El arco tuvo su Maradona
Olé festeja con el Pato Fillol, que cumple 70 años y quedó en la cumbre de un puesto donde es tan difícil extender una trayectoria de excelencia.
Olé
A los 18 años debutó en Quilmes. A los 21 lo contrató Racing; a los 23 lo llevó River, y antes de cumplir los 24 jugó su primer partido para la Selección en un Mundial. Voló más alto que nadie, y a los 40 dejó la cancha en andas de sus compañeros de Vélez, tras un último partido extraordinario, ovacionado por todo el Monumental de sus hazañas, incluso por el público de River, que acababa de perder un campeonato por sus increíbles atajadas.
El Pato Fillol empezó a escalar esa montaña de pibe, alcanzó la cumbre y desde ahí puso el punto final, ¡casi 22 años después! En la Argentina que siempre hemos oído caracterizar como “tierra de arqueros”, fue el máximo de la era contemporánea, y sólo se discute el reinado absoluto con el gran Amadeo. Fue por encima de históricos grandes, como el Loco Gatti, con quien tuvo un virtuoso duelo en los 70/80, y también por encima de otros que aparecían como relámpagos de ilusiones, pero no pudieron mantener tamaña estatura. Fillol lo hizo diez años en River, 12 en la Selección, y varios más en otros pasos por clubes de alta exigencia en el mundo, como Flamengo y el Atlético de Madrid, hasta regresar de bien veterano a Racing y ser sostén en 1988 del primer título internacional de la Acadé desde el equipo de José.
A grandes promesas (como lo fueron Ustari, Juan Pablo Carrizo, Chiquito Romero) y a otros consolidados con excelentes momentos, como Andrada y Armani, se los ha proyectado en comparaciones inconsistentes con aquel atleta de reflejos inverosímiles y carácter indomable, figura gigantesca del primer seleccionado argentino campeón del mundo.
La grandeza se mide por la altura de los picos (¿y quién llegó más alto?) y la implacable prueba del tiempo, ese nivel de máxima sostenido tantos años. El Pato Fillol festeja en Olé de este lunes sus 70 años, y todavía nadie lo bajó de la cumbre.
Olé
A los 18 años debutó en Quilmes. A los 21 lo contrató Racing; a los 23 lo llevó River, y antes de cumplir los 24 jugó su primer partido para la Selección en un Mundial. Voló más alto que nadie, y a los 40 dejó la cancha en andas de sus compañeros de Vélez, tras un último partido extraordinario, ovacionado por todo el Monumental de sus hazañas, incluso por el público de River, que acababa de perder un campeonato por sus increíbles atajadas.
El Pato Fillol empezó a escalar esa montaña de pibe, alcanzó la cumbre y desde ahí puso el punto final, ¡casi 22 años después! En la Argentina que siempre hemos oído caracterizar como “tierra de arqueros”, fue el máximo de la era contemporánea, y sólo se discute el reinado absoluto con el gran Amadeo. Fue por encima de históricos grandes, como el Loco Gatti, con quien tuvo un virtuoso duelo en los 70/80, y también por encima de otros que aparecían como relámpagos de ilusiones, pero no pudieron mantener tamaña estatura. Fillol lo hizo diez años en River, 12 en la Selección, y varios más en otros pasos por clubes de alta exigencia en el mundo, como Flamengo y el Atlético de Madrid, hasta regresar de bien veterano a Racing y ser sostén en 1988 del primer título internacional de la Acadé desde el equipo de José.
A grandes promesas (como lo fueron Ustari, Juan Pablo Carrizo, Chiquito Romero) y a otros consolidados con excelentes momentos, como Andrada y Armani, se los ha proyectado en comparaciones inconsistentes con aquel atleta de reflejos inverosímiles y carácter indomable, figura gigantesca del primer seleccionado argentino campeón del mundo.
La grandeza se mide por la altura de los picos (¿y quién llegó más alto?) y la implacable prueba del tiempo, ese nivel de máxima sostenido tantos años. El Pato Fillol festeja en Olé de este lunes sus 70 años, y todavía nadie lo bajó de la cumbre.