Una red de ollas comunes sacia el hambre en los barrios cruceños

La comida para los más pobres se cocina en ollas grandes con aporte de vecinos, a iniciativa de instituciones o de particulares

Berthy Vaca J
El Deber
La cuarentena se hace eterna en los barrios pobres, por la falta de comida. La situación desespera porque nadie puede salir a ganarse unos pesos, pero al mismo tiempo han brotado los gestos solidarios de personas de buen corazón que han tejido, sin proponérselo, una red de ollas comunes para alimentar a familias enteras sobre todo en la periferia de Santa Cruz.


Es el caso de agrupación sin fines de lucro Calentando Corazones, que hasta el momento ha entregado 450 canastas familiares con víveres para seis días desde la semana pasada. Empero, han cambiado de estrategia porque se ha visto más conveniente armar ollas comunes, porque de ese modo la comida llega a más personas.

A comienzos de esta semana, la agrupación distribuyó alimento en los barrios Villa Tranquila, cerca del vertedero Normandía; en el barrio 12 de Octubre, zona de Los Lotes, y en el barrio el Tatú, por la avenida Arroyito del Plan Tres Mil.

“Tenemos 1.000 solicitudes de canastas familiares, pero llegamos a más gente haciendo ollas comunes. A cada barrio se les entrega 25 pollos, 20 kilos de arroz, dos paquetes de fideo, 20 kg de azúcar, 40 litros de leche, un kilo de toddy, 500 panes, mantequilla, jamón, más lo que se pueda conseguir. El barrio Villa Tranquila es un ejemplo. Con 25 pollos ellos han hecho raciones para tres días”, explicó Gladys Echenique, que dirige Calentando Corazones.

Mañana lunes, estas personas solidarias entregarán alimentos a vecinos del barrio Samaria II (distrito 14); barrio Magisterio Sur, del distrito 12, en El Tajibo y en El Recreo. “La ayuda que damos es para un día, pero los vecinos ven cómo los pueden distribuir. También se les ha recomendado que solo tres personas cocinen y que un miembro de cada familia se haga presente a recoger el desayuno o los platos de comida al mediodía; en otros barrios usan una carretilla y entregan casa por casa”, indicó Echenique.

Esta ayuda funciona con las donaciones de personas particulares y de empresas, pero los donativos no son suficientes para cubrir la alta demanda de comida, por lo que la organización dirigida por Echenique exhorta a las instituciones y frigoríficos a hacer llegar su colaboración llamando a los celulares 70072001 y 78093222.

“Cocinamos de forma ordenada. El jueves nos dejaron alimentos. Ahora se acabó todo y la gente llega cada vez más. Hoy hicimos salpicón; el sábado, majao y el viernes hicimos guiso de fideo. Necesitamos más provisiones porque mujeres vienen llorando con sus hijos en busca de comida y no tenemos; hay señoras que tienen hasta 12 hijos y no tienen cómo alimentarlos”, señaló Johana, en cuya casa del barrio Villa Tranquila funciona una olla común.

Adalberto Vaca es otro impulsor de ollas comunes en el distrito 14, colindante con el Plan Tres Mil. La iniciativa empezó la semana pasada, luego de que la presidenta dictara la cuarentena nacional, puesto que la mayoría de los habitantes de esta zona vive en la extrema pobreza, según dijo.

Las ollas que arden a leña empezaron en Villa Moderna, en Villa Paraíso, Juancho, Samaria I y II, con la idea de que la gente no rompa la cuarentena. Se empezó a tropezones porque costó reunir los suministros, pese a que se gestionó ayuda en la Alcaldía y la Gobernación, expresó Vaca.

“Con el aporte de varios vecinos se arma la despensa. Jóvenes voluntarios salen todos los días, a las 7:00, dan una ronda con una carretilla, cada vecino aporta lo que puede y se cocina. Ahora se ha cocinado en tres puntos de los ocho que tenemos, porque no alcanzó para más. Se distribuyeron unos 500 platos”, manifestó Adalberto Vaca.

Este hombre que es abogado y coordinador de las comunidades guaraníes del distrito 14, cantón Paurito, indicó que en el barrio Jardines del Sur hay 400 familias exigiendo comida. “Estamos tratando de organizar ollas comunes allí. Las necesidades son grandes y las donaciones pocas”, se lamentó Vaca y puso a disposición su número telefónico 635-13773 para que llamen los interesados en ayudar.

Madres y niños claman por comida

Este domingo, en el barrio Santa Lucía, situado en la parte final de la avenida Virgen de Luján, vecinos salieron a la calle con una olla grande vacía para demostrar que no había qué echarle. Eran madres de familia y niños desesperados por alimentos.

Eusebia Choque, vecina del lugar, hizo de reportera y con su celular grabó un video con entrevistas a varias mujeres y lo subió a sus grupos de WhatsApp en su intento por recibir ayuda de las autoridades.

“Al principio pensamos que esta cuarentena iba a pasar pronto, pero cada vez se agrava y perjudica a las personas que trabajan a diario para ganarse el sustento. Yo he estado ayudando con lo que he podido, pero ya no tengo. Ahora, por ejemplo, muchos niños se quedaron sin desayunar. La gente que tiene alguito, dio para hacer una comidita, pero varios se quedaron sin almuerzo”, dijo Eusebia, revelando que hay un club de madres al que llegan víveres, pero supuestamente es distribuido entre las amistades de la presidenta.

Cualquier colaboración es bienvenida. Se puede llamar al teléfono 677-42339.

El municipio distribuirá víveres en moto

Emiliano Cronenbold, secretario de Planificación de la Alcaldía, informó de que el municipio está entregando víveres por intermedio de las subalcaldías. Otro mecanismo es la provisión que se canaliza a través de los medios de prensa y por representantes vecinales que se comunican directamente con las oficinas municipales.

“Cuando hay situaciones muy extremas, verificamos y les hacemos llegar alimentos. Ahora hemos contactado con una empresa de reparto en motocicleta. Vamos empezar a trabajar desde el martes para distribuir en motos las entregas para llegar a más gente, porque en vehículo grande se tarda más”, manifestó Cronenbold.

Los vecinos pueden llamar a la línea gratuita 800-12-5700 para informar sobre sus requerimientos.

La crisis saca lo mejor de la gente

Vecinos de todos los estratos sociales buscan recolectar donaciones de alimentos entre ellos mismos o pidiendo ayuda a empresas para poder distribuir a las familias que no pueden generar sus propios ingresos por tener que cumplir la cuarentena en sus domicilios.

El trabajo puede parecer agotador, pues deben recolectar, organizar y distribuir las raciones en bolsas antes de salir, en muchos casos, a pie para dejar la ayuda en los barrios más alejados dependiendo de la necesidad.

Uno de esos casos es el de la odontóloga Magaly Rojas Eguez, Jackelín Gómez, Álvaro Zabala e Inés Terrazas, que junto a bachilleres de la promoción 82 del colegio Santa Cruz, se organizaron para llevar, en reiteradas ocasiones a barrios de la Villa Primero de Mayo aceite, azúcar, frejol, queso, harina, picadillo y fideo, entre otros alimentos para aproximadamente 370 familias; además de raciones para ollas comunes de los barrios Cañada Tres Lagunas, Navidad, Tatú y La Arboleda . En muchos de los hogares encontraron adultos mayores y niños a los que les es muy difícil poder salir a buscar alimentos.

Similar situación se realizó este sábado en el barrio La Colorada donde, con la ayuda de algunos policías, se llevó alimentos para 35 familias, al igual que al barrio Ambrosio Villarroel, por la zona de Las Cabañas del río Piraí, donde llegó ayuda alimentaria para 150 familias de escasos recursos.

“Definitivamente lo que entregamos no es mucho, pero lo hacemos de corazón. Esperamos que otras personas también se puedan sumar a esta actividad de poder ayudar con un granito de arena. Estamos todos pasando por una situación muy difícil, porque tenemos necesidades, pero sabemos que con ese corazón desprendido, con ese corazón de cruceño, podemos de a poco llegar a esas familias que de verdad lo necesitan”, dijo Roxana Arce, una de las promotoras de la ayuda.

En las provincias cruceñas también se movilizan para poder ayudar, como es el caso San Ignacio de Velasco, donde la excívica Beidy Cabrera, de manera silenciosa, diariamente recorre algunos barrios de ese municipio, entregando a los hogares bolsas con arroz, aceite, harina y fideo. La ayuda la recibe de los mismos lugareños y algunas instituciones que entienden la realidad de aquellas familias que necesitan ayuda. “Lo hago con pasión, porque vivo aquí y conozco la realidad de la gente que espera la ayuda”, manifestó.

Otro caso es el de un ganadero que en San Matías entregó hoy almuerzo a uniformados militares que resguardan la cuarentena en la población fronteriza. Es la segunda vez que este empresario entrega almuerzos. Prefirió el anonimato.

La solidaridad también llega hasta las localidades de Santa Ana de Velasco y Suponema, lugares a los que el pasado jueves llegaron 4.000 unidades de pan, que fue donado por un panadero de San Ignacio, donde todos los días y sin pedir ningún ingrediente o pago, dona 400 panes para regalar a los niños. “Gracias a la gente de algunas instituciones que me conocen, logramos llevar toda esa ayuda”, añadió.

Existen muchos otros ejemplos como estos que se replican diariamente en la capital y en los diversos municipios que ponen en evidencia que la solidaridad y la empatía con el prójimo es el lado positivo que esta pandemia no está arrancando.

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