Disponer de Zidane para siempre
La Galerna
El organigrama deportivo ha sido un tema controvertido en el Real Madrid durante las dos etapas de Florentino Pérez. Algunas voces han apreciado la ausencia de una política clara y sostenida, suponiendo al arbitrio del presidente las decisiones tomadas al respecto. Los hay, incluso, que han insinuado una relación entre los contratos de obra de ACS y los fichajes del Real Madrid. Sorprende, no obstante, que el resto de clubs no hayan licitado por proyectos de autopistas, puentes y canales, toda vez que la constructora mencionada cosecharía —de ser cierta su responsabilidad— un bagaje de Copas de Europa jamás alcanzado, en tan corto lapso de tiempo, por ningún otro club en toda su historia.
Pero una visión más honesta de la situación nos demuestra que, tanto en la primera etapa como en esta segunda, el Madrid sí que fue coherente con su política deportiva. Al comienzo, con una apuesta inequívoca por grandes inversiones, los llamados galácticos, que eran complementados con canteranos o futbolistas de un rango menor. En la actualidad, con un interés por detectar talento temprano, así como la contratación de grandes fichajes en su último año de contrato. Estos objetivos, además, tenían perfiles deportivos similares. Si en un primer término se apostó decididamente por la búsqueda de atacantes, en la segunda etapa se invirtió mayoritariamente en centrocampistas con un perfil muy definido.
Por tanto, había y hay unas directrices, pero a las que se objetaba —siempre la adversativa— que estaban proyectadas con una finalidad económica, como si acompasar la inversión deportiva a unos cauces económicos fuera algo pernicioso y no un objetivo ineludible. El segundo motivo de queja se dirige a la indefinición de la responsabilidad en dicha materia. Efectivamente, en el Real Madrid las decisiones deportivas se adoptan de forma colegiada, entre el Presidente (Florentino Pérez), el Director General (José Ángel Sánchez), el Director de Fútbol (Ramón Martínez), el Jefe del departamento de fútbol internacional (Juni Calafat) y el entrenador (Zinedine Zidane). Conclusión precipitada o interesada: como no hay una única persona a la que poder reconocer como Director Deportivo no hay política deportiva.
Pero más allá de que los nombres de los cargos sean ambiguos y hasta engañosos —el de Calafat tiene un alcance mayor al que índica su título— sí podemos afirmar que hay un objetivo y unas pautas para alcanzarlo acordes a un interés deportivo que se ajusta, a su vez, al contexto económico y competitivo.
Ahora nos encontramos en el tramo final de temporada, pero casi hemos estado a punto de haber desembocado directamente en su cancelación, por lo cual ya han proliferado y proliferan informaciones relacionadas con los planes deportivos del club. Se rumorean fichajes —pero a la vez la posibilidad de que no haya—, bajas, cesiones, etc… y hay quien incluso se cuestiona la posición del entrenador en caso de que no se consiga ningún título. Y es ahí donde quería centrar mi reflexión.
Nadie, con buena voluntad y un mínimo de objetividad, puede negar el peso de la figura de Zinedine Zidane en el Real Madrid. Los títulos hablan por sí solos, pero el enorme valor del francés excede incluso a ellos. Eso no impide que siga siendo objeto de críticas por su bagaje táctico o por su presunta dependencia emocional con los jugadores con los que ha ganado tanto. Pero ni tan siquiera voy a ahondar en esas cuestiones. Lo que sí me pregunto es ¿Puede el Real Madrid prescindir de un referente como Zidane? y como mi respuesta es que no debe me asalta una segunda cuestión ¿Eso es compatible con el cargo de entrenador?
Difícilmente de forma sostenida.
Es por ello que me atrevo a sugerir la posibilidad de que el francés ascienda en el escalafón ocupando un cargo novedoso en el Real Madrid, pero ya conocido en otros ámbitos, sobre todo el británico: el de Manager Deportivo.
Lo que propongo, efectivamente, es convertir a Zidane en nuestro Alex Ferguson. Una figura estable, que permanezca más allá de los ineludibles ciclos de resultados, que moldee a su gusto cada proyecto, eligiendo las piezas más convenientes para conformar la plantilla cada temporada. Al unísono, por supuesto, con la dirección del club (presidente, junta y Dirección General) —que pueden llevar el peso de las negociaciones y retener la conformidad sobre las grandes decisiones — y con una secretaría técnica (que es a fin de cuentas la función de Juni Calafat) que le sirva de apoyo.
Una de las virtudes que ha demostrado Zidane es su olfato para detectar talento, pero también la ascendencia sobre los jugadores, tanto para atraerlos al Real Madrid, como para comprenderlos e implicarlos durante la temporada. En la entrevista que La Galerna le hizo a Pedja Mijatovic, el héroe de la Séptima destacó la importancia de la figura de un director deportivo como alguien que hace una labor que va más allá de "montar" una plantilla:
“La gente se cree que la del director deportivo es una figura que solo trabaja tres meses en verano. No es verdad. Es una figura fundamental porque muchas veces existe la necesidad de acercar los puntos de vista de unos y de otros. A veces un entrenador no cuenta en lo deportivo con un futbolista que sin embargo es importante para el club. Alguien tiene que mediar para que esa situación conflictiva vaya a buen puerto. Una persona que esté entre el presidente y director general, por un lado, y técnico y plantilla por otro. Tú como entrenador puedes gestionar los problemas con el club de algunos jugadores, pero no de 25. También necesitas a esa persona para que le diga “te has equivocado, mister” o para que analice con él una determinada situación deportiva”. (Pedja Mijatovic)
En la misma charla se ponía como ejemplo la labor fundamental de Alberto Herreros en los éxitos de la sección de baloncesto y que comprende desde de la conformación de la plantilla (de la mano con el Director de la sección, Juan Carlos Sánchez) y sin dejar de lado a su entrenador (Pablo Laso), a la supervisión de la labor de Alberto Angulo (Responsable de la cantera) o la cohesión del grupo. A Herreros es habitual verlo en los entrenamientos, incluso ayudando a los jugadores a perfeccionar algún aspecto técnico, o simplemente charlando, sirviéndoles de apoyo, como esa argamasa que va solidificando al equipo. Liderando detrás de bambalinas.
No costaría imaginar a Zidane ocupando un cargo similar en el Real Madrid. Eligiendo a su propio entrenador, que variaría en función de la preferencia del estilo y la complicidad que él intuyese pudiera establecerse entre ambos. Igual optaría por Nagelsmann o quizás por un estilo muy diferente como Allegri. Confeccionando la plantilla de acuerdo al club y sirviendo de guía y apoyo tanto a los futbolistas como al entrenador. Y en caso de que vinieran mal dadas y hubiese que coger el timón provisionalmente, siempre dispondríamos de un Molowny de lujo.
Sería disponer de Zidane para siempre.
El organigrama deportivo ha sido un tema controvertido en el Real Madrid durante las dos etapas de Florentino Pérez. Algunas voces han apreciado la ausencia de una política clara y sostenida, suponiendo al arbitrio del presidente las decisiones tomadas al respecto. Los hay, incluso, que han insinuado una relación entre los contratos de obra de ACS y los fichajes del Real Madrid. Sorprende, no obstante, que el resto de clubs no hayan licitado por proyectos de autopistas, puentes y canales, toda vez que la constructora mencionada cosecharía —de ser cierta su responsabilidad— un bagaje de Copas de Europa jamás alcanzado, en tan corto lapso de tiempo, por ningún otro club en toda su historia.
Pero una visión más honesta de la situación nos demuestra que, tanto en la primera etapa como en esta segunda, el Madrid sí que fue coherente con su política deportiva. Al comienzo, con una apuesta inequívoca por grandes inversiones, los llamados galácticos, que eran complementados con canteranos o futbolistas de un rango menor. En la actualidad, con un interés por detectar talento temprano, así como la contratación de grandes fichajes en su último año de contrato. Estos objetivos, además, tenían perfiles deportivos similares. Si en un primer término se apostó decididamente por la búsqueda de atacantes, en la segunda etapa se invirtió mayoritariamente en centrocampistas con un perfil muy definido.
Por tanto, había y hay unas directrices, pero a las que se objetaba —siempre la adversativa— que estaban proyectadas con una finalidad económica, como si acompasar la inversión deportiva a unos cauces económicos fuera algo pernicioso y no un objetivo ineludible. El segundo motivo de queja se dirige a la indefinición de la responsabilidad en dicha materia. Efectivamente, en el Real Madrid las decisiones deportivas se adoptan de forma colegiada, entre el Presidente (Florentino Pérez), el Director General (José Ángel Sánchez), el Director de Fútbol (Ramón Martínez), el Jefe del departamento de fútbol internacional (Juni Calafat) y el entrenador (Zinedine Zidane). Conclusión precipitada o interesada: como no hay una única persona a la que poder reconocer como Director Deportivo no hay política deportiva.
Pero más allá de que los nombres de los cargos sean ambiguos y hasta engañosos —el de Calafat tiene un alcance mayor al que índica su título— sí podemos afirmar que hay un objetivo y unas pautas para alcanzarlo acordes a un interés deportivo que se ajusta, a su vez, al contexto económico y competitivo.
Ahora nos encontramos en el tramo final de temporada, pero casi hemos estado a punto de haber desembocado directamente en su cancelación, por lo cual ya han proliferado y proliferan informaciones relacionadas con los planes deportivos del club. Se rumorean fichajes —pero a la vez la posibilidad de que no haya—, bajas, cesiones, etc… y hay quien incluso se cuestiona la posición del entrenador en caso de que no se consiga ningún título. Y es ahí donde quería centrar mi reflexión.
Nadie, con buena voluntad y un mínimo de objetividad, puede negar el peso de la figura de Zinedine Zidane en el Real Madrid. Los títulos hablan por sí solos, pero el enorme valor del francés excede incluso a ellos. Eso no impide que siga siendo objeto de críticas por su bagaje táctico o por su presunta dependencia emocional con los jugadores con los que ha ganado tanto. Pero ni tan siquiera voy a ahondar en esas cuestiones. Lo que sí me pregunto es ¿Puede el Real Madrid prescindir de un referente como Zidane? y como mi respuesta es que no debe me asalta una segunda cuestión ¿Eso es compatible con el cargo de entrenador?
Difícilmente de forma sostenida.
Es por ello que me atrevo a sugerir la posibilidad de que el francés ascienda en el escalafón ocupando un cargo novedoso en el Real Madrid, pero ya conocido en otros ámbitos, sobre todo el británico: el de Manager Deportivo.
Lo que propongo, efectivamente, es convertir a Zidane en nuestro Alex Ferguson. Una figura estable, que permanezca más allá de los ineludibles ciclos de resultados, que moldee a su gusto cada proyecto, eligiendo las piezas más convenientes para conformar la plantilla cada temporada. Al unísono, por supuesto, con la dirección del club (presidente, junta y Dirección General) —que pueden llevar el peso de las negociaciones y retener la conformidad sobre las grandes decisiones — y con una secretaría técnica (que es a fin de cuentas la función de Juni Calafat) que le sirva de apoyo.
Una de las virtudes que ha demostrado Zidane es su olfato para detectar talento, pero también la ascendencia sobre los jugadores, tanto para atraerlos al Real Madrid, como para comprenderlos e implicarlos durante la temporada. En la entrevista que La Galerna le hizo a Pedja Mijatovic, el héroe de la Séptima destacó la importancia de la figura de un director deportivo como alguien que hace una labor que va más allá de "montar" una plantilla:
“La gente se cree que la del director deportivo es una figura que solo trabaja tres meses en verano. No es verdad. Es una figura fundamental porque muchas veces existe la necesidad de acercar los puntos de vista de unos y de otros. A veces un entrenador no cuenta en lo deportivo con un futbolista que sin embargo es importante para el club. Alguien tiene que mediar para que esa situación conflictiva vaya a buen puerto. Una persona que esté entre el presidente y director general, por un lado, y técnico y plantilla por otro. Tú como entrenador puedes gestionar los problemas con el club de algunos jugadores, pero no de 25. También necesitas a esa persona para que le diga “te has equivocado, mister” o para que analice con él una determinada situación deportiva”. (Pedja Mijatovic)
En la misma charla se ponía como ejemplo la labor fundamental de Alberto Herreros en los éxitos de la sección de baloncesto y que comprende desde de la conformación de la plantilla (de la mano con el Director de la sección, Juan Carlos Sánchez) y sin dejar de lado a su entrenador (Pablo Laso), a la supervisión de la labor de Alberto Angulo (Responsable de la cantera) o la cohesión del grupo. A Herreros es habitual verlo en los entrenamientos, incluso ayudando a los jugadores a perfeccionar algún aspecto técnico, o simplemente charlando, sirviéndoles de apoyo, como esa argamasa que va solidificando al equipo. Liderando detrás de bambalinas.
No costaría imaginar a Zidane ocupando un cargo similar en el Real Madrid. Eligiendo a su propio entrenador, que variaría en función de la preferencia del estilo y la complicidad que él intuyese pudiera establecerse entre ambos. Igual optaría por Nagelsmann o quizás por un estilo muy diferente como Allegri. Confeccionando la plantilla de acuerdo al club y sirviendo de guía y apoyo tanto a los futbolistas como al entrenador. Y en caso de que vinieran mal dadas y hubiese que coger el timón provisionalmente, siempre dispondríamos de un Molowny de lujo.
Sería disponer de Zidane para siempre.