La histórica pelea Passarella vs. Grondona: insultos, gritos y pedido de renuncia

La pelea entre el presidente de AFA y el titular de River comenzó con un fuerte diálogo telefónico y siguió en Viamonte. Muchos creen que fue determinante para el descenso del club. La historia.

Olé
-¿Qué responsabilidad tenés ahora, Julio? No nos cobraron cinco penales.

​ -Vos lo que tenés que hacer es comprarte un arquero...
-¡¿Por qué no te vas a la re puta que te parió?! Sos Alí Babá y los 40 ladrones. Andate hijo de re mil puta…



​ Daniel Passarella agarró su teléfono celular con tanta furia que podría haberlo estrujado: la irónica respuesta en tono monocorde que acababa de darle Julio Grondona lo desencajó. No lo sabe él, tampoco el presidente de la AFA, pero aquel diálogo que se produjo aquella noche de mayo de 2011 sería el preludio de uno posterior que se daría cara a cara dos días más tarde y que implicaría la ruptura total de relaciones de River -y en malos términos- con Viamonte. Un quiebre que indefectiblemente se relaciona con el acontecimiento más triste de la historia del club: el descenso a la B Nacional.

El prólogo de esta contienda dialéctica se había escrito en la noche previa al superclásico disputado en la Bombonera el 15 de mayo. Grondona y Lamolina llamaron a Passarella para comunicarle que habría un cambio en la designación arbitral: Héctor Baldassi había sufrido un cuadro de apendicitis que derivó en una intervención quirúrgica de urgencia, por lo que Patricio Loustau iba a reemplazarlo.

El Káiser refutó la designación a dedo, invocando un error arbitral del juez en un encuentro ante Godoy Cruz (“Nos anuló un gol con Godoy Cruz cuando íbamos 1-1”, recordaría más tarde Daniel Alberto en charla con Olé). La respuesta que recibió fue contundente: “Tiene que ser él”. No podía ser Carlos Maglio, el cuarto árbitro, ni otro juez. “El pibe es bueno, no te preocupes”, le dijo Grondona al presidente de River, en tono tranquilizador. La paz duró poco.

Porque el partido dejó un tanto expuesto a Loustau: permitió agarrones, varios de ellos dentro del área de Boca. Caruzzo le tironeó del pantalón a Pavone, sujetó de la camiseta a Maidana y a González Pírez, a quien también derribó; Monzón (a Pavone) y Somoza (a Funes Mori) también cometieron el mismo tipo de infracción. Matías Almeyda terminó -bien- expulsado luego de un cruce con Clemente Rodríguez, algo que también azuzaría las brasas. El Káiser calificaría como “un robo” el arbitraje, reclamando además un penal de Insaurralde a Funes Mori y un foul de atrás a Erik Lamela.

Con ese cocktail de errores dándole vueltas en la cabeza, sumado a la respuesta socarrona de Don Julio en referencia a los errores de Juan Pablo Carrizo en los dos goles de Boca -el primero fue en contra tras remate de Monzón; en el segundo quedó pagando ante un cabezazo de Palermo- el martes posterior al partido Passarella llegaría a la reunión de Comité Ejecutivo de la AFA enfurecido, decidido no sólo a reclamar la suspensión del árbitro, sino también a pedirle la renuncia a Grondona.

-Ya estás viejo. Tenés que dar un paso al costado.

Esa frase de Passarella generó un estallido de risas entre los integrantes del CE. Entre ellas la de Juan Carlos Crespi, quien le retrucó con un “¿qué querés? ¿Que te cobren ocho penales para ganarnos?”. El Káiser lo cortó en seco: “No existís”. Grondona le reclamó una presencia más fluida en Viamonte, sugiriéndole que “sería bueno que vengas a todas las reuniones para hacer esos planteos”.

Daniel Alberto insistió furioso con que existía una “AFA rica y clubes pobres” (trascendió que una semana antes había pedido un adelanto de dinero, que le fue negado). Pero finalmente, sin aliados, bramó; “Yo tengo treinta años de fútbol, no sé qué hago acá”. Y pegó un portazo. “Cuando perdés hablás y cuando ganás, no. Ya está, chau”, fue el eslogan que Grondona ensayó con su distintivo tono de voz sobre la vereda par de Viamonte al 1.300, antes de subirse a su coche particular. Pero no todo pasaría.

Unas horas después de su pelea con Don Julio, en Olé, Passarella manifestaría que “mastiqué bronca estos días. El lunes no fui al club porque estaba cerrado… pero basta. El partido fue un robo. Y lo que más me calienta es que ni suspendieron a Loustau… Ya es tiempo de que (Grondona) se vaya. Viste como es esto, todo pasa y todo llega. Dije lo que sentía. Hace tiempo que tenía ganas de decirle esto. Por eso le dije en un tono tranquilo: ‘Julio, lo del domingo fue una cosa grosera. A mi me parece que llegó la hora de que renuncie’. Algunos salieron a defenderlo y ahí les dije que era mi opinión”.

El cruce entre Passarella y Grondona fue, para muchos, el desencadenante de lo que ocurriría un mes y once días más tarde. “A River lo mandó a la B la AFA”, diría este año Ángel Cappa, reviviendo ese fantasma. Aunque no existen pruebas que confirmen esa teoría.

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