Regreso al pasado
El Atlético suma su 13º empate en Liga. Se sobrepuso al mejor primer tiempo del Athletic y a un gol de Muniain y acabó más entero. Pero se topó con Unai Simón.
Patricia Cazón
As
Eran las 14:03 cuando al fin Athletic y Atlético se encontraron en ese momento: la pelota rodando después de tantos días negros, tan duros, llenos de pérdidas. Es raro pero es y eso está por encima de todas las cosas en esta nueva normalidad sostenida en gradas vacías, el eco retumbando en San Mamés, entre sonidos secos de balón y la voz del Cholo entre 53.289 asientos como si saliera de diez gargantas y no una, la Catedral vacía.
Si había piernas cansadas, en el inicio no se notó. Athletic y Atlético salieron honrando sus colores rojiblancos: con todo, fútbol directo y a corazón abierto. Williams la punta de lanza del equipo de Garitano, empeñado en sorprender al contragolpe. Llorente al lado de Costa, en un
4-4-2 que confirmaba todas las pruebas del Cholo: el héroe de Anfield convertido en delantero. Habían pasado diez minutos y éste ya le daba la razón al Cholo en su apuesta: control de espalda, giro y pase al hueco a la carrera de Carrasco. Con Unai Simón desubicado, la pelota se fue fuera por un dedo, un milímetro. El Atlético trataba de golpear primero. Poco le duró, sin embargo.
La primera pelota del partido ya había confirmado el plan de Garitano, a la búsqueda de un error: un disparo de Iñigo Martínez que se fue alto después de que se colara entre toda la defensa rojiblanca. Era el minuto 20, ese del aplauso infinito, con tanta simbología como la butaca negra llena de flores en San Mamés, cuando el Athletic tomaba el control, con posesiones más largas y todo el dominio, dejando en nada los destellos de Carrasco, las carreras de un Llorente convertido en Caballo de Batalla tirando de un fardo, Costa, incapaz de ganar un duelo. Williams lo certificó con una ocasión que obligó a Oblak a una parada en dos tiempos. Indetectable Muniain, rascando en la banda de Lodi, buscando los guantes de Oblak. Porque en estos 95 días eso no se le ha olvidado al portero: hacer milagros. Sacó con la punta de los dedos un balón de Yeray a la red, volando a lo SuperJan.
Daba pasos atrás el Atlético, cada vez más cerca de Oblak, desdibujado y sin iniciativa, cuando Yuri encontró a Muniain con un pase atrás al corazón del área y éste logró encontrarle un agujero al esloveno. 1-0. Ni tiempo le dio a celebrarlo. La respuesta del Atlético fue inmediata. Yeray falla un despeje, Koke enciende la varita y ahí que aparece Costa: su leve toque de puntera rugió con hambre de Carpanta. Por cosas como ésta siempre juega, aunque esté lento, aunque sea el menos Costa de todos los Costas. Pero es él, Diego. Y en cualquier jugada del fardo puede emerger La Bestia. Sorpresa, sorpresa, Garitano. 1-1. Partido al descanso.
Cinco cambios y un bajón
En la caseta, Koke se frotó la bota y de ésta brotó un Atlético con la pelota y la intención mientras Llorente seguía de recital, desprendiéndose de rivales a lo Maradona, potente, físico, tremendo. Movieron Garitano y Simeone sus bancos a la vez buscando frescura para este partido y todos los que vienen, en el maratón de once jornadas en poco más de un mes. La novedad de los cinco cambios llegaba al partido. Minutos para Vesga y Sanzet. Minutos para Arias, Lemar y Morata, y para Correa poco más tarde. La delantera del Cholo ya era otra sólo 67' después. Se ralentizó el juego mientras los nuevos arrancaban a sudar.
Caminaba Koke hacia la grada que ahora son los banquillos, cuando Unai Simón le sacó una pelota a Arias bajo palos y se le arrancaba a San Mamés el aire de amistoso de verano en el que se había instalado, tanto cambio. Fundido el Athletic, buscando a balón parado los del Cholo y el reloj caminando hacia el pasado y su vieja normalidad: los empates del Atleti, que punto a punto sólo sobrevive en Liga. Antes, ahora. Y la Europa que se busca a la misma distancia. Lejos.
Patricia Cazón
As
Eran las 14:03 cuando al fin Athletic y Atlético se encontraron en ese momento: la pelota rodando después de tantos días negros, tan duros, llenos de pérdidas. Es raro pero es y eso está por encima de todas las cosas en esta nueva normalidad sostenida en gradas vacías, el eco retumbando en San Mamés, entre sonidos secos de balón y la voz del Cholo entre 53.289 asientos como si saliera de diez gargantas y no una, la Catedral vacía.
Si había piernas cansadas, en el inicio no se notó. Athletic y Atlético salieron honrando sus colores rojiblancos: con todo, fútbol directo y a corazón abierto. Williams la punta de lanza del equipo de Garitano, empeñado en sorprender al contragolpe. Llorente al lado de Costa, en un
4-4-2 que confirmaba todas las pruebas del Cholo: el héroe de Anfield convertido en delantero. Habían pasado diez minutos y éste ya le daba la razón al Cholo en su apuesta: control de espalda, giro y pase al hueco a la carrera de Carrasco. Con Unai Simón desubicado, la pelota se fue fuera por un dedo, un milímetro. El Atlético trataba de golpear primero. Poco le duró, sin embargo.
La primera pelota del partido ya había confirmado el plan de Garitano, a la búsqueda de un error: un disparo de Iñigo Martínez que se fue alto después de que se colara entre toda la defensa rojiblanca. Era el minuto 20, ese del aplauso infinito, con tanta simbología como la butaca negra llena de flores en San Mamés, cuando el Athletic tomaba el control, con posesiones más largas y todo el dominio, dejando en nada los destellos de Carrasco, las carreras de un Llorente convertido en Caballo de Batalla tirando de un fardo, Costa, incapaz de ganar un duelo. Williams lo certificó con una ocasión que obligó a Oblak a una parada en dos tiempos. Indetectable Muniain, rascando en la banda de Lodi, buscando los guantes de Oblak. Porque en estos 95 días eso no se le ha olvidado al portero: hacer milagros. Sacó con la punta de los dedos un balón de Yeray a la red, volando a lo SuperJan.
Daba pasos atrás el Atlético, cada vez más cerca de Oblak, desdibujado y sin iniciativa, cuando Yuri encontró a Muniain con un pase atrás al corazón del área y éste logró encontrarle un agujero al esloveno. 1-0. Ni tiempo le dio a celebrarlo. La respuesta del Atlético fue inmediata. Yeray falla un despeje, Koke enciende la varita y ahí que aparece Costa: su leve toque de puntera rugió con hambre de Carpanta. Por cosas como ésta siempre juega, aunque esté lento, aunque sea el menos Costa de todos los Costas. Pero es él, Diego. Y en cualquier jugada del fardo puede emerger La Bestia. Sorpresa, sorpresa, Garitano. 1-1. Partido al descanso.
Cinco cambios y un bajón
En la caseta, Koke se frotó la bota y de ésta brotó un Atlético con la pelota y la intención mientras Llorente seguía de recital, desprendiéndose de rivales a lo Maradona, potente, físico, tremendo. Movieron Garitano y Simeone sus bancos a la vez buscando frescura para este partido y todos los que vienen, en el maratón de once jornadas en poco más de un mes. La novedad de los cinco cambios llegaba al partido. Minutos para Vesga y Sanzet. Minutos para Arias, Lemar y Morata, y para Correa poco más tarde. La delantera del Cholo ya era otra sólo 67' después. Se ralentizó el juego mientras los nuevos arrancaban a sudar.
Caminaba Koke hacia la grada que ahora son los banquillos, cuando Unai Simón le sacó una pelota a Arias bajo palos y se le arrancaba a San Mamés el aire de amistoso de verano en el que se había instalado, tanto cambio. Fundido el Athletic, buscando a balón parado los del Cholo y el reloj caminando hacia el pasado y su vieja normalidad: los empates del Atleti, que punto a punto sólo sobrevive en Liga. Antes, ahora. Y la Europa que se busca a la misma distancia. Lejos.