Los intensivistas dicen que el Gobierno los ignora y que el país tiene menos de la mitad de las salas de terapia que requiere

Santa Cruz, El Deber
Los intensivistas del país estuvieron ayer reunidos de urgencia y hoy presentarán una carta al Gobierno. Se declararon en emergencia, y no solo por la carencia de equipamiento para protección personal en toda Bolivia. Las siete filiales de la Sociedad Boliviana de Medicina Crítica y Terapia Intensiva no quieren ver más bioquímicos, fisioterapeutas, enfermeras y médicos contagiados, ingresar a salas de terapia intensiva en medio de esta escasez de equipos de protección.



En una carta que está en elaboración, dirigida a la ministra de Salud, Eidy Roca, destacan varios puntos.

1.- Se declaran en emergencia por el inminente avance de la pandemia.


2.- Las autoridades de salud no consideraron las reiteradas solicitudes que hizo la Sociedad Boliviana de Medicina Crítica y Terapia Intensiva para optimizar recursos humanos y la poca infraestructura hospitalaria a escala nacional.

3.- La Sociedad hizo conocer a los medios que los ambus automatizados mal llamados ventiladores no eran adecuados. “Jamás nos llamaron para preguntar si eso funcionaba o no”, dice el presidente de los intensivistas, Adrián Ávila. Se refiere a los equipos ambu (siglas de Airway Mask Bag Unit​​) comprados con supuesto sobreprecio, que causaron una polémica nacional.

4.- Existe déficit de camas y falta de equipamiento. “No llegamos ni al 50% de las necesidades en todo el territorio nacional. Tampoco están las camas equipadas que se prometieron”, dice. Según los registros de la Sociedad, en Bolivia hay 520 camas equipadas y funcionando en todo el país. Se requieren 1.110 camas.


Hay que tomar en cuenta que la terapia intensiva también es necesaria para atender infartos, embarazadas con complicaciones o personas que llegan con trauma craneoencefálico. “Todo eso se destina al Covid-19”, explica el dirigente.

5.- “No nos consultan cómo armar la terapia intensiva. En algunos departamentos lo hacen de forma aislada. Queremos que el Gobierno nos convoque y nos sentemos a hablar, porque somos nosotros los que vamos a manejar a estos pacientes críticos”, pide Ávila.


6.- Piden estabilidad laboral. Exigen que se eviten las contrataciones por tres meses. Esos contratos no reflejan lo que dicen la autoridades. “Ofrecen sueldos inferiores al sueldo básico, sin inclusión a la Ley General del Trabajo. Estamos expuestos a la carga viral alta sin equipo de protección personal suficiente, lo que pone en riesgo la vida. Hay colegas de más de 60 años que salieron con baja, enfermos. Trajeron personal no apto para manejo de paciente crítico”. Ávila dice que hay médicos generales que ingresan a la terapia intensiva y hasta enfermeras sin experiencia, recién egresadas.

7.- “Queremos mostrar que nunca existió un incremento salarial para el personal de salud. Un intensivista gana 7.200 bolivianos. ¿Dónde está ese incremento?”, se preguntan los asociados.

8.- Cuidar al cuidador. Solicitan que se cumplan con las pruebas de diagnóstico para el personal que está en primera línea, tal como se comprometieron en reuniones del Comité Científico Nacional. Es necesario saber si los colegas están o no infectados. “Eso no se está cumpliendo”, dice el comunicado.

9.- Parte del texto ya listo “condena a los partidos políticos y personas que tratan de politizar estas demandas en beneficio del pueblo boliviano. No respetan el dolor de un enfermo que no consigue un espacio en los hospitales. No respetan la pérdida irreparable de un boliviano. Estos partidos (políticos) son corresponsables de la situación actual. Hace más de 20 años que se apostó por canchas, no por el médico boliviano”.

10.- La Sociedad pide la acción del pueblo para luchar por mejores condiciones de salud, porque en los últimos 14 años no se valoró al médico boliviano ni se pensó en un sistema de salud digno. “Recalcamos que la Sociedad realizó intervenciones por medios masivos para alertar a nuestras autoridades de estas necesidades, para que se haga una intervención oportuna. Son ya 70 días sin acciones concretas. Lamentamos las muertes no solo por la enfermedad sino por la falta de acceso a terapia”.

La Sociedad ratifica su predisposición para aportar con estrategias, infraestructura y recursos humanos durante esta pandemia. Están de acuerdo en todo esto las sociedades de Enfermería, Kinesioterapia y Bioquímica.


En los centros de la ciudad

La realidad cotidiana, muestra lo que estos intensivistas reclaman. En los centros privados, cuya terapia intensiva se suele saturar, no es raro que rechacen pacientes. “Es mejor no dar cifras de cuántos se rechazan porque eso puede causar sicosis”, comenta el funcionario administrativo de una clínica local. Ni bien sale un paciente, ingresa otro. La atención en emergencia es ahora más lenta, porque suelen acudir familias enteras a la revisión. Esto obliga al médico a cambiarse cada vez que atenderá a un nuevo paciente.

En el centro Covid El Remanso, la madre y la esposa de Roberto A. esperan que un guardia se acerque a la reja. Roberto está internado hace siete días. Estuvo en contacto con un amigo que falleció por Covid y se contagió. Pese a que tiene 37 años, el virus avanzó y lo debilitó. Faltó poco para que lo intubaran, según su mamá. Ya se comunica con ellas por teléfono y hoy recibió ropa, toallas, jabón y champú. "Yo estoy agradecida con este centro. Es excelente", dice la madre.

Los vehículos estacionan a una distancia prudente y solo las pocas personas que tienen familiares dentro se acercan a los guardias. Nadie puede ingresar. Tampoco hay mucha gente en los alrededores.

En cambio, a unos 400 metros, la actividad comercial es bullente. En la calle se venden barbijos N95, equipos eléctricos, verduras, frutas, platos preparados de lasagna y fetuccini.

Lo mismo ocurre en inmediaciones del centro 10 de Octubre, en el DM-6. Por la mañana los directivos cerraron los ingresos porque llegó una paciente con dificultades para respirar y con otros síntomas que despertaban sospechas.

En el centro Covid de Pampa de la Isla hay pocas personas acodadas en el puesto de control de ingreso. Una de ellas se acerca con unos papeles, diciendo “gracias a Dios llegó alguien”.

Su clara intención es acercarse al equipo de EL DEBER, que inmediatamente le pide detenerse. Desde la distancia, el hombre muestra documentos y narra con seguridad: “Mi esposa es positiva. Aquí está la prueba. La traje del centro Lazareto. Me dijeron que la traiga aquí, pero no hay una derivación y no la quieren internar”. La mujer está sentada a unos 20 metros de la entrada. “Está con dolor de espalda. No sé qué más hacer. No puedo moverme porque estoy sin plata. Llamé al Sedes y no vienen. Recién vendimos el celular para pagar la prueba”, se queja.

El hombre calla y comienza a caminar, mientras lentamente, su esposa lo acompaña, midiendo sus pasos. Se alejan del centro. Quizá se acerquen a alguien para pedir comida o algo de dinero. Ella es positiva y tiene síntomas; él la acompaña desde hace al menos tres días.

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