La nueva reinvención de Messi
El cambio de look lo hace más joven pero, futbolísticamente, este Leo no se parece tanto al de años anteriores. Más completo en su juego aunque igual de goleador, el 10 se reinventa para continuar vigente en la cima de la élite mundial.
Olé
El tan comentado look post pandemia de Lionel Messi, con nuevo peinado ideal para memes y ya sin la barba de señor leñador que lo acompañó en los últimos tiempos, tendrá sus admiradores y detractores pero la mayoría coincide en que le quita unos cuantos años de encima. Parece más joven y son varios los que le ven un aire al Leo del 2013 o del 2014. Sin embargo, basta verlo jugar, como en los 90 minutos de su regreso al fútbol, para comprobar que el Messi de aquellos años sólo puede ser comparable al actual desde una cuestión estética. Porque futbolísticamente hablando, el 4 a 0 del Barcelona al Mallorca confirmó la evolución en el juego que viene desarrollando el 10 argentino a lo largo de su carrera. Igual de goleador que a los veintipico pero mucho más jugador ahora, cuando está por cantar los 33 (y de mano, claro).
¿Cómo se puede ser menos participativo y paradójicamente más decisivo en el fútbol? A través de una correcta interpretación del juego. Y en esa faceta, la de comprender y elegir los tiempos, espacios y momentos del fútbol durante un partido, Messi (también) es el mejor del mundo. Seguramente ahí reside el secreto de su vigencia en la élite y de su permanente reinvención. Lleva 12 temporadas consecutivas convirtiendo al menos 20 goles en la liga de España, dato que revela que no perdió el olfato de gol. Pero el Messi de estos últimos años se volvió más completo, un futbolista más integral, con un mayor protagonismo en la gestación del juego potenciado por tres aspectos: 1) su mayor experiencia y conocimiento del juego; 2) su calidad y capacidad técnica para poder desempeñar ese rol y 3) el contexto, al ya no tener a Xavi y a Iniesta como encargados de lujo en la zona de elaboración.
Su inteligencia permite que no sea necesario que entre en contacto con el balón a cada rato. Esas "desapariciones" virtuales de los partidos, como en el comienzo del segundo tiempo del sábado, no modifican su prestación. Cada vez que la agarra da la sensación de que algo va a pasar. Y la intuición de los espectadores -o conocimiento a esta altura de acuerdo con los antecedentes del 10- no falla. Como aquellos magos que siempre realizan el mismo truco, Messi tiene la capacidad del arte del engaño. Todos nos quedamos mirando, asombrados, lo que hace y luego nos preguntamos cómo lo hizo. Como en la habilitación de primera a Jordi Alba para el tercer gol, una fórmula que le sigue generando dividendos al Barcelona como hace varios años eran sus arranques individuales por derecha en diagonal hacia el centro para definir de zurda.
Olé
El tan comentado look post pandemia de Lionel Messi, con nuevo peinado ideal para memes y ya sin la barba de señor leñador que lo acompañó en los últimos tiempos, tendrá sus admiradores y detractores pero la mayoría coincide en que le quita unos cuantos años de encima. Parece más joven y son varios los que le ven un aire al Leo del 2013 o del 2014. Sin embargo, basta verlo jugar, como en los 90 minutos de su regreso al fútbol, para comprobar que el Messi de aquellos años sólo puede ser comparable al actual desde una cuestión estética. Porque futbolísticamente hablando, el 4 a 0 del Barcelona al Mallorca confirmó la evolución en el juego que viene desarrollando el 10 argentino a lo largo de su carrera. Igual de goleador que a los veintipico pero mucho más jugador ahora, cuando está por cantar los 33 (y de mano, claro).
¿Cómo se puede ser menos participativo y paradójicamente más decisivo en el fútbol? A través de una correcta interpretación del juego. Y en esa faceta, la de comprender y elegir los tiempos, espacios y momentos del fútbol durante un partido, Messi (también) es el mejor del mundo. Seguramente ahí reside el secreto de su vigencia en la élite y de su permanente reinvención. Lleva 12 temporadas consecutivas convirtiendo al menos 20 goles en la liga de España, dato que revela que no perdió el olfato de gol. Pero el Messi de estos últimos años se volvió más completo, un futbolista más integral, con un mayor protagonismo en la gestación del juego potenciado por tres aspectos: 1) su mayor experiencia y conocimiento del juego; 2) su calidad y capacidad técnica para poder desempeñar ese rol y 3) el contexto, al ya no tener a Xavi y a Iniesta como encargados de lujo en la zona de elaboración.
Su inteligencia permite que no sea necesario que entre en contacto con el balón a cada rato. Esas "desapariciones" virtuales de los partidos, como en el comienzo del segundo tiempo del sábado, no modifican su prestación. Cada vez que la agarra da la sensación de que algo va a pasar. Y la intuición de los espectadores -o conocimiento a esta altura de acuerdo con los antecedentes del 10- no falla. Como aquellos magos que siempre realizan el mismo truco, Messi tiene la capacidad del arte del engaño. Todos nos quedamos mirando, asombrados, lo que hace y luego nos preguntamos cómo lo hizo. Como en la habilitación de primera a Jordi Alba para el tercer gol, una fórmula que le sigue generando dividendos al Barcelona como hace varios años eran sus arranques individuales por derecha en diagonal hacia el centro para definir de zurda.