¿Qué dijo Elber, el de la falta en el gol del Bayern del 2001?
El brasileño que fue protagonista de la jugada polémica de la final de la Intercontinental habló en exclusiva con Olé y repasó la acción que le quitó a Boca el bicampeonato del mundo.
Olé
-¿Recordás el gol a Boca en la Copa Intercontinental del 2001?
-Fue un tiro de esquina, el balón cayó en el área, yo agarré al portero por la pierna y Sammy hizo el gol.
-Creo que no fue al arquero, sino a un jugador, a Clemente Rodríguez.
-Ahora voy a mirar de nuevo el video, ja. Lo que sé es que agarré por la pierna a un jugador que quería salir por el balón.
La "fazenda Sao Paulo" tiene más de 1.000 hectáreas y está ubicada en medio del campo, a unas cuantas horas de Londrina, una ciudad cercana a Curitiba, la capital del estado de Paraná. Élber Giovane de Souza se levanta cada mañana cerca de las 4, se calza las botas (antes revisa que no haya ningún bicho adentro), guarda su facón en la cintura y se dispone para cumplir con las tareas del campo en el que viven 13 gauchos con sus familias y son quienes llevan adelante el lugar. A caballo o en tractor, él recorre e inspecciona cada espacio, examina los cultivos y el ganado, visita a los empleados, almuerza cerca de las 10 y va la cama con el atardecer. Allí está desde que “todo se puso dificil en Europa” y alcanzó junto a su familia a tomar uno de los últimos vuelos que salieron, porque hace dos años volvió a Alemania para ser embajador del Bayern Munich y recorrer el mundo en representación del club con el que más identificado quedó en su carrera.
Élber, como se lo conoció en el mundo del fútbol, es también el brasileño que en el 2001 fue protagonista de la polémica jugada del gol que consagró al Bayern campeón mundial de clubes en la final Intercontinental contra Boca y que Chicho Serna hace unos días trajo al presente al decir que ese partido fue “el robo del siglo”, mucho más que La casa de papel, por un arbitraje bombero, como lo definió Olé en su momento.
El ex delantero brasileño en su fazenda en Londrina.
-¿Qué recordás de la Intercontinental?
-Un recuerdo muy lindo para nosotros los de Sudamérica. Hasta el 2005 los europeos no se interesaban. Es más, era “vamos allá y hacemos el partido porque hay que hacerlo y volvemos”. Yo hablaba todo el tiempo en ese momento con mis compañeros: “Los sudamericanos van casi un mes antes a Japón, porque para ellos es el partido más importante del mundo" y les advertía que Boca no era fácil. Con Riquelme, Schelotto, Córdoba... Era un equipo muy bueno.
-Lo tomaban de otra forma...
-Nosotros llegamos tres días antes del partido y el entrenador dijo que no íbamos a entrenar. “¿Cómo no vamos a entrenar?”, pensaba yo. No estaban cansados los jugadores, pero él decía que habían sido muchas horas de avión y que nos podíamos quedar en el hotel o salir a pasear. “Mañana vamos a ver el estadio y entrenamos 15 o 30 minutos”, nos decía. Yo me preguntaba si el entrenador estaba loco o qué... Paulo Sergio, otro brasileño del equipo, dijo “no es posible, carajo”. Yo soy fan del Flamengo y recordaba que había ganado en el 81, recordaba la fiesta que fue cuando volvieron los jugadores al país y me imaginaba lo lindo que sería ganar.
-¿Conocías mucho de Boca?
-Conocía bien porque Boca había ganado dos veces en la Libertadores al Palmeiras. Sabía que podía pasarla mal, pero era copero y vencía. Sabía que tenía jugadores fuertes, que era fuerte y duro. Sabía muchas cosas.
-Y advertiste a tus compañeros...
-Lo hablamos. Sabíamos que teníamos que jugar fuerte, porque sino íbamos a pasar vergüenza. Fue así que jugamos concentrados para que Boca no tuviera ocasiones. Y después, como siempre decía el entrenador, esperamos nuestra oportunidad, que podía llegar en una pelota parada. Fue un partido un poco aburrido, parece que Boca esperaba los penales.
-¿El gol fue una viveza sudamericana?
-Jaja, una viveza nuestra agarrar al rival, puede ser. Yo no tenía más para hacer, esperaba que el balón no pegara en ninguno de los dos jugadores que estaban sobre la línea y que Sammy hiciera el gol. Así fue 1-0 y volvimos a Munich con la copa.
-El árbitro fue muy criticado por todos en Boca.
-Creo que fue justo. Ellos hablaron del árbitro, pero creo que fue justo. Aunque el gol de Bayern con VAR creo que no lo daría, porque fue falta. Creo que no lo daría...
-El árbitro pareció haber dirigido con el preconcepto de que los sudamericanos simulaban infracciones. ¿En Bayern tenían esa idea?
-Cuando jugamos en Europa mismo, nuestro entrenador hablaba siempre con nosotros y nos decía que teníamos que ayudar al árbitro y no intentar inventar infracciones y penales, porque mañana el árbitro y todos pueden mirar y pueden cobrar contra el Bayern. Decía siempre que ayudemos al árbitro. En la jugada del gol me pasó por la cabeza: “¿Ahora qué hago?". Pero lo agarré al jugador de Boca y el árbitro no dijo nada, apuntó el gol y fuimos a festejar.
-¿Qué fue para vos ese triunfo?
-Me marcó, por el sentimiento del jugador sudamericano. Después del partido, veía a los de Boca todos por tierra, con lástima porque no ganaron, y mis compañeros miraban el uno al otro y decían "vámonos porque tenemos que coger el avión". Y los sudamericanos decíamos que apenas había terminado el partido, que podíamos disfrutar un rato con la copa.
-¿Cómo fue la vuelta a Munich?
-Ni mi familia estaba en el aeropuerto, no había nadie. Llegamos a las 6 o 7, no estaba ni una persona esperando al campeón del mundo de clubes. Yo esperaba otra cosa, porque cuando ganamos la Champions estaba todo lleno y había camisetas del Bayern por todos lados. Y hasta un año después, recuerdo que fuimos a sacar la foto del plantel, en la que se ponen todos los trofeos del año anterior y estaban el del campeonato y la Champions. Y yo dije: "¿Y el del mundial? Hubiera sido mejor no presentarse y que ganara Boca". Y el asesor de prensa fue a buscar la copa, pero sacamos la foto y la copa no salió.
Élber, que jugó 15 partidos en la selección brasileña e hizo siete goles, siguió hasta el 2003 en el Bayern, luego pasó por el Lyon,Borussia Moenchengladbach y finalmente regresó a Brasil para jugar por primera vez el campeonato brasileño en el Cruzeiro, ya que a los 18 años había pasado al Milan sin llegar a debutar en su país. Una vez que se retiró en el 2006, se quedó en Londrina con su familia pero nunca perdió el vínculo con el club alemán y siguió viajando muy seguido. Hasta que en el 2018 le propusieron sumarse como embajador. "Munich es nuestra casa", dice, mientras pasa la cuarentena en su hacienda.
-¿Tenés la medalla y camisetas de esa final?
-Tengo la medalla, tengo la camiseta de la final. Un pecado que no tuvimos tiempo de cambiar, porque ellos estaban llorando, se retiraron para vestuario y no tuve la oportunidad. Yo quería cambiar. La del primer tiempo la tengo hasta hoy y la del segundo quería cambiarla por la de Boca como recuerdo.
-¿Con quién te habría gustado cambiar?
-Con Riquelme, todos querían cambiar con él. Sergio, Roque Santa Cruz, Pizarro, todos los sudamericanos.
-¿Qué significa Riquelme?
-Un grandísimo jugador, no tuve la oportunidad de conocerlo como persona, pero me encantaba cómo jugaba y cuando tenía la pelota en los pies. ¡Dios mío! Yo pensaba y decía "cómo se puede parar a un jugador así"
-En Brasil sos de Flamengo, ¿de Argentina qué equipo te gusta?
-Siempre que tengo oportunidad de mirar partidos, miro a Boca. Es un equipo que cuando juega con los brasileños, siempre gana Boca. Está bien o está mal, al final igual Boca pasa una ronda más y el de Brasil sale. También miro River, por Demichelis, porque habla muy bien de River y es loco, loco, loco. Siempre está con su hijo Bastian mirando los partidos, los dos con las camisetas puestas. Así que cuando la tengo oportunidad también lo veo. Pero más a Boca.
-Qué les dirías a los jugadores e hinchas de Boca después de tanto tiempo?
-Lo creo que quedaron muy dolidos, creo que esperaban otra cosa. Bayern no tenía muy grandes jugadores, ellos conocían más a Real Madrid o Barcelona, a esos clubes de España, pero hay que saber que Bayern tiene una tradición y es muy fuerte. Y Boca trabajó muy bien ese año, no pasó vergüenza, dieron todo lo que podían dar, pero uno sale campeón y al final fue Bayern. Nosotros tuvimos la suerte
Olé
-¿Recordás el gol a Boca en la Copa Intercontinental del 2001?
-Fue un tiro de esquina, el balón cayó en el área, yo agarré al portero por la pierna y Sammy hizo el gol.
-Creo que no fue al arquero, sino a un jugador, a Clemente Rodríguez.
-Ahora voy a mirar de nuevo el video, ja. Lo que sé es que agarré por la pierna a un jugador que quería salir por el balón.
La "fazenda Sao Paulo" tiene más de 1.000 hectáreas y está ubicada en medio del campo, a unas cuantas horas de Londrina, una ciudad cercana a Curitiba, la capital del estado de Paraná. Élber Giovane de Souza se levanta cada mañana cerca de las 4, se calza las botas (antes revisa que no haya ningún bicho adentro), guarda su facón en la cintura y se dispone para cumplir con las tareas del campo en el que viven 13 gauchos con sus familias y son quienes llevan adelante el lugar. A caballo o en tractor, él recorre e inspecciona cada espacio, examina los cultivos y el ganado, visita a los empleados, almuerza cerca de las 10 y va la cama con el atardecer. Allí está desde que “todo se puso dificil en Europa” y alcanzó junto a su familia a tomar uno de los últimos vuelos que salieron, porque hace dos años volvió a Alemania para ser embajador del Bayern Munich y recorrer el mundo en representación del club con el que más identificado quedó en su carrera.
Élber, como se lo conoció en el mundo del fútbol, es también el brasileño que en el 2001 fue protagonista de la polémica jugada del gol que consagró al Bayern campeón mundial de clubes en la final Intercontinental contra Boca y que Chicho Serna hace unos días trajo al presente al decir que ese partido fue “el robo del siglo”, mucho más que La casa de papel, por un arbitraje bombero, como lo definió Olé en su momento.
El ex delantero brasileño en su fazenda en Londrina.
-¿Qué recordás de la Intercontinental?
-Un recuerdo muy lindo para nosotros los de Sudamérica. Hasta el 2005 los europeos no se interesaban. Es más, era “vamos allá y hacemos el partido porque hay que hacerlo y volvemos”. Yo hablaba todo el tiempo en ese momento con mis compañeros: “Los sudamericanos van casi un mes antes a Japón, porque para ellos es el partido más importante del mundo" y les advertía que Boca no era fácil. Con Riquelme, Schelotto, Córdoba... Era un equipo muy bueno.
-Lo tomaban de otra forma...
-Nosotros llegamos tres días antes del partido y el entrenador dijo que no íbamos a entrenar. “¿Cómo no vamos a entrenar?”, pensaba yo. No estaban cansados los jugadores, pero él decía que habían sido muchas horas de avión y que nos podíamos quedar en el hotel o salir a pasear. “Mañana vamos a ver el estadio y entrenamos 15 o 30 minutos”, nos decía. Yo me preguntaba si el entrenador estaba loco o qué... Paulo Sergio, otro brasileño del equipo, dijo “no es posible, carajo”. Yo soy fan del Flamengo y recordaba que había ganado en el 81, recordaba la fiesta que fue cuando volvieron los jugadores al país y me imaginaba lo lindo que sería ganar.
-¿Conocías mucho de Boca?
-Conocía bien porque Boca había ganado dos veces en la Libertadores al Palmeiras. Sabía que podía pasarla mal, pero era copero y vencía. Sabía que tenía jugadores fuertes, que era fuerte y duro. Sabía muchas cosas.
-Y advertiste a tus compañeros...
-Lo hablamos. Sabíamos que teníamos que jugar fuerte, porque sino íbamos a pasar vergüenza. Fue así que jugamos concentrados para que Boca no tuviera ocasiones. Y después, como siempre decía el entrenador, esperamos nuestra oportunidad, que podía llegar en una pelota parada. Fue un partido un poco aburrido, parece que Boca esperaba los penales.
-¿El gol fue una viveza sudamericana?
-Jaja, una viveza nuestra agarrar al rival, puede ser. Yo no tenía más para hacer, esperaba que el balón no pegara en ninguno de los dos jugadores que estaban sobre la línea y que Sammy hiciera el gol. Así fue 1-0 y volvimos a Munich con la copa.
-El árbitro fue muy criticado por todos en Boca.
-Creo que fue justo. Ellos hablaron del árbitro, pero creo que fue justo. Aunque el gol de Bayern con VAR creo que no lo daría, porque fue falta. Creo que no lo daría...
-El árbitro pareció haber dirigido con el preconcepto de que los sudamericanos simulaban infracciones. ¿En Bayern tenían esa idea?
-Cuando jugamos en Europa mismo, nuestro entrenador hablaba siempre con nosotros y nos decía que teníamos que ayudar al árbitro y no intentar inventar infracciones y penales, porque mañana el árbitro y todos pueden mirar y pueden cobrar contra el Bayern. Decía siempre que ayudemos al árbitro. En la jugada del gol me pasó por la cabeza: “¿Ahora qué hago?". Pero lo agarré al jugador de Boca y el árbitro no dijo nada, apuntó el gol y fuimos a festejar.
-¿Qué fue para vos ese triunfo?
-Me marcó, por el sentimiento del jugador sudamericano. Después del partido, veía a los de Boca todos por tierra, con lástima porque no ganaron, y mis compañeros miraban el uno al otro y decían "vámonos porque tenemos que coger el avión". Y los sudamericanos decíamos que apenas había terminado el partido, que podíamos disfrutar un rato con la copa.
-¿Cómo fue la vuelta a Munich?
-Ni mi familia estaba en el aeropuerto, no había nadie. Llegamos a las 6 o 7, no estaba ni una persona esperando al campeón del mundo de clubes. Yo esperaba otra cosa, porque cuando ganamos la Champions estaba todo lleno y había camisetas del Bayern por todos lados. Y hasta un año después, recuerdo que fuimos a sacar la foto del plantel, en la que se ponen todos los trofeos del año anterior y estaban el del campeonato y la Champions. Y yo dije: "¿Y el del mundial? Hubiera sido mejor no presentarse y que ganara Boca". Y el asesor de prensa fue a buscar la copa, pero sacamos la foto y la copa no salió.
Élber, que jugó 15 partidos en la selección brasileña e hizo siete goles, siguió hasta el 2003 en el Bayern, luego pasó por el Lyon,Borussia Moenchengladbach y finalmente regresó a Brasil para jugar por primera vez el campeonato brasileño en el Cruzeiro, ya que a los 18 años había pasado al Milan sin llegar a debutar en su país. Una vez que se retiró en el 2006, se quedó en Londrina con su familia pero nunca perdió el vínculo con el club alemán y siguió viajando muy seguido. Hasta que en el 2018 le propusieron sumarse como embajador. "Munich es nuestra casa", dice, mientras pasa la cuarentena en su hacienda.
-¿Tenés la medalla y camisetas de esa final?
-Tengo la medalla, tengo la camiseta de la final. Un pecado que no tuvimos tiempo de cambiar, porque ellos estaban llorando, se retiraron para vestuario y no tuve la oportunidad. Yo quería cambiar. La del primer tiempo la tengo hasta hoy y la del segundo quería cambiarla por la de Boca como recuerdo.
-¿Con quién te habría gustado cambiar?
-Con Riquelme, todos querían cambiar con él. Sergio, Roque Santa Cruz, Pizarro, todos los sudamericanos.
-¿Qué significa Riquelme?
-Un grandísimo jugador, no tuve la oportunidad de conocerlo como persona, pero me encantaba cómo jugaba y cuando tenía la pelota en los pies. ¡Dios mío! Yo pensaba y decía "cómo se puede parar a un jugador así"
-En Brasil sos de Flamengo, ¿de Argentina qué equipo te gusta?
-Siempre que tengo oportunidad de mirar partidos, miro a Boca. Es un equipo que cuando juega con los brasileños, siempre gana Boca. Está bien o está mal, al final igual Boca pasa una ronda más y el de Brasil sale. También miro River, por Demichelis, porque habla muy bien de River y es loco, loco, loco. Siempre está con su hijo Bastian mirando los partidos, los dos con las camisetas puestas. Así que cuando la tengo oportunidad también lo veo. Pero más a Boca.
-Qué les dirías a los jugadores e hinchas de Boca después de tanto tiempo?
-Lo creo que quedaron muy dolidos, creo que esperaban otra cosa. Bayern no tenía muy grandes jugadores, ellos conocían más a Real Madrid o Barcelona, a esos clubes de España, pero hay que saber que Bayern tiene una tradición y es muy fuerte. Y Boca trabajó muy bien ese año, no pasó vergüenza, dieron todo lo que podían dar, pero uno sale campeón y al final fue Bayern. Nosotros tuvimos la suerte