De nuevo, Marcos Llorente

Salió en el minuto 56 y rompió el cerrojo del Alavés. Provocó una falta que acabó en gol de Saúl y un penalti que transformó Costa. Joselu marcó también de penalti.

Patricia Cazón
As
En su ruta casi inmaculada tras el parón, sumó una victoria el Atlético muy made in Cholo, después de mucho masticar y agarrado a las piernas de siempre últimamente, un Glorioso llamado Marcos Llorente. Y eso que el Alavés saltó al partido como si éste fuese una molestia, pensando más en lo que vendrá (Granada, Valladolid) que en lo que tenía delante, el Atlético. Sin Joselu, Laguardia, Manu García, en el banquillo, sin Lucas, con un golpe en el cuádriceps en casa, con el debut de un canterano, Abdallahi. Una alineación cargada de suplentes, nueve cambios, ante un Atlético casi de gala que, mientras sus rivales pinchan y pinchan, sigue sumando espuma a su colchón en el podio. Rotaron cuatro, Llorente y Costa entre ellos, de inicio, pero João y Morata ocupaban su lugar. Lo mismo le daría a Garitano. O no.


Comenzó el juego con mucho silbato de árbitro, trabado y con interrupciones, como si fuera una premonición. El Atleti buscaba control, por dentro, las bandas. El Alavés contestaba con un bosque de hombres, seis parapetados en la defensa con un lema: “No pasarán”. Un muro que, en los primeros diez minutos, trató de derribar el Cholo a golpe de pizarra. La primera falta ensayada la mandó fuera Morata. La segunda fue un remate de tijera de João que se fue a un palmo del poste. Hasta la tercera pasaría un rato. Y largo. El área de Pacheco fue convirtiéndose en un lugar cada vez más indescifrable, laberinto de piernas, a medida que pasaba el tiempo y la circulación de balón se ralentizaba.

El Atlético buscaba la llave por la banda de Trippier, pero al llegar arriba estaba poco acompañado. Morata, encerrado entre centrales, Correa negado, Koke sin luz, João Félix preso de la abulia, apagado y apático. Los rojiblancos estampándose una y otra vez contra el muro de Garitano R. R. Martín. Tan compacto atrás y tan poco en ataque, sólo algún trote de Aleix Vidal. Tocaba masticar. Lo más interesante que pasaba en el Metropolitano era el descaro de Abdallahi y los nombres e imágenes de los abonados en el viodemarcador. Y ya. Hasta el 45 todo fueron minutos de esos que parece que duran años. Y se hacen eternos. Si hubiera habido grada habría pedido Llorentes, Vitolos, Carrascos.

Tuvieron que pasar siete minutos de reanudación para que hubiera en el partido algo más que un atasco. Un disparo de João desde fuera del área que rebotó en un defensa. Sudaba el Cholo en su banquillo, incapaz de hallarle un resquicio a ese Alavés con nueve cambios, sin Joselu, Laguardia, Manu, Lucas, con tanto nuevo. Dos minutos después de esa ocasión, miró atrás e hizo un gesto de cabeza: Llorente y Costa dentro. A los dos minutos de pisar el campo, el primero arrancaba una amarilla. Y qué amarilla. Estalló el catenaccio.

Porque el héroe de Anfield es el hombre de la temporada ya, y esa falta que Adrián Marín le hizo la lanzó Trippier hacia el segundo palo como un regalo a desenvolver por Saúl, que se lanzó sobre él de de cabeza gritando goool. 1-0, poesía cholista. Cómo puede cambiar un partido una vida. La de Llorente siempre irá unida a ése, Anfield. Con la salida de João y la entrada de Carrasco dio un paso adelante para colocarse en su sitio, ese que para él se ha inventado el Cholo y que tan bien le sienta.

Burke trató de colarse en su fiesta con la ocasión más clara de Alavés hasta el momento, pero Llorente había salido con el champán y la serpentina y, en una carrera a Ely por la banda, le arranca a Duarte un penalti que Costa subió al marcador. Muy, muy dudoso, no quedaba claro quién golpeaba a quien, pero el árbitro ni fue a verlo. Tampoco el siguiente. Una mano de Koke que fue cabeza, hombro, tan poco penalti como el anterior. Lo marcaba Joselu, mientras Koke veía una amarilla que lo baja del Camp Nou, como a Savic, empaño de una victoria tan made in Cholo.

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