Déficit de líderes en el Barcelona
Barcelona, AS
El Barcelona de Quique Setién tiene problemas a la hora de encontrar referentes y líderes dentro del vestuario. Aparte de la figura indiscutible de Leo Messi, tanto en el campo como fuera de los terrenos de juego, y la aportación de Sergio Busquets y Gerard Piqué como capitanes, el resto de jugadores se mantiene en un segundo plano a la hora de asumir el rol de liderazgo en el equipo. Si bien es verdad que jugadores como Ter Stegen, Luis Suárez o Arturo Vidal están asumiendo una serie de compromisos que no les corresponde dentro del grupo, lo cierto es que en el seno del Barcelona se han dado cuenta de lagunas y déficits a la hora de encontrar referentes.
De hecho, un estudio interno del Barcelona subraya la necesidad de encontrar cinco tipos de líderes dentro del grupo para llevar al equipo al éxito y a los títulos. El primero es definido como “líder social”, que es aquel que “crea un ambiente de trabajo que favorece el aprendizaje y el rendimiento”. Este rol parece que el club lo tiene bien cubierto con la presencia de Sergio Busquets.
El segundo tipo de liderazgo es conocido como “líder anímico”, que corresponde según señala el documento, “a aquel que es capaz de cambiar el estado de ánimo del equipo”. En este caso no parece tan claro y definido el jugador, aunque si hay un futbolista que encorajina a sus compañeros y los anima cuando las cosas van mal dadas es claramente Gerard Piqué.
El tercero es el “líder ejemplo de compromiso”, es decir, “el que demuestra al resto de miembros del equipo que lo que pide en entrenador es posible”. Evidentemente aquí nos encontramos con la primera zona difusa de liderazgo, ya que los únicos que podrían tener una cierta incidencia en este aspecto son Luis Suárez y Arturo Vidal, pero más por el ímpetu y garra que imprimen en todas sus acciones, que por otra cosa.
El cuarto es el “líder estratégico”, o lo que es lo mismo, “el que supone la prolongación del entrenador en el campo”. Aquí volvemos a tener cierta disfunción, ya que a priori se presenta como Sergio Busquets como la persona que ha asumido este rol, pero con ciertos matices.
Y el último líder que necesita el equipo sí que está totalmente definido y hasta sobreexplotado. Estamos hablando del “líder resolutivo”, es decir, “el que mediante su talento resuelve las situaciones comprometidas del partido”. Evidente aquí sobresale por encima de resto Leo Messi, el único jugador capaz de desequilibrar el partido y que asume toda la responsabilidad en los momentos más críticos.
Bajo esta carencia de arquetipos de liderazgo se puede entender el cambio de Arthur, un jugador totalmente intranscendente dentro del vestuario, por Pjanic, ya que se espera del bosnio que asuma el rol que tiene asumido en la Juventus.
Asimismo, en el estudio se destaca la importancia de que el líder del equipo sea “positivo”, tanto en su “lenguaje corporal” como a la hora de “suministrar refuerzos y ánimos”, ya que reactiva a los compañeros, que se sienten más respaldados por el jugador referente. Mientras que si el líder actúa con “un lenguaje corporal bajo”, es decir, “con gemidos, agachando la cabeza o con mensajes negativos individuales o colectivos”, los compañeros suelen reaccionar con un descenso de confianza en sí mismos y menor respaldo al líder.
El Barcelona de Quique Setién tiene problemas a la hora de encontrar referentes y líderes dentro del vestuario. Aparte de la figura indiscutible de Leo Messi, tanto en el campo como fuera de los terrenos de juego, y la aportación de Sergio Busquets y Gerard Piqué como capitanes, el resto de jugadores se mantiene en un segundo plano a la hora de asumir el rol de liderazgo en el equipo. Si bien es verdad que jugadores como Ter Stegen, Luis Suárez o Arturo Vidal están asumiendo una serie de compromisos que no les corresponde dentro del grupo, lo cierto es que en el seno del Barcelona se han dado cuenta de lagunas y déficits a la hora de encontrar referentes.
De hecho, un estudio interno del Barcelona subraya la necesidad de encontrar cinco tipos de líderes dentro del grupo para llevar al equipo al éxito y a los títulos. El primero es definido como “líder social”, que es aquel que “crea un ambiente de trabajo que favorece el aprendizaje y el rendimiento”. Este rol parece que el club lo tiene bien cubierto con la presencia de Sergio Busquets.
El segundo tipo de liderazgo es conocido como “líder anímico”, que corresponde según señala el documento, “a aquel que es capaz de cambiar el estado de ánimo del equipo”. En este caso no parece tan claro y definido el jugador, aunque si hay un futbolista que encorajina a sus compañeros y los anima cuando las cosas van mal dadas es claramente Gerard Piqué.
El tercero es el “líder ejemplo de compromiso”, es decir, “el que demuestra al resto de miembros del equipo que lo que pide en entrenador es posible”. Evidentemente aquí nos encontramos con la primera zona difusa de liderazgo, ya que los únicos que podrían tener una cierta incidencia en este aspecto son Luis Suárez y Arturo Vidal, pero más por el ímpetu y garra que imprimen en todas sus acciones, que por otra cosa.
El cuarto es el “líder estratégico”, o lo que es lo mismo, “el que supone la prolongación del entrenador en el campo”. Aquí volvemos a tener cierta disfunción, ya que a priori se presenta como Sergio Busquets como la persona que ha asumido este rol, pero con ciertos matices.
Y el último líder que necesita el equipo sí que está totalmente definido y hasta sobreexplotado. Estamos hablando del “líder resolutivo”, es decir, “el que mediante su talento resuelve las situaciones comprometidas del partido”. Evidente aquí sobresale por encima de resto Leo Messi, el único jugador capaz de desequilibrar el partido y que asume toda la responsabilidad en los momentos más críticos.
Bajo esta carencia de arquetipos de liderazgo se puede entender el cambio de Arthur, un jugador totalmente intranscendente dentro del vestuario, por Pjanic, ya que se espera del bosnio que asuma el rol que tiene asumido en la Juventus.
Asimismo, en el estudio se destaca la importancia de que el líder del equipo sea “positivo”, tanto en su “lenguaje corporal” como a la hora de “suministrar refuerzos y ánimos”, ya que reactiva a los compañeros, que se sienten más respaldados por el jugador referente. Mientras que si el líder actúa con “un lenguaje corporal bajo”, es decir, “con gemidos, agachando la cabeza o con mensajes negativos individuales o colectivos”, los compañeros suelen reaccionar con un descenso de confianza en sí mismos y menor respaldo al líder.