Muerte de George Floyd: el inusual distanciamiento con Trump de Mark Milley, el militar de más alto rango del Ejército de EE.UU.
EEUU, AFP
El momento es significativo en un país donde las divisiones entre el poder civil y militar han sido casi sagradas a través de la historia.
Y es que las protestas que han marcado durante las últimas semanas a EE.UU. por la muerte del afroestadounidense George Floyd como resultado de la violencia policial han hecho también sobresalir inquietantes distanciamientos entre algunas de las principales figuras militares del país y su comandante en jefe, el presidente Donald Trump.
El momento es significativo en un país donde las divisiones entre el poder civil y militar han sido casi sagradas a través de la historia.
Y es que las protestas que han marcado durante las últimas semanas a EE.UU. por la muerte del afroestadounidense George Floyd como resultado de la violencia policial han hecho también sobresalir inquietantes distanciamientos entre algunas de las principales figuras militares del país y su comandante en jefe, el presidente Donald Trump.
Según el diario estadounidense The New York Times, se trata "la división más profunda entre el mando civil y militar desde la Guerra de Vietnam".
Con la excepción, según el periódico, de que esta vez "los líderes militares, después de contenerse al principio, se están posicionando ahora firmemente con aquellos que piden un cambio".
En las últimas semanas, los cuestionamientos a la forma en la que Trump respondió a las protestas con el despliegue de fuerzas militares y la polémica carga contra manifestantes frente a la Casa Blanca para despejarle el camino para una foto frente a una iglesia han hecho que figuras de alto rango militar se distancien del mandatario.
Entre ellos, dos de los que también estuvieron en la foto y que continúan en el servicio activo desde puestos de extraordinario poder: el secretario de Defensa, Mike Esper, y el presidente del Estado Mayor Conjunto, el general Mark Milley.
Milley, quien es además el oficial de más alto rango del Ejército, fue de hecho el último de los generales que se posicionó este miércoles sobre la situación por la que atraviesa EE.UU. y por lo que sucedió en la iglesia
En un video grabado proyectado en la graduación de un grupo de cadetes, el jefe militar aseguró que se había equivocado al unirse al presidente durante su controvertida caminata frente a la Casa Blanca.
Según afirmó, su participación, que fue duramente cuestionada por oficiales de alto rango retirados como el exsecretario de Defensa James Mattis o el exsecretario de Estado Colin Powell, creó una percepción preocupante.
"No debería haber estado allí. Mi presencia en ese momento y en ese ambiente creó una percepción de los militares involucrados en la política interna", dijo.
El día de la foto frente a la iglesia, Milley acompañó a Trump con su tradicional uniforme de campaña, lo que según sus críticos sugería su apoyo al despliegue del ejército contra los manifestantes en la capital, Washington DC.
"Como oficial uniformado, aprendí de un error y espero sinceramente que todos podamos aprender de él", agregó.
El general destacó la importancia de la división entre los poderes y consideró que se debía "agradecer el principio de un Ejército apolítico que está tan profundamente arraigado en la esencia misma de nuestra república".
¿Qué otros militares han mostrado descontento?
El secretario de Defensa Esper, que también estuvo frente a la iglesia, sugirió hace unos días en una conferencia de prensa que pensaba que la caminata era para un propósito diferente, como inspeccionar las tropas y los daños ocurridos durante las protestas.
Esper afirmó, además, que se oponía a la idea en aquellos días del presidente de invocar la Ley de Insurrección de 1807 para desplegar tropas en servicio activo en todo el país para sofocar las protestas, una línea que varios militares estadounidenses dijeron que no cruzarían.
En otro comunicado que generó amplia repercusión en EE.UU., el general Mattis calificó a Trump como "el primer presidente" que haya conocido "que no intenta unir al pueblo estadounidense y ni siquiera pretende intentarlo".
"En cambio, trata de dividirnos. Somos testigos de las consecuencias de tres años de este esfuerzo deliberado. Estamos presenciando las consecuencias de tres años sin un liderazgo maduro. Podemos unirnos sin él, aprovechando las fortalezas inherentes a nuestra sociedad civil", afirmó.
En el marco de las protestas por mayor justicia racial, a inicios de esta semana, el exjefe de la CIA, el general David Petraeus, se unió también a los cuestionamientos y pidió que se quitara el nombre de militares confederados de bases militares de EE.UU., como Fort Bragg, en Carolina del Norte; Fort Hood, en Texas; y Fort Benning, en Georgia.
Las instalaciones llevan nombre de generales confederados que defendieron en la Guerra Civil el mantenimiento de la esclavitud.
El Pentágono y el Estado Mayor conjunto parecieron considerar la propuesta, pero el miércoles Trump rechazó la posibilidad, en lo que fue visto como otro cruce con el poder militar.
"Mi gobierno ni siquiera considerará el cambio de nombre de estas magníficas y legendarias instalaciones militares. Nuestra historia como la nación más grande del mundo no será alterada. ¡Respeten a nuestros militares!" escribió en Twitter.
Es numeroso el grupo de altos militares -retirados, pero que tienen un gran respeto entre las tropas- que han mostrado su desacuerdo con el presidente:
- Colin Powell, general de cuatro estrellas y exsecretario de Estado.
- General John Allen, excomandante de las fuerzas estadounidenses en Afganistán durante el gobierno de Obama
- Almirante de Marina Mike Mullen, expresidente del Estado Mayor Conjunto durante el gobierno de George W. Bush y Obama
- General Richard Myers, expresidente del Estado Mayor Conjunto durante el gobierno George W. Bush
- Martin Dempsey, expresidente del Estado Mayor Conjunto durante el gobierno de Obama.
- William Perry, exsecretario de Defensa durante el gobierno de Clinton.
- William McRaven, exjefe del Comando de Operaciones Especiales de Estados Unidos durante el gobierno de Obama.
- James Stavridis, excomandante Supremo Aliado de la OTAN.
- General Raymond A. "Tony" Thomas, exjefe del Comando de Operaciones Especiales de Estados Unidos durante los gobierno de Obama y Trump.
- Mike Hayden, exdirector de la CIA y la NSA durante los gobiernos de Bush y Obama.
¿Qué pasó el día de la iglesia?
Aquella tarde tenía lugar una protesta pacífica en la Plaza Lafayette, al lado de la Casa Blanca, cuando los manifestantes fueron rociados con spray pimienta para que el presidente y su séquito pudieran caminar a la Iglesia Episcopal de San Juan.
Con la dispersión aún en curso, Trump hablaba desde uno de los jardines cerca de la Oficina Oval pidiendo a los gobernadores de los estados que usaran la Guardia Nacional para "dominar las calles" o él "desplegaría al ejército y resolvería rápidamente el problema por ellos".
Trump, quien se ve a sí mismo como un defensor de los votantes evangélicos y conservadores, luego caminó hacia la iglesia, cuyo sótano había sido quemado el día anterior, y levantó una Biblia.
Varios líderes religiosos criticaron sus acciones. El obispo presidente de la Iglesia Episcopal, Michael Curry, acusó a Trump de usar la iglesia para "fines políticos partidistas".
Un sorprendente quiebre con el presidente
Análisis de Nada Tawfik, BBC News, Nueva York
Esta es solo la última señal de creciente fricción entre la Casa Blanca y los militares sobre la mejor manera de lidiar con la historia de racismo del país y el movimiento actual para el cambio.
El incidente, que ahora lamenta el general Milley, colocó a las tropas en el centro de la política interna y en un año electoral.
Varios exgenerales se han manifestado públicamente en contra del enfoque de "ley y orden" de Trump sobre lo que es un problema de derechos humanos: la igualdad para los afroestadounidenses.
El primer secretario de defensa del presidente, el general retirado James Mattis, dijo que nunca soñó que se ordenaría a las tropas violar los derechos constitucionales de sus conciudadanos.
Pero esta declaración del general Milley, dada su posición en la cima del ejército de los EE.UU., es una ruptura pública mucho más rara y sorprendente con el presidente.