Durísimas peleas y discusiones: así se formó el campeón 86

A 34 años del debut de la Selección en México, la historia puertas adentro de un plantel que afrontó todo: desde el golpe desestabilizador que se le quiso dar a Bilardo hasta por qué se pelearon Maradona y Passarella, pasando por las fuertes reuniones de un plantel “en el que nos decíamos todo”.

Olé
-Esto no da para más.
​ -Vos dedicate al rugby, Michingo, que de esto no entendés un carajo…

Rodolfo O’Reilly recibió de Julio Grondona una respuesta esperable. No iba, Don Julio, a remover de su cargo a Carlos Salvador Bilardo: no le interesaba que Raúl Alfonsín no empatizara con su fútbol. “¿Cuándo vas a echar a Bilardo?”, le había sugerido el entonces Presidente a su secretario de Deportes (O’Reilly) durante un asado celebrado en la casa del ex jugador del CASI, fallecido en 2018. Había sido una muestra de preocupación de Alfonsín: el fútbol era un termómetro social. “La Selección no juega a nada”, declaraba O’Reilly a días del Mundial. Aunque desde la AFA nadie pensaría en remover al deté...


Sin embargo, opiniones políticas al margen, la Selección de Bilardo no generaba consenso tampoco entre los hinchas. Se había clasificado a México empatando agónicamente 2-2 ante Perú en 1985. Hasta Maradona era cuestionado, y ni hablar el entrenador, quien había tomado la decisión de mudarse solo a una quinta en Moreno para aislarse, pidiéndoles a su mujer Gloria y a su hija Daniela que se fueran a vivir al departamento de sus suegros, en Camarones y Nazca, colgando en su casa de la calle Francisco Bilbao un cartel de venta. “Quería que la gente creyera que estaba deshabitada y no la atacara: temía que las piedras se convirtieran en adoquines”, escribiría Bilardo en Doctor y Campeón (Planeta, 2014).
Diego se la bancó en el partido del debut ante Corea del Sur. Fue triunfo 3-1. Hoy se cumplen 34 años.

Diego se la bancó en el partido del debut ante Corea del Sur. Fue triunfo 3-1. Hoy se cumplen 34 años.

En ese contexto, Bilardo tuvo que construir un listado: el de los 22 futbolistas que viajarían al Mundial dejando afuera sorpresivamente a algunos apellidos como Ricardo Gareca -autor del gol de la clasificación-, Ubaldo Fillol (titular ante Perú y figura), Enzo Trossero, Juan Barbas o Miguel Russo. “El técnico me mintió, me dijo que iba al Mundial y me defraudó como persona”, le plantearía Trossero a El Gráfico en mayo del 86. Barbas antes había manifestado que “hay jugadores que entraron en la lista porque lo apretaron a Bilardo”. Pero ¿fue así? En una entrevista en Radio Nacional, el periodista Ernesto Cherquis Bialo deslizó que Julio Grondona tuvo cierta injerencia. “Julio le hizo recomendaciones”, explicaría Cherquis, dando los ejemplos del Vasco Olarticoechea, del Negro Enrique (“Te falta un 8, por qué no lo ponés al Negrito”, el textual de Bialo imitando a Julio), y de Ricardo Bochini (”¿El Bocha se va a retirar del fútbol sin jugar un Mundial?”). A favor de Bilardo: siete de los 18 citados en su primera lista, publicada el 18 de marzo de 1983, viajaron al Mundial; seis fueron titulares en la final: Pumpido, Giusti, Ruggeri, Olarticoechea, el Tata Brown y Burruchaga.

La coyuntura no invitaba a soñar con un título. “Cuando nos íbamos le dije a mi señora: ‘¿Me vas a despedir a Ezeiza?’. Y me dice: ‘No, andá, si putean, que te puteen a vos solo’. Nos fuimos solos”, contó Garré en 1986, La Verdadera Historia (Planeta, 2016). Todo pasaría...

Llamados telefónicos. Capítulo II. México. 1986.

-A ver Passarella, estos dos mil pesos de teléfono que tenemos que pagar entre todos, ¿por llamadas de quién son? Mirá: no hay una llamada mía a Nápoles, no hay llamadas a Madrid de Valdano. Son todas tuyas.

Diego Maradona sujeta en sus manos unas hojas de papel. Se trata de un resumen de la central telefónica del Centro de entrenamiento del América, base de Argentina en México. Momento histórico: un capitán le grita a otro. “Ahí vinieron a pararse atrás mío”, diría Diego en su libro Mi Mundial, Mi Verdad (Planeta, 2016). “La división quedó 21 a 1 a mi favor”. Según Maradona, hubo silencio hasta que alguien gritó.

​ -¡Vos sos una mierda!
​ Jorge Valdano fue el último en pronunciarse en aquel meeting celebrado en el comedor del complejo del club mexicano. Uno que culminaría -amén de que existirían otras charlas- con un ciclo de encuentros que amalgamaría al grupo. Según Maradona, “en aquellas reuniones nació el campeón”. Eran duras, pero necesarias para templar al plantel. La primera fue en el Hotel La Fontana, en Bogotá, en la gira previa a la Copa del Mundo. La segunda, en Barranquilla, luego de un empate con Junior (0-0). “Hablamos del premio que íbamos a recibir si salíamos campeones…”, escribió Maradona hace unos años. “Pero nos dimos cuenta de que la guita nos importaba un carajo. Era duro: algunos ya ganábamos bien en Europa y otros pibes que ni botines tenían”. En ese cónclave, además, los jugadores se le plantaron a Bilardo: con un juego pendiente en Bogotá, el plantel sentía que el desgaste era excesivo a tan poco para el Mundial. “No vamos a jugar otro amistoso. Volvemos a México”, se puso firme Diego. Según él, el DT intentó convencerlo pero no hubo caso. En Barranquilla “se terminó, ya no había menottistas ni bilardistas”, describió el Diez. Aunque en México habría un último conflicto.

Porque la relación Maradona-Passarella asomaba imposible. Bilardo había ungido líder a Diego apenas había tomado el cargo. Una decisión que a Passarella le afectó: había sido destronado. La rivalidad era tal que -según Diego- Passarella “le metió en la cabeza a Valdano que yo estaba llevando a todos a la droga”. El clima era tenso: el Kaiser llegó a reprender al Diez por haber llegado tarde de una salida de esparcimiento con Pasculli, Batista e Islas, lo que desembocaría en un pedido de explicaciones de Valdano a Diego, en la posterior reunión en el comedor, en el teléfono-gate, en el grito final... Habría, el 27 de mayo de 1986, una última foto que los mostraría juntos, abrazados, para la tapa de El Gráfico, ambos con sombreros de mariachi. Luego, Passarella sufriría un cuadro de diarrea que le afectaría físicamente: previo al debut ante Corea del Sur le tiró el gemelo. Y no jugó más en la Selección.

"Diego y Daniel no se hablaban, ni se saludaban -recuerda el Negro Enrique-. Pero yo nunca vi algo raro entre ellos. La verdad es que nunca hicieron sentir incómodo al grupo. Era un problema de ellos y nosotros no nos metíamos. Jamás trajeron problemas o se enojaron con Bilardo. No tengo dudas de que Passarella, si hubiese jugado, iba festejar los goles con todos. Aquel fue un plantel espectacular. Y nos dijimos todo. Éramos así, un equipo que se decía las cosas y hablábamos mucho, sobre todo lo que hacíamos dentro de la cancha. No teníamos reuniones puntuales: eran situaciones que se daban y, de repente, estaba todo el grupo".

“A Daniel le dio una purguita que lo sacó del equipo. Y casi lo mata”, acusaría Fillol a Bilardo en 2012, en La Gaceta. “Todos saben lo que pasó en aquel mundial de México 86. Yo mejor que nadie”, le diría Passarella a Diario Popular el 18 de abril de este año. Pero sólo esos 22 hombres que hace 34 años salían a la cancha conocen qué ocurrió detrás de esos gritos sagrados.

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