Nueva mutación del coronavirus sería más infecciosa y complicaría el desarrollo de vacunas

Las últimas semanas han traído varias actualizaciones en relación a la pandemia de coronavirus, enfermedad que ya acumula 3,7 millones de infectados y 261 mil fallecidos en todo el mundo

EL DEBER
Las últimas semanas han traído varias actualizaciones en relación a la pandemia de coronavirus, enfermedad que ya acumula 3,7 millones de infectados y 261.000 fallecidos en todo el mundo.


Hoy, decenas de laboratorios alrededor del planeta se encuentran realizando ensayos clínicos con pruebas iniciales del virus, mostrando resultados positivos para tratamientos y vacunas. Por otro lado, apresurados estudios están en desarrollo al mismo tiempo que los virólogos intentan aprender todo sobre el patógeno.

Por ello es importante, según La Tercera, considerar que estas investigaciones, en tiempos de pandemia y donde urgen resultados que puedan ayudar al conocimiento del virus, deben ser tomadas con cierta cautela. A medida que los científicos se apresuran a compartir sus hallazgos, muchos artículos académicos ven la luz sin someterse a la revisión por otros científicos, algo que -independiente si son aprobados o no- podría conducir a una distorsión de la comprensión pública de la pandemia.

Pero ello no implica estos descubrimientos sean menos importantes, o deban dejarse a un lado. Uno de los últimos hallazgos se relaciona a una mutación más potente, que haría que el coronavirus sea aún más contagioso, derivando en personas más vulnerables a una segunda infección tras haber sorteado la enfermedad, y además ponga en peligro el avanzado desarrollo de las vacunas.

Así lo afirma un estudio publicado en el archivo de preimpresión BioRxiv por un grupo de científicos del Laboratorio Nacional de Los Alamos, que demuestra que una cepa de nombre D614G, una de las 14 mutaciones identificadas hasta el momento, tiene diferencias en su proteína espiga, la parte del virus que infecta las células humanas.

“D614G está aumentando en frecuencia a un ritmo alarmante, lo que indica una ventaja de aptitud en relación con la cepa original de Wuhan que permite una propagación más rápida”, dice el estudio.

El equipo analizó 6.000 muestras de todo el mundo y descubrió a través de un análisis que una cepa particular dominaba a otras una y otra vez, lo que sugiere que es más contagiosa y que de acuerdo a los investigadores, durante marzo se convirtió en la forma pandémica dominante.

También se observó que D614G probablemente se originó en Italia, país que registró una tasa de mortalidad alarmante en Europa. La cepa original que inicialmente golpeó a Nueva York fue supuestamente superada por una nueva, que finalmente se abrió paso a través de Estados Unidos.

El problema, es que, si el virus es capaz de mutar, los científicos tendrán más dificultades para encontrar una vacuna eficaz.

Escepticismo

No todos están de acuerdo con el estudio. Bill Hanage, profesor de la Escuela de Salud Pública TH Harvard TH Chan, indicó en su cuenta de Twitter que “esta variante podría haber tenido suerte y se introdujo en lugares fuera de Wuhan y diferentes enfoques para el distanciamiento social desde el principio”.

En otras palabras, “la cepa no se propagó porque tenía cualidades inherentemente más infecciosas, sino por el medio ambiente y las oportunidades de transmisión”, agregó.

Otra investigación realizada por el Medical Research Council-University of Glasgow Center for Virus Research (CVR) coincide, afirmando que a pesar que este tipo de virus acumulan mutaciones o cambios en su secuencia genética a medida que se propagan a través de las poblaciones, el SARS-CoV-2 “no ha mutado en diferentes tipos” y que la mayoría de estos cambios no tendrán ningún efecto sobre la biología del virus o la agresividad de la enfermedad que causan.

“Al analizar la extensa variación de la secuencia genética presente en los genomas del virus SARS-CoV-2, el análisis evolutivo muestra que estas afirmaciones sobre múltiples tipos de virus circulando actualmente son infundadas", señala el estudio publicado en Virus Evolution.

“Es importante que las personas no estén preocupadas por las mutaciones de virus, que son normales y esperadas a medida que un virus transita a través de una población”.

“Sin embargo, estas mutaciones pueden ser útiles, ya que nos permiten rastrear el historial de transmisión y comprender el patrón histórico de propagación global”, sostiene el estudio.

Ventaja evolutiva

Nicolás Muena, virólogo de la Fundación Ciencia y Vida, señala que el estudio es “interesante” debido a lo reconocido de los científicos, aunque añade que “se trata de una hipótesis basada en muestreos, que debe ser sometida a revisiones y críticas, y no ha sido probada experimentalmente, aunque es muy plausible. Tiene un asidero pero debe ser probado de forma experimental”.

“El estudio ve varias mutaciones y lo asocian con variantes del SARS-CoV-2, pero una en particular es la más relevante y de la que más se ha hablado, que es la D614G. Esta mutación puede tener consecuencias en cuanto a la conformación de la proteína, y cómo interactúa con las células que infecta”, explica.

“Uno de los principales efectos es la interacción con el receptor o la puerta de entrada a las células que infecta, que podría verse favorecida gracias a esta mutación. De esta forma, su frecuencia de contagio va a aumentar en la población, ya que tiene una ventaja evolutiva y selectiva frente a la cepa original”.

“Es importante recalcar que esta ventaja -de ser comprobada- se relaciona sólo a la transmisión. No genera más síntomas, no agrava a los pacientes ni tampoco es más letal”, asevera el virólogo.

“Normalmente -no siempre- los virus que se transmiten con mayor facilidad tienden a ser menos letales. Los virus muy letales como el ébola, no alcanzan a transmitirse y terminan desapareciendo porque matan a su huésped”, subraya.

En relación a las vacunas, Muena asegura que sería posible inmunizar a los monos rhesus -utilizados para este tipo de experimentos- y analizar el funcionamiento de la protección, debido a que, a causa de estas mutaciones, quizá los científicos estén utilizando información genética que se esté quedando obsoleta: “Aunque sabemos que este virus no muta tanto como la influenza, de todas maneras, no sabemos cuánto va a durar la protección inducida por las vacunas. Quizá dure uno o dos años y después haya que confeccionar una nueva vacuna”.

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