La fiesta de Benzema y Asensio
El Madrid pasó por encima de un Valencia que dejó escapar el partido antes del descanso. Doblete del francés y gol del balear en el primer balón que tocó en once meses.
Luis Nieto
As
Otra vez medio Madrid y otra vez fue suficiente. El equipo de Zidane sigue en el cogote del Barça después de un primer tiempo somnoliento y un segundo sobresaliente. Benzema ha encontrado pareja con Hazard y Asensio regresó marcando en la primera pelota que le llegó, apelando a su condición de fichaje interior. El Valencia estuvo cerca del gol en la primera mitad y fue un fantasma tras el descanso. El segundo tren pasó demasiado deprisa.
Hace seis meses el Madrid no dejó ni los huesos del Valencia en la Supercopa de Arabia llenando la alineación de centrocampistas. Valverde, Casemiro, Kroos, Modric e Isco liquidaron al equipo de Celades entonces. Zidane tomó nota. Los cuatro primeros repitieron en Valdebebas. Quizá también iba para titular el quinto, un genio de visibilidad intermitente que estudia para Guti, pero una lesión de última hora le dejó fuera. En realidad, el francés se reafirmó en el equipo de aquella noche con Hazard por el malagueño y Benzema, entonces lesionado, por Jovic, y sólo cambió a dos respecto al duelo ante el Eibar. La nueva anormalidad de las cinco sustituciones, esa pachanguización de los partidos que ha traído eventualmente la pandemia, permite rotar de forma masiva sobre la marcha, una vez visto hacia donde sopla el viento. Se quedó fuera, de nuevo, Bale, que ha perdido el aforamiento porque su juego lleva meses siendo tan invisible como su castellano. Ahora es furgón de cola.
Tampoco cambió demasiado el Valencia. Celades quitó a Diakhaby, que se vació el cargador en un pie antes y después del parón, y metió a Mangala, Wass y Ferran Torres, número uno de su promoción en casi todo. Existe un convencimiento general (también en el Madrid desde que era alevín) de que es el futbolista que viene.
El partido tuvo miga, pese al bajón de adrenalina de pleitear sin público. Mandó el Madrid y esperó el Valencia, que en su casa sólo tiene peores registros que los blancos y el Barça, pero que fuera suma menos que doce equipos.
Valverde partió como exterior derecho, donde su exuberancia física no le da tanta ventaja, y el juego no pasó por él. Es futbolista de más campo. El Madrid lo intentó de salida casi todo por dentro, oliendo poco el área, disparando de lejos. Y se dejó ir un gol en un buen servicio de Benzema, nueve mestizo, mitad armador, mitad goleador, que Hazard estrelló en Cillessen. El Valencia respondía a la carrera y con colmillo. Rodrigo estrelló un balón en el palo y vio cómo le anularon un gol de interpretación: le llegó un pase de Soler que pasó junto a Maxi, en posición ilegal, y lo mandó a la red. Sánchez Martínez creyó, con cierta lógica, que el uruguayo entorpeció el despeje de Varane y lo dejó en el limbo. Poco después, Cillessen sacó con un pie un tiro forzado de Carvajal y Courtois otro lejano de Kondogbia. Para entonces el partido había perdido física y química. Al Madrid le costaba más hacer profundo su dominio sosote y poco emotivo, impropio del perseguidor, y el Valencia recortó mucho su despliegue por las bandas. Ni Gayá ni Ferran Torres fueron la amenaza esperada. Con todo, el equipo de Celades pareció más cerca del gol antes del descanso.
El acelerón blanco
El Madrid abrió gas en la segunda mitad. Primero sin balón, elevando el volumen y los metros en la presión. Y luego con él, pero sin hallar inicialmente los espacios. Hazard tuvo más compromiso que desborde, Mendy se alargó con más empuje que habilidad, Benzema hurgó por los costados pero ahora está también para otra cosa. Intentó el Madrid un abordaje costoso, de desgaste, ante un adversario más conforme con el empate que al principio, y acabó asomando el espacio, con un pase al hueco de Hazard que cruzó a la red Benzema. De esa sociedad tendrá que vivir el Madrid a falta de rematadores en el banquillo. Al belga le sobra más ingenio que gol.
Esos veinte minutos empujaron al Madrid. Celades buscó el golpe de timón con cuatro cambios en diez minutos, pero el partido se le había ido a su equipo en la primera mitad. Once meses después volvió Asensio, esa figura sin rematar, y metió el segundo gol en un disparo de primeras tras buen desborde de Mendy. Como en su debut, en 2016, ante el Sevilla. O en su estreno liguero, ante la Real, el mismo curso. O en su premiere en Champions, frente al Legia. Definitivamente le gusta madrugar. También participó en el tercero, una obra de arte de Benzema, con un malabarismo para pasarse la pelota de derecha a izquierda sin tocar el suelo y aplicando un voleón descomunal. El Madrid está en sus botas.
Luis Nieto
As
Otra vez medio Madrid y otra vez fue suficiente. El equipo de Zidane sigue en el cogote del Barça después de un primer tiempo somnoliento y un segundo sobresaliente. Benzema ha encontrado pareja con Hazard y Asensio regresó marcando en la primera pelota que le llegó, apelando a su condición de fichaje interior. El Valencia estuvo cerca del gol en la primera mitad y fue un fantasma tras el descanso. El segundo tren pasó demasiado deprisa.
Hace seis meses el Madrid no dejó ni los huesos del Valencia en la Supercopa de Arabia llenando la alineación de centrocampistas. Valverde, Casemiro, Kroos, Modric e Isco liquidaron al equipo de Celades entonces. Zidane tomó nota. Los cuatro primeros repitieron en Valdebebas. Quizá también iba para titular el quinto, un genio de visibilidad intermitente que estudia para Guti, pero una lesión de última hora le dejó fuera. En realidad, el francés se reafirmó en el equipo de aquella noche con Hazard por el malagueño y Benzema, entonces lesionado, por Jovic, y sólo cambió a dos respecto al duelo ante el Eibar. La nueva anormalidad de las cinco sustituciones, esa pachanguización de los partidos que ha traído eventualmente la pandemia, permite rotar de forma masiva sobre la marcha, una vez visto hacia donde sopla el viento. Se quedó fuera, de nuevo, Bale, que ha perdido el aforamiento porque su juego lleva meses siendo tan invisible como su castellano. Ahora es furgón de cola.
Tampoco cambió demasiado el Valencia. Celades quitó a Diakhaby, que se vació el cargador en un pie antes y después del parón, y metió a Mangala, Wass y Ferran Torres, número uno de su promoción en casi todo. Existe un convencimiento general (también en el Madrid desde que era alevín) de que es el futbolista que viene.
El partido tuvo miga, pese al bajón de adrenalina de pleitear sin público. Mandó el Madrid y esperó el Valencia, que en su casa sólo tiene peores registros que los blancos y el Barça, pero que fuera suma menos que doce equipos.
Valverde partió como exterior derecho, donde su exuberancia física no le da tanta ventaja, y el juego no pasó por él. Es futbolista de más campo. El Madrid lo intentó de salida casi todo por dentro, oliendo poco el área, disparando de lejos. Y se dejó ir un gol en un buen servicio de Benzema, nueve mestizo, mitad armador, mitad goleador, que Hazard estrelló en Cillessen. El Valencia respondía a la carrera y con colmillo. Rodrigo estrelló un balón en el palo y vio cómo le anularon un gol de interpretación: le llegó un pase de Soler que pasó junto a Maxi, en posición ilegal, y lo mandó a la red. Sánchez Martínez creyó, con cierta lógica, que el uruguayo entorpeció el despeje de Varane y lo dejó en el limbo. Poco después, Cillessen sacó con un pie un tiro forzado de Carvajal y Courtois otro lejano de Kondogbia. Para entonces el partido había perdido física y química. Al Madrid le costaba más hacer profundo su dominio sosote y poco emotivo, impropio del perseguidor, y el Valencia recortó mucho su despliegue por las bandas. Ni Gayá ni Ferran Torres fueron la amenaza esperada. Con todo, el equipo de Celades pareció más cerca del gol antes del descanso.
El acelerón blanco
El Madrid abrió gas en la segunda mitad. Primero sin balón, elevando el volumen y los metros en la presión. Y luego con él, pero sin hallar inicialmente los espacios. Hazard tuvo más compromiso que desborde, Mendy se alargó con más empuje que habilidad, Benzema hurgó por los costados pero ahora está también para otra cosa. Intentó el Madrid un abordaje costoso, de desgaste, ante un adversario más conforme con el empate que al principio, y acabó asomando el espacio, con un pase al hueco de Hazard que cruzó a la red Benzema. De esa sociedad tendrá que vivir el Madrid a falta de rematadores en el banquillo. Al belga le sobra más ingenio que gol.
Esos veinte minutos empujaron al Madrid. Celades buscó el golpe de timón con cuatro cambios en diez minutos, pero el partido se le había ido a su equipo en la primera mitad. Once meses después volvió Asensio, esa figura sin rematar, y metió el segundo gol en un disparo de primeras tras buen desborde de Mendy. Como en su debut, en 2016, ante el Sevilla. O en su estreno liguero, ante la Real, el mismo curso. O en su premiere en Champions, frente al Legia. Definitivamente le gusta madrugar. También participó en el tercero, una obra de arte de Benzema, con un malabarismo para pasarse la pelota de derecha a izquierda sin tocar el suelo y aplicando un voleón descomunal. El Madrid está en sus botas.