El día que Casillas sacó el pie de Dios
España, OK Diario
11 de julio de 2010. Estadio Soccer City, Johannesburgo (Sudáfrica). España y Holanda disputan la final del Mundial de fútbol. Minuto 61. Era el minuto 61 en todos los relojes. Busquets pierde un salto dividido ante Sneijder, que desde el suelo se inventa un pase imposible al desmarque de Robben. Piqué no llega a interceptar el balón ni tampoco Capdevila, al que la pelota le pilla a pie cambiado. Robben empieza a correr. España entera contiene la respiración.
Robben acelera con la pelota cosida a su bota izquierda y se planta en el área de Casillas. Muchos españoles se tapan (nos tapamos) los ojos como si estuviéramos ante una escena de terror. Iker abandona su portería y se enfrenta cara a cara con Robben como en un duelo del Oeste. Casillas aguanta hasta que no puede más y se vence hacia su izquierda. Robben lo ve y pone la pelota hacia el lado contrario. Se masca la tragedia. Va a ser gol. Entonces, cuando todo parece perdido, Iker saca el pie de Dios y evita que Holanda se adelante.
Era el minuto 61 en todos los relojes. Puyol felicita a Iker con un gesto entre la rabia y el alivio. Robben se echa las manos a la cabeza porque sabe que el Mundial estaba en esa parada. Tenía razón. En aquella jugada España empezó a sentirse campeona del mundo, a pesar de que la final estaba siendo un dolor de cabeza para los nuestros. Casillas sostuvo a la selección y con el pie de Dios empezó todo.
«En ese momento lo que intenté fue previsualizar lo que podía hacer él», cuenta Casillas años después de aquella jugada. «Robben había sido mi compañero en el Real Madrid y ya sabía más o menos cuáles eran sus habilidades. Intenté dejarle un poco más su lado izquierdo para que intentase regatearme por ahí, pero luego decidió tirar a portería y pude sacar el pie derecho rápidamente».
Hoy se cumplen diez años de aquella parada que, como tantas otras en la carrera de Iker Casillas, forman parte de la historia del fútbol. Y de la historia de España.