MEMORIAS DE SUDÁFRICA / El oráculo, el pulpo Paul
Un pulpo fue la estrella del Mundial 2010 y se convirtió en un fenómeno del que hablaron desde Zapatero hasta Ahmadineyad. Le hicieron una estatua en Alemania, dos películas en China y tuvo una mención de FIFA.
Javier G. Matallanas
As
En las tensas horas previas al segundo partido de España en Sudáfrica 2010, frente a Honduras, llegaron al cuartel general de la Selección en Potchefstroom las primeras noticias del pulpo Paul, que luego se convertiría en un fenómeno de masas al que Rodríguez Zapatero prometió una escolta y al que el líder iraní Ahmadineyad calificó como "un ridículo agente de la propaganda occidental y de la superstición, y por lo tanto un símbolo de la decadencia y la podredumbre". Más allá de la diferencia de criterios sobre el Octopus vulgaris, a la vuelta de diez años y sin la emoción y la histeria colectiva que se vivieron en España durante la Copa del Mundo de Sudáfrica, hay que reconocer que la postura de Ahmadineyad era mucho más racional y mucho menos romántica que la de Zapatero. Pero el asunto es que el pulpo Paul se convirtió en un fenómeno mundial, hasta el punto de protagonizar el argumento de dos películas en China, una estatua en el Sea Life Centre de Oberhausen (Alemania), una disputa entre Italia e Inglaterra por el origen del cefalópodo, una mención en la web de la FIFA, una oferta de compra del zoo de Madrid y su nombramiento como "amigo predilecto" de Carballiño (Ourense). Todo ello sin contar que, hasta su muerte el 26 de octubre de 2010, cualquier asunto relacionado con el pulpo Paul siempre levantaba la pasión de las audiencias. Por eso fue el protagonista de varios programas de televisión. Volveremos en estas Memorias de Sudáfrica sobre el querido Paul más adelante, para recordar cómo se comió el mejillón de Alemania, primero, y luego el de Holanda. Y lo que esos mejillones supusieron para España en general y para Carballino en particular.
Mientras tanto, más allá de oráculos de origen animal, España se entregaba a la realidad. Pese a la derrota contra Suiza era la selección que mejores estadísticas había arrojado de las 32 que habían debutado en el Mundial. La confianza de los aficionados, aún tocada por el chasco del debut, se mantenía. Cientos de seguidores iban llegando cada día a Johannesburgo para sumarse a la Marea Roja, los futbolistas de la Selección insistían en que "no hay que cambiar de estilo ni de sistema". Pero Honduras se había convertido en un todo o nada, y su técnico, Reinaldo Rueda, hizo una afirmación preocupante: "Suiza demostró el modo de hacerle daño a España". Esa reflexión hizo pensar a todos que, otra vez, La Roja iba a encontrarse con un rival cerrado a cal y canto, a diez jugadores por detrás del balón. Nadie sabía entonces que el que hoy es máximo goleador en la historia de la Selección, el asturiano Villa, iba iniciar una tacada fabulosa que llevaría en volandas a España...
Javier G. Matallanas
As
En las tensas horas previas al segundo partido de España en Sudáfrica 2010, frente a Honduras, llegaron al cuartel general de la Selección en Potchefstroom las primeras noticias del pulpo Paul, que luego se convertiría en un fenómeno de masas al que Rodríguez Zapatero prometió una escolta y al que el líder iraní Ahmadineyad calificó como "un ridículo agente de la propaganda occidental y de la superstición, y por lo tanto un símbolo de la decadencia y la podredumbre". Más allá de la diferencia de criterios sobre el Octopus vulgaris, a la vuelta de diez años y sin la emoción y la histeria colectiva que se vivieron en España durante la Copa del Mundo de Sudáfrica, hay que reconocer que la postura de Ahmadineyad era mucho más racional y mucho menos romántica que la de Zapatero. Pero el asunto es que el pulpo Paul se convirtió en un fenómeno mundial, hasta el punto de protagonizar el argumento de dos películas en China, una estatua en el Sea Life Centre de Oberhausen (Alemania), una disputa entre Italia e Inglaterra por el origen del cefalópodo, una mención en la web de la FIFA, una oferta de compra del zoo de Madrid y su nombramiento como "amigo predilecto" de Carballiño (Ourense). Todo ello sin contar que, hasta su muerte el 26 de octubre de 2010, cualquier asunto relacionado con el pulpo Paul siempre levantaba la pasión de las audiencias. Por eso fue el protagonista de varios programas de televisión. Volveremos en estas Memorias de Sudáfrica sobre el querido Paul más adelante, para recordar cómo se comió el mejillón de Alemania, primero, y luego el de Holanda. Y lo que esos mejillones supusieron para España en general y para Carballino en particular.
Mientras tanto, más allá de oráculos de origen animal, España se entregaba a la realidad. Pese a la derrota contra Suiza era la selección que mejores estadísticas había arrojado de las 32 que habían debutado en el Mundial. La confianza de los aficionados, aún tocada por el chasco del debut, se mantenía. Cientos de seguidores iban llegando cada día a Johannesburgo para sumarse a la Marea Roja, los futbolistas de la Selección insistían en que "no hay que cambiar de estilo ni de sistema". Pero Honduras se había convertido en un todo o nada, y su técnico, Reinaldo Rueda, hizo una afirmación preocupante: "Suiza demostró el modo de hacerle daño a España". Esa reflexión hizo pensar a todos que, otra vez, La Roja iba a encontrarse con un rival cerrado a cal y canto, a diez jugadores por detrás del balón. Nadie sabía entonces que el que hoy es máximo goleador en la historia de la Selección, el asturiano Villa, iba iniciar una tacada fabulosa que llevaría en volandas a España...