Vanessa, la hija arquera y luchadora de Oscar Córdoba

Tiene 23 años, integra la selección colombiana y pelea por el fútbol femenino. Mirá la charla que cerró junto a su papá y con un sueño compartido muy especial...

Olé
-¿Nunca pensaste jugar en el fútbol argentino?

-Me encantaría jugar y uff... Lo imagino y se me eriza la piel. Sería una experiencia extraordinaria, y qué bonito darme una oportunidad en el equipo que nos dio tanto a nosotros como familia.


-Te dije fútbol argentino y vos dijiste Boca.

-Boca es para mí una de esas cosas que no tengo muchos recuerdos latentes. Pero mi primer recuerdo de chiquita es en la Bombonera dando la vuelta olímpica de la mano de mi papá. Tengo esa imagen. El resto son cosas que me cuentan o videos. Y está esa curiosidad de revivirlo. Para nuestra familia Boca es un antes y un después para todos..

-Sin recuerdos, pero estuviste en una vuelta olímpica.

-No era consciente de su importancia hasta ahora que soy jugadora y digo guau, todo lo que hizo mi papá y logró ese plantel...

Primero fue la equitación. Fue su primer deporte. Después llegó el vóley, porque siempre estuvo en su familia. Por su papá Oscar. Por su abuela y sus tías abuelas, quienes lo practicaron e integraron la selección colombiana. Y más tarde, el beach vóley, su verdadera pasión, donde llegó también al combinado nacional. Hasta que tres luxaciones de rodilla le obligaron a replantearse su carrera y buscar un cambio de deporte. "Estábamos viendo con mi papá los Juegos Olímpicos de Londres, un Estados Unidos-Francia, y él me preguntó cuánto medía la arquera estadounidense. '1.75', le dije. '¿Y tu?', insistió. 'Yo 1.75'. Y ahí pensé: 'Mmmm, ¿qué me quieres decir?'. 'Vane, ¿por qué no intentas tapar?'. Yo me ofendía si me preguntaban si jugaba fútbol. Entonces estaba buscando un nuevo reto y entonces qué mejor reto que éste. Y me la jugué. Uno de los argumentos que me daba mi papá es que el vóley tiene cosas muy similares al arco. Y efectivamente me acoplé bastante rápido".

Hoy, Vanessa Córdoba tiene 23 años, estudió publicidad becada en fútbol en Nueva York y Ohio, jugó una Copa Libertadores con Independiente Santa Fe y estuvo en Albacete de España antes de incorporarse a La Equidad. También integra la selección de su país, con la que jugó unos Juegos Centroamericanos y la Copa América de Chile. Y es la hija de Oscar, arquero de Boca entre 1997 y 2001, bicampeón local, de América y del mundo con el equipo de Carlos Bianchi.

-En cuanto pasaste al fútbol, iban a compararte. ¿Cómo lo tomaste?

-Ahí pega en el ego. No me gustaba que compararan en nada y en el vóley ya lo había logrado. Fue un proceso que tomó tiempo y vino con la madurez de aceptar y entender que es un legado muy bonito, es un halago que me comparen con él por más que somos personas distintas. Finalmente es un privilegio esa presión, porque significa que la gente cree en uno sin siquiera conocerlo. Aunque suena más bonito de lo que es. Llegar a ese punto es complejo y aún me cuesta un poco. Se siente como estar en deuda. Si hacés algo era lo esperado y si no lo hacés, como que no era lo que tenías que hacer. Quitarse un poquito esa sensación de deuda es complejo, pero la lucha del fútbol femenino me ha permitido quitarme esa idea, porque finalmente es mental, y dedicarme a hacer un camino paralelo al de él.

-¿Te corrige o no lo permitís?

-Sí, digamos que sí, ya lo estoy permitiendo. Hoy si juego un partido sabe que tiene que esperar dos o tres días para hacerme las correcciones. Yo soy muy autocrítica y él es muy crítico, si esas dos mentes se juntan se vuelve un desorden emocional para mí. Pero más que todo se mete por el lado emocional, el arco más allá del tema físico y las habilidades con las manos y los pies, es muy mental. Te encuentras en situaciones solo y vulnerable, y él sí ha sido un apoyo muy grande en eso. No de quitarme responsabilidad, sino de decirme que me permita dividirlo, saber en qué momento hacer ese luto. No se puede hacer el luto de un gol al instante que te lo metieron, porque tienes 30, 50 o 90 minutos más, ya después cuando las luces se apagan y estás en tu cuarto miras la situación. Ha sido un gran apoyo en ese sentido.

-¿Se entrenan juntos?

-Intentamos entrenar juntos cuando empecé: no funcionó. Era pelea familiar fija toda las noches. Entonces él se hizo un poco al lado y me permitió vivir el fútbol a mi ritmo y mi manera.

-¿Recordás alguna pelea?

-Cada entreno trae su pequeño rollo, pero hay dos componentes. El lado emocional, porque él me ve como su hija y me exige, pero yo lo veo como mi papá y lo tomo muy personal. Entonces ha tocado que un día yo no quería volar. Es el famoso "Mirandela" o "Miranda Cauca", que son dos un lugares de acá. "Ah, seguí Mirandela". Pasa porque a veces la cancha está muy dura y uno no se quiere tirar. Y me venía diciendo que por más que el balón vaya afuera me tenía que tirar. Y me lo venía diciendo, me lo venia diciendo... Hasta que "Vaaaanessaaa". En el momento no pude creer que me estuviera hablando así. Pero al instante dije: "No es mi papá en este momento, es un entrenador que me está gritando con toda razón".

Más allá de la relación particular que tienen Oscar y Vanessa como padre e hija que comparten la pasión por el fútbol, él por sobre todas las cosas se viene mostrando muy orgulloso de la lucha paralela que ella lleva adelante para mejorar las condiciones del fútbol femenino en Colombia, similar a lo que hizo Maca Sánchez en Argentina, según explica. "Nuestra liga dura dos meses y el resto del año peleando porque nos den una liga el próximo año. Mucha gente piensa que es una lucha por una cuestión de equidad salarial y la verdad que no, porque sabemos de dónde viene ese dinero. No vendemos las mismas camisetas ni la misma taquilla. A lo que va todo esto es a equidad de oportunidades. No pretendas llenar un estadio jugando un miércoles a las 15, al igual que puede llenar un partido de hombres viernes o sábado en la noche", cuenta.

-¿A qué te dedicás los diez meses sin campeonato?

-Ha ido variando un poco. Soy comunicadora social y estuve en un programa radial de una cadena grande, las redes me han ayudado mucho también y el año pasado tuvimos unas denuncias sobre las condiciones laborales nuestras, dentro de la selección y de la liga, y eso abrió puertas a un trabajo pro-bono por el fútbol femenino y ha sido de reunirse con el ministerio de trabajo, vicepresidencia y la liga. Y por otro lado, prácticamente publicidad a través de redes y conversatorios por la discusión sobre rol de mujer en el deporte.
La hija de Oscar ya forma parte del seleccionado colombiano.

La hija de Oscar ya forma parte del seleccionado colombiano.

-¿Qué mensajes buscan que des en esas charlas?

-Quieren entender el contexto de nosotras. Escuchar nuestra versión y el mensaje que me gusta dar: atrevámonos a mirar más allá de la cancha, porque no aprovechamos ni la mitad de lo que tiene el fútbol. Me metí mucho en el trabajo social a través del deporte y pude ver ese otro lado. Y hoy digo que si alguien cree que el fútbol es solo lo que pasa en un estadio no entendió el juego completo. El fútbol en Colombia ha mantenido en pie muchos rincones del país olvidados por la violencia y por la guerra, y si llegas con el balón la gente te acepta. El mensaje es más grande. Y falta que futbolistas se empoderen más, que entiendan que son más que solo fútbol. Y creo que esa es la gran diferencia entre jugadores y jugadoras. Nosotras entendemos que somos un ente de cambio y que tenemos impacto social, y lo aprovechamos por el bien de nuestro género. Y acá hago la invitación para que los hombres también se despierten y se atrevan a salir un poquito de lo que pasa alrededor del balón.

Un aro de básquet en el living, donde Oscar y su hijo menor juegan todas las noches, a pesar de las quejas de los vecinos. Una bicicleta de spinning que alquilaron y casi que deben sacar turno para poder usarla. Las pesas en el balcón. Y los libros a veces usados como conos cuando hay algún ejercicio que Vanessa debe hacer como parte del entrenamiento que indica el PF de Equidad durante el aislamiento que también rige en Colombia. "La sala de volvió un polideportivo. Adaptamos la casa para lo que más nos gusta", dice.

-Tu papá comentó que no puede seguir tu ritmo de entrenamiento...

-A veces me ayuda, a veces en algunos ejercicios nos lanza los balones, pero el impacto en el piso tan duro se nota. El cuerpo sufre un poquito, pero hay que adaptarse. Él hace más boxeo, más funcional, y así se mantiene en forma.

Ante el pedido de Olé​, Vanessa llama a Oscar. "Tuvo un cambio de look", avisa ella. "Se desquitaron conmigo en la casa", dice él. Y agrega, con su nuevo corte a la vista a través de la video llamada: "Algo se puede hacer para tener la compostura en el cabello".

-Oscar, ¿cómo es Vanessa como arquera, cómo la definís? Sin que esto genere un problema familiar...

-Vanessa es una muchacha que ha tratado dentro de posible y los tiempos cortos de cambio de profesión, porque primero ha montado a caballo y luego jugó al voley... La adaptación de estos deportes al fútbol fue bastante rápida, pero tiene vacíos que necesita cubrir con la competencia, si tu no compites la toma decisiones en el terreno de juego es distinta a un entrenamiento. Por más que salgas a cortar diez centros en un entrenamiento no es lo mismo a un solo centro de un partido en el minuto tal de una final o de un partido arrancando temporada. Toda esa información es la que creo que todavía le falta. Por el resto, es un arquero muy capaz, está llena de ganas, se entrena con mucho entusiasmo, es muy responsable. Pero ese es el único detalle que le está faltando: jugar y toma de decisiones. Es que un torneo de dos meses apenas uno se está empezando a conocer con los compañeros...

-A ella le gustaría, ¿a vos te gustaría verla en Boca?

--¡Y bueno! Boca es hermoso para jugarlo y el ambiente que un jugador o jugadora pueden vivir en la Bombonera, para ellos van a ser inolvidables y les va a forjar el carácter de una manera que no imaginan.

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