La Copa para el Bayern y triplete a la vista
Alaba, Gnabry y dos tantos de Lewandowski acabaron con el Bayer Leverkusen y firmaron el doblete para el campeón alemán. Havertz marcó de penalti.
José Carlos Menzel
As
Lo mejor que puede pasar al mundo del fútbol es que el Bayern esté a partir de mañana lunes oficialmente de vacaciones. Si la Champions comenzase ahora, y no en agosto, el conjunto muniqués sería, sin la más mínima duda, el principal candidato a levantar la orejona en Lisboa. Ahora mismo, los pupilos de Hansi Flick no tienen techo. Barrieron rivales antes y después del coronavirus, ganaron su octava ensaladera consecutiva y, ayer, le sumaron la vigésima Pokal en su laureada historia. El Leverkusen del niño pródigo Kai Havertz, al que le bailó durante los 90 minutos en el Olímpico de Berlín y venció comodísimamente por 4-2, no fue rival. Tendrá que acudir a la Champions para buscarlo.
Comenzó con mucho ímpetu la Werkself, ansioso por su primer título oficial desde 1993. Havertz hizo de falso nueve, pero el verdadero peligro del conjunto dirigido por Peter Bosz estaba en sus bandas. Bailey y Diaby incomodaron a Davies y Pavard en los laterales bávaros, pero tampoco demasiado. El problema para los de negro se presentaba cuando los de rojo la sacaban jugada desde atrás. Los centrales buscaban a Kimmich y el internacional teutón empezó a distribuir juego ante la pasividad del Leverkusen en la medular. Comenzaron a recibir Gnabry y Coman en banda, Davies se sumó al ataque y el conjunto renano empezó a descoserse más rápido de lo esperado.
Fue a partir del cuarto de hora cuando el dominio muniqués comenzó a ser total. Y, como además presume de pegada, no tardó en reflejarlo en el marcador. El primero fue obra de Alaba, que clavó un libre directo en la escuadra del meta Hradecky, el segundo, diez minutos después, entró en un disparo cruzado de Gnabry. Havertz, mientras, no aparecía y Bosz movió piezas. Introdujo al delantero Volland y retrasó a Havertz, eso sí, nada pudo hacer contra la pifia de Hradecky que terminó costando la final a los suyos. Un potente disparo de Lewandowski le sorprendió, intentó despejarlo como pudo, pero no pudo salirle peor. El esférico botó contra el suelo, luego contra sus propias cachas y cruzó la línea de gol ante el asombro del propio Lewy.
Aun así, el Leverkusen resucitó. Un cabezazo de Bender recortó diferencias y Volland estuvo a punto de subir el segundo, pero solo fue un arreón que se diluyó cuando Lewy hizo el cuarto. El segundo del Leverkusen, un penalti de Havertz en el descuento, quedó en anécdota para un Bayern que colocará el doblete en sus vitrinas, se irá de vacaciones y volverá en agosto a por más. A por el triplete.
José Carlos Menzel
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Lo mejor que puede pasar al mundo del fútbol es que el Bayern esté a partir de mañana lunes oficialmente de vacaciones. Si la Champions comenzase ahora, y no en agosto, el conjunto muniqués sería, sin la más mínima duda, el principal candidato a levantar la orejona en Lisboa. Ahora mismo, los pupilos de Hansi Flick no tienen techo. Barrieron rivales antes y después del coronavirus, ganaron su octava ensaladera consecutiva y, ayer, le sumaron la vigésima Pokal en su laureada historia. El Leverkusen del niño pródigo Kai Havertz, al que le bailó durante los 90 minutos en el Olímpico de Berlín y venció comodísimamente por 4-2, no fue rival. Tendrá que acudir a la Champions para buscarlo.
Comenzó con mucho ímpetu la Werkself, ansioso por su primer título oficial desde 1993. Havertz hizo de falso nueve, pero el verdadero peligro del conjunto dirigido por Peter Bosz estaba en sus bandas. Bailey y Diaby incomodaron a Davies y Pavard en los laterales bávaros, pero tampoco demasiado. El problema para los de negro se presentaba cuando los de rojo la sacaban jugada desde atrás. Los centrales buscaban a Kimmich y el internacional teutón empezó a distribuir juego ante la pasividad del Leverkusen en la medular. Comenzaron a recibir Gnabry y Coman en banda, Davies se sumó al ataque y el conjunto renano empezó a descoserse más rápido de lo esperado.
Fue a partir del cuarto de hora cuando el dominio muniqués comenzó a ser total. Y, como además presume de pegada, no tardó en reflejarlo en el marcador. El primero fue obra de Alaba, que clavó un libre directo en la escuadra del meta Hradecky, el segundo, diez minutos después, entró en un disparo cruzado de Gnabry. Havertz, mientras, no aparecía y Bosz movió piezas. Introdujo al delantero Volland y retrasó a Havertz, eso sí, nada pudo hacer contra la pifia de Hradecky que terminó costando la final a los suyos. Un potente disparo de Lewandowski le sorprendió, intentó despejarlo como pudo, pero no pudo salirle peor. El esférico botó contra el suelo, luego contra sus propias cachas y cruzó la línea de gol ante el asombro del propio Lewy.
Aun así, el Leverkusen resucitó. Un cabezazo de Bender recortó diferencias y Volland estuvo a punto de subir el segundo, pero solo fue un arreón que se diluyó cuando Lewy hizo el cuarto. El segundo del Leverkusen, un penalti de Havertz en el descuento, quedó en anécdota para un Bayern que colocará el doblete en sus vitrinas, se irá de vacaciones y volverá en agosto a por más. A por el triplete.