Ocho de nueve futbolistas colombianos se contagian de Covid-19 tras ser abandonados por un empresario que los trajo a Bolivia

La denuncia la hizo el diario Opinión, que relató que los afectados son jóvenes de entre 19 a 21 años y que están internados en el hospital del Sur de Cochabamba. Sus familiares piden la repatriación de los jugadores, que llegaron para enrolarse a un equipo de la segunda división

DIEZ
Nueve futbolistas colombianos viven la peor pesadilla de sus vidas, según denunció el diario Opinión. Tras ser traídos de su país con engaños a Cochabamba, por un empresario que los abandonó, ocho de ellos se contagiaron de Covid-19, empeorando su situación en un país desconocido para ellos. En los últimos días, gracias a la solidaridad, los jóvenes, de entre 19 y 21 años, fueron informados que el costo de su tratamiento en el hospital del Sur está corriendo por cuenta del municipio de Cercado.


El empresario les prometió ser parte de un club de la segunda división, pero después de algunas desavenencias los dejó abandonados a su suerte y sin dinero. Por estar contagiados de coronavirus y con los bolsillos vacíos, sus familiares se encuentran desesperados pidiendo que el gobierno colombiano les ayude a repatriarlos.

“No saben el dolor que se siente tener a nuestros hijos a miles de kilómetros de distancia y no poder hacer nada”, dijo Yovanny Puentes, papá de Camilo, de 20 años y cuya odisea comenzó a principios de marzo, cuando el representante (E. H. O.) alquiló una segunda planta de una casa, ubicada detrás del campo ferial de Cochabamba. Según el relato de los jóvenes, E. H. O. solo compró ocho colchones de paja y ropa de cama. El mobiliario adicional, una mesa de formica con cuatro sillas, fue prestado por la dueña de casa.

Una vez allí su inclusión al club no se concretó debido a, como explica en un vídeo el hermano de Santiago Ávila, uno de los nueve jóvenes engatusados: “los contratos no eran coherentes, no garantizaban un sueldo, seguridad social ni porcentajes de traspasos”. Por esas desavenencias E. H. O. desapareció y los dejó abandonados. Solos, sin recursos económicos y con la cuarentena en puertas, los nueve muchachos comenzaron la peor experiencia de sus vidas.

La dueña de la casa se compadeció de la situación de los jóvenes, que estaban pasando hambre, y acudió al padre David Cardozo (48 años), párroco del templo Nuestra Señora de Salette, para pedirle ayuda. El sacerdote se convirtió en su protector, a tal punto que es el contacto entre los futbolistas y sus padres y quién figura como responsable del grupo en la administración del hospital Sur.

“Cuando supimos que estaban en la casa pasando hambre, nos organizamos con los vecinos de la parroquia para prepararles comida. Cada día les llevaba las cosas en mi bicicleta”, recuerda el padre David, quien hace dos días salió del aislamiento voluntario, después de recibir la noticia de que su prueba para Covid-19 salió negativa.

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