Russo recordó la Copa del 2007
A 13 años de la obtención de la última Libertadores de Boca, el DT habló maravillas de su equipo, destacó la figura de Román y contó qué significó ese logro en su vida. Mirá todo lo que contó.
Olé
Este sábado se cumplieron 13 años de la última vez que Boca se consagró campeón de América. Con Juan Román Riquelme figura, y Miguel Ángel Russo en la conducción técnica, el Xeneize fue de menor a mayor y obtuvo la mayor diferencia de goles en una final de Copa Libertadores: 5-0 contra Gremio. Miguel, que hoy sueña con darle un nuevo título internacional al club (su equipo marcha segundo en el Grupo H, a dos puntos de Libertad), brindó su testimonio en un emotivo video que el club publicó en sus redes sociales.
“Boca venía de su ciclo más exitoso, acostumbrado a pelear la Libertadores. Había ganado la del 2000, 2001 y 2003, y había perdido la final en 2004. En ese momento parecía un Copa más, pero no lo fue. Cuesta muchísimo ganarla y hay que mentalizarse muchísimo para llegar al objetivo”, dejó en claro el DT, quien fue analizando paso a paso la campaña del equipo desde el debut contra Bolívar en La Paz (0-0) hasta la final con Gremio en Porto Alegre (3-0 acá y 2-0 en Brasil).
“En la primera fase nos tocaron todos rivales en la altura (Bolívar, Cienciano y Toluca). Yo decía: ‘Menos mal que eran tres partidos, si hubiesen sido cuatro, nos tocaba en la Luna, je’”, rememoró Miguel. Y destacó que Boca tuvo el mérito de pasar de ronda sin haber jugado un solo partido en la Bombonera: uno en el Nuevo Gasómetro y dos en el José Amalfitani.
El DT, además, valoró el gran aporte de Riquelme, quien se incorporó al plantel a principios de aquel año y marcó una diferencia notable dentro de la cacha. "Habíamos hecho una gran pretemporada en Tandil, pero nos faltaba algo. Se dio la posibilidad de Román y luché mucho para traerlo. Porque sabía que Román nos podía cambiar. Él venía golpeado del Mundial, del Villarreal, de su pelea con Pellegrini. Y tuvimos a un Román en su máximo nivel. Pocas veces he visto jugadores jugar una final de esa manera, pero después repaso las finales de él, con Palmeiras, con el Real Madrid, y tiene una injerencia muy grande en todos esos partidos. Ese día, en Brasil, no le podían sacar la pelota. La llevaba de un lado al otro, la cubría, la acariciaba...”.
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Este sábado se cumplieron 13 años de la última vez que Boca se consagró campeón de América. Con Juan Román Riquelme figura, y Miguel Ángel Russo en la conducción técnica, el Xeneize fue de menor a mayor y obtuvo la mayor diferencia de goles en una final de Copa Libertadores: 5-0 contra Gremio. Miguel, que hoy sueña con darle un nuevo título internacional al club (su equipo marcha segundo en el Grupo H, a dos puntos de Libertad), brindó su testimonio en un emotivo video que el club publicó en sus redes sociales.
“Boca venía de su ciclo más exitoso, acostumbrado a pelear la Libertadores. Había ganado la del 2000, 2001 y 2003, y había perdido la final en 2004. En ese momento parecía un Copa más, pero no lo fue. Cuesta muchísimo ganarla y hay que mentalizarse muchísimo para llegar al objetivo”, dejó en claro el DT, quien fue analizando paso a paso la campaña del equipo desde el debut contra Bolívar en La Paz (0-0) hasta la final con Gremio en Porto Alegre (3-0 acá y 2-0 en Brasil).
“En la primera fase nos tocaron todos rivales en la altura (Bolívar, Cienciano y Toluca). Yo decía: ‘Menos mal que eran tres partidos, si hubiesen sido cuatro, nos tocaba en la Luna, je’”, rememoró Miguel. Y destacó que Boca tuvo el mérito de pasar de ronda sin haber jugado un solo partido en la Bombonera: uno en el Nuevo Gasómetro y dos en el José Amalfitani.
El DT, además, valoró el gran aporte de Riquelme, quien se incorporó al plantel a principios de aquel año y marcó una diferencia notable dentro de la cacha. "Habíamos hecho una gran pretemporada en Tandil, pero nos faltaba algo. Se dio la posibilidad de Román y luché mucho para traerlo. Porque sabía que Román nos podía cambiar. Él venía golpeado del Mundial, del Villarreal, de su pelea con Pellegrini. Y tuvimos a un Román en su máximo nivel. Pocas veces he visto jugadores jugar una final de esa manera, pero después repaso las finales de él, con Palmeiras, con el Real Madrid, y tiene una injerencia muy grande en todos esos partidos. Ese día, en Brasil, no le podían sacar la pelota. La llevaba de un lado al otro, la cubría, la acariciaba...”.