¿Por qué Bianchi nunca dirigió la Selección?
La primera vez que se la ofrecieron en pleno vuelo, el inicio de su cortocircuito con Grondona, la llamada que nunca atendió, la razón por la que la negó tres veces... Aquí, la historia de uno de los grandes misterios del fútbol argentino.
Olé
La primera vez no fue con un llamado. No fue en un café. No fue en la AFA. No fue en su casa. La primera vez que a Carlos Bianchi le ofrecieron el cargo que nunca agarró, fue en el aire. Allí, en el segundo piso del Boeing 747 de Air France, donde viajaba la clase ejecutiva, coincidieron el Virrey y su mujer Margarita Pila, con Julio Grondona y su mujer Nélida Pariani. Los Bianchi tenían como destino París, su otro lugar en el mundo. Los Grondona hacían escala allí para seguir a Zurich, a un evento de FIFA, previo a Francia 98. Era marzo, todavía faltaba para el Mundial, pero Don Julio ya proyectaba al sucesor de Daniel Passarella, con quien la relación estaba herida de muerte y quien le había dicho, además, que no iba a seguir ni aunque fuera campeón del mundo. El principal candidato, entonces, estaba en ese vuelo. Un vuelo que no duró demasiado. A las dos horas, un desperfecto técnico obligó a la nave a regresar a Ezeiza y los boardings cambiaron de día y de hora. Pero el tiempo alcanzó para que presidente de AFA hiciera su parte. “Quiero que seas el próximo DT de la Selección”, le insistió.
Quedaron en encontrarse. Bianchi, por ese entonces, estaba todavía vinculado a la Roma a pesar de haber dejado ese club en abril de 1997 (como le seguían pagando, tras haberlo despedido, no podía asumir en otro equipo). Y entendía que era un buen momento para dirigir a la Selección. “Nunca estuvo tan cerca. En ese entonces no había ningún cortocircuito con Julio. Es más: la idea le gustaba porque él siempre dijo que ese seleccionado, el que jugó luego el Mundial del 2002, fue el mejor de todos”, cuenta hoy, 22 años después, alguien que conoce bien al Virrey. Y era así: tras Francia 98, la mayoría de esos jugadores iban a llegar a Corea y Japón con al menos una Copa del Mundo encima, sin contar a Román Riquelme, claro, a quien luego el Virrey haría su bandera en Boca. Todo eso, a un detallista como él, lo seducía. Por eso, la cumbre Bianchi-Grondona, que marcaría un antes y un después en esta historia, no tardó en llegar.
-Como te dije, quiero que seas el técnico, pero hay un tema que necesito charlar con vos...
-¿Qué cosa?
-Que mi idea es que José Pekerman sea el manager de la Selección.
-¿Y yo a quién debería reportar? ¿A usted o a él?
-A él.
-Gracias, pero no. En esas condiciones, no.
Así de corto, así de rápido, los caminos entre Bianchi y la Selección empezaron a separarse casi definitivamente, aunque luego se dieran más capítulos. Por lo pronto, el Virrey decidió ahí aceptar la propuesta que tenía de Mauricio Macri para dirigir a Boca. Así, el 8 de mayo, tras una reunión de siete horas en el hotel Meliá, cerraba trato con ese club para convertirse en el DT más ganador de su historia. “Ese no a la Selección no fue un capricho. Él no quería tener a nadie por encima suyo. ¿Por qué tendría que aceptar eso? Siempre decía lo mismo: ‘Entonces, si me va mal a mí, va a empujar al otro (Pekerman) a que sea el entrenador’. Esa situación ya no le gustaba. Pero en realidad, él era de manejar siempre todo, hasta los mínimos detalles. Y eso no iba a pasar”, cuenta otro allegado al Virrey. En efecto, en su rol, Pekerman terminó eligiendo como DT a Marcelo Bielsa y luego lo sucedió...
“Ojalá Dios quiera que Bianchi sea el técnico del seleccionado”.
El segundo capítulo se dio más de seis años después, el 15 de septiembre del 2004. Con Bielsa “sin energías” para continuar en el cargo luego de ganar la medalla de oro en Atenas, otra vez el voto popular obligaba a Grondona a ir en busca del Virrey. Y a pesar de esa frase del presidente de AFA, ya se notaba el clima de tensión. No había química. Y la situación, claro, asomaba forzada. Algo que quedó claro en el primer intento de Don Julio: cuando levantó el teléfono, el Virrey ya no estaba en su casa...
La primera llamada a la casa de los Bianchi, en Barrio Parque, se dio a las 8.30 de la mañana. La prensa ya lo sabía. Y el DT también. A esa hora ya había una guardia periodística fuera de lo común. Atendió Margarita, la mujer del DT: “Carlos no está, se fue a correr”, fue la respuesta. Era así, nomás. El Virrey estaba trotando en Palermo: había tenido que salir en su auto casi escondido, para evitar el acoso mediático.
Cuentan que Don Julio, en ese llamado, fue sincero con la esposa del entrenador. “Llamo para quedarme tranquilo de que le ofrecí el cargo”, le dijo, tras no poder comunicarse con Bianchi. Ya sabía que era “no”. Igual, más tarde, hizo un intento más a través de Pedro Pompilio, por entonces vice de Boca y hombre cercano al DT. Y ahí la respuesta, que tiempo después se revelaría públicamente, fue la más contundente de todas: “Mientras él sea el presidente de AFA, yo no voy a ser el DT de la Selección”.
Fue el quiebre final. Es cierto que Bianchi vivía entonces un momento personal muy delicado. Luego de dirigir a Boca en un segundo ciclo tan exitoso como el primero, había fallecido su suegra y encima su hija Brenda se recuperaba de un difícil momento de salud, tras ser operada del corazón casi un año antes. Ese contexto también prevaleció: tenía otras prioridades, pero en el fondo, sus diferencias “morales” con Grondona los hacía incompatibles. El Virrey sabía que él nunca toleraría el círculo de Don Julio en AFA y Don Julio sabía que, para el modo en el que se movía su poder político, tener a un hombre “inmanejable” en la Selección era un riesgo demasiado alto. Así, tras otro “no” al seleccionado, en junio de 2015 el Virrey volvió a trabajar: agarró el Atlético de Madrid.
Sin embargo, su nombre siempre recorrió los pasillos de la calle Viamonte. Y otra vez el clamor popular le exigió a Grondona otro intento que sabía estéril, tras la salida de Pekerman en el 2006. Lo contaría Bianchi, en declaraciones a la revista France Football: “Dije que no tres veces: en 1998, en marzo, para asumir después de la Copa del Mundo que se disputó en Francia y luego en 2004 y 2006. Y no me arrepiento, porque fue mi decisión. Siempre me negué porque tenía valores morales, valores importantes para mí en la vida, que no coincidían con la Selección”, aseguró.
Eso mismo también lo diría cuando su nombre volvió a sonar tras la salida del Coco Basile, en 2008, antes de que Don Julio contratara a Diego Maradona para que sea el DT en Sudáfrica 2010. “No me gusta la manera de trabajar que tiene el presidente de la AFA, situación que me pone fuera de juego”, decía el Virrey entonces, algo que también reconoció Grondona tiempo después, tras la salida del Checho Batista. “Bianchi me dijo varias veces que no y declaró cosas que a cualquier hombre le dolerían, como que mientras yo sea presidente de la AFA, él no será nunca técnico de la Selección. Si ahora quiere serlo, tendrá que esperar”.
Don Julio falleció tres años después, el 30 de julio de 2014, tras el Mundial de Brasil. Por entonces, Carlos Bianchi seguía dirigiendo: estaba en el final de su tercer ciclo en Boca. Este domingo el Virrey cumplió 71 años, pero hubo un regalo que nunca pudo darse (o no se permitió, por propia decisión). Será, para siempre, otra de las grandes deudas del fútbol nuestro: por qué el mejor técnico de la Argentina nunca dirigió a la Selección Nacional. "¿Por qué? No lo hice porque no quise, es la realidad...".
Olé
La primera vez no fue con un llamado. No fue en un café. No fue en la AFA. No fue en su casa. La primera vez que a Carlos Bianchi le ofrecieron el cargo que nunca agarró, fue en el aire. Allí, en el segundo piso del Boeing 747 de Air France, donde viajaba la clase ejecutiva, coincidieron el Virrey y su mujer Margarita Pila, con Julio Grondona y su mujer Nélida Pariani. Los Bianchi tenían como destino París, su otro lugar en el mundo. Los Grondona hacían escala allí para seguir a Zurich, a un evento de FIFA, previo a Francia 98. Era marzo, todavía faltaba para el Mundial, pero Don Julio ya proyectaba al sucesor de Daniel Passarella, con quien la relación estaba herida de muerte y quien le había dicho, además, que no iba a seguir ni aunque fuera campeón del mundo. El principal candidato, entonces, estaba en ese vuelo. Un vuelo que no duró demasiado. A las dos horas, un desperfecto técnico obligó a la nave a regresar a Ezeiza y los boardings cambiaron de día y de hora. Pero el tiempo alcanzó para que presidente de AFA hiciera su parte. “Quiero que seas el próximo DT de la Selección”, le insistió.
Quedaron en encontrarse. Bianchi, por ese entonces, estaba todavía vinculado a la Roma a pesar de haber dejado ese club en abril de 1997 (como le seguían pagando, tras haberlo despedido, no podía asumir en otro equipo). Y entendía que era un buen momento para dirigir a la Selección. “Nunca estuvo tan cerca. En ese entonces no había ningún cortocircuito con Julio. Es más: la idea le gustaba porque él siempre dijo que ese seleccionado, el que jugó luego el Mundial del 2002, fue el mejor de todos”, cuenta hoy, 22 años después, alguien que conoce bien al Virrey. Y era así: tras Francia 98, la mayoría de esos jugadores iban a llegar a Corea y Japón con al menos una Copa del Mundo encima, sin contar a Román Riquelme, claro, a quien luego el Virrey haría su bandera en Boca. Todo eso, a un detallista como él, lo seducía. Por eso, la cumbre Bianchi-Grondona, que marcaría un antes y un después en esta historia, no tardó en llegar.
-Como te dije, quiero que seas el técnico, pero hay un tema que necesito charlar con vos...
-¿Qué cosa?
-Que mi idea es que José Pekerman sea el manager de la Selección.
-¿Y yo a quién debería reportar? ¿A usted o a él?
-A él.
-Gracias, pero no. En esas condiciones, no.
Así de corto, así de rápido, los caminos entre Bianchi y la Selección empezaron a separarse casi definitivamente, aunque luego se dieran más capítulos. Por lo pronto, el Virrey decidió ahí aceptar la propuesta que tenía de Mauricio Macri para dirigir a Boca. Así, el 8 de mayo, tras una reunión de siete horas en el hotel Meliá, cerraba trato con ese club para convertirse en el DT más ganador de su historia. “Ese no a la Selección no fue un capricho. Él no quería tener a nadie por encima suyo. ¿Por qué tendría que aceptar eso? Siempre decía lo mismo: ‘Entonces, si me va mal a mí, va a empujar al otro (Pekerman) a que sea el entrenador’. Esa situación ya no le gustaba. Pero en realidad, él era de manejar siempre todo, hasta los mínimos detalles. Y eso no iba a pasar”, cuenta otro allegado al Virrey. En efecto, en su rol, Pekerman terminó eligiendo como DT a Marcelo Bielsa y luego lo sucedió...
“Ojalá Dios quiera que Bianchi sea el técnico del seleccionado”.
El segundo capítulo se dio más de seis años después, el 15 de septiembre del 2004. Con Bielsa “sin energías” para continuar en el cargo luego de ganar la medalla de oro en Atenas, otra vez el voto popular obligaba a Grondona a ir en busca del Virrey. Y a pesar de esa frase del presidente de AFA, ya se notaba el clima de tensión. No había química. Y la situación, claro, asomaba forzada. Algo que quedó claro en el primer intento de Don Julio: cuando levantó el teléfono, el Virrey ya no estaba en su casa...
La primera llamada a la casa de los Bianchi, en Barrio Parque, se dio a las 8.30 de la mañana. La prensa ya lo sabía. Y el DT también. A esa hora ya había una guardia periodística fuera de lo común. Atendió Margarita, la mujer del DT: “Carlos no está, se fue a correr”, fue la respuesta. Era así, nomás. El Virrey estaba trotando en Palermo: había tenido que salir en su auto casi escondido, para evitar el acoso mediático.
Cuentan que Don Julio, en ese llamado, fue sincero con la esposa del entrenador. “Llamo para quedarme tranquilo de que le ofrecí el cargo”, le dijo, tras no poder comunicarse con Bianchi. Ya sabía que era “no”. Igual, más tarde, hizo un intento más a través de Pedro Pompilio, por entonces vice de Boca y hombre cercano al DT. Y ahí la respuesta, que tiempo después se revelaría públicamente, fue la más contundente de todas: “Mientras él sea el presidente de AFA, yo no voy a ser el DT de la Selección”.
Fue el quiebre final. Es cierto que Bianchi vivía entonces un momento personal muy delicado. Luego de dirigir a Boca en un segundo ciclo tan exitoso como el primero, había fallecido su suegra y encima su hija Brenda se recuperaba de un difícil momento de salud, tras ser operada del corazón casi un año antes. Ese contexto también prevaleció: tenía otras prioridades, pero en el fondo, sus diferencias “morales” con Grondona los hacía incompatibles. El Virrey sabía que él nunca toleraría el círculo de Don Julio en AFA y Don Julio sabía que, para el modo en el que se movía su poder político, tener a un hombre “inmanejable” en la Selección era un riesgo demasiado alto. Así, tras otro “no” al seleccionado, en junio de 2015 el Virrey volvió a trabajar: agarró el Atlético de Madrid.
Sin embargo, su nombre siempre recorrió los pasillos de la calle Viamonte. Y otra vez el clamor popular le exigió a Grondona otro intento que sabía estéril, tras la salida de Pekerman en el 2006. Lo contaría Bianchi, en declaraciones a la revista France Football: “Dije que no tres veces: en 1998, en marzo, para asumir después de la Copa del Mundo que se disputó en Francia y luego en 2004 y 2006. Y no me arrepiento, porque fue mi decisión. Siempre me negué porque tenía valores morales, valores importantes para mí en la vida, que no coincidían con la Selección”, aseguró.
Eso mismo también lo diría cuando su nombre volvió a sonar tras la salida del Coco Basile, en 2008, antes de que Don Julio contratara a Diego Maradona para que sea el DT en Sudáfrica 2010. “No me gusta la manera de trabajar que tiene el presidente de la AFA, situación que me pone fuera de juego”, decía el Virrey entonces, algo que también reconoció Grondona tiempo después, tras la salida del Checho Batista. “Bianchi me dijo varias veces que no y declaró cosas que a cualquier hombre le dolerían, como que mientras yo sea presidente de la AFA, él no será nunca técnico de la Selección. Si ahora quiere serlo, tendrá que esperar”.
Don Julio falleció tres años después, el 30 de julio de 2014, tras el Mundial de Brasil. Por entonces, Carlos Bianchi seguía dirigiendo: estaba en el final de su tercer ciclo en Boca. Este domingo el Virrey cumplió 71 años, pero hubo un regalo que nunca pudo darse (o no se permitió, por propia decisión). Será, para siempre, otra de las grandes deudas del fútbol nuestro: por qué el mejor técnico de la Argentina nunca dirigió a la Selección Nacional. "¿Por qué? No lo hice porque no quise, es la realidad...".