Brasil y la vida después del 7-1

A seis años de la humillación más grande en la historia de la Verdeamarela, Olé reunió a siete periodistas brasileños para repensar sus efectos. Lo que Alemania consiguió...

Olé
Stone. “Pude haber sido culpable del primer gol alemán, pero no de los otros seis...”. Piedrazo. KO. Jagger declara a la defensiva. El pueblo brasileño ataca. Mufa. Mick y su hijo Lucas son dos de los 58.141 testigos privilegiados que ven en el Mineirao, seis años atrás, el principio del fin. El espíritu vilipendiado de Moacir Barbosa, aquel arquero de Vasco da Gama muerto dos veces, ese que le regaló el primer palo a Ghiggia en el Maracaná (y que terminó en canción del uruguayo Tabaré Cardozo y la Murga Agarrate Catalina), descansa en paz... Alemania 7- Brasil 1. O más bien, 1-7. En 6' 40”, los peores de la historia del Scratch, orgía germana, cuatro goles (con Götze suplente) mientras Argentina reconoce en San Pablo el Arena Corinthians pensando en Holanda. El silencio lúgubre del 50 se transforma en un 'ole ole' lleno de bronca e ironía. De la frustración en el imaginario a la vergüenza en tiempo real. La tercera vértebra lumbar fracturada de Neymar explica mucho. Incluso la doble amarilla tonta de Thiago Silva contra Colombia. Ausentes presentes en el testamento. Llora David Luiz. “Yo quería la felicidad de mi gente”. Se transforma en meme. Dilma Rousseff también. Silbada en cada estadio, subida a la ola electoral, había aumentado un 4% su popularidad y se estrella en la semi. El orgullo de ser brasileño cae un 9% en las encuestas. Banderas hechas fuego, bondis incendiados, saqueos, agresiones a turistas teutones, récord de posteos en Twitter y Facebook. La catarsis también golea. Y se buscan culpables Siglo XXI.


“Tuvimos un apagón general. Es el día más triste de mi vida. Creo que seré recordado por la peor derrota...”, asume Luiz Felipe Scolari entre telarañas, dejando en el olvido el 0-6 contra los charrúas en la Copa América 1920 y el 0-3 vs Francia en la final del 98, los más abultados resultados recibidos. Campeón mundial cuatro años después, en 2002, reemplazante de Dunga (más por motivador que por tacticista), el DT durmió en sus laureles, sacó los pies del piso tras ganarle a España la Copa Confederaciones 2013, y cerró sus oídos a la crítica. No lo salvó el pizarrón ni su santa ni repetir la ropa partido a partido ni los pitos (como ante Croacia y los cafeteros). Tampoco la cábala de posar con la bandera argentina acercada por un cronista del diario La República de San Luis. Carlos Alberto Parreira, su ayudante y DT de oro en USA 94, menos colaboró. “Ya estamos con una mano en la Copa”, dijo a 17 días del debut. Ni siquiera el slogan del micro oficial ayudó: “El hexa está llegando”. De locos. Y la psicóloga del grupo atendía jugadores por Whatsapp... Hicieron todo mal. Y eso que tuvieron la posesión de la bola en un 52%. “Sentimos que estaban perdidos...”, blanqueó Joachim Löw, más cerca de la lástima que de la eutanasia. Brasil, como nunca, flaqueó en ataque. Felipão despreció la experiencia de Kaká y Ronaldinho y confió en Fred, declarado 'cono' nacional. También eligió a Bernard y a su 'alegría en las piernas' para reemplazar a Ney y jugarle mano a mano a Alemania. La estrategia en Belo Horizonte se vino abajo como el Viaduto Guararapes, todo un símbolo. Días más tarde, la nafta no le alcanzaría para el podio (a pesar de clavar cinco cambios en el XI inicial). En el partido por el bronce, Van Persie ya puso arriba a Holanda a los 3'. Fue 3-0 para la Naranja y 10-1 en 180'. El problema estaba dentro del campo. Y afuera. La Confederación Brasileña de Fútbol cayó en la picota. Corrupción, gestión amateur, clubes pobres, estadios vacíos, torneos raros, la dependencia de la TV y el éxodo de jugadores desafiaban al futuro (19 de los 23 players del plantel eran 'importados'). “Por algo Alemania tiene 102 Premios Nobel y Brasil ninguno”, comparaba con polémica un Ronaldo comentarista. “Muchos creen que acá el talento sustituye al trabajo”, acusó Juninho Pernambucano metiendo, con la misma precisión que sus tiros libres, el dedo en la llaga de los 200 millones de brasileños que padecieron la humillación desde Rio Grande do Sul hasta el Amazonas.

A pesar de las protestas sociales, las fallas en el transporte, el temor a un rebrote de las guerras del narcotráfico y las deficiencias estructurales que se preveían, el Mundial fue un éxito. 600.000 turistas de 180 países ayudaron a hacer de la Copa el evento más exitoso de Brasil en 514 años de historia. Oscar, el del Chelsea, autor del 1-7 en el último minuto, le puso el cierre a una etapa y abrió el camino hacia la resiliencia. Llegó Tite, Brasil consiguió -con Neymar- el título olímpico en Río (ahora sí, en casa, y contra Alemania), acabó líder (con diez puntos de luz) en las Eliminatorias Sudamericanas, y el adiós en cuartos de Rusia 2018 ante Bélgica (1-2) no fue tan histérico. El triunfo en la Copa América 2019 empezó a (re)amigar a la Verdeamarela con su gente mientras, a nivel clubes, Gremio y Flamengo levantaban la Libertadores y Chapecoense (post mórtem) y Athletico Paranaense, la Sudamericana.

“El fútbol es la construcción nacionalista moderna de Brasil”, jura el antropólogo social Roberto Da Matta. “La alegría de nuestro pueblo viene de los indios, para quienes el sentido de la vida era uno: vivir”, ratifica su colega Darcy Ribeiro. Vientos de cambio en la vieja Patria de las Zapatillas aturdida por el Complejo de Vira-Lata (Nelson Rodrígues dixit), del perro callejero, del pesimismo, de la baja autoestima nacional. A darle las gracias a Alemania entonces, que enterró Maracaná. Mientras tanto, Jagger sigue cantando, recaudando, y Barbosa... La reputación de Barbosa goza de buena salud.

Opinan Martín Fernández (Globo Esporte, Jornal O Globo, Sport TV), Leonardo Dahi (Radio CBN San Pablo), Felipe Lobo (editor de Trivela), Jeremías Wernek (UOL Esporte, SBT Rio Grande do Sul), Thales Machado (Jornal O Globo y Jornal Extra), Bruno Rodrigues (Folha San Pablo y Futebol Café), y Rodrigo Cabral Faraco (CBN Fpolis, NSC TV SC y HoraSC ).
-¿Por qué el resultado fue tal alevoso?

-Martín Fernández: “Es algo que nunca más pasará en este nivel. Es inexplicable. Entrevisté a mucha gente de esa selección, al cuerpo técnico,y hasta charlé con el árbitro... Y si ves el partido otra vez, hay momentos en los que parece que 7-1 fue poco...”.

-Felipe Lobo: “Faltó en Brasil algún jugador experimentado que frenase el juego, que calmara al equipo (aunque sea con una patada). Nadie en el equipo tuvo la capacidad de percibir que era necesario tirarla afuera, hacer un foul duro y poner la pelota al piso antes de intentar empatar. La ansiedad de buscar el ataque tras cada gol alemán tornó peor el problema. David Luiz se transformó en atacante, yendo hacia arriba sin organización. Hasta el mismo Scolari pudo haber enfriado la cosa, como lo hizo muchas veces en sus clubes, asegurando la pelota, gritando o metiendo un cambio. Pero nadie lo hizo. La selección estuvo sin saber qué hacer en la cancha y Alemania lo aprovechó para anotar goles en secuencia. Hasta un amateur sabe que, en algunos momentos, es preciso parar todo para reorganizarse antes de intentar descontar. Los jugadores parecían tan sorprendidos como los hinchas. Y la tragedia sucedió. Es más: pudo haber sido peor si Alemania no bajaba el ritmo. En el segundo tiempo, si querían, nos hacían más goles”.

-Rodrigo Faraco: “El resultado fue lo absurdo que fue porque, entre otras cosas, la selección alemana era mucho mejor que la nuestra, individual y colectivamente. Si Brasil hubiese estado bien entrenada podría hasta haber competido y luchado mucho pero, probablemente, también hubiera perdido. Aunque por un resultado menos humillante. En esas condiciones, la derrota era casi inevitable”.

-Bruno Rodrigues: “Es difícil de explicar. Per se, el resultado no se corresponde a lo que eran los equipos. Colectivamente, Alemania era mucho más fuerte e incluso -y lo había dicho ese mismo día a la mañana por televisión- favoritos. Pero, individualmente, no había semejante desigualdad. No era un partido para semejante goleada, como pueden ser esos de primera fase entre selecciones debutantes y potencias o conjuntos con más historia y recorrido. Alemania se aprovechó de un lapsus de concentración y una falta tremenda de organización del equipo brasileño a partir del segundo gol. Encontraron espacios contra un sistema que no tuvo la capacidad de reorganizarse y nos encajaron cuatro goles en seis minutos, liquidando la semi en apenas 29' del primer tiempo”.

-Jeremías Wernek: “El resultado fue una tragedia porque era una semifinal de Copa del Mundo. Brasil era la sede, recibió cinco goles en un tiempo y Alemania bajó el ritmo. De lo contrario, hubiese sido mucho mayor la diferencia. Si miramos en retrospectiva, Brasil no hizo un partido razonable en toda la competencia, desde el debut contra Croacia. No tuvo el juego de una selección de su status y favorita al título. No presentó nada, ni cerca, de lo que hizo contra España, un año antes, en la final de la Copa Confederaciones. Colectivamente, tenía enormes problemas, vivía mucho de las individualidades de Neymar, de los arrestos de Oscar -figura contra los balcánicos-, y de situaciones muy puntuales como el gol de David Luiz contra Colombia. También la suerte contra Chile en octavos en el mismo Mineirao. El 7-1 fue la cereza de la torta de una Copa del Mundo muy mala para nuestra selección, que sabíamos que no podía dar más de lo que dio. No olvidemos que, horas más tarde, cayó 3-0 por el tercer puesto ante Holanda. O sea, en una semana perdió 10-1... Fue ultrajante. Salir del segundo Mundial en el país con otra frustración tan absurda... Perder contra Alemania, ponele. Pero 7-1, en una semi, y en casa...".

-Thales Machado: “Fueron 25 minutos de un fútbol que nadie puede comprender cómo sucedió. Era para un 3-0, un 4-1, como las goleadas de grandes equipos sobre otros grandes equipos. Lo emocional de volver a jugar un Mundial en Brasil también ayudó. Y además, fuera de la cancha, había una Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) totalmente desorganizada, con dirigentes presos y con otros tantos por serlo. La suma de todos los factores también explica el resultado”.

-Leonardo Dahi: “Nada explica el 7-1. La gente suele decir que sucedió porque Alemania fue mucho que mejor que Brasil. Pero 'mucho mejor' en una semifinal de Copa del Mundo es 3-0, 4-0, cinco como máximo. Siete fue una aberración inexplicable, construida en aquellos diez minutos en los que Brasil estuvo en otro planeta. Si en ese lapso donde se recibieron cuatro goles sólo se hubiese sufrido uno, el resultado hubiera sido un humillante 4-1 que, a mi juicio, traduciría mejor el juego y la diferencia entre las selecciones. Pero pasó. Scolari creyó que con un punta veloz (Bernard) podría romper la fuerte marcación alemana. Y confió en que Fernandinho y Luiz Gustavo podrían asegurar el mediocampo. Erró feo. En los primeros diez minutos, Brasil, igualmente, controló el juego. Pero bastó perder la primera pelota que percibamos que la cosa sería difícil. Alemania era un equipo muy intenso, que atacaba con seis, siete jugadores, con Fernandinho y Luiz Gustavo intentando frenarlos... No aguantaron. Una vez rota la línea central, los alemanes siempre se encontraron con una defensa frágil. Sin Thiago Silva, David Luiz se chocaba con Dante en el juego interior. No había un plan para marcar a Alemania. Aunque no la había entrenado, Brasil tenía una idea de cómo atacar pero no sabía cómo defender. ¿Marca individual? ¿En zona? ¿Posicional? Nadie lo sabe. Brasil subía en bandada y el medio buscaba, casi intuitivamente, robar una pelota en la desesperación. Como si fuese un equipo de potrero contra otro profesional. Y por si bastara poco, encontró a una Alemania que hizo su mejor juego. Es decir, el mejor partido de la mejor selección del mundo. Fue la mayor exhibición colectiva de las Copas del Mundo desde el Brasil de 1970. Igual, Brasil no fue el responsable del 7-1: el responsable fue Alemania. El 7-1 fue una triste humillación, pero también una linda exhibición de un equipo casi perfecto. Cuando contamos esta historia no podemos apagar en la narrativa el talente y la calidad del vencedor. ¿O alguien cuenta la historia de la final de México 70 apenas destacando lo que Italia hizo mal?”

-¿Qué hizo de mal Brasil para recibir semejante paliza?

-Felipe Lobo: “El principal error fue no percibir que Alemania era un equipo más fuerte que Brasil y, principalmente, algo que fue muy comentado en esa época: el mediocampo era, defensivamente, muy malo. Uno de los pedidos más constantes antes del partido era que en vez de sustituir a Neymar, lesionado, con otro atacante, debía ubicarse otro volante para marcar más. Sin embargo, Scolari decidió incluir a otro delantero, como Bernard, y el medio con Luiz Gustavo y Fernandinho fue un desastre, como ya venía siendo en los partidos anteriores. El Chile de Sampaoli no eliminó a Brasil sólo por pura falta de suerte. Y el problema fue el mismo. Le faltó a Brasil ver sus propios problemas y la incapacidad del técnico y los jugadores en percibirlos incluso durante el partido. Eso acabó siendo fatal”.

-Leonardo Dahi: “El mayor de todos los errores fue haber despedido a Mano Menezes sobre el final del 2012. Mano hacía un trabajo difícil, de renovación después del fin de la generación 1998-2010 y, entre altos y bajos, la selección comenzaba a mostrar otra cara. Justamente en el momento en que la cosa estaba engranando, a causa de una derrota en los Juegos Olímpicos (que era Sub 23), su trabajo fue interrumpido. Y algo peor: el sustituto no fue elegido por una razón técnica aunque sí de imagen. Era el campéon del mundo en 2002 (Scolari), encima auxiliado por el campeón del mundo en 1994 (Parreira). Como si, simplemente, los últimos dos entrenadores campeones pudiesen resolverlo todo. Felipão consiguió formar un equipo competitivo en la Copa Confederaciones pero, en ese intervalo de un año hasta la Copa, la selección fue para atrás. Era un equipo extremadamente dependiente de la calidad individual de algunos jugadores. Scolari no percibió que el Paulinho de 2014 no era el Paulinho de 2013, que el Fred de 2014 no era el Fred de 2013. Y amparado por el título de la Copa Confederaciones, el entrenador no se preocupó en esos reparos. En el Mundial, Brasil no hizo ningún buen partido. Fue avanzando, con subidas y bajadas, casi siempre gracias a lo que podía producir Neymar. Cuando llegó el juego ante Colombia, Brasil no sólo perdió a Ney sino a Thiago Silva, el mejor zaguero del mundo. Ahí se diseñó el desastre: Miranda, tal vez el mejor marcador central después de Thiago Silva-David Luiz, no fue convocado porque Scolari prefirió a Henrique, quien había trabajado con él en Palmeiras. Acabó optando por Dante, quien jugaba en Bayern Munich y conocía el equipo. En el 7-1, para cubrir el cupo de Neymar, incluyó a Bernard en una formación ofensiva que jamás había sido probada en algún entrenamieto. Grave error: enfrentó al mejor equipo del mundo con un XI improvisado, basado casi exclusivamente en lo que Brasil quería hacer y casi sin pensar en lo que Alemania haría...”.

-Jeremías Wernek: “Tácticamente, el error fue haber elegido a Bernard para reemplazar a Neymar. Y más complejo, tener un plantel con un liderazgo no tan claro. El capitán de Brasil fue Thiago Silva, quien antes de los penales ante Chile, fue tomado por la televisión mientras lloraba... No había un líder como Cafú, como Dunga, como Romario. Eso afectó muchísimo el equipo en aquel Mundial. Y en este partido especialmente, al tercer gol, los jugadores quedaron anestesiados. No hubo un cambio. Uno que llegue y diga 'vamos a bajar un poco el ritmo de Alemania y volvamos al partido'. Eso está íntimamente conectado con la falta de un caudillo. La prensa trabajó en aquel momento con los datos del día; después de un mes, dos años, pero un análisis histórico del impacto todavía no está listo. No hicimos un análisis profundo de aquel partido, de su contexto y de su reflejo. Culturalmente, Brasil va a esperar diez años para tener un poco más de idea de lo que pasó”.

-Martín Fernández: “Las bajas de Thiago Silva, por suspensión, y de Neymar, por lesión, pesaron muchísimo. El equipo no supo manejar la presión. Scolari se equivocó en la formación. La preparación no fue adecuada. Es como un accidente de avión, cuando muchos hechos y errores terminan en desastre...”.

-Thales Machado: “Si hablamos de las cosas mal hechas dentro del campo de juego, el pensamiento de no acompañar la evolución del fútbol en el mundo fue la causa principal. Brasil jugó de una manera táctica muy limitada, sin saber enfrentar a los adversarios, sin conocerlos, ante una Alemania que venía de un proceso nacido en 2006, donde fueron eliminados en su propio Mundial aunque no humillados. La salida de Neymar frente a Colombia también fue decisiva. Pero algo así no pasará más”.

-Bruno Rodrigues: “Así como no hubo un único culpable o un gran responsable, tampoco hubo un único error. Se puede decir que la entrada de Bernard desde el comienzo fue un equívoco de Scolari; que Fernandinho, pieza fundamental en el City desde hace muchos años, jugó un partido horrible; y que Dante -reemplazó al suspendido Thiago Silva- no estaba preparado para soportar ese nivel de juego... En lo táctico también hubo errores. Pero el problema iba mucho más allá del planteo. Era un tema estructural”.

​-Rodrigo Cabral Faraco: “El equipo estaba muy mal entrenado. No había una idea estructurada ni una coordinación entre los sectores del equipo y las fases de juego. Había intensidad y la voluntad de ahogar a los rivales, utilizando el factor localía, con la hinchada cerca y, quién sabe, la brillantez de un crack como Neymar. Eso funcionó bien, un año antes, contra una España cansada en la Copa Confederaciones. Y para jugar bien contra esa Alemania se precisaba tener mucha organización. El 7-1 comienza con la formación propuesta por Scolari, quien eligió a Bernard en lugar de Neymar. Neymar venía jugando por adentro, con libertad de movimientos. Sin él en cancha, y con Bernard, el medio campo quedó vacío. Sólo estaba Fernandinho en la medida que Bernard se tiraba por derecha y Luiz Gustavo se paraba delante de los zagueros para intentar salir con la pelota. ¿Cómo jugar contra Schweinsteiger, Kroos, Khedira y Ozil en el sector con apenas Fernandinho? Después del segundo gol, los agujeros fueron apareciendo y, emocionalmente, sucumbieron. Los goles que siguieron mostraron exactamente los huecos que dejaba la defensa brasileña. Los volantes alemanes robaban la pelota y tocaban entre ellos frente a la última línea. Hicieron todo muy fácil...”.

-¿Cuáles fueron las semejanzas y las diferencias del Mineirazo con el Maracanazo?

-Jeremías Wernek: “¿Semejanzas? La vara muy grande trazada por la identidad popular brasileña. En 1950, ayudó a estructurar la Teoría del perro de la calle (Complexo de cachorro vira-lata), el perro que no tiene pedigree. Un sentimiento de inferioridad. Sobre eso escribió Nelson Rodrigues, un dramaturgo y escritor pernambucano. Durante décadas, hasta hoy, el brasileño muestra ese síndrome. Y en 2014, se refuerza la teoría de que el brasileño no es un ganador nato, que tiene muchos problemas de autoestima. ¿Diferencias? Nuestro país, en aquel momento, recibió un evento mundial, que después podría compararse con Juegos Panamericanos u Olímpicos. Pero hay una diferencia. Brasil, a su manera, con corrupción mediante, recibió al mundo entero mientras en 1950 había apenas un puñado de turistas. Todo era muy distinto. Problemas de organización de mayor orden. Desde 2012 a 2014 había fantasmas de narcotráfico sobre Río de Janeiro y San Pablo. El temor era gigante después de las protestas de 2013 donde el pueblo tomó las calles. Nadie confiaba en sus posibilidades, como el perro vira-lata. Pero el país mostró una sorprendente capacidad”.

-Leonardo Dahi: "Creo que lo único realmente comparable fue la frustración, el dolor de un país por la derrota. Porque, deportivamente, no hubo comparación. En 1950, Brasil perdió un partido en el que, a pesar de ser favorito, no dejaba de ser el juego de una selección emergente contra otra (Uruguay) campeona mundial y bicampeona olímpica. En 2014, Brasil ya era pentacampeón del mundo, la camiseta más famosa del mundo, y fue goleado, humillado, no vio ni el color de la pelota... Desde el punto de vista social hubo una contradicción interesante: el Brasil del 2014 era, al mismo tiempo, más unido y desunido que el de 1950. El Brasil del 2014 ya mostraba una grieta política, un poco por las protestas del 2013 y otro tanto por las elecciones presidenciales que habría meses más tarde. La entonces presidente Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores, tenía el apoyo de las clases más pobres pero era silbada y ofendida cada vez que pisaba una cancha, donde estaba la clase media-alta. La Copa en sí funcionó como un 'alto el fuego' de 30 días entre personas de ideologías diferentes. En 1950 todo era muy diferente porque no existía ese clima en el país (el presidente Getúlio Vargas estaba en los brazos del pueblo). Igualmente, al mismo tiempo, la evolución de los medios de comunicación hizo que el país entero pudiese vivir el Mundial. Hace 70 años, la Copa del Mundo era una cosa más restringida a las sedes de juego (Río y San Pablo, principalmente) y algunas capitales de Estado que recibían informaciones por radio y diarios. Hace seis, el evento era mucho mayor: 12 sedes, decenas de ciudades hospedando selecciones, TV e Internet permitiendo que el brasileño viva el evento donde quiera que esté. Entonces, la conmoción nacional fue mucho mayor. El Maracanazo le dolió a las 200.000 personas que estuvieron en el estadio y a algunos millones más. El 7-1 fue un golpe en vivo para 200 millones de brasileños”.

-Martín Fernández: “La de 1950 fue una frustración. La de 2014, una vergüenza. El Diario Extra sacó una tapa muy buena que decía: 'Felicitaciones a los subcampeones del '50'. El Diario de Pernambuco tituló: 'Barbosa, que en paz descanses...”. Es curioso pero la selección del 2014, de alguna manera, le devolvió algo de dignidad al equipo de 1950”.

-Felipe Lobo: “La comparación con 1950 es hasta cruel... En aquel momento, el equipo tenía todo para ganar. Era una selección todavía más fuerte que la de 2014 y terminó perdiendo por festejar antes de tiempo. Aquel episodio dejó muchas marcas, incluso de superstición. El cambio de camiseta (la blanca por la Verdeamarela) fue una de ellas. La forma criminal como se trató al arquero Barbosa también. El tuvo una frase fuerte antes de morir que decía: “La pena máxima en Brasil es de 30 años de prisión pero yo ya llevo 50 por lo que pasó...”. Por eso, creo que es imposible la comparación. El contexto social era de un país intentando mostrar que era grande, futbolística y socialmente. En 2014, Brasil ya venía en crisis desde el año anterior, con protestas contra el Gobierno que nunca se disiparon. Así y todo, intentaba usa la fama de ser un país fuerte en el deporte para aumentar la capacidad del equipo, que estaba lejos de ser uno de sus mejores representativos. Tal vez, el único punto en común fue la arrogancia, el entrar a la cancha creyendo que se podría ganar en cualquier momento. Muchos comentaristas aseguraban que, contra Alemania, Brasil necesitaría defenderse, que era mejor. Pero el técnico creyó que podría formar un equipo abierto. Esa arrogancia, en el '50, se vivió con la fiesta que se hizo el día anterior al juego final contra Uruguay, del que la prensa también participó. Aunque la humillación del 2014 fue mucho peor. Es la mayor de la historia del fútbol brasileño. Nunca será superada”.

-Thales Machado: “La diferencia con 1950 fue el optimismo. Aquella vez era gran favorito. En la ronda final, en Maracaná, le ganó a Suecia, goleó a España, y todos esperaban que le ganase a Uruguay. Pero... En 2014 había confianza pero más con el Mundial, con el evento, con mucha fiesta y alegría, aunque no se creía tanto en la selección. Nadie esperaba un 7-1 pero mucha gente imaginaba que no se ganaría la Copa. Una semi, en la previa, ya era un premio. Igual el uso político del Mundial fue un poco parecido aunque fue un año después de la gran crisis política. Creo que hay pocas cosas iguales, similares. En 1950, hubo decepción y tristeza. En 2014, el sentimiento fue más de revuelta. Las personas dejaron de gustar de la selección”.

-Bruno Rodrigues: “Aunque el empate le servía a Brasil en 1950, todavía no éramos campeones del mundo en la derrota frente a Uruguay. Sesenta y cuatro años más tarde, Brasil ya era el "país del fútbol", una cantera inagotable de talentos a nivel mundial. Mientras el Maracanazo es calificado como 'tragedia', el 7 a 1 está más para una 'vergüenza', un papelón. Hasta que Brasil no salió campeón, en 1958, el trauma del '50 estuvo muy presente en el día a día del pueblo. Era una especie de fracaso nacional, no sólo deportivo. Era también el fracaso del negro y del mulato, un racismo que Barbosa tuvo que aguantar hasta su muerte. En 2014, teníamos (como hoy) una sociedad demasiado racista todavía, demasiado conservadora, y éramos (somos) un fracaso como país. O sea, puede decirse que cambiamos poco en varios aspectos y eso es una lástima. Pero creo que hay mucha más desigualdad hoy que hace más de 60 años. El fútbol en los '50 era popular. Hoy, es otro privilegio de las élites...”.

-Rodrigo Cabral Faraco: “De repente, después del 7-1, se genero una conciencia de que 1950 no había resultado ninguna humillación. Por más que no haya vivido aquel tiempo, la cultura futbolística del brasileño siempre sacó a la luz a los villanos de aquella derrota. Siempre había un culpable. Pero, al mismo tiempo, también hubo falta de capacidad para admitir que Uruguay luchó por la victoria y que, tal vez, realmente había sido el mejor y tenía merecido el triunfo... Culturalmente siempre existió un significado de tristeza profunda y el renacimiento de una nación futbolística. Como si el Maracanazo hubiese despertado a la selección a los grandes logros que siguieron. Pero para 2014 yo utilizaría la palabra 'vergüenza' por ser mucho más apropiada. Así, inmediatamente, los 'posibles responsables' de 1950 fueron perdonados y entendidos. La tristeza de los '50 dio paso a la alegría y la revuelta de 2014. En resumen, para unos hubo amnistía y para otros, la goleada será imperdonable”.

-Thales Machado: “Barbosa fue un gran arquero de Vasco da Gama. Incluso en 1950, antes del Mundial, fue campeón del Campeonato Carioca en Maracaná. En verdad, no sabemos si hoy fue o no un 'frango' (falla del arquero que termina en gol) de Moacir la jugada del gol de Ghiggia para el 2-1 de Uruguay. La opinión está dividida. Hubo un poco de prejuicio racial en el medio. Se creo el rumor de que los arqueros negros no servían. Quedó como gran responsable, además, porque Brasil siempre tiene que tener un culpable en todas las Copas. Que en el '78, Argentina le compró el partido a Perú y lo dejó afuera; que, en 1982, Telé Santana no cambió al arquero; que... El 2014 no tiene un gran responsable. Aunque la carga se quedó -y merecidamente- en Scolari, que armó un equipo retrógrado que no valía para el fútbol moderno y fue arrogante. La modernidad y las redes sociales también hicieron lo suyo tomando al llanto de David Luiz como punto, quedando pegado en el 7-1. Fernandinho jugó muy mal pero, entre Tite y Guardiola, le dieron confianza y salió un poco del foco del partido, donde fue el peor de la cancha”.

-Martín Fernández: “No me gusta la idea de culpar a Barbosa. En 2014 fue una obra colectiva. A diferencia de Moacir desde el '50, hay un punto importante: la vida de los protagonistas de aquel 7-1 siguió para bien. David Luiz anduvo por PSG, Chelsea y Arsenal (lo que no es un castigo para un futbolista), Marcelo ganó tres Champions con Real Madrid, Fernandinho se hizo capitán del City de Guardiola, Scolari ganó títulos en China y el Campeonato Brasileño... No hubo 'condenas eternas' felizmente. Son futbolistas, no criminales”.

-Felipe Lobo: “En el 2014, el jugador que quedó más marcado por el 7-1 fue David Luiz. Su relación con la selección y, principalmente, con la hinchada, se rompió totalmente. Pasó a ser un jugador que no fue más tolerado por sus fallos. El dejó de ser símbolo hasta para los medios porque después de la goleada, llorando, dijo que 'sólo quería darle una alegría a mi pueblo...”. Y se transformó en chiste, en meme, y nunca más se recuperó el feeling. Al menos, para el público”.

-Leonardo Dahi: “La goleada fue tan absurda que la culpa no cayó sobre una sola persona. En ese momento, Felipão fue apuntado como el máximo responsable. El equipo era de él, la formación fue de él, todo él. Después del título conseguido en la Copa Confederaciones 2013, Scolari se subió a un altar y no aceptó ningún cuestionamiento. Cuando llegó el golpe, tuvo que soportar todo de una vez. Igualmente, aunque su mancha sigue vigente, consiguió recuperarse: meses después ya estaba entrenado al Gremio y, en 2018, fue campeón brasileño con el Palmeiras. Para algunos jugadores, el episodio fue más cruel: David Luiz y Dante prácticamente no tuvieron más vida en la selección después de aquella goleada. Dunga llegó a convocar a David Luiz algunas veces pero la prensa y la hinchada fueron implacables. Al final de cuentas, ¡eran los dos zagueros! Y también Fred, que por hacer una Copa apagada, quedó marcado como un 'cono'. Eso sin contar a los jugadores que no fueron exactamente culpables pero que se transformaron en símbolo de la Generación 7-1: Luis Gustavo, Hulk, Oscar, Bernard... No fueron directamente responsables pero quedaron señalados como sinónimo de fracaso y perdieron espacio”.

-Jeremías Wernek: “Barbosa fue el gran 'culpable' del Mundial 1950. La pena máxima de la Justicia brasileña, se repite a diario, son 30 años pero él fue penado por más de 50. Hasta su muerte. Cuenta el relato que las personas pasaban por la calle y le decían a sus hijos, cuando se cruzaban con Moacir, que Brasil había perdido por él. Le decían de todo. 'Negro', mínimo. Racismo puro. Fue perseguido por una pseuda falla. Sin embargo, no hubo en 2014 un jugador del mismo nivel de Barbosa en 2014. No podría identificarlo. Algunos culpan a Dante, pero no lo veo como responsable principal. Otros a Bernard, elegido para reemplazar a Neymar. Yo creo que todavía no tenemos la real dimensión de lo que fue el 7-1. Probablemente, de acá a diez años, cuando la goleada sea estudiada y revisitada, la gente encontrará a un villano. La gente está anestesiada todavía. No se da cuenta, no tiene noción de lo que significó semejante resultado, en una semifinal y de local. Llegará el día en que se entenderá mejor lo que pasó. Y en Brasil es fácil elegir a un culpable, eh. En 1990 fue Branco por tomar agua del bidón contra Argentina; en 1998, Ronaldo por su problema de salud justo en el partido decisivo; en 2006, Roberto Carlos se acomodó las medias en vez de marcar a Henry; en 2010, Felipe Melo fue expulsado; en 2014... Ninguno. Pero esa ausencia no habla de inocentes: quiere decir que la gente todavía no lo asimiló”.

-Bruno Rodrigues: “No hay un único culpable para elegir. Todos los jugadores quedaron marcados con el 7 a 1, unos más, otros menos. Pero no hubo un jugador que haya sido tan criticado como lo fue Barbosa en su vida por la final de 1950”.

-Rodrigo Cabral Faraco: “En 2014 fueron elegidos algunos Barbosas. Fred, incluso durante el partido, fue silbado por la hinchada mineira en su propia casa. También David Luiz y Fernandinho. Como en el caso de Barbosa, hubo también mucha injusticia en apuntar con el dedo a algún jugador individualmente. Fue una derrota colectiva. Y en este caso, el comandante es el que tiene que responder: el entrenador Luiz Felipe Scolari fue, verdaderamente, el gran responsable, el gran dueño del 7 a 1...”.

-De toda crisis nace una oportunidad. Seis años después del 7-1, ¿qué terminó siendo positivo con el tiempo para la selección? ¿Sirvió para algo al menos una paliza así?

-Thales Machado: “En Brasil, la oportunidad tardó un poco más en desarrollarse. La decisión fue un poco equivocada en volver con Dunga, en regresar a un pasado reciente que quería amor por la camiseta, como si el problema estuviese en la voluntad, en las ganas de los jugadores. Pero después de la Copa América 2015 se fue y salió la oportunidad de Tite, quien pensaba un fútbol más moderno y avanzado, con libertad para ser entrenador. Hasta el Mundial 2018 hizo un buen trabajo, un poco más independiente y sin tantas relaciones con la CBF, pensando sólo en la cancha y en el fútbol. Y por primera vez no se vivió una gran tragedia con la eliminación en Rusia. Fue un reflejo del 7-1. Se aprendió que se necesita un trabajo a largo plazo y que no se pueden ganar todos los Mundiales. Le pudo haber ganado a Bélgica pero no es que se echó a perder todo el trabajo. Tite después ganó la Copa América y creo que va a llegar tranquilo al 2022. El 7-1 fue culpa de la desorganización y la corrupción en la Confederación Brasileña. Son los mismos de antes pero con prácticas un poco más transparentes y modernas. Es una evolución natural del fútbol en Sudamérica. No es perfecto todavía pero está bien y la semi contra Alemania fue un incentivo. Si perdía en suplementario o por penales, los cambios hubieran sido más difíciles, con la misma dirección, los mismos jugadores y el mismo entrenador...”.

-Martín Fernández: “Se abrió una gran discusión sobre la calidad del fútbol que se juega en Brasil, sobre la formación de los jugadores y sobre cuán atrasados estaban los técnicos brasileños. Hubo un poco de histeria también. Después, por ejemplo, equipos brasileros ganaron la Copa Libertadores jugando bien (Gremio, Flamengo). La selección perdió dos años con Dunga, pero al fin volvió a la normalidad con Tite: jugó bien las Eliminatorias, perdió un partido parejo con Bélgica en el Mundial y ganó la Copa América”.

-Jeremías Wernek: “Vimos a partir del 2014, y mucho más desde 2015, un proceso de calificación de las personas que trabajan alrededor del fútbol. Incluido los periodistas. Para un análisis mejor, los cargos fueron ocupados por individuos más capacitados en los distintos estratos de los clubes brasileños. No significa eso que haya dejado de ser amateur en algunas áreas. Por el contrario. Es un profesionalismo entre futbolistas y entrenadores, pero el resto del terreno sigue siendo de aficionados. El legado del 7-1 fue una reflexión muy grande que ya no existe. El resultado en Rusia, la eliminación 2-1 ante Bélgica, fue como un eclipse. La gente no vio que la distancia con las otras potencias todavía es real porque 'sólo perdimos 2-1'. Igualmente, algunas cosas dentro del proceso comenzaron a mejorar aunque, desde el punto de vista organizacional, todo es muy arcaico. Lo que refuerza que la goleada alemana no cambió el fútbol brasileño fue que Scolari fue sacado de su cargo y fue reemplazado por Dunga. ¡Por Dunga! Ya en 2014 el entrenador era Tite pero la CBF puso a Dunga porque la elección del entrenador fue más política que una búsqueda de un nuevo ciclo rumbo al Mundial 2018. La Confederación quería un DT que aguante las críticas. El 7-1 fue impactante pero no cambió el fútbol brasileño. Y si no lo cambió ahí, menos ahora...”.

-Leonardo Dahi: “Creo que es preciso separar a la selección brasileña del fútbol brasileño. El 'legado' del 7-1 para la selección fue forzar una renovación ya que algunos jugadores quedaron 'marcados'. Eso abrió espacio para Roberto Firmino, Douglas Costa, Philippe Coutinho, todavía con Dunga, y después, ya con Tite, a otros como Allan y Arthur. Individualmente, el equipo del 2014 no era malo pero era verdaderamente inferior al de Rusia 2018. La goleada recibida contra Alemania aceleró esa renovación. Esa derrota también forzó a Brasil a reflexionar mucho sobre la estructura interna del fútbol local y sobre el nivel de los entrenadores. Seis años después, la situación todavía no es satisfactoria, pero hubo avances por parte de la Confederación Brasileña de Fútbol en términos de organización y transparencia. El nivel de los técnicos también subió, con puertas más abiertas a los extranjeros y más lugar para los jóvenes entrenadores, con más conocimiento teórico y que entienden los conceptos más modernos del juego. Es un proceso que tiene un millón de razones pero pienso que el 7-1 está entre ellas, especialmente por ser 'obra' de un DT como Felipão...”.

-Felipe Lobo: “El resultado sirvió para cuestionar a los técnicos brasileños, que pasaron a ser muy comparados con los del exterior. No sólo con los argentinos, los más exitosos del continente, sino también con los europeos. El problema es que se avanzó poco en relación a eso. La CBF creó su escuela de entrenadores y pasó a ser obligatorio sacar una licencia para ser DT profesional. La dificultad es que todavía está lejos de la calidad de escuela de los técnicos argentinos, que ya existe hace décadas, y muy lejos de lo que sucede en el Viejo Continente. Ese fue el único 'legado' positivo del 7-1. El mal resultado sirvió para cuestionar algunas cosas pero el avance fue muy pequeño. La mejora que Brasil tuvo, en tanto selección, tuvo más que ver con el técnico, Tite, que de los cambios de gestión de la CBF, que sigue haciendo un mal trabajo. El fútbol brasileño continúa con uno de los peores calendarios del mundo, un problema que atrapa incluso todos los aspectos del juego. Brasil es un país rico en Sudamérica pero sólo en dinero. Acá tener dinero sólo sirve para pagarle mejores salarios a los mismos jugadores”.

-Bruno Rodrigues: “Nos sirvió para darnos cuenta, de manera general, que había algo muy equivocado en nuestra manera de pensar y ejecutar el fútbol en todas sus etapas. Si hubiésemos perdido 2-1, los brasileños nos hubiéramos ida a casa tristes y enojados, pero con la sensación de que seguíamos en el camino correcto. Pero semejante disparidad en el juego y en el resultado final nos abrió los ojos en el sentido de que necesitábamos cambiar las cosas a nivel organizativo, observar con menos soberbia qué se hace en otros lugares del mundo -como en la propia Alemania, que apostó a un proyecto nacional de reorganización de su fútbol. También debatimos -y todavía lo hacemos- el rol del técnico y sus capacidades tácticas en comparación con lo que hacían y hacen entrenadores de otros lugares, de otras ligas. Hubo un cambio generacional y de nombres importantes en los últimos años, con apuestas diferentes a nivel juego, que creo que también es consecuencia de todo lo que el 7-1 nos mostró”.

-Rodrigo Cabral Faraco: “El fútbol jugado en Brasil pasó a ser más discutido y debatido internamente. Principalmente, los tecnicos, lo que era muy necesario. Hasta hoy. La catástrofe del 7-1 sirvió para abrir la herida. Muchas críticas llegaron y comenzó a surgir la necesidad de comprender lo que estaba sucediendo en las canchas de todo el mundo. Fue una especie de conciencia colectiva de que nos habíamos 'quedado atrás'. No es que ésto haya generado resultados inmediatos y que todo haya cambiado en el fútbol brasileño. De hecho, no sucedió. Lo que sí ha cambiado es la caída de la autosuficiencia. El brasileño siempre ha sido muy arrogante en términos de fútbol, como si tuviera todos los secretos guardados en su bolsillo y como si pudiera resolverlo todo. La realidad mostró que el fútbol brasileño se detuvo a tiempo durante unos años. Al menos, una década. Una involución de ideas. Se ha empobrecido con el tiempo. Se convirtió en un fútbol de resultados solamente, sin brillantez. Muchos equipos rechazaron la pelota. Fútbol no compacto, con mucho espacio entre líneas, de un área a otra. Y la selección terminó reflejándolo. Mucho”.

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