Libertadores 2000: la clave mental de Bianchi para ser campeón en Brasil
Entre el empate en la Bombonera y la consagración en el Morumbí, Bianchi y su CT libraron la mayor estrategia motivacional de su ciclo. A 20 años de la finales de la Libertadores 2000, Ischia, Santella, el Vasco, Samuel y el utilero Prado cuentan todos los detalles.
Olé
Esta es la historia de lo que ocurrió entre el 14 de junio del 2000, cuando Boca empató 2-2 como local en la Bombonera ante el Palmeiras, y el 21 de junio del 2000, cuando Boca se consagró campeón en el Morumbí tras igualar 0-0 y ganar 4-2 en definición por penales. Una semana en la que Carlos Bianchi y su cuerpo técnico prepararon mentalmente a sus jugadores y los convencieron de que podían dar la vuelta olímpica en Brasil y darle al club la Copa Libertadores luego de 22 años.
LA CHARLA DE SANTELLA. Fue al día siguiente del partido o dos días después, los protagonistas no lo recuerdan con exactitud la fecha, pero sí la situación. "Julio nos paró en un córner, en un rincón, e hizo una charla como diciendo 'muchachos empatamos 2-2 pero nosotros vamos a ser los campeones'. Nos debe haber visto medio mal", cuenta Arruabarrena. Y relata las palabras del preparador físico: "Nosotros trabajamos para esto, estos son los primeros 90, faltan 90 y podemos, podemos, podemos, podemos".
LA EXPERIENCIA DEL CUERPO TÉCNICO: Bianchi, Carlos Ischia y Santella sabían que estaban frente a un gran rival, el campeón defensor, al que no por nada no habían superado en la Bombonera, pero la situación no era atípica para ellos. "Fue parecida a la final que habíamos tenido con Vélez-San Pablo en el 94, esa vez fuimos con un triunfo pero mínimo (1-0 ) y esta era un empate. Lo que siempre hicimos en estos casos fue llenar de convencimiento a cada uno de nuestros jugadores de que si pudimos llegar a la final de la copa , "¿por qué no podíamos GANARLA", recuerda el propio Ischia a Olé.
Así, día tras día, en cada entrenamiento, el Virrey y su cuerpo técnico se ocupó de hacerles la cabeza a los jugadores. "Eso Carlos lo manejaba bien y te lo iba enseñando día a día, con pocas palabras", explica el Vasco.
"Carlos daba sensación de tranquilidad... Íbamos a jugar a Brasil, nos habían empatado en nuestra cancha y no se ponía nervioso. Estaba convencido de que era posible ser campeones", asegura Santella a este diario.
LA BOCA DE SCOLARI: No bien abrió bien temprano por la mañana la sección de deportes del diario La Nación de la edición del 16 de junio, Bianchi tuvo bien claro lo que iría a hacer con ese titular de Luiz Felipe Scolari: "Ya nos sentimos campeones".
Durante la semana, primero llamó a unos de los empleados del departamento de fútbol del club y auxiliares del plantel que viajaba a todos los partidos de la Libertadores para asistir a los jugadores y al entrenador para armarle reportes diarios de las noticias que salían en los medios, le pasó el recorte del diario y con absoluta reserva le pidió que hiciera fotocopias.
"Hice unas 20 copias en Buenos Aires", asegura hoy Fabián Fiori, quien sigue ligado al club.
Algo tenía en mente el DT más ganador de la historia de la Libertadores: lograr que sus futbolistas se enfocaran aún más en el rival y usaran ese enojo para la revancha.
LA PREVIA EN EL HOTEL: El viaje en el Fokker de las Fuerzas Armadas se hizo largo, por las dos horas entre el aeropuerto y el hotel elegido en el barrio Parque Real de San Pablo. La ventaja era que el búnker estaba relativamente cerca del Morumbí y era el mismo al que el cuerpo técnico había ido con Vélez en 1994, aunque terminaron llegando pasadas las 16 del día anterior a la revancha y estaban sin almorzar.
"A esa altura ya confiábamos en nosotros", afirma Arruabarrena a 20 años de esa definición. "Carlos nos ayudó mucho a nivel de motivación, porque todos veían que nos daban por muertos. Y nos hizo ver que estábamos jugando una final y podíamos salir campeones de América", completa Walter Samuel. Pero faltaba más...
"El día del partido, en el almuerzo, yo estaba con el otro utilero, Olmi, y Bianchi me dijo: 'Roberto, tengo algo para ustedes y no tiene que verlo nadie'. Me acuerdo patente. 'Se los voy a entregar para que lo peguen en el vestuario para que lo vean los jugadores cuando lleguen', nos dijo", recuerda Roberto Prado, quien estuvo al frente de la utilería en las cuatro Libertadores ganadas entre el 2000 y 2007.
Después del almuerzo, Prado subió hasta el piso en el que estaba la habitación de Bianchi, porque Bianchi siempre estaba en pisos superiores al de los jugadores, y recibió la entrega: un sobre marrón. "Ni miramos qué había", cuenta el actual utilero del equipo de básquet de la Liga Nacional. "Carlos siempre tenía todo pensado", añade a Olé.
El utilero ya conocía el vestuario del Morumbí, había estado el día anterior en el reconocimiento, y también tenía claro que recorrer los tres kilómetros del hotel al estadio podía llevar cerca de una hora por las habituales congestiones de la ciudad de San Pablo. Y si bien siempre suelen ir con tiempo, recuerda que esa vez partieron cinco horas antes. Con el sobre de Bianchi en su poder.
EL VESTUARIO: El vestuario del Morumbí no era como los de ahora, con lockers, sino que tenía apenas un banco. "Empezamos a armar la ropa, la camiseta tradicional, pantaloncitos, zapatillas, ojotas, y cuando abrirnos el sobre eran fotocopias de la declaración de Scolari, que decía que ya eran campeones, y las pegamos una por una en la pared encima de donde se iban a sentar los muchachos", dice Prado. Y completa: "Cuando vinieron los jugadores, el primero que lo vio fue Bermúdez, y los quería salir a matar".
Después llegó el momento de la charla técnica, con "el análisis rápido del rival y lo referente a las situaciones que se necesitan máxima atención durante el partido (córners, tiros libres, laterales, saques de arco, las marcas respectivas e individuales de cada uno) y la constante motivación dentro del campo", cuenta Ischia.
El final de la historia ya es bien conocido: Boca levantó la Libertadores después de 22 años, la primera del ciclo dorado de Bianchi.
Olé
Esta es la historia de lo que ocurrió entre el 14 de junio del 2000, cuando Boca empató 2-2 como local en la Bombonera ante el Palmeiras, y el 21 de junio del 2000, cuando Boca se consagró campeón en el Morumbí tras igualar 0-0 y ganar 4-2 en definición por penales. Una semana en la que Carlos Bianchi y su cuerpo técnico prepararon mentalmente a sus jugadores y los convencieron de que podían dar la vuelta olímpica en Brasil y darle al club la Copa Libertadores luego de 22 años.
LA CHARLA DE SANTELLA. Fue al día siguiente del partido o dos días después, los protagonistas no lo recuerdan con exactitud la fecha, pero sí la situación. "Julio nos paró en un córner, en un rincón, e hizo una charla como diciendo 'muchachos empatamos 2-2 pero nosotros vamos a ser los campeones'. Nos debe haber visto medio mal", cuenta Arruabarrena. Y relata las palabras del preparador físico: "Nosotros trabajamos para esto, estos son los primeros 90, faltan 90 y podemos, podemos, podemos, podemos".
LA EXPERIENCIA DEL CUERPO TÉCNICO: Bianchi, Carlos Ischia y Santella sabían que estaban frente a un gran rival, el campeón defensor, al que no por nada no habían superado en la Bombonera, pero la situación no era atípica para ellos. "Fue parecida a la final que habíamos tenido con Vélez-San Pablo en el 94, esa vez fuimos con un triunfo pero mínimo (1-0 ) y esta era un empate. Lo que siempre hicimos en estos casos fue llenar de convencimiento a cada uno de nuestros jugadores de que si pudimos llegar a la final de la copa , "¿por qué no podíamos GANARLA", recuerda el propio Ischia a Olé.
Así, día tras día, en cada entrenamiento, el Virrey y su cuerpo técnico se ocupó de hacerles la cabeza a los jugadores. "Eso Carlos lo manejaba bien y te lo iba enseñando día a día, con pocas palabras", explica el Vasco.
"Carlos daba sensación de tranquilidad... Íbamos a jugar a Brasil, nos habían empatado en nuestra cancha y no se ponía nervioso. Estaba convencido de que era posible ser campeones", asegura Santella a este diario.
LA BOCA DE SCOLARI: No bien abrió bien temprano por la mañana la sección de deportes del diario La Nación de la edición del 16 de junio, Bianchi tuvo bien claro lo que iría a hacer con ese titular de Luiz Felipe Scolari: "Ya nos sentimos campeones".
Durante la semana, primero llamó a unos de los empleados del departamento de fútbol del club y auxiliares del plantel que viajaba a todos los partidos de la Libertadores para asistir a los jugadores y al entrenador para armarle reportes diarios de las noticias que salían en los medios, le pasó el recorte del diario y con absoluta reserva le pidió que hiciera fotocopias.
"Hice unas 20 copias en Buenos Aires", asegura hoy Fabián Fiori, quien sigue ligado al club.
Algo tenía en mente el DT más ganador de la historia de la Libertadores: lograr que sus futbolistas se enfocaran aún más en el rival y usaran ese enojo para la revancha.
LA PREVIA EN EL HOTEL: El viaje en el Fokker de las Fuerzas Armadas se hizo largo, por las dos horas entre el aeropuerto y el hotel elegido en el barrio Parque Real de San Pablo. La ventaja era que el búnker estaba relativamente cerca del Morumbí y era el mismo al que el cuerpo técnico había ido con Vélez en 1994, aunque terminaron llegando pasadas las 16 del día anterior a la revancha y estaban sin almorzar.
"A esa altura ya confiábamos en nosotros", afirma Arruabarrena a 20 años de esa definición. "Carlos nos ayudó mucho a nivel de motivación, porque todos veían que nos daban por muertos. Y nos hizo ver que estábamos jugando una final y podíamos salir campeones de América", completa Walter Samuel. Pero faltaba más...
"El día del partido, en el almuerzo, yo estaba con el otro utilero, Olmi, y Bianchi me dijo: 'Roberto, tengo algo para ustedes y no tiene que verlo nadie'. Me acuerdo patente. 'Se los voy a entregar para que lo peguen en el vestuario para que lo vean los jugadores cuando lleguen', nos dijo", recuerda Roberto Prado, quien estuvo al frente de la utilería en las cuatro Libertadores ganadas entre el 2000 y 2007.
Después del almuerzo, Prado subió hasta el piso en el que estaba la habitación de Bianchi, porque Bianchi siempre estaba en pisos superiores al de los jugadores, y recibió la entrega: un sobre marrón. "Ni miramos qué había", cuenta el actual utilero del equipo de básquet de la Liga Nacional. "Carlos siempre tenía todo pensado", añade a Olé.
El utilero ya conocía el vestuario del Morumbí, había estado el día anterior en el reconocimiento, y también tenía claro que recorrer los tres kilómetros del hotel al estadio podía llevar cerca de una hora por las habituales congestiones de la ciudad de San Pablo. Y si bien siempre suelen ir con tiempo, recuerda que esa vez partieron cinco horas antes. Con el sobre de Bianchi en su poder.
EL VESTUARIO: El vestuario del Morumbí no era como los de ahora, con lockers, sino que tenía apenas un banco. "Empezamos a armar la ropa, la camiseta tradicional, pantaloncitos, zapatillas, ojotas, y cuando abrirnos el sobre eran fotocopias de la declaración de Scolari, que decía que ya eran campeones, y las pegamos una por una en la pared encima de donde se iban a sentar los muchachos", dice Prado. Y completa: "Cuando vinieron los jugadores, el primero que lo vio fue Bermúdez, y los quería salir a matar".
Después llegó el momento de la charla técnica, con "el análisis rápido del rival y lo referente a las situaciones que se necesitan máxima atención durante el partido (córners, tiros libres, laterales, saques de arco, las marcas respectivas e individuales de cada uno) y la constante motivación dentro del campo", cuenta Ischia.
El final de la historia ya es bien conocido: Boca levantó la Libertadores después de 22 años, la primera del ciclo dorado de Bianchi.