Griezmann se pone de perfil
Barcelona, AS
Parecía difícil, pero Griezmann empeoró su producción para el Barça en el partido contra el Celta. Después de estar trabajador en Mallorca y gris contra el Leganés, Setién se lo cargó en el partido contra el Sevilla como había hecho en Bilbao en la Copa. Cuando saltó al campo, no hizo nada destacable. Tampoco contra el Athletic. Ante el Celta el asunto fue a peor. Además de parecer algo desconectado de la realidad del equipo, perdió la concentración y la tensión en un momento clave para LaLiga.
Con 1-2 en el marcador, y en la clásica jugada en la que se grita "aquí no se mueve ni Dios" (Canal Plus la captó bien en aquella ocasión en la que, después de ponerle un micrófono al árbitro Pajares Paz se escuchaba a Aldana diciéndole eso mismo a Djukic), él se puso de perfil, saltó y el balón entró por ahí. Al salto equívoco de Griezmann colaboró la mala colocación de la barrera de Ter Stegen, que no puso a un jugador más por seguridad y tampoco desplazó a los jugadores más a su derecha. El Celta demostró tener estudiada a la barrera del Barça y sacó petróleo.
La acción de Griezmann no sólo no es anecdótica porque le ha costado dos puntos clave al Barça. También resulta un nuevo símbolo de ese proceso de distanciamiento del jugador con el equipo. Algo no conecta entre el Barça y Griezmann, que ha empequeñecido como azulgrana. Y más con Setién. Suplente de Braithwaite en Sevilla, suplente de Ansu en Vigo, jugadores que estiran más el campo, esto ya no es una casualidad.
El encaje de Griezmann, al que seguro que la llegada del Atlético este martes le pondrá algo melancólico, es muy difícil en el Barça. A Griezmann no se le puede reprochar que no lo haya intentado desde el inicio, pero ha ofrecido señales de agotamiento en los últimos partidos. Como si por un momento hubiera pensado en tirar la toalla. Lejos de la posición que le ha dado fama en el fútbol mundial, sin la confianza total del entrenador, ha dado la sensación de caer en el desánimo y, de pronto, desconectar. Como en Vigo. No debe ser fácil ser considerado uno de los mejores jugadores del mundo y venir casi para hacer recados. Tal vez cansado de ser el número uno en implicación como en muchas partes de la temporada, Griezmann se puso de perfil en Vigo. Y el Barça lo lamenta. Bartomeu tenía claro hace un par de meses que, pese a no estar del todo satisfecho con el rendimiento del francés, Griezmann iba a seguir. Pero los escenarios en el fútbol, por las mismas sensaciones de los futbolistas, siempre pueden cambiar.
Parecía difícil, pero Griezmann empeoró su producción para el Barça en el partido contra el Celta. Después de estar trabajador en Mallorca y gris contra el Leganés, Setién se lo cargó en el partido contra el Sevilla como había hecho en Bilbao en la Copa. Cuando saltó al campo, no hizo nada destacable. Tampoco contra el Athletic. Ante el Celta el asunto fue a peor. Además de parecer algo desconectado de la realidad del equipo, perdió la concentración y la tensión en un momento clave para LaLiga.
Con 1-2 en el marcador, y en la clásica jugada en la que se grita "aquí no se mueve ni Dios" (Canal Plus la captó bien en aquella ocasión en la que, después de ponerle un micrófono al árbitro Pajares Paz se escuchaba a Aldana diciéndole eso mismo a Djukic), él se puso de perfil, saltó y el balón entró por ahí. Al salto equívoco de Griezmann colaboró la mala colocación de la barrera de Ter Stegen, que no puso a un jugador más por seguridad y tampoco desplazó a los jugadores más a su derecha. El Celta demostró tener estudiada a la barrera del Barça y sacó petróleo.
La acción de Griezmann no sólo no es anecdótica porque le ha costado dos puntos clave al Barça. También resulta un nuevo símbolo de ese proceso de distanciamiento del jugador con el equipo. Algo no conecta entre el Barça y Griezmann, que ha empequeñecido como azulgrana. Y más con Setién. Suplente de Braithwaite en Sevilla, suplente de Ansu en Vigo, jugadores que estiran más el campo, esto ya no es una casualidad.
El encaje de Griezmann, al que seguro que la llegada del Atlético este martes le pondrá algo melancólico, es muy difícil en el Barça. A Griezmann no se le puede reprochar que no lo haya intentado desde el inicio, pero ha ofrecido señales de agotamiento en los últimos partidos. Como si por un momento hubiera pensado en tirar la toalla. Lejos de la posición que le ha dado fama en el fútbol mundial, sin la confianza total del entrenador, ha dado la sensación de caer en el desánimo y, de pronto, desconectar. Como en Vigo. No debe ser fácil ser considerado uno de los mejores jugadores del mundo y venir casi para hacer recados. Tal vez cansado de ser el número uno en implicación como en muchas partes de la temporada, Griezmann se puso de perfil en Vigo. Y el Barça lo lamenta. Bartomeu tenía claro hace un par de meses que, pese a no estar del todo satisfecho con el rendimiento del francés, Griezmann iba a seguir. Pero los escenarios en el fútbol, por las mismas sensaciones de los futbolistas, siempre pueden cambiar.