“Acá nos matan a todos”

Roger Bello, veedor de la Conmebol la noche del gas pimienta, habló con Olé a cinco años del escándalo. Cuenta qué pasó, por qué se demoró tanto y dice: Por mi informe, ya imaginé que Boca sería descalificado.

Olé
Apenas minutos antes del escándalo, en ese entretiempo que sería eterno, el más largo de la historia mundial, Roger Bello se acercó al árbitro Darío Herrera.
Le dijo: -Es verdad

El partido estaba 0-0. Faltaban los segundos 45 minutos y faltaban unos pocos minutos para volver a salir al campo de juego, cuando, en zona de vestuarios, sintió lo que es fama: que la Bombonera late. Roger Bello sabía de cimientos: soñó ser futbolista, como todos, dice, pero terminó siendo arquitecto. A los 16 años, al finalizar la escuela en Santa Cruz de la Sierra, se fue a estudiar arquitectura a Brasilia, la ciudad diseñada por el gran Oscar Niemeyer. En esa estadía en Brasil, mientras dibujaba planos y se escapaba a Río para ver algún Flamengo-Fluminense, nunca imaginó que años después, una noche de jueves de mayo de 2015, sentiría que una construcción de hormigón con forma de caja de bombones pudiera tener vida propia, moverse, latir, temblar, estallar. Ni Niemeyer, jamás, pudo lograr algo así.


“Esa noche tuve miedo. En los primeros minutos, tuve miedo. En medio de ese caos, me detuve un momento y miré las tribunas. Dije: ‘Se nos vienen encima, acá se nos meten en la cancha y nos matan a todos’. Ése era mi gran temor”.

Roger Bello siempre había soñado con el fútbol argentino. En Bolivia, cuenta, están muy influenciados por el fútbol argentino. De chico iba al kiosquito de una plaza de Santa Cruz de la Sierra a comprar El Gráfico. Lo leían entre 15. A Roger Bello no le gustaban, como a los demás, River o Boca. Le gustaba Racing. Por los colores de la camiseta parecidos a los del Blooming, su equipo en Bolivia. Roger Bello miraba aquellas fotos que traía esa revista, las fotos de la Bombonera o del Monumental, como un sueño, como algo inalcanzable, allá, bien lejos. “Nunca pensé que iba a estar ahí. ¿Cómo iba a pensar eso si en fútbol apenas jugué en los equipos de fraternidades?”.

Esa noche, antes del escándalo, Roger Bello estaba concentrado en el compromiso, pero feliz. Hacía pocos días, el 5 de mayo, había cumplido con su esposa 22 años de casado y ahora estaba donde tantas veces lo había soñado, la Bombonera, ese templo. Lo había soñado desde que jugaba al fútbol con sus amigos en el colegio, desde que leía El Gráfico, desde que había empezado como comisario deportivo en un femenino Sub 17 jugado en Venezuela en 2003. Sólo una vez había pisado ese campo, el campo de la Bombonera. Había sido en el 2000 cuando, como dirigente del Blooming, acompañó al equipo en el reconocimiento del estadio. Al otro día, estuvo en la tribuna. Esa fue la noche en la que el Boca de Bianchi, por Copa, goleó 6-1 a su Blooming. “Todavía me acuerdo de Moreno. Nos hizo cinco goles”, dice Roger Bello, el arquitecto, el hombre que en mayo de 2015 se convirtió en el protagonista menos pensado de un partido histórico, escandaloso. Un futbolista, un técnico, un árbitro, hasta un línea... Pero, ¿un comisario deportivo tan protagonista?

Su imagen quedó grabada. Roger Bello camina por la Bombonera. Va, viene. Habla por teléfono. La espera se hace larga. 15 minutos, 30 minutos, 45, una hora, hora y media. Todo el mundo lo observa. Todo el mundo quiere saber qué hará, qué decidirá. Son los octavos de final de la Copa, pero es una final del mundo. Hoy, cinco años después, Bello ya dejó la Conmebol. La dejó en febrero de 2019. Ahora trabaja de director general de gestión urbana en la secretaría de planificación de Santa Cruz de la Sierra. “Me gusta esto de ayudar a la gente, de colaborar, urbanizar. De estar en contacto con los vecinos. Igual, a veces siento nostalgia por el fútbol. He tenido grandísimas emociones. El fútbol me dio la oportunidad de conocer todos los rincones de Sudamérica. Recuerdos inolvidables. Fueron 15 años de trabajar como comisario. Estuve en Eliminatorias para los mundiales 2010, 2014 y 2018, en finales de Copa Libertadores, en finales de Recopa y Sudamericana. Por el fútbol, la gente me reconoce en la calle. ‘¿Y la Conmebol?’, me dicen todavía hoy. Y siempre, siempre, me preguntan por aquel Boca-River. Inevitablemente me llevan a esa charla, en cualquier lugar en el que esté. Me dicen: ‘¿Qué pasó esa noche, Roger?’”.

-¿Y qué pasó esa noche, Roger?

-Yo digo que esa noche tuvimos la suerte, la guía, la luz, de poder decidir de la forma más imparcial. Que pudiéramos salir todos ilesos después de lo que hizo ese inadaptado.

-Los de Boca no piensan igual...

-Lo sé, pero no estaban las condiciones para jugar, a los cinco minutos yo ya sabía que el partido no podía seguir, que había que suspenderlo. Yo me acerqué a Herrera y le dije: “Darío, vos no digas nada. Nada. Yo te voy a ir diciendo”. Yo ya sabía lo que iba a hacer, pero no se lo dije a nadie. No podía filtrarse. A los cinco minutos no podía decirles a 50 mil personas que un partido así no iba a seguir, que se fueran todos a sus casas.

-¿Y por qué esperó como una hora?

-Porque empecé a manejarme para desalojar al público. Había muchas familias, chicos. Podía pasar cualquier cosa. Yo me sé el reglamento de memoria. Sé que hay que esperar 40 minutos cuando hay algún incidente y que la prioridad es jugar. Pero los de River no estaban para seguir.

-Usted vio enseguida entonces que no había chances...

-River iba a estar muy disminuido. Yo hablo con el médico del doping y le digo que vaya a revisar a los jugadores. Me dice: “Roger, así no pueden jugar. Tienen quemaduras”. Yo lo escuché, no le comenté nada, pero como dije, ya tenía la decisión tomada. No había manera.

-¿La TV no lo presionó para seguir?

-No, solamente Marcelo Benedetto, un gran periodista, me preguntaba: “¿Y Roger, sigue, sigue, se juega?”. Pero yo no podía decirle que ya estaba, que para mí no seguía.

-Esa noche se lo veía mucho hablando por teléfono...

-Yo en mi teléfono no tenía señal en la Bombonera. En un momento, a eso de los 30 minutos de detención, me dicen que Napout (NdeR: en ese entonces presidente de la Conmebol, hoy preso por fraude y asociación ilícita) quería hablar conmigo. Voy detrás de los bancos. Estaba Eugenio Figueredo (NdeR: ex presidente de Conmebol, hoy con prisión domiciliaria por estafa y lavado de activos). Me da su teléfono. Napout estaba en línea. Me dice: “Roger, tranquilo, confío en tu capacidad. Lo que decidas, te apoyo”.

-Hasta bajó D’Onofrio al campo...

-Sí. Quería ver cómo estaban sus jugadores. Yo lo veo. Insultaba. Le dije: “Presidente, vuelva a su lugar, déjeme hacer mi trabajo”. Patanian me decía: “Así no pueden jugar”. Yo les dije: “Salgan”. No lo tomé como una presión, sino como que querían saber cómo estaban sus jugadores...
Roger Bello ex veedor de la Conmebol que estuvo en el partido del gas pimienta Boca River y ahora trabaja en la secretarioa de planificacion de Santa Cruz de la Sierra

Roger Bello ex veedor de la Conmebol que estuvo en el partido del gas pimienta Boca River y ahora trabaja en la secretarioa de planificacion de Santa Cruz de la Sierra

-¿Y con Angelici no habló?

-Sí. Fue en el momento más álgido. Fui a una oficina. Estaba solo. Sentado. Se agarraba la cabeza. Me pidió disculpas. Me dijo: “Hace días venimos preparando este partido, toda la parte de seguridad, y mirá, Roger, lo que nos pasa”.

-¿No lo presionó para seguir?

-No. Me dijo que hiciera lo que yo creyera conveniente.

-¿Y los jugadores?

-Los de Boca me preguntaban qué iba a pasar. Ellos tenían una gran incertidumbre. Fernando Gago, una excelente persona, en un momento, tapándose la boca, me dice: “Roger, lo empezás, ¿no? Mirá que si el partido no sigue, salimos todos muertos”. “Tranquilo, Fernando, tranquilo”, le dije.

-¿Gallardo qué le dijo?

-Hablé con él en tres momentos. Me decía que los jugadores no se iban a recuperar: “Mirá cómo está Ponzio”. Y me preguntaba cuánto tiempo más iba a demorar para tomar una decisión. Yo tenía la decisión, pero no podía decirla. El único que me presionó fue el de seguridad...

-¿Habla de Sergio Berni, el secretario de Seguridad?

-Sí, él sí me dijo que había que jugar: “Tiene que comenzar ya. Te exijo que se juegue”. Obviamente yo hice lo que consideré mejor. Fui coordinando todo con un jefe policial que me ayudó, un hombre bajito, muy capaz, no recuerdo su nombre. Le pregunté si tenía los efectivos para poder hacer una salida ordenada de la gente porque esa noche había partido en el Cilindro de Avellaneda también (NdeR: Racing le ganó 2-1 a Wanderers). Me dijo que sí, que los efectivos estaban, que se podía. Ya cuando iba más de una hora de espera, mucha gente empezó a retirarse. Quedaban unas diez mil personas, capaz un poco más. Se tomó la decisión de que el partido se suspendía porque realmente no había condiciones. Ahí Herrera junta a los capitanes y les dice que estaba suspendido.

-La salida de los jugadores fue bastante caótica...

-Se le dijo a Arruabarrena, técnico de Boca, de salir juntos con los de River. Él me dijo que sí. Intentamos, pero tiraban de todo. Llovían miles de cosas. Después, los jugadores de Boca se quedaron saludando a la gente que los aplaudía.

-¿Y qué le dijeron los jugadores de Boca al enterarse de que no se jugaba?

-Ellos al principio me decían: “Necesitás decirle algo al publico, dar una explicación”. Después, me preguntaban lo lógico, cuándo iba a seguir. Yo les explicaba que eso lo iba a decidir el Tribunal de la Conmebol.

-¿Usted ya se imaginaba lo que iba a pasar, que Boca sería descalificado?

-Sí, por el informe. Lo que pasó fue muy grave. Yo me fui de la Bombonera cerca de las dos de la mañana. Después de que se fueran los micros de los dos planteles. Ni un vidrio roto hubo. No pasó nada. Llegamos al hotel, estábamos en el hotel Da Vinci, en la calle Tucumán. Me acuerdo de que estuve hasta las 5.30 de la mañana haciendo el informe. Generalmente, esos informes son de una hoja. Tuve que pedir más. Fueron como cinco carillas.

-¿Y el informe qué decía?

-Lo que pasó, todo lo que vi.

-¿Y después?

-Yo tenía pasaje para las 11 de la mañana desde Aeroparque rumbo a Santa Cruz de la Sierra. Esa noche no dormí. A las seis de la mañana, me llamó Napout. Me felicitó. Y me pidió que fuera a Asunción. Me dijo que era lo mejor, que los presidentes de Boca y River irían para ahí.

-¿En Asunción usted declaró?

-No, no me hicieron declarar. Mi informe, dijeron, era completo. No había más que agregar. Esa mañana, en Buenos Aires, me fui antes del hotel. Tenía un remis que me iba a venir a buscar, pero pedí un taxi. El remis ya sabía a quién iba a llevar. No quería exponerme. Lo gracioso fue que me puse un gorro. No sabía qué podía pasar, con quién me iba a cruzar. En todos los resúmenes informativos estaba mi imagen. Y apenas subo al taxi, el taxista me reconoce. “Qué nochecita”, me dice. Y me empieza a preguntar cosas. El tipo era hincha de Boca. Me dijo que estaba bien suspenderlo y que al que había agredido a los de River había que meterlo preso. Y, claro, me preguntaba qué iba a pasar. ¿Y sabés una cosa? No me cobró el viaje. No quiso que le pagara. Pero no quedó ahí. Llegué a Aeroparque. El chico del mostrador mira mi pasaporte, me mira, vuelve a mirar mi pasaporte. Y le dice a su compañero: “Ey, mirá quién está acá”. ¡Y también me preguntó qué iba a pasar con el partido! En el Duty Free yo quería comprar unas cremas. Unas que me gustan que venden ahí. Y había dos equipos de rugby. Viajaban a Uruguay, creo. Eran jóvenes. Me reconocieron enseguida. Me pedían selfies. Eran como 20 bestias. Yo miraba para todos lados. Pensaba que en cualquier momento alguno me daba un golpazo. El fútbol despierta muchas pasiones... Pero nada. Hasta se tomaron un café conmigo. Me preguntaban lo de todo el mundo: qué iba a pasar.

-¿Por qué cree que en el 2015, en La Boca, se decidió una cosa y en la final del 2018, en River, otra?

-Yo estuve en el 2018 en ese partido en River, también. No como comisario. Como apoyo. Puedo decir que la diferencia es que en el 2015 los jugadores fueron agredidos con el partido empezado y dentro del campo. Y en el 2018 los incidentes ocurrieron afuera. Pero repito: en el 2018 sólo estuve como apoyo. Así que sólo eso puedo decir.

-¿Y a la Bombonera nunca volvió?

-Como comisario, no. Supongo que la Conmebol lo hizo para cuidarme. Pero el año pasado estuve. Mi hijo estudia arquitectura en Buenos Aires y siempre lo vamos a visitar con mi señora. Fuimos a un tour, uno de esos que recorren la ciudad y paseamos por La Boca. Me gusta mucho.

-¿Y le trajo recuerdos volver?

-No hace falta. Pasaron cinco años, pero esa noche todavía la vivo muy de cerca. Fue todo tan fuerte que a mí se me hace que fue la semana pasada...

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