilado técnicos tan dispares como Tata Martino o Guardiola. Únicamente se sabe que Setién quería disfrutar, feliz en los entrenamientos, y presumir de dirigir al Barça. No lo ha conseguido públicamente hasta el partido disputado en el estadio de La Cerámica. No había encontrado hasta ahora el tono ni el sistema y se llegó a decir que peligraba su puesto si no ganaba en Vila-real. La respuesta del equipo fue contundente: 1-4.
Victorias tan inesperadas, sobre todo por el juego y el resultado, sirven para desmentir maledicencias tales como la que se preguntaba si la plantilla no estaría haciendo la cama al entrenador; insinuaciones que comprometen por otra parte a la crítica, que no paraba de dar vueltas sobre la idea de que Setién era un entrenador superado por las circunstancias, menos inteligente que el destituido Valverde. La salida del Txingurri también se cargó en el debe de Setién, como si el culpable fuera él y no la junta del Barça, que antes de contratar al cántabro negoció con Xavi, Koeman e incluso con Pochettino.
Capacidad dialéctica
Técnico controvertido por su capacidad dialéctica, mal visto por alguno de sus compañeros, que le recriminan su facilidad para juzgar a su equipo y también al rival, Setién se había quedado sin defensa mientras viajaba en autobús hacia Vila-real. Setién no era Setién. Esta era la canción en el Camp Nou. La jugada parecía de jaque mate después de que Messi se desmarcara del Barça. Nadie parecía tener en cuenta el movimiento de piezas del técnico, que activó la mejor versión del 10 y puso las condiciones para el triunfo de la pareja Luis Suárez-Griezmann. El tridente podía jugar también de manera escalonada en un 4-4-2 y no alineada en un 4-3-3.
¿Qué ocurrió en Vila-real? Ahora mismo no se sabe y seguramente habrá interpretaciones para todos los gustos en el Barça. La sensación es que Setién intervino y los jugadores le hicieron caso, como quedó claro con el cambio de Luis Suárez. Habrá quien piense que ha tardado demasiado en agitar al equipo y que el Barça difícilmente ganará LaLiga y no es favorito tampoco para la Champions. Su mérito, en cualquier caso, ha sido el de no claudicar y pedir responsabilidades a todo el mundo después del 2-2 de Vigo. Hombre de fuerte personalidad, Setién supo estar con el equipo después de saber estar con el club, también con Bartomeu.
El cántabro puede ser mejor o peor entrenador, y se puede discutir sobre si es el técnico idóneo para el Barça. No hay duda, en cambio, que nunca ha ensuciado el nombre de la institución y es de los pocos, por no decir el único, que no ha perdido los nervios de momento ni ha jugado con su futuro –acaba contrato en 2021—cuando al Barça se le escapaba la Liga después de encadenar hasta tres empates en cuatro partidos. El problema del Barça no es de los recién llegados como Setién, sino de los que hace tiempo que ya están en el equipo y se encuentran tan a gusto que querrían jubilarse en el Camp Nou.
Ramon Besa
El País
A Quique Setién le silban los oídos desde que en enero llegó al Camp Nou. No es una excepción porque se le ha criticado incluso con más saña que al presidente, Josep Maria Bartomeu. La diferencia es que el entrenador no se ha dado por vencido ni siquiera cuando se le ha calificado de un nostálgico cruyffista que veía pasar la vida al lado de las vacas de Liencres. Aquella sinceridad con la que se presentó le ha pasado factura hasta el punto de que se ha frivolizado tanto sobre su trabajo que en algunos ambientes se le ha comparado con Bobby Robson. No por nada; simplemente se le trataba como un abuelo de 61 años superado por las circunstancias, víctima de un vestuario con mucho poder y liderado por Messi, el mejor futbolista del mundo que ha decidido parar las negociaciones para la renovación de su contrato que acaba en junio de 2021.
Hubo un manifiesto distanciamiento entre el técnico y los futbolistas, especialmente con el capitán, que también se las ha tenido tiesas con el segundo entrenador, un personaje muy expresivo como es Éder Sarabia. Nunca fue fácil descifrar al argentino y menos intentar aleccionar a los jugadores que se saben enseñados después de que por el banquillo del Camp Nou hayan desfilado técnicos tan dispares como Tata Martino o Guardiola. Únicamente se sabe que Setién quería disfrutar, feliz en los entrenamientos, y presumir de dirigir al Barça. No lo ha conseguido públicamente hasta el partido disputado en el estadio de La Cerámica. No había encontrado hasta ahora el tono ni el sistema y se llegó a decir que peligraba su puesto si no ganaba en Vila-real. La respuesta del equipo fue contundente: 1-4.
Victorias tan inesperadas, sobre todo por el juego y el resultado, sirven para desmentir maledicencias tales como la que se preguntaba si la plantilla no estaría haciendo la cama al entrenador; insinuaciones que comprometen por otra parte a la crítica, que no paraba de dar vueltas sobre la idea de que Setién era un entrenador superado por las circunstancias, menos inteligente que el destituido Valverde. La salida del Txingurri también se cargó en el debe de Setién, como si el culpable fuera él y no la junta del Barça, que antes de contratar al cántabro negoció con Xavi, Koeman e incluso con Pochettino.
Capacidad dialéctica
Técnico controvertido por su capacidad dialéctica, mal visto por alguno de sus compañeros, que le recriminan su facilidad para juzgar a su equipo y también al rival, Setién se había quedado sin defensa mientras viajaba en autobús hacia Vila-real. Setién no era Setién. Esta era la canción en el Camp Nou. La jugada parecía de jaque mate después de que Messi se desmarcara del Barça. Nadie parecía tener en cuenta el movimiento de piezas del técnico, que activó la mejor versión del 10 y puso las condiciones para el triunfo de la pareja Luis Suárez-Griezmann. El tridente podía jugar también de manera escalonada en un 4-4-2 y no alineada en un 4-3-3.
¿Qué ocurrió en Vila-real? Ahora mismo no se sabe y seguramente habrá interpretaciones para todos los gustos en el Barça. La sensación es que Setién intervino y los jugadores le hicieron caso, como quedó claro con el cambio de Luis Suárez. Habrá quien piense que ha tardado demasiado en agitar al equipo y que el Barça difícilmente ganará LaLiga y no es favorito tampoco para la Champions. Su mérito, en cualquier caso, ha sido el de no claudicar y pedir responsabilidades a todo el mundo después del 2-2 de Vigo. Hombre de fuerte personalidad, Setién supo estar con el equipo después de saber estar con el club, también con Bartomeu.
El cántabro puede ser mejor o peor entrenador, y se puede discutir sobre si es el técnico idóneo para el Barça. No hay duda, en cambio, que nunca ha ensuciado el nombre de la institución y es de los pocos, por no decir el único, que no ha perdido los nervios de momento ni ha jugado con su futuro –acaba contrato en 2021—cuando al Barça se le escapaba la Liga después de encadenar hasta tres empates en cuatro partidos. El problema del Barça no es de los recién llegados como Setién, sino de los que hace tiempo que ya están en el equipo y se encuentran tan a gusto que querrían jubilarse en el Camp Nou.