Capello sobre Batistuta: “Necesitábamos un líder”
Se cumplen 19 años del eterno título de Batistuta en Roma y Olé habló con Capello, quien lo pidió y disfrutó. También elogió al Muro Samuel.
Olé
"No llego a la Roma para mandar ni para ser el rey", declaró Gabriel Omar Batistuta allá por junio del 2000, después de ganarle a Bolivia con la Selección en las Eliminatorias rumbo al Mundial 2002, cuando todavía ni siquiera había sido presentado en la capital de Italia. Al llegar a la tierra del Coliseo lo trataron como un rey. Y con el pasar de los partidos y de los goles, la corona le quedó justa. Bati, el Rey León, se dio el gustazo de ser campeón de la Serie A, lo que buscó al dejar Fiorentina: ir a un equipo armado y pensado para dar la vuelta. El argentino y Francesco Totti guiaron a la Roma al tercer y último Scudetto de su historia. Este 17 de junio se cumplen 19 años de esa inolvidable coronación.
"A Batistuta lo fichamos porque necesitábamos un delantero importante como él, fuerte de cabeza, hombre de gol, un líder del campo y del vestuario. Fue muy importante para ganar el título", le dijo Fabio Capello a Olé. El DT de aquella Roma que ganaba, gustaba y goleaba, está descansando en una isla al sur de Sicilia y se tomó un rato para recordar a Batigol, esa pieza que le faltaba para ir por todo. También llenó de flores a Walter Samuel, otro jugador clave de su equipo. Abel Balbo completó el trío de argentinos en Roma, aunque su aporte fue más puertas adentro que en la cancha (jugó 11' en el torneo).
Gabriel Omar llegó a la capital con 31 años, sabiendo que el tiempo pasaba y el Scudetto no llegaba. En Firenze, más allá del amor recíproco y la estatua, no lo iba a ganar. Por eso no dudó en aceptar la oferta de a Roma. Y es que la Roma puso la torta: 35 millones de dólares por el pase de Bati, cifra récord en esos tiempos. Los tifoso lo recibieron en el aeropuerto de Fiumicino y le pidieron un gol por cada millón: "Hacenos soñar, de vos esperamos 35 goles", cantaron. ¿Cumplió? Casi. Porque con 20 le alcanzó y sobró (clickeá y miralos).
"Batistuta ya estaba en Italia, sabía todo de ese fútbol y lo fichamos porque necesitábamos un jugador como él para ganar el título", siguió Capello, recordando lo que fue "el animal", como ya le decía un tal Maradona. Y animal fue uno de sus goles, un tiro libre al Hellas Verona que casi rompió la red. "Recuerdo un misil de tiro libre que anotó contra Verona, impresionante poder", dijo hace un tiempo el mismo Capello.
El DT no fue el único que se rindió ante el delantero argentino. Francesco Totti, que es más que rey en Roma, es Emperador, Capitano eterno y mucho más, también elogió a Bati. "Cuando Franco Sensi nos anunció que lo ficharía, me sentí como un niño con zapatillas nuevas", contó el 10, que hoy tiene una agencia de representación. "Gabriel me dijo que teníamos que unir fuerzas", agregó. Y así fue. Hasta Capello entendió eso y se lo explicó a Olé: "Totti podía ver la jugada antes que otros, no necesitaba tocar la pelota y chutar, él chutaba antes porque sabía el movimiento que iba a hacer Batistuta. Mucho talento".
Es cierto que el 10 y el 9 se entendieron. Aunque Bati no vistió la 9 porque decidió no forzar una pelea por un número y se le dejó a Montela. Gabriel llevó la 18, una camiseta que se ve por las calles de Roma. "Una sabia elección del que evita humillar a un colega al que ya le ha ganado la titularidad", contó Totti. Una 18 que será eterna en el Olímpico. Y no solo por sus goles, sino también por su entrega. "Gabriel muchas veces jugó con un dolor insoportable, jugó por el orgullo", siguió Francesco en su libro, Un Capitán. Es que el romano se enamoró del reconquistense, al que define como "un superclase" lleno de "voracidad" goleadora. Un león. El Rey León.
El 17 de junio del 2001, la Roma recibió al Parma y dependiendo de sí misma para lograr el título luego de 18 años (campeón en 1941/42 y 1982/83). Un Olímpico repleto, una ciudad totalmente emocionada, una adrenalina total. La chance de Totti y los suyos. La oportunidad que tanto buscó Batistuta. Y fue Gabriel Omar, justamente, el que metió el último gol del título: el tercero de un 3-1 que le dio la gloria eterna. Ese grito de Bati fue importante por lo que significó y porque además dejó pagando a un tal Cannavaro y la clavó de zurda ante un tal Buffón...
Fueron 20 los goles que clavó el argentino en ese torneo. Y eso que no le cuenta el que provocó en la primera fecha ante Bologna, llevando a que Castellini se lo meta en contra. Ni otro mal anulado vs. Lazio, en el clásico de la primera vuelta. Doblete al Lecce, uno al Vicenza, tres al Brescia y otro par al Hellas Verona: 8 goles en 6 partidos. Así arrancó. Y siguió con el gol que más le dolió, un tremendo derechazo ante la Fiorentina, el que no celebró, sino el que lloró. "Un derechazo devastador... Pero veo que él se seca las lágrimas. No es transpiración, son lágrimas de verdad", contó Totti, que lo vivió de cerca y fue quien lo abaraazó y levantó en sus hombros, cual bolsa de papas.
Los gritos de Bati vuelven. A Udinese, Napoli, Parma (doblete), Bologna (el único de penal), Lazio (un toque sutil en el derby, que celebró con la ametralladora que patentó; "un gol delicioso", rezó Francesco Totti), Bari (otro par), Napoli y Parma (el del título). Ahí se completan los 20 rugidos. Y eso que estuvo un mes afuera por un esguince de rodilla derecha. "No lo puedo creer, luchamos tanto... Estoy muy feliz porque salimos a jugar con el corazón. El Scudetto es lo que busqué por tanto tiempo. Ni bien llegué a Roma yo ya creía que podíamos ganarlo, y tenía razón", dijo Batistuta desde el vestuario del Olímpico, celebrando, empapado de agua, champán y gloria.
Después de Totti, indiscutible en el Coliseo y alrededores, la gran cara de la Serie A 2000/2001 es Batistuta. Pero esa Roma también tuvo otros dos jugadores que formaron la columna vertebral, y uno de ellos también era argentino (el otro, Emerson). Samuel dejó Boca para viajar a Italia y en su primera temporada no solo se afirmó como titular, sino que fue el gladiador de la defensa que ganó el título.
"Samuel fue un jugador extraordinario, un defensa como pocos. Jugué con defensas que fueron figuras, pero él ha sido un jugador que todos los entrenadores quieren tener para ganar, eso es. Importante por el espíritu", le relató Capello a Olé. Y Fabio algo sabe: 6 campeonatos como jugador entre Roma, Juventus y Milan y 15 como entrenador, contando los tres equipos en los que jugó y sumándole al Real Madrid. Levantó una Champions, nada menos.
"Walter fue unos de los mejores defensas de ese período del fútbol italiano y en ese momento cuando se hablaba de fútbol italiano, era hablar del mejor fútbol del mundo", completó Capello, que además fue entrenador de dos selecciones (Inglaterra y Rusia). Palabra autorizada.
Samuel ordenó una defensa que jugó con tres centrales y dos laterales enfocados más en ataque que en la marca. Por eso, el Muro fue tan importante. Firme atrás y peligroso arriba: hasta se dio el gusto de meter un gol, al Lecce, para sumar tres puntos que luego iban a ser de oro. Porque cada Rey León, también necesita un Muro que lo defienda.
Olé
"No llego a la Roma para mandar ni para ser el rey", declaró Gabriel Omar Batistuta allá por junio del 2000, después de ganarle a Bolivia con la Selección en las Eliminatorias rumbo al Mundial 2002, cuando todavía ni siquiera había sido presentado en la capital de Italia. Al llegar a la tierra del Coliseo lo trataron como un rey. Y con el pasar de los partidos y de los goles, la corona le quedó justa. Bati, el Rey León, se dio el gustazo de ser campeón de la Serie A, lo que buscó al dejar Fiorentina: ir a un equipo armado y pensado para dar la vuelta. El argentino y Francesco Totti guiaron a la Roma al tercer y último Scudetto de su historia. Este 17 de junio se cumplen 19 años de esa inolvidable coronación.
"A Batistuta lo fichamos porque necesitábamos un delantero importante como él, fuerte de cabeza, hombre de gol, un líder del campo y del vestuario. Fue muy importante para ganar el título", le dijo Fabio Capello a Olé. El DT de aquella Roma que ganaba, gustaba y goleaba, está descansando en una isla al sur de Sicilia y se tomó un rato para recordar a Batigol, esa pieza que le faltaba para ir por todo. También llenó de flores a Walter Samuel, otro jugador clave de su equipo. Abel Balbo completó el trío de argentinos en Roma, aunque su aporte fue más puertas adentro que en la cancha (jugó 11' en el torneo).
Gabriel Omar llegó a la capital con 31 años, sabiendo que el tiempo pasaba y el Scudetto no llegaba. En Firenze, más allá del amor recíproco y la estatua, no lo iba a ganar. Por eso no dudó en aceptar la oferta de a Roma. Y es que la Roma puso la torta: 35 millones de dólares por el pase de Bati, cifra récord en esos tiempos. Los tifoso lo recibieron en el aeropuerto de Fiumicino y le pidieron un gol por cada millón: "Hacenos soñar, de vos esperamos 35 goles", cantaron. ¿Cumplió? Casi. Porque con 20 le alcanzó y sobró (clickeá y miralos).
"Batistuta ya estaba en Italia, sabía todo de ese fútbol y lo fichamos porque necesitábamos un jugador como él para ganar el título", siguió Capello, recordando lo que fue "el animal", como ya le decía un tal Maradona. Y animal fue uno de sus goles, un tiro libre al Hellas Verona que casi rompió la red. "Recuerdo un misil de tiro libre que anotó contra Verona, impresionante poder", dijo hace un tiempo el mismo Capello.
El DT no fue el único que se rindió ante el delantero argentino. Francesco Totti, que es más que rey en Roma, es Emperador, Capitano eterno y mucho más, también elogió a Bati. "Cuando Franco Sensi nos anunció que lo ficharía, me sentí como un niño con zapatillas nuevas", contó el 10, que hoy tiene una agencia de representación. "Gabriel me dijo que teníamos que unir fuerzas", agregó. Y así fue. Hasta Capello entendió eso y se lo explicó a Olé: "Totti podía ver la jugada antes que otros, no necesitaba tocar la pelota y chutar, él chutaba antes porque sabía el movimiento que iba a hacer Batistuta. Mucho talento".
Es cierto que el 10 y el 9 se entendieron. Aunque Bati no vistió la 9 porque decidió no forzar una pelea por un número y se le dejó a Montela. Gabriel llevó la 18, una camiseta que se ve por las calles de Roma. "Una sabia elección del que evita humillar a un colega al que ya le ha ganado la titularidad", contó Totti. Una 18 que será eterna en el Olímpico. Y no solo por sus goles, sino también por su entrega. "Gabriel muchas veces jugó con un dolor insoportable, jugó por el orgullo", siguió Francesco en su libro, Un Capitán. Es que el romano se enamoró del reconquistense, al que define como "un superclase" lleno de "voracidad" goleadora. Un león. El Rey León.
El 17 de junio del 2001, la Roma recibió al Parma y dependiendo de sí misma para lograr el título luego de 18 años (campeón en 1941/42 y 1982/83). Un Olímpico repleto, una ciudad totalmente emocionada, una adrenalina total. La chance de Totti y los suyos. La oportunidad que tanto buscó Batistuta. Y fue Gabriel Omar, justamente, el que metió el último gol del título: el tercero de un 3-1 que le dio la gloria eterna. Ese grito de Bati fue importante por lo que significó y porque además dejó pagando a un tal Cannavaro y la clavó de zurda ante un tal Buffón...
Fueron 20 los goles que clavó el argentino en ese torneo. Y eso que no le cuenta el que provocó en la primera fecha ante Bologna, llevando a que Castellini se lo meta en contra. Ni otro mal anulado vs. Lazio, en el clásico de la primera vuelta. Doblete al Lecce, uno al Vicenza, tres al Brescia y otro par al Hellas Verona: 8 goles en 6 partidos. Así arrancó. Y siguió con el gol que más le dolió, un tremendo derechazo ante la Fiorentina, el que no celebró, sino el que lloró. "Un derechazo devastador... Pero veo que él se seca las lágrimas. No es transpiración, son lágrimas de verdad", contó Totti, que lo vivió de cerca y fue quien lo abaraazó y levantó en sus hombros, cual bolsa de papas.
Los gritos de Bati vuelven. A Udinese, Napoli, Parma (doblete), Bologna (el único de penal), Lazio (un toque sutil en el derby, que celebró con la ametralladora que patentó; "un gol delicioso", rezó Francesco Totti), Bari (otro par), Napoli y Parma (el del título). Ahí se completan los 20 rugidos. Y eso que estuvo un mes afuera por un esguince de rodilla derecha. "No lo puedo creer, luchamos tanto... Estoy muy feliz porque salimos a jugar con el corazón. El Scudetto es lo que busqué por tanto tiempo. Ni bien llegué a Roma yo ya creía que podíamos ganarlo, y tenía razón", dijo Batistuta desde el vestuario del Olímpico, celebrando, empapado de agua, champán y gloria.
Después de Totti, indiscutible en el Coliseo y alrededores, la gran cara de la Serie A 2000/2001 es Batistuta. Pero esa Roma también tuvo otros dos jugadores que formaron la columna vertebral, y uno de ellos también era argentino (el otro, Emerson). Samuel dejó Boca para viajar a Italia y en su primera temporada no solo se afirmó como titular, sino que fue el gladiador de la defensa que ganó el título.
"Samuel fue un jugador extraordinario, un defensa como pocos. Jugué con defensas que fueron figuras, pero él ha sido un jugador que todos los entrenadores quieren tener para ganar, eso es. Importante por el espíritu", le relató Capello a Olé. Y Fabio algo sabe: 6 campeonatos como jugador entre Roma, Juventus y Milan y 15 como entrenador, contando los tres equipos en los que jugó y sumándole al Real Madrid. Levantó una Champions, nada menos.
"Walter fue unos de los mejores defensas de ese período del fútbol italiano y en ese momento cuando se hablaba de fútbol italiano, era hablar del mejor fútbol del mundo", completó Capello, que además fue entrenador de dos selecciones (Inglaterra y Rusia). Palabra autorizada.
Samuel ordenó una defensa que jugó con tres centrales y dos laterales enfocados más en ataque que en la marca. Por eso, el Muro fue tan importante. Firme atrás y peligroso arriba: hasta se dio el gusto de meter un gol, al Lecce, para sumar tres puntos que luego iban a ser de oro. Porque cada Rey León, también necesita un Muro que lo defienda.